Motoristas del mundo: Imaginad un casco de moto con cámara retrovisor, control por voz, GPS, alertas de tráfico y control de velocidad. Un casco conectado e inteligente que no sólo informa de lo que sucede a nuestro alrededor, sino que refuerza la seguridad vial a través de esa información. ¿Cómo lo veis?
La tecnología ha progresado enormemente sobre los vehículos de cuatro ruedas. Tenemos los sistemas MirrorLink, Android Auto y Apple CarPlay, disponemos de toneladas de gadgets tecnológicos desde el propio vehículo: cartografía digital, asistente de frenada, sensores de luz, lluvia, proximidad, control de crucero adaptativo, etcétera. Pero, ¿estamos ante la misma situación cuando se trata de vehículos de dos ruedas? ¿Tienen sentido estos avances en una moto, o su propia naturaleza anula esta posibilidad?
Tecnología al servicio de la seguridad
Skully comenzó como un proyecto de financiación colectiva y, en apenas un mes, recaudó casi un 1.000% de lo solicitado. Actualmente lleva acumulados 5,8 millones de dólares, con reservas agotadas de sus principales líneas de producción.
¿Tienen sentido estos avances en una moto, o su propia naturaleza anula esta posibilidad?
Se trata de un casco con una cámara ojo de pez instalada en su parte trasera, con ángulo de visión de 180º, acelerómetro, control de depósito y navegador por voz, sincronizándose a nuestro smartphone vía bluetooth y proyectando la información en el interior de la visera mediante un HUD —siglas de "Heads-Up Display", información que siempre está presente en pantalla—.
Desde entonces, uno de los cambios más notorios se ha producido con respecto a la batería. La original tenía una duración de 9 horas,
autonomía más que suficiente para todo tipo de viaje —recordemos que, desde la DGT recomiendan hacer pausas cada 2-2,5 horas o 200 km, con sanción a profesionales a partir de las 4 horas de conducción ininterrumpida—. Para aligerar el peso, que actualmente se mantiene en torno al 1,5 kg en sus modelos intermedios, se redujo a una batería no reemplazable de unas 5 horas de autonomía. Esta puede cargarse desde su puerto micro USB y, tarda entre 2 y 3 horas para una carga completa, con una vida estimada de 3-5 años, alrededor de 800 cargas.
Como si de un videojuego se tratase, la pantalla auxiliar puede usarse tanto para funciones de ocio —escuchar música, enviar o recibir llamadas desde su app disponible para iOS y Android—, como para gestionar información concerniente a la carretera: velocidad, tráfico, ruta, etcétera. Un proyecto que lleva en desarrollo desde mediados de 2013.
Los reflejos y concentración que requiere la conducción de una moto son mayores a los de un coche
Como señala Marcus Weller, CEO y cofundador de la empresa Skully: «se han fabricado carcasas de plástico durante las últimas 4 décadas para aguantar golpes. Usamos la tecnología para prevenir los accidentes». Este casco geek supone un paso adelante en la información que recibe el conductor, la visión periférica. No obstante, cualquiera sabe que la atención requerida en conducir una moto no tiene nada que ver con la de un coche: hay que permanecer alerta a cada segundo.
Vale, quiero uno, ¿dónde puedo comprarlo?
Está bien. El casco ni siquiera está aún en venta. Lo que en principio comenzó como una retahíla de modelos y líneas de producción se ha reducido al modelo AR-1. Este híbrido entre yelmo Iron Man con los Halcones Galácticos también tiene un precio especial: 1.499 dólares, desde su tienda oficial, disponible en varios tamaños (de la talla S a la XXL) y dos colores (blanco y negro). La distribución del Skully AR-1 comenzará en una fecha por determinar durante el verano.
Habrá quien diga que por 1.500 dólares puede adquirir una moto —curiosamente es el mismo precio del popular ZERO1 de Vicis, fabricado para proteger de lesiones a los jugadores de fútbol americano—. Es obvio que, con este coste, una gran cantidad de usuarios queda fuera del margen de acción de la compañía.
También es cierto que estamos ante un producto sin apenas competencia —la startup del ruso Andrew Artishchev ha hecho lo propio con su LiveMap, y el precio rondará los 2.000 dólares— un gadget pionero que, como está sucediendo con la Realidad Virtual, paga el precio de ser precursor.
¿Qué opinan los profesionales del motor sobre este casco?
Hace algo más de un mes, los chicos de RideApart probaron a fondo el modelo Skully AR-1 y su conclusión no pudo ser más positiva: «este es un casco muy bien construido. [...] Los materiales usados para el revestimiento se denominan "outlast technical liner”, el mismo material material desarrollado por la NASA para sus trajes espaciales». Además es un aislante antimicrobiano. ¿Está el precio justificado? Desde luego no se trata de un juguete diseñado con prisas.
El HUD se puede modular, situar más alto para que el ojo no tenga que reenfocar la visión
En el propio artículo confirman que el HUD se puede ajustar con un pequeño botón situado en la parte inferior. Es como «un pequeño PC». Se puede modular y situar más alto para que el ojo no tenga que reenfocar la visión y de un simple vistazo se pueda contemplar tanto la carretera como la pantalla secundaria.
