Las antenas son necesarias si queremos hablar por teléfono o usar datos móviles en nuestros terminales. Por ejemplo, en la hoja de conectividad del Alcatel 3 observamos gran cantidad de datos: GSM cuatribanda 850/900/1800/1900, UMTS B1/2/5/8, LTE B1/3/7/8/20, etc. Cada sigla (en orden, 2G, 3G, 4G) y frecuencia hablan de un tipo de señal.
Sin embargo, cada ciertos meses la polémica sobre la salud y las antenas de radiofrecuencia salta de nuevo a la palestra. Un vecino, una finca o una asociación vuelven sobre el mito de que las antenas de telefonía son perjudiciales.
No parece importar el número de veces que se demuestre que las radiofrecuencias no son dañinas (cientos) o que la OMS llame a la calma. Cada poco tiempo, las magufadas salen a la luz renovadas y apuntaladas con teorías de la conspiración. Si te preocupa el tema y buscas información fiable, en este artículo te explicamos por qué no debes temer a las antenas.
Necesitamos antenas para comunicarnos
Estamos acostumbrados a un mundo conectado desde hace muchas décadas, aunque con Internet en el teléfono móvil, la demanda de datos ha ido creciendo de manera exponencial. Queremos ver contenido de calidad en pantallas HD+ como la del Alcatel 3. En este terminal, sus 5,5" de pantalla FullView y formato 18:9 nos permiten acceder a la última serie o realizar una videoconferencia con gran comodidad.
Además de datos, los usuarios de móviles buscamos autonomía y, por eso, la batería de 3.000 mAh de este terminal dura hasta 25 horas de conversación. También responde a las demandas de seguridad con soluciones como el desbloqueo biométrico a través del rostro. Con respecto a la velocidad de descarga, el Alcatel 3 viene preparado con antena 4G (LTE Cat4) de hasta 150 Mbps de bajada y 50 Mbps de subida. Sin embargo, para exprimir esta tecnología al máximo necesitamos antenas a nuestro alrededor.
¿Por qué las personas piensan que son 'alérgicas' a las señales de radio?
De tanto en tanto algún ciudadano preocupado alza la voz y advierte que tiene la enfermedad no reconocida de "hipersensibilidad electromagnética". Esta parece que consiste en una suerte de alergia a determinadas ondas de radio. Curiosamente, muchos de estos pacientes presentan síntomas reales muy variados.
La 'hipersensibilidad electromagnética' no es una enfermedad, sino un fenómeno psicosomático
Dolores de cabeza, eccemas, sudores, pálpitos... la lista de síntomas detectados en pacientes es real, pero el origen dista mucho de estar en las radiofrecuencias. La OMS ya publicó en 2006 que la percepción pública del riesgo afecta a la población y aumenta el temor de que las antenas sean perjudiciales:
"Ese temor se debe, entre otras cosas, a las noticias que publican los medios de comunicación sobre estudios científicos recientes y no confirmados, que provocan un sentimiento de inseguridad y la sensación de que puede haber riesgos desconocidos o no descubiertos", reza el comunicado.
Esta falta de conocimiento, sumada a casos reales de, por ejemplo, dolores de cabeza, hacen pensar a la gente que la causa son las antenas. Casos similares de pánico infundado se detectaron cuando las redes eléctricas sustituyeron a la iluminación por gas. A pesar de que la electricidad es más segura, la gente no comprendía cómo funcionaba y le tenía miedo.
Aunque hay técnicas de mimetización que las camufla como la "palmera" de arriba, las antenas son visibles a grandes distancias. Cuando la población desarrolla una enfermedad real (cefaleas, pruritos e incluso cánceres de varios tipos) rápidamente asocian, sin pruebas, su mal con la tecnología.
Esto no quiere decir que los pacientes se estén inventando sus síntomas. A menudo se ven incomprendidos cuando se les dice que no padecen "hipersensibilidad electromagnética". Lo que los médicos quieren decir es que el el origen de su enfermedad se encuentra en otro sitio.
A menudo se da el efecto nocebo, que es la respuesta negativa ante un hecho inerte, como la radiación electromagnética de las antenas; o efecto pigmalión (profecía autocumplida) que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se vuelva cierta. Por ejemplo, pensar que las antenas nos dan dolor de cabeza y acabar por generarlo. Es decir, el origen puede ser psicosomático.
