Reservado el derecho de admisión, quien quiera estar en la "App store" tiene que aceptar las normas de Apple, que además se encarga de vigilar su cumplimiento y ejecutar el castigo - no acceso expulsión - en caso de encontrar culpable.
En nada de esto hay novedad, es el modelo de las consolas de videojuegos que Apple importó a los dispositivos de propósito general con iPhone y luego iPad, control de lo que se puede ejecutar en ellos en pro de proteger la experiencia de usuario. Lo que ha removido algo el debate es el caso AppGratis, que los compañeros de otras publicaciones del grupo han tratado en detalle: tanto Genbeta, como Applesfera como Xataka Móvil han coincidido en su análisis, "tiene sentido", "es la plataforma de Apple y pueden hacer lo que quieran", "viola las reglas"... vamos que esto lo esperable y razonable.
La App Store no es un limbo fuera de la ley
Gran parte del argumentario a favor de que "es la tienda de Apple y a quien no le guste que se vaya a otro sitio" parte de la presunción de que los actores privados pueden discrecionalmente tomar cualquier decisión o establecer la norma que quieran a sus socios y competidores, como si no estuviesen bajo el imperio de la ley. Volviendo a la analogía del bar y las zapatillas del titular, un establecimiento tiene que cumplir una buena serie de normativas: de salubridad y limpieza, de seguridad para emergencias, de horarios y condiciones de apertura, fiscales, laborales y de no discriminación.
Al igual que no asumimos que un bar pueda plantear "no admitimos latinos porque no nos gustan, pasamos de pagar el IVA a proveedores o aquí no va a haber salidas de emergencia y a quien no le guste no pasa nada, porque hay otros establecimientos a los que ir", no podemos aceptar que las multinacionales de la tecnología puedan resolver cualquier decisión sobre sus plataformas por mucho que sean "dueñas / creadoras".
De hecho el escenario actual es claramente uno que invita a la intervención de los estados y las organizaciones supranacionales. Un actor tiene todo el poder de negociación, el control y la decisión, es parte interesada promotora y líder en un mercado e impone las condiciones en el segundo gracias al primero. Es lo que la Unión Europea llamaría abuso de posición dominante de un actor relevante.
Y es que, al igual que hay normas que regulan cualquier otro comercio, el sector de la tecnología no puede ni debe ser un espacio no regulado, a no ser que partamos de una visión ultra liberal del mercado. Precisamente quienes apuntan a que "AppGratis ganaba mucho dinero y favorecía a desarrolladores pudientes" acaban abrazando una postura - Apple "puede hacer lo que quiera con su plataforma" - en la que las empresas grandes y poderosas puedan imponer sus normas a las pequeñas, abusen de posición dominante y tiendan al monopolio.
¿Un ejemplo del beneficio de regular? Las garantías que disfrutamos como consumidores cuando compramos un dispositivo y los derechos que nos asisten de devolución durante dos años.
Regulación de mercados frente al "quiero que Apple sea el administrador de mi dispositivo"
De todo el caso lo que más me sorprende es la torpeza de Apple. AppGratis es admitida, funciona durante años y luego es expulsada... cuando recibe una inversión fuerte detrás, es un gran negocio y tiene 45 empleados. Lo que el primer día no hubiese pasado del disgusto de un desarrollador, ha acabado siendo un debate mundial en el que se han acentuado las distintas visiones e intereses a un lado y al otro del Atlántico: en Estados Unidos se justifica y aplaude el comportamiento "libre de una empresa" (por otro lado, local), en Europa se empiezan a encender las alarmas.
Más allá del caso, tenemos un nuevo mercado del descubrimiento de aplicaciones y del contenido que todavía no tiene dominadores, siquiera la forma en que se va a articular de cara al usuario, pero al que Apple no parece que vaya a renunciar.
Luego tenemos por otro lado un punto que también hay que tener en cuenta. Lo que se plantea en la experiencia de usuario de iOs es que tengamos ordenadores en los que no seamos administradores, puesto que esta labor la realiza Apple. Y con esto han construido una experiencia excepcional - sin ir muy lejos, años después sigo pensando que nadie la ha igualado todavía - que tienen el derecho de plantear y los usuarios de disfrutar, cualquier regulación del sector debería respetar esto.
¿Hay abuso de posición dominante? Apple tiene fácil una solución razonable
En los últimos años la Unión Europea ha venido investigando a dos gigantes. Por un lado se acaba de filtrar que he llegado a un acuerdo con Google respecto a lo que muestra de sus servicios en resultados mientras que todavía sigue multando a Microsoft por la vieja historia de la preinstalación de Explorer en el sistema operativo. De hecho ahora mismo hay un caso que empieza a estudiarse sobre si Google puede tener posición dominante con Android, algo sobre lo que un servidor tiene serias dudas.
En el caso de Apple y su App Store sobre iOs confluyen varios aspectos: no es ciertamente un monopolio en su categoría en tanto en cuanto existen alternativas incluso con más cuota, pero sí que entra en el perfil de "actor relevante"; hay un valor a salvaguardar que es esa experiencia de Apple como administrador del dispostivo a la que tanto ellos como sus usuarios tienen derecho si lo desean; a la vez, hay discrecionalidad y acumulación de todo el poder de negociación en un segundo mercado - el de aplicaciones y su descubrimiento - a partir del control de la plataforma.
Mi impresión es que al menos hay materia en este caso - no sólo AppGratis sino en el planteamiento en general de la tienda y plataforma de iOs - como para iniciar una investigación y un diálogo con Apple. El argumentario de que la motivación es proteger la tienda de aplicaciones de su adulteración por un actor que "gana dinero" tiene poco recorrido: cualquier solución publicitaria tiene impacto en descargas, como la suya propia iAd, no se puede actuar discrecionalmente contra una (primero les dejan, luego no) porque es muy efectiva.
A poco que sean razonables tienen una salida fácil, no hay nadie en el mercado que pueda articular una propuesta de descubrimiento de aplicaciones mejor que ellos, que tienen el conocimiento de lo que descargan y compran todos los usuarios del sistema.
Cuanto más cerrados sean, a cuantos más actores expulsen, más papeletas tienen para ganarse una investigación de la Unión Europea. Y esto, por mucho que pese a los partidarios de la visión liberal de que las empresas pueden hacer lo que quieran en sus plataformas, es el menor de los males a la larga para los ciudadanos.
Imagen: Arturo J. Paniagua
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