Te enfundas los leggins, te calzas las zapatillas deportivas y sales a correr. Hoy tocan diez kilómetros. Del tirón. No estás en el gimnasio, así que te falta tu cinta de todos los días. Tampoco eres muy amigo de llevar un smartwatch o una pulsera de actividad tipo Fitbit, la verdad. Nada que exija estar mirando cada dos por tres la muñeca. No importa. Y no importa porque toda la información que necesitas: la ruta, tus pulsaciones, rutinas de ejercicio, calorías quemadas, el tiempo que llevas corriendo… Todo eso se desliza ante tus ojos, como datos suspendidos sobre el paisaje.
¿El secreto? Ninguno. Llevas puestos un par de lentillas de contacto inteligentes, la tecnología que aspira a jubilar o, como mínimo, poner en serios aprietos a las gafas de realidad aumentada (RA) y virtual (RV) valiéndose de su gran baza: su tamaño, discreción y comodidad.
Quizás suene a ciencia ficción, pero hay compañías trabajando en lentes capaces de ofrecernos la misma información que un smartwach, solo que proyectada directamente sobre nuestros ojos. Mojo Vision desarrolla desde hace tiempo unas lentillas que incorporan una pantalla microLED no mayor que un grano de arena y sensores alimentados por baterías de estado sólido. Todo integrado en una prótesis que, además, actúa como las lentillas convencionales y ayudan a corregir la visión.
Oportunidades... y retos
“Junto con un micro-óptico y un chip de placa posterior de silicio personalizado, la pantalla puede proyectar texto brillante, gráficos y vídeo de alta resolución en la retina del usuario que son visibles en interiores, exteriores o incluso con los ojos cerrados”, asegura la empresa, que precisa que su MicroLed es "la pantalla más pequeña y densa del mundo jamás creada para un contenido dinámico": 0,5 milímetros (mm) de diámetro y un tamaño de píxel de 1,8 micrones.
Una de sus grandes bazas frente a otras gafas de VR y AR es un sistema que hace posible el seguimiento ocular preciso. “Puede proporcionar información crítica sin interrumpirlo ni distraerlo”, abunda la compañía. Gran parte de su estrategia se basa en un concepto que define como Invisible Computing, “una experiencia informática en la que la información está disponible y se presenta solo cuando se necesita”, de forma discreta, rápida y que no requiere gran atención del usuario.
Eso en la teoría. Pero… ¿Cómo se traduce a la práctica? ¿Qué aplicaciones tiene en el día a día? Gran parte de su discurso se centra en los deportistas y la propia compañía ha anunciado acuerdos ya con multinacionales como Adidas o 18Birdies. Su objetivo es que al entrenar los atletas dispongan de estadísticas e información sobre sus propios cuerpos en tiempo real y a golpe de córnea, sin tener que apartar la vista, mirar hacia abajo, ni manejar ningún dispositivo con las manos.
Más allá de las pistas de running y gimnasios, las posibilidades que abren unas lentes inteligentes son tan ricas como las de unas gafas de RA/RV, aunque con un valioso plus: pasan prácticamente inadvertidas. Pueden suponer una ayuda de primera para, por ejemplo, un conferenciante que quiera prescindir de notas; músicos que deseen ver cómo las partituras y letras se deslizan ante sus ojos; o cualquier viajero que necesite tomar un vuelo y agradezca consultar directamente la información sobre su servicio, como la terminal o puerta de embarque, sin necesidad de buscar pantallas.
Mojo no es el único que trabaja en las posibilidades que podrían generar unas lentillas inteligentes. Como señala la BBC, hay quien ya explora sus aplicaciones en el campo de la salud.
En la Universidad de Surrey, por ejemplo, han desarrollado una lente de contacto dotada de un fotodetector, un sensor de temperatura y un sensor de glucosa capaces de medir los niveles del líquido lagrimal. La prótesis, aseguran, es flexible, muy fina y dado que el sensor está en contacto directo con el ojo sus mediciones destacan por su precisión. Otras aplicaciones interesantes se extienden al diagnóstico de patologías o incluso la planificación de su tratamiento.
Por supuesto no todo son ventajas y puntos fuertes.
Las lentes de contacto inteligentes presentan retos importantes. Ya de entrada, implican un reto tecnológico. ¿Cómo alimentar las baterías, que tendrán que ser además excepcionalmente pequeñas y finas? ¿Qué autonomía ofrecerán? ¿Cómo se comunicarán? Mojo ha tenido que diseñar un ASIC con un procesador ARM Core M0 que transmite los sensores de la lente y el contenido de AR a la pantalla MicroLED. Además, precisa CNET, exige llevar un dispositivo en el cuello.
Y más allá de las complicaciones técnicas... Si el uso de lentillas convencionales exige cuidar la higiene al máximo o evitar un uso excesivo, ¿Qué ocurrirá además con un dispositivo como el planteado por Mojo Vision? Al menos en abril, sus lentes todavía no tenían el visto bueno de la administración para su uso y encaraban aún pruebas para pulir su mecanismo.
Quizás el mayor de sus retos sea sin embargo a nivel normativo y su complicado equilibrio con la privacidad e intimidad, tanto del propio usuario como de la gente que esté en su entorno. "Cualquier dispositivo discreto con una cámara hacia adelante que permita tomar fotos o videos, presenta riesgos para la privacidad de los transeúntes", explica Daniel Leufer, de Access Now, a BBC.
Si ya resulta un punto conflictivo en las gafas de RV/RA, que pueden activar un piloto rojo cuando graban, ¿Qué ocurre cuando se trata de una lente capaz de pasar totalmente inadvertida? Los retos no solo se extienden al entorno del usuario; en cierto modo le afectan a él mismo. ¿Cómo tratar toda la información que sería capaz de recabar una lentilla como las que plantea Mojo, qué ocurriría si el dispositivo recabase información sobre qué vemos y cómo influye eso en nuestro organismo?
Imágenes | Mojo Vision
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