El wearable está en boca de todos. Al menos de todos aquellos que orbitan en torno a la actualidad tecnológica. Cada fabricante tiene su propuesta, y se asienta la tendencia a llevar complementos digitales más o menos completos, .
Aquí resaltamos el camino recorrido por Fitbit, uno de los motores de la cuantificación personal hasta ahora, cuando es enterrado por el resto en una ausencia total de novedades por el lado del hardware. Y es que resulta casi impensable aguantar en pie cuando tu último producto a la venta data de hace casi dos años, la Flex.
Del yo cuantificado al yo irritado, la historia de Fitbit
No es hasta la primera mitad de 2012 cuando Fitbit apunta a España con el Ultra (al que nos permitíamos llamar Fitbit a secas ), un modelo mejorado sobre el concepto de pinza con funciones de podómetro y cuentacalorías que además medía los escalones que subíamos cada día. Este llegaba con una pequeña pantalla Oled que nos mostraba pasos, distancia o incluso mensajes de ánimo, e incluía un brazalete para dormir con él y medir también así nuestras horas y calidad de sueño.
Por el mismo precio de unos 100 euros es en septiembre del mismo año cuando vemos la Fitbit One, el mismo concepto de cuantificador en formato pinza, esta vez con base en una cápsula a introducir en su pinza. Se añadían capacidades Bluetooth y un vibrador para funciones de alarma que venían como anillo al dedo.
Por aquí lo que vemos en la actualidad ya iba tomando forma, sincronización directa al smartphone y alguna función añadida moldeaba ya más hacia un futuro como el que vemos hoy.
Así que tras reducir este pequeño módulo que era el corazón del One, con sus compromisos, llegaba su primer complemento realmente vestible a comienzos de 2013. La Flex se dejaba en el camino la pantalla, que suplía en buena forma con sus cinco leds. Estas ‘bolitas’ nos alertan de nuestro progreso respecto al objetivo diario. Se iba también su botón, que quedaba remplazado por toques a la pulsera, y su altímetro.
Queda aquí el producto más versátil hasta la fecha, muy discreto y con pulseras intercambiables, en una amplia gama de colores (diez en total, con las últimas incorporaciones) y con una autonomía que se mueve entre los cinco días y la semana.
Es con la Fitbit Force, presentada en el mes de octubre del año pasado cuando vuelven la pantalla y el altímetro, esta vez a la muñeca, acompañados de una mejora en la autonomía que lo lleva a los diez días. Un producto algo más grande, pero que hacía las veces de reloj, un precio a pagar para quienes nos habíamos subido al carro de la cuantificación y queríamos más.
A pesar de que el precio de 130 dólares era mayor, muchos estuvimos esperando durante un tiempo. Incluso perdiendo la falta de intercambio de pulseras que nos da la Flex y su relativa discreción, en la Force teníamos también una mayor precisión en los datos algo criticada en modelos anteriores.
Esperamos y el producto no terminaba de abandonar los Estados Unidos. La mejor pulsera de cuantificación estaba a la vuelta de la esquina, hasta que las primeras malas noticias llegaron. La Fitbit Force estaba causando reacciones alérgicas a una pequeña proporción de usuarios, lo que acabó resultando en una devolución del importe íntegro por parte de la marca para aquellos que lo solicitasen.
En un principio, se trataba de una paralización de las ventas de este dispositivo, con su consecuente retraso en la llega a otros países como España. Lo que no esperábamos es que este retraso acabaría significando una desaparición completa del producto del mercado, e incluso de su página web. Como si no hubiera existido.
Sin más noticias hasta hoy, el modelo más avanzado de Fitbit que se puede comprar es el Flex, que va camino a cumplir dos años, que sigue disponible al mismo precio de 99.95 euros. Cerca de su cumpleaños está también la Force, que se presentó el pasado octubre y del que tampoco hemos tenido noticias de renovación.
Fitbit no evoluciona sola en la cuantificación
Por supuesto, en Fitbit no han evolucionado solos, ni han sido los mejores en muchos de sus aspectos, a pesar de la rápida evolución que vivieron en sus primeros años. Ahora son unos cuantos fabricantes aquí, no están en una isla desierta.
Además de otros competidores como Jawbone o Withings, que partían con ventaja junto a la Force a comienzos de año, han llegado muchos otros gigantes con los que vemos que la competencia se pone realmente difícil.
Grandes especializados como Nike con su FuelBand SE; Garmin con su Vívofit o ahora con su Vívosmart desvelada en IFA, que nos enseña notificaciones en su discreta pantalla táctil o nos permite emparejar accesorios de calidad de la marca como bandas cardíacas, perfectas para hacer deporte.
Y no solo ellos, sino que son ahora también los gigantes de la telefonía quienes aprietan y añaden dificultad a la competencia en producto y precio. Samsung con su Gear Fit, gran pantalla incorporada y a precio de derribo; Sony con su Smartband Talk, que nos permite realizar llamadas o medir otros deportes más específicos como natación e incluso ciclismo; Huawei con su Talkband, que mide lo propio a la par que se reconvierte en pinganillo; o LG con su Lifeband Touch.
Y todo esto por no hablar ya de los smartwatches que llegan al mercado, cada vez más equipados y a un ritmo frenético de novedades. Incorporados con podómetro, entre otros cuantos sensores, bastará dejarlos evolucionar un poco para que sean éstos los que canibalicen a los cuantificadores, o al menos se lo pongan muy difícil.
Qué necesita Fitbit
Una posible vía de escape para Fitbit en este nicho pasa por una buena herramienta de análisis de datos, que nos facilite el seguimiento de éstos. Aquí puntúa alto Jawbone, con su Up, con una interfaz muy gráfica y visual. Sin embargo los de la Flex no han sabido o no han querido poner los esfuerzos necesarios para revivir este apartado hasta la fecha.
Si bien a través de la herramienta online tenemos acceso a muchos más datos que la aplicación (lo cual no debería, ojo), ambas vías han quedado algo descuidadas. Cierto es que recientemente hemos visto alguna novedad por aquí, como el soporte añadido a Windows Phone, alguna mejor a en el panel web o en las aplicaciones.
A la vista del blog interno podría parecer que su nuevo gran enfoque es el running, con la incorporación de MobileRun al estilo Endomomdo o similares (de momento en iOS, ‘pronto’ en Android). No se le ve mucho sentido, cuando ya hay aplicaciones completísimas para esto y ellos parten de cero, sin el hardware adecuado para que pueda querer más llegado el caso, como son las bandas medidoras de pulso.
Es aquí donde otros con mas trayectoria como Garmin con su Vívosmart han hecho el trabajo, con el añadido de panel táctil y lectura de notificaciones del smartphone en la pantalla, con posibilidad de expansión a otros accesorios de calidad.
Fitbit enseñó un buen producto con su Force, pero el contragolpe de haberlo tenido que retirar no parece haberlo encajado demasiado bien. Pasado este tiempo, necesitan renovarse si no quieren perderse en el océano.
En Xataka | Quién, cómo y qué se va a cuantificar en este 2014
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