El cambio climático es, ante todo, una cuestión de dinero: esto costaron los desastres de 2021

El cambio climático es, ante todo, una cuestión de dinero: esto costaron los desastres de 2021
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El clima es salud. Y economía. Desde hace ya un buen puñado de años estamos acostumbrados a informes que alertan sobre el impacto que el cambio climático tiene sobre las muertes causadas por el calor, las vidas que se cobra la contaminación atmosférica, el saldo letal de inundaciones similares a las que castigaron Centroeuropa el verano pasado o incluso cómo el calentamiento global puede alterar la distribución de insectos portadores del mal de Lyme o la malaria, entre otras dolencias; pero es menos habitual oír qué supone el cambio del clima en dinero contante y sonante.

Y no porque sea poco, precisamente.

En su informe '2021 Tiempo, Clima y Catástrofes', la consultora Aon pone el termómetro económico a los desastres naturales registrados en el mundo a lo largo del año pasado y arroja una conclusión clara: el coste derivado de fenómenos meteorológicos ascendió a 329.000 millones de dólares, dato que convierte a 2021 en el tercer ejercicio registrado con un mayor volumen de pérdidas.

Una factura de cientos de miles de millones

Si se valora el global de pérdidas económicas directas y daños físicos de todas las catástrofes naturales —no solo las relacionadas con la meteorología—, el importa se sitúa en cerca de 343.000 millones de dólares. Solo las inundaciones generaron, según los cálculos de Aon, 105.000 millones en pérdidas, lo que las sitúa como los desastres más gravosos, seguidos de los ciclones tropicales, con 92.000 millones. Los diferentes episodios de clima extremo generaron pérdidas por cerca de 96.000 millones de euros, la sequía 21.000, los incendios forestales 13.000 y los terremotos 12.000.

Quizás no todos se pueden relacionar directamente con los efectos de la contaminación; pero los autores del informe no dudan en alertar de su peso. “Los fenómenos meteorológicos extremos, algunos potenciados por el cambio climático, fueron especialmente notables en EE. UU.”, señalan los técnicos antes de recordar episodios como el huracán Ida, que dejó pérdidas por 36.000 millones, la ola de frío polar en invierno o incluso el fuego que castigó los bosques del país. “El calor récord y las condiciones de sequía prepararon el terreno para los incendios forestales que dieron lugar a una pérdida anual multimillonaria. Entre ellos, los grandes incendios de California y Colorado”.

AON "2021 Weather, Climate and Catastrophie Insight", de AON

Su toque de atención está en sintonía con las conclusiones de varios estudios publicados por la Sociedad Meteorológica de EE. UU., que concluyen que en 62 de los 77 fenómenos analizados durante el período 2015-2017 se aprecia una influencia humana significativa. Casi todos los estudios sobre olas de calor importantes registradas desde 2015 concluyen que la probabilidad de este tipo de episodios ha aumentado de forma considerable a raíz del cambio climático achacable a la humanidad, se sabe su relación con episodios de inundaciones y cada vez son más también los estudios que constatan la influencia de los hombres en episodios extremos de lluvias.

Con un balance global de 329.000 millones de dólares en pérdidas, la “factura” de los desastres relacionados con el clima solo fue superior —de nuevo, según las cuentas de los técnicos de Aon— en 2017, cuando alcanzó los 519.000, y 2005, con 351.000. A la hora de evaluar la evolución hay que tener en cuenta sin embargo factores como la expansión de la población hacia áreas vulnerables, el aumento de la riqueza o incluso la mejora de los propios sistemas de aviso y emergencia.

Hace solo unos meses, de hecho, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) aseguraba que durante el últimas medio siglo el número de desastres se había multiplicado por cinco “impulsado por el cambio climático y la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos”, mientras la mejora de los protocolos de alerta y gestión de desastres habían favorecido un descenso sustancial de víctimas, con casi tres veces menos fallecidos. Según el 'Atlas de la OMM sobre mortalidad y pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos', entre 1970 y 2019 se contabilizaron en todo el mundo más de 11.000 desastres que dejaron un saldo que supera los dos millones de fallecidos y ronda los 3,64 billones de dólares en pérdidas.

“La cantidad de fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos está aumentando y esos episodios serán más frecuentes y graves en muchas partes del mundo como consecuencia del cambio climático”, explica el profesor Petteri Taalas, Secretario General de la OMM: “Esto significa más olas de calor, sequías e incendios forestales como los observados recientemente en Europa y América del Norte. Tenemos más vapor de agua en la atmósfera, y eso exacerba las lluvias extremas e inundaciones mortales. Además, el calentamiento de los océanos ha modificado tanto la frecuencia de las tormentas tropicales más intensas como la zona en la que se producen”.

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El organismo reconoce que la repercusión económica crece a medida que lo hace la propia exposición a los desastres. “La reducción de las pérdidas causadas por desastres es uno de los objetivos del Marco de Sendai […] adoptado por los Estados miembros de las Naciones Unidas en 2015. Sin embargo, la incapacidad para lograr ese objetivo compromete tanto la erradicación de la pobreza por parte de los países en desarrollo como la consecución de otros importantes Objetivos de Desarrollo Sostenible”, zanja la Oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres.

Los datos de Aon y la OMM no son en cualquier caso los únicos que ponen el dedo en la llaga y aportan cifras. Otro informe publicado este mismo mes por la compañía Munich RE señala que el año pasado las tormentas, inundaciones, incendios forestales y terremotos destruyeron activos por valor de 280.000 millones de dólares, bastante por encima de los 210.000 calulados para 2020 o los 166.000 de 2019. El análisis destaca el impacto del huracán Ida, que dejó inundaciones en Nueva Jersey y el área metropolitana de Nueva York, ocasionando pérdidas que la firma cifra en alrededor de 65.000 millones; o las lluvias torrenciales que azotaron Alemania en julio de 2021, dejando, en total, pérdidas valoradas en 46.000 millones de euros, 33.000 de ellos en el país germano.

“Las estadísticas de desastres de 2021 son sorprendentes porque algunos de los eventos climáticos extremos son del tipo que probablemente se vuelvan más frecuentes o severo como resultado del cambio climático. Entre estos se encuentran tormentas severas en los Estados Unidos, incluso en el semestre de invierno, o fuertes lluvias seguidas de inundaciones en Europa. Para los huracanes, los científicos anticipan que la proporción de tormentas severas y de tormentas con precipitaciones extremas aumentarán debido al cambio climático”, apunta Ernst Rauch, de Munich Re.

Y concluye, a modo de aviso a navegantes: “Aunque los eventos no pueden atribuirse automáticamente al cambio climático, el análisis de los cambios durante décadas proporciona indicaciones plausibles de una conexión con el calentamiento de la atmósfera u los océanos”.

Imágenes | Michael Stokes (Flickr 1 y 2) y PhotoJunkie! (Flickr)

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