Cientos de estudios independientes confirman que no existe riesgo
No ayuda que, de tanto en tanto, aparezcan estudios polémicos, no contrastados o con metodología poco elaborada que relacionan, por ejemplo, cáncer y antenas. Estos falsos estudios lo que hacen es localizar un área con muchas antenas y buscar en ella casos de cáncer. Para ello, se pregunta a los vecinos.
Ningún estudio confirmado mediante pares (fiable) ha demostrado que las antenas sean perjudiciales
Como resultado de una búsqueda intensa, estos, preocupados, acuden a hospitales donde se les descubre algún problema previo. Las antenas no lo han causado, pero el miedo que inspiran ha preocupado a los vecinos. Cuando se busca de forma obstinada, es lógico que aparezcan casos no documentados.
Por eso es importante la revisión por pares de los estudios científicos, es decir, que otro grupo de investigadores llegue a la misma conclusión. Así se puede verificar la información. Esto es lo que persiguió el 'Interphone study' (INTERPHONE). Costó 24 millones de libras y más de 50 científicos acabaron confirmando en 2014 que no había relación entre antenas y cáncer.
Ese mismo año, la OMS incluyó algunos tipos de ondas en el Grupo 2B de cara a financiar nuevas investigaciones. Ninguna ha podido relacionar la radiación electromagnética con problemas de salud, y van unas cuantos.
También emitió un nuevo comunicado en el que confirmaba que no había relación entre los campos electromagnéticos y la actividad eléctrica cerebral, la función cognitiva, el sueño, el ritmo cardíaco o la presión arterial. Ni a corto ni largo plazo. Pero ¿de dónde vienen estos estudios?.
La OMS lleva décadas confirmando la falta de evidencia
Algunos conspiranoicos podrían dudar de la veracidad de la información. Para ellos, el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud realizó entre 2013 y 2016 la revisión de cientos de estudios independientes. Los recoge en el documento 'Informe sobre radiofrecuencias y salud'.
Si las antenas fuesen peligrosas para la salud, algún científico habría dado la voz de alarma y sus resultados habrían sido contrastados. Sin embargo, la comunidad científica de todo el planeta (diferentes partidos políticos, continentes, ideologías o religiones) coinciden: las antenas no causan daños.
¿Cómo podemos hacer que la población pierda el miedo infundado?
Actualmente se hacen mediciones radioeléctricas de cada emplazamiento de telefonía móvil para ver si cumplen la normativa. Hay una que, además, es muy estricta. En el geoportal Infoantenas, del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, encontramos todas las antenas instaladas en España. Podemos buscar aquellas que se encuentren cerca de nuestra casa. Algo, por cierto, muy útil a la hora de buscar proveedor de telefonía: mejor cuanto más cerca.
Si abrimos cualquiera de los emplazamientos de telefonía ( este, por ejemplo) podemos leer que la máxima exposición radioeléctrica ha sido de 0,41447 µW/cm2, siendo el nivel máximo legal de emisión de 200 µW/cm2. En otras palabras, esta antena en concreto trabaja al 0,2 % del máximo permitido y ni siquiera hay pruebas de que ese máximo sea perjudicial.
La formación y cultura es nuestra mejor baza contra bulos, mitos y 'magufadas'
La información científica es clave a la hora de perder el miedo a la tecnología, pero también lo es la divulgación a pie de calle y la formación de la población. Es más fácil tener miedo a algo que no se comprende. Por eso en este artículo hemos evitado complicados términos científicos.
Para que teléfonos como el Alcatel 3V tengan cobertura y puedas operar con ellos en cualquier lugar, es necesario que haya un mínimo de antenas. La calidad de la señal aumenta con su número, pero también con cada generación. Asimismo, a más antenas, más velocidad de descarga de datos.
Vamos hacia un mundo conectado en el que cada vez "gastamos" más datos móviles. Nuestros teléfonos están preparados para ello y hacen uso de tecnología consolidada y protocolos de telecomunicaciones seguros para ponerte en contacto con el mundo. Conéctate tranquilo.
Imágenes | Elentir (CC BY-SA 2.0), GABIEGUIN, Pixnio
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