Bang & Olufsen BeoLab 18, cajas acústicas inalámbricas para HiFi y cine en casa: análisis

Bang & Olufsen BeoLab 18, cajas acústicas inalámbricas para HiFi y cine en casa: análisis

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Bang & Olufsen BeoLab 18, cajas acústicas inalámbricas para HiFi y cine en casa: análisis

Bang & Olufsen dio a conocer las BeoLab 18 en octubre de 2013, junto a las BeoLab 17 y 19. Sin embargo, como os contamos en aquel momento, para la marca danesa estas no son unas cajas acústicas más. Y es que las BeoLab 18 son las sucesoras espirituales de las míticas BeoLab 8000. De hecho, de estas veteranas cajas han tomado su peculiar diseño, tan parecido a los tubos cilíndricos que conforman los órganos que podemos encontrar en el interior de las catedrales y de algunas iglesias grandes.

En cualquier caso, las BeoLab 18 tienen un marcado carácter propio. Antes de entrar en detalles es importante que os adelante que son unas cajas acústicas activas (cada altavoz incorpora su propio amplificador dentro del recinto de la caja) e inalámbricas, aunque, si lo deseamos, también pueden trabajar con cables de modulación convencionales con conector RCA, o bien con cables Power Link de la propia Bang & Olufsen. A gusto del usuario. Vamos con ellas.

B&O BeoLab 18: diseño y acabado

Como podéis ver en las imágenes que ilustran este post, el recinto de estas cajas acústicas es muy original. El cuerpo principal, en el que están alojados los altavoces de medios y graves, es cilíndrico, y están rematadas por una base en punta, y sostenidas sobre una bonita y pesada peana de hierro forjado. El tweeter está alojado en la parte superior de cada caja, radiando hacia arriba, aunque una parte de la energía acústica se refleja hacia delante gracias al modificador de dispersión de aluminio colocado justo encima (un elemento al que en B&O llaman lente acústica).

La lente acústica colocada encima del tweeter ayuda a estas cajas a generar una escena sonora amplia

En vez de recurrir a los filtros de tela habituales para proteger los altavoces, los ingenieros de Bang & Olufsen han optado por utilizar unos bonitos paneles de madera laminados (podemos elegir entre cinco acabados diferentes), que, por supuesto, pueden retirarse durante la escucha si el usuario lo prefiere. Lo más curioso es que el diseño de estas cajas acústicas es moderno y clásico a la vez, por lo que creo que no desentonarán en ningún espacio, al margen de cómo sea su decoración.

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En lo que concierne a su acabado basta deslizar los dedos sobre la superficie de su recinto metálico para comprobar que el mecanizado del aluminio anodizado es prácticamente perfecto. Refleja la luz casi como un espejo, y el pulido tiene mucha calidad. Las peanas de hierro forjado aportan la masa necesaria para garantizar la estabilidad del conjunto, por lo que, a pesar de su estilizado recinto, es poco probable que podamos derribar estas cajas por accidente. Para lograrlo deberíamos propinarles un buen empujón.

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Puede parecer que el recinto cilíndrico de las BeoLab 18 solo tiene una función meramente estética, pero no es así. También tiene una influencia clara en el sonido. Las cajas acústicas con recintos curvos tienen una gran rigidez estructural (máxime si además el recinto es metálico), por lo que no requieren utilizar un sistema de refuerzos internos complejo para minimizar la vibración de las paredes, y, de esta forma, evitar la coloración del sonido.

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Además, la ausencia de superficies planas evita la aparición en el interior de las cajas acústicas de ondas estacionarias, lo que les permite generar un sonido con una tímbrica más precisa, un mayor nivel de detalle y una menor coloración. Por esta razón, en mi opinión, los diseñadores de esta marca han llegado a un compromiso muy equilibrado entre el diseño meramente estético y el rigor conceptual que es necesario respetar si queremos conseguir un sonido de calidad.

Arquitectura y tecnología

Estas cajas acústicas utilizan una arquitectura de dos vías e incorporan un tweeter de cúpula blanda de 3/4 de pulgada y dos altavoces de medios y graves de 4 pulgadas. El volumen total del recinto es de 4,3 litros, y se rige por el principio bass reflex, pero la ubicación del puerto de salida, en la parte delantera, ofrece bastante flexibilidad a la hora de colocar la caja en la habitación (la relativa proximidad de la pared posterior no plantea demasiados problemas). Esta característica, unida al estilizado recinto que tienen estas cajas acústicas, no solo permite colocarlas con facilidad; también contribuye a que las BeoLab 18 no se transformen en el centro de atención de la sala.

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Como he mencionado en el segundo párrafo del análisis, estas son unas cajas activas, por lo que no necesitamos conectarlas a un amplificador externo. De excitar los tres altavoces integrados en estas BeoLab se encargan dos amplificadores de 160 vatios que, como es habitual en las cajas activas compactas, trabajan en clase D. Uno de ellos «ataca» al tweeter, y el otro a las dos unidades de medios y graves, que trabajan en paralelo. Lo interesante es que estos dos amplificadores han sido afinados por Bang & Olufsen para que se adapten al comportamiento de cada transductor, lo que les permite soportar las caídas de la impedancia con solvencia y controlar con precisión el movimiento del diafragma de cada altavoz.

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En la imagen que tenéis encima de estas líneas podéis ver cómo ha resuelto B&O la conectividad de estas cajas acústicas. Son capaces de recibir la señal de audio de forma inalámbrica, por lo que si queremos minimizar el número de cables utilizados en nuestra instalación únicamente tendremos que conectar a cada caja acústica el cable de alimentación.

