Las ventas de ultraportátiles han caido estrepitosamente este año 2009. Más de un 25% dicen los datos. Es cierto que lo han hecho a la par que los portátiles tradicionales, pero el caso es que se suponía que los ultraportátiles eran precisamente unos equipos que estaban preparados para que superáramos la crisis.
En Gadgetoblog apuntan un dato importante que se refiere al porcentaje de retorno de algunos equipos ultraportátiles, que llega al 30%. Esto significa que 3 de cada 10 usuarios que compran un equipo de este tipo acaban por devolverlo a la tienda decepcionados. Me lo creo e incluso me parece poco.
¿Nos equivocamos comprando un ultraportátil?
Seguro que no soy de los únicos al que día tras día vienen a pedir consejo sobre qué modelo de ultraportátil comprar, y tras explicarle con paciencia que no puede ser su portátil principal, van a la tienda (atraídos por las ofertas y precios bajos, y por qué no decirlo, por la moda que parece que se ha instalado de forma permanente en el mercado) y luego te recriminan que no pueden ver vídeos con fluidez, que se cansan trabajando más de media hora con el teclado o que la pantalla es muy pequeña.
No sabría decir si nos equivocamos o no. Yo personalmente no lo he hecho, pero el consumidor en masa seguramente sí que lo hace y las razones, para mí, serían las siguientes:
Oferta mayor y dispersión de modelos
Hace poco más de un año y medio, el término ultraportátil estaba muy claro. Hacía referencia a un equipo ligero, con sistema operativo Linux, barato y con pantalla pequeña. Era además poco potente y con teclado ridículo. Un elemento de ayuda para trabajar (un poco) en movilidad.
Poco a poco, y viendo el éxito de ventas que estaba suponiendo esta gama para Asus, el creador del original Eee, tanto ellos como otros muchos fabricantes comenzaron un desembarco e invasión en toda regla que a día de hoy ha logrado configurar una nueva gama con más posibilidades que el resto de portátiles juntos. Tamaños de pantalla, sistemas operativos, discos duros y precios son ahora de lo más variado, y tanto el consumidor como el fabricante han perdido la definición y terreno del espíritu original de los ultraportátiles. Ya prácticamente solo nos queda el procesador Atom como elemento diferenciador.
Poca definición de la barrera entre ultraportátil y portátil tradicional
Precisamente por la amplia gama y la búsqueda de más tamaño de pantalla y teclado de los ultraportátiles (con el consiguiente aumento de precio), la línea de separación entre los portátiles tradicionales y los equipos con Atom ha desaparecido literalmente. Con precios casi igualados, el usuario no sabe definir correctamente su compra, y se decanta por uno u otro guiado en parte por la moda, sin darse cuenta de que aunque con precio similares, se lleva a casa un equipo que no puede sustituir al principal en el trabajo.
Esa línea virtual entre portátil y ultraportátil se ve ya incluso difuminada completamente con la llegada de nuevos portátiles de los llamados tradicionales que por peso y precio se igualan a los ultraportátiles pero con unas capacidades de trabajo no comparables.
Considerar el ultraportátil un equipo principal
Para mí es la razón principal. Aunque al principio uno puede tener muy claro el uso que le va a dar al recién comprado ultraportátil, al poco tiempo se quiere hacer más y más y el consumidor se encuentra con muchas deficiencias que le hacen replantearse no solo la compra sino su confianza en el producto.
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