El display, además, no es opaco sino semitransparente. Y, si resulta más una molestia que una ayuda, se puede apagar, o sólo anular la cámara trasera, o dejar alguna información predeterminada como una ruta urbana. En el propio vídeo de arriba, un motorista especialista señala «tiene más sentido en la ciudad por los cambios de dirección que se hacen en una carretera».
Desde Motonosity, su revisión fue aún más positiva: «es algo fantástico, algo que te va a encantar una vez lo pruebes». Por otro lado, hacia el tercer cuarto del vídeo hacen hincapié en los costes de producción, estimando que para hacer una línea de negocio rentable aún deben automatizar el proceso de fabricación o acabarán teniendo pérdidas. La seguridad, en todo caso, no debería ser una cuestión económica. Uno de nuestros propios lectores apuntaba al pie de esta noticia que «el casco y el resto de equipación es el equivalente al airbag y resto de sistemas de seguridad de un coche».
¿Y si todo no es tan maravilloso como parece?
Realmente, en una prueba controlada, con una serie de expectativas construidas, es difícil hacerse una idea clara del rendimiento del Skully AR-1. Su verdadero potencial e influencia se demostrará cuando entre a la venta pública, llevándolo diariamente de casa al trabajo, probándolo en viajes largos, dándole un uso más intensivo. Su cámara trasera, por ejemplo, queda limitada si llevamos un paquete o un copiloto.
¿Se verá su conectividad limitada si los dos pasajeros llevan dos cascos idénticos con la misma app instalada? Su retraso del 20 de abril a una fecha indeterminada de julio atiende, según declaraciones del propio Weller, a las pruebas de EMC (compatibilidad electromagnética) y volver a certificar el cumplimiento del certificado FCC. Además de mejorar su placa base por una más actual.
Sin un punto donde cargar la batería, este casco de casi 1.500 dólares pasaría a ser un casco normal y corriente
¿Y la batería? Si nuestro viaje con paradas demanda más de 5 horas y al no disponer de la opción de cargas de recambio, nos encontramos con un cuello de botella si no tenemos dónde cargarla. Un casco de casi 1.500 dólares pasaría a ser un casco normal y corriente. Desde su FAQ oficial disponen de respuestas a algunas preguntas, pero puntos como éste se han quedado en un limbo. Y, desde luego, son determinantes.
Pero ya no se trata sólo de compatibilidad. La información entre casco y teléfono se gestiona vía bluetooth, obteniendo, por tanto, los datos desde el terminal. Pero, ¿y si es el teléfono el que falla, apagándose, bloqueándose y demás? ¿O si entra en una zona sin conexión GPS, como puede ser un túnel subterráneo? Estar conectado en todo momento supone un impedimento en estos casos; y contando con que nuestro terminal no tenga cierta edad. ¿Y si los datos se retrasan y las indicaciones de la pantalla son otras? Encontrarse en un lugar desconocido mientras el casco declama «recalculando ruta» provocaría el efecto contrario: despistarnos, confundirnos y limitar nuestra capacidad de acción frente a la carretera.
Su cámara trasera, por ejemplo, queda limitada si llevamos un paquete o un copiloto
Además, quienes utilicen el móvil como GPS recordarán dos puntos clave: en primer lugar, el consumo de datos. Y, en segundo, la batería. Un uso intensivo de la batería reduce notoriamente la vida útil del terminal, además de vernos en la situación de, digamos, estar a mitad de un viaje y quedarnos incomunicados por haber agotado la batería. El móvil es el eslabón más importante de la cadena y los protocolos más exhaustivos son pocos cuando se trata de seguridad vial: de nada sirve que un casco sea cómodo o convincente en su apuesta si la contrapartida tecnológica no garantiza cierta seguridad en el conductor.
¿Esto es legal en España?
Vamos a ser claros y directos: no. En principio, la actual legislación puede estimar el Skully AR-1 una variable de ir hablando por el móvil. Y, según los artículos 18.2 del Real Decreto 1428/2003, de 21 de noviembre, artículo 11.3 del Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo, la infracción por conducir hablando por el móvil está calificada como infracción grave (artículo 65.4 g), con multa de 200 euros —con reducción al 50% de pagar dentro de los 20 posteriores a la recepción de la notificación— y la pérdida de 3 puntos en el carnet de conducir.
En el Real Decreto Legislativo 6/2015, de 30 de octubre, por el que se aprobaba el texto refundido de la Ley sobre Tráfico, Circulación de vehículos a motor y Seguridad Vial, que entró en vigor el pasado 31 de enero de 2016, no se indicó epígrafe alguno referente a este tipo de cascos inteligentes o modificados tecnológicamente. La DGT sí aprobó un marco práctico para realizar pruebas con coches autónomos, en tramos interurbanos y en un periodo de contacto de 2 años. Como veíamos en este artículo sobre camiones autónomos, la legislación es lenta y cautelar en este punto.
Si este casco quiere entrar en los mercados europeos, en primer lugar deberá cumplir con los reglamentos, fijándose en la homologación ECE/ONU R22. Y, aunque su estabilidad y resistencia parece demostrada, aún habrá que conocer los resultados de sus test de climatología y temperatura para determinar hasta qué punto es resistente.
Así que no, la ley española no permite usar ni vender aquí el casco de moto más avanzado del mundo. Pero, como dice el motto de la empresa, hay que «centrarse en lo más importante: el camino por delante». Tarde o temprano la tecnología será parte de nuestra vida en carretera, como ya lo es fuera de ella.
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