No obstante, también es posible transportar la señal de audio hasta ellas utilizando las dos tomas Power Link (RJ45), las entradas RCA para los canales izquierdo y derecho y el conector digital óptico (TosLink). Si optamos por usar este último nos interesa tener en cuenta que el DAC integrado en las BeoLab 18 puede lidiar con cortes codificados con una frecuencia de muestreo de hasta 96 kHz y una resolución máxima de 24 bits.

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El dispositivo que podéis ver en la fotografía que tenéis encima de este párrafo es el transmisor inalámbrico ideado por B&O para recibir la señal de audio de las fuentes y enviársela de forma inalámbrica a las cajas acústicas. Sus creadores lo llaman BeoLab Transmitter 1. Su puesta a punto no es demasiado compleja, aunque tampoco es intuitiva. Aun así, quien esté interesado en estas cajas no tiene por qué preocuparse porque si las adquiere a través del canal oficial un técnico especializado acudirá a su casa para dejárselas instaladas sin que tenga que preocuparse por ningún detalle del proceso de configuración.

Calidad de sonido

Para poner a prueba estas cajas recurrí, como hago siempre que analizo un componente o un equipo completo de alta fidelidad, a temas musicales que conozco muy bien, y que, además, elegí en su día porque todos ellos me permiten comprobar con mucha precisión cómo se desenvuelve el equipo en todos los apartados en los que es necesario evaluarlo.

Las BeoLab 18 nos ofrecen unos agudos detallados, unos medios ricos en matices y unos graves no muy contundentes

Algunos de estos cortes son «Spanish Harlem», de Rebecca Pidgeon; «Stimela», de Hugh Masekela; la sinfonía nº 41, «Júpiter», de W. A. Mozart; la versión interpretada por la Orquesta Sinfónica de Boston y grabada por Chesky Records de «Las cuatro estaciones» de Vivaldi; algunos cortes del «Kind of blue» de Miles Davis y la magnífica versión a capela del tema «Under the boardwalk» de The Mighty Echoes, entre otros cortes. Esta selección musical me permite comprobar cómo las cajas restituyen las voces, su habilidad a la hora de respetar el timbre original de los instrumentos y la forma en que recrean el tamaño y la precisión de la escena sonora, entre otros parámetros.

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Lo que más me ha sorprendido de las BeoLab 18 es que suenan tan bien utilizando la conexión inalámbrica como el enlace con cable, por lo que quien prefiera reducir el número de cables de su instalación puede hacerlo sin temer que la calidad de sonido se vaya a pique. Empezaré por los agudos. El tweeter de estas cajas es bastante resolutivo (me recuerda mucho a algunos diseños de la también danesa Dynaudio), pero no resulta frío ni brillante, por lo que reproduce el extremo agudo con bastante precisión y de forma cómoda para el oído. Nada que objetar hasta aquí.

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Los temas «Spanish Harlem» y «Under the boardwalk» ponen sobre la mesa con claridad lo bien que se portan los altavoces de medios y graves de estas BeoLab al restituir la gama media en general, y la voz humana en particular. Recuperan mucha microinformación y hacen justicia a la riqueza armónica de la voz humana. Los graves, generados por estos mismos dos altavoces (son los que podéis ver en la fotografía que tenéis encima de estas líneas), son bastante generosos, pero su pegada está limitada debido a que la cantidad de aire que son capaces de mover los dos diafragmas de 4 pulgadas es comedida. Eso sí, tienen a su favor su capacidad de adaptar la reproducción de los graves a su ubicación en la habitación con la sencilla pulsación de un botón.

Muchos aficionados no echarán de menos unos graves más contundentes, pero aquellos a los que les gusta disfrutar un extremo grave con mucha pegada se verán obligados a recurrir a un subwoofer dedicado que amplíe la respuesta en frecuencia por abajo de estas cajas acústicas. No puedo concluir este apartado sin mencionar la habilidad con que las BeoLab 18 restituyen la escena sonora. Destaca, sobre todo, por su amplitud, pero también es bastante precisa, por lo que nos permite identificar la ubicación de cada instrumento con bastante «nitidez», algo meritorio en unas cajas tan estilizadas como estas.

Nuestra valoración

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Estas cajas acústicas de Bang & Olufsen no destacan solo por su «cara bonita». Su diseño está muy cuidado; de hecho, las fotografías que ilustran el post no les hacen justicia. En vivo son más atractivas de lo que parecen ser en las fotos, y, además, son tan estilizadas que resultan poco intrusivas en la decoración y el espacio de la habitación en la que las instalemos. Pero no es esto lo único que nos ofrecen. Ni mucho menos.

Si tu presupuesto es generoso y buscas unas cajas acústicas con buen sonido y un diseño muy cuidado, quizás las BeoLab 18 sean para ti

Como os he contado unas líneas más arriba, suenan realmente bien. Sus agudos y su gama media tienen mucha calidad, y la amplitud y el detalle de la escena sonora son muy meritorios en unas cajas acústicas tan estilizadas como estas. No se sienten tan cómodas con los graves, por lo que, como he mencionado, es probable que algunos aficionados a la música decidan recurrir a un subwoofer para reforzar su extremo grave, pero mi valoración global de su calidad de sonido es muy positiva.

En cualquier caso, estas no son unas cajas acústicas para audiófilos. Son muy apetecibles para cualquier melómano que busque unos altavoces inalámbricos que le garanticen un sonido muy cuidado, y que, además, luzcan un diseño y una construcción distinguidos que no desentonen en ningún espacio, al margen de su decoración. Eso sí, las BeoLab 18 tienen un handicap importante que puede provocar que muchos aficionados a la música decidan no hacerse con ellas: su precio. Y es que no son baratas; de hecho, la pareja cuesta 4.790 euros. Aun así, es una opción que merece la pena tener en cuenta si tenemos la fortuna de podernos permitir este importante desembolso.

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