Los calamares gigantes son uno de los grandes misterios de los mares. El último descubrimiento: son unos cazadores fieros

Corte Calamar Gigante
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Muchos mitos y leyendas toman inspiración en la realidad. Es el caso de monstruos marinos como el Kraken, cuya leyenda probablemente pueda vincularse a auténticas bestias que ascendían de las profundidades del océano y eran avistadas por las tripulaciones de los barcos con los que se cruzaban: los calamares gigantes.

Sin embargo estos encuentros nunca han sido frecuentes. De hecho la mayor parte de los encuentros entre seres humanos y calamares gigantes (Architeuthis dux) ha ocurrido tras la muerte del ejemplar, bien tras caer incidentalmente en las redes de algún pesquero bien después de que el cadáver de algún ejemplar llegara a las orillas arrastrado por corrientes.

Es por eso que tenemos detalles extensivos sobre algunas características anatómicas de estos animales, pero no sabemos casi nada sobre aspectos fundamentales como su comportamiento, hábitat o la abundancia de ejemplares en los océanos del mundo.

Los calamares gigantes no son los únicos calamares de gran tamaño. Comparten este honor con el calamar colosal (Mesonychoteuthis hamiltoni). Con los calamares colosales ocurre algo semejante: no tenemos una idea muy precisa sobre sus hábitos y tenemos muy poca idea sobre su ciclo vital, pero sí tenemos una idea sobre si tamaño.

¿Cuál de las dos especies es más grande? Se estima que el calamar gigante supera, con tamaños máximos de entre 12 y 14 metros de longitud al calamar colosal. Éste segundo sin embargo supera en masa al primero, pudiendo superar la media tonelada. Esto hace potencialmente a estos animales los mayores invertebrados del mundo.

M. hamiltoni tiene el mayor ojo del reino animal, que puede alcanzar los 30 centímetros, mientras que el del calamar gigante se quedaría alrededor de los 25 cm.

Ambos animales comparten algunas características con el resto de calamares, como su morfología, con dos tentáculos y ocho brazos más cortos, un pico (también en estos casos de tamaños descomunales) o el sifón, un elemento que les permite propulsarse “a chorro” en el agua. Uno de los factores que hacen a estos animales tan rápidos y por tanto escurridizos.

Tan escurridizos que no fue hasta mediados de la década de 2000 que logramos captar a estos animales en sus hábitats. Por la escasez de los avistamientos, uno de los misterios aún por resolver sobre esta especie es hasta dónde llega su rango de extensión.

Se cree, eso sí que los calamares gigantes pueden encontrarse en la mayoría de los océanos, tal es el rango de los avistamientos. Los colosales, sin embargo, tendrían un rango más limitado a los alrededores del océano Antártico.

Uno de los mejores ejemplos de lo escurridizo que puede ser este animal es el de la caza. No fue hasta hace un par de años que pudimos grabar en vídeo cómo estos gigantes marinos se alimentaban en su territorio.

Cazador cazado

Y no fue sino con ingenio y paciencia que esto fue posible. En 2021 un equipo internacional de investigadores, en un experimento encabezado por Nathan Robinson, de la Fundación Oceanogràfic, publicó los resultados de su estudio, entre los que se encontraba la primera grabación de un ejemplar de calamar gigante cazando.

Los investigadores colocaron cebos junto a una plataforma submarina. El problema al que se enfrentaban en la oscuridad de las profundidades del Golfo de México era alumbrar el escenario para las cámaras sin espantar a los animales que pudieran acercarse.

Aquí es donde el ingenio y el conocimiento de la anatomía de estos animales entró en juego. Si bien los ojos de los calamares gigantes son extremadamente sensibles, tienden a ver mejor en las el rango del espectro visible con longitudes de onda más cortas, es decir, los colores azules. El equipo utilizó por tanto luce de mayor amplitud de onda (tonos rojos) para alumbrar la escena sin asustar a los animales.

Los investigadores utilizaron como cebo una falsa medusa a la que bautizaron como E-jelly. Esta falsa medusa brillaba (ésta sí en tonos azules) para imitar la bioluminiscencia que muestran especies como la Atolla wyvilleicuando se encuentran en estado de alerta.

La plataforma, situada cerca de las Bahamas, a alturas entre  557 y 950 metros, captó diversas especies de calamares abisales a lo largo de los años, como ejemplares que podrían pertenecer a la especie Promachoteuthis sloani en 2004 y 2005, o un ejemplar de Pholidoteuthis adami en 2013. No sería hasta el año 2019 que capturarían al esquivo calamar gigante, el Architeuthis dux.

A pesar de este video sigue siendo muy poco lo que sabemos sobre cómo se alimentan estos animales. El vídeo captado por Robinson y su equipo venía a confirmar lo que captaron las cámaras (estas fotográficas, no de video) de un equipo de biólogos japoneses 15 años antes: que los calamares gigantes no se conforman con tender emboscadas a sus presas (como antes se pensaba) sino que son fieros y activos cazadores.

Las profundidades del océano son inmensas y están sólo parcialmente exploradas. Los secretos que guardan especies como el calamar gigante son muchos y corremos el riesgo de que algunas especies se los lleven a la tumba de la extinción.

Ahí radica la importancia del trabajo, a veces contrarreloj, de muchos biólogos que tratan de catalogar y entender las numerosas especies, no sólo del reino animal, que habitan nuestro planeta.

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Imagen | Robinson et al., 2021 / Daniela Kloth

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