Una de las críticas que recibió la Fitbit Charge 3 fue que no tenía GPS. Era una pulsera solvente, correcta, pero seguía siendo demasiado dependiente del smartphone. Este modelo llegó en agosto de 2018 y no ha sido hasta hace algunas semanas que Fitbit lanzó una sucesora, la Fitbit Charge 4. Es una pulsera cuantificadora muy parecida a la Fitbit Charge 3 que, esta vez sí que sí, tiene GPS. He aquí su análisis.
La sensación al usar esta pulsera ha sido muy parecida a la que tuvimos con la Fitbit Charge 3, hasta el punto de que los cambios a simple vista son escasos. Sin embargo, hay algunas novedades interesantes y la principal son los minutos en zona activa, una función desarrollada por Fitbit cuyo objetivo es ayudarnos a comprender cómo y cuánto hacemos deporte y a qué nivel de rendimiento. ¿Cómo funciona? ¿Cómo se comporta? ¿Cuál es la experiencia? Veámoslo.
Ficha técnica de la Fitbit Charge 4
Fitbit Charge 4 | |
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Pantalla | Pantalla táctil OLED en escala de grises |
Dimensiones y peso | 35,8 x 12,5 x 22,7 mm 20 gramos |
Sensores | Acelerómetro de tres ejes, monitor óptico de ritmo cardiaco, altímetro, motor de vibración, sensor SpO2 relativo, NFC |
Batería | Polímero de litio |
Conectividad | Bluetooth 4.0 Rango: nueve metros |
Requisitos | iPhone 5S o supoerior Android 7.0 o superior |
Resitencia y requisitos ambientales | Resistencia al agua hasta 50 metro Temperatura de funcionamiento de -20 a 60ºC Altura máxima de funcionamiento: 8.535 metros |
Precio | 149,95 euros |
Fitbit Charge 4 Pulsera de actividad premium con GPS integrado, sumergible hasta 50m y 7 dias de batería
Este diseño nos suena
Empezamos, como siempre, hablando del apartado estético, y es que si tienes una Fitbit Charge 3 es más que probable que esta nueva pulsera te resulte familiar. El diseño es bastante parecido, aunque este modelo es algo más grande. Hablamos de un dispositivo que mide 35,8 milímetros de largo, 22,7 milímetros de ancho y 12,5 milímetros de alto cuyo frontal tiene 39,83 milímetros de diagonal. Sin embargo, no todo el frontal es pantalla, ya que el panel mide una pulgada.
El dispositivo en sí, lo que tenemos si le quitamos las correas, está terminado en un polímero, cuando la Fitbit Charge 3 estaba acabada en aluminio. Lo que ha motivado esta decisión, según Fitbit, ha sido añadir todas las mejoras en la sensórica manteniendo el precio del modelo anterior. No hay diferencias notables en el peso final del producto ni en el tacto, que es agradable. Se nota que es plástico, pero el acabado es bastante bueno. Además, la mayoría de interacciones las haremos con la pantalla táctil y solo tocaremos el cuerpo cuando pulsemos el botón.
El botón, por cierto, lo tenemos colocado en el canto izquierdo. No es un botón al uso, sino que es un botón inductivo que nos devuelve feedback en forma de vibración cuando aplicamos cierta presión sobre él. Se usa, principalmente, para encender y apagar el dispositivo, así como para volver atrás cuando entramos en alguna aplicación. De ellas hablaremos más adelante, pero quedémonos con la idea de que el botón funciona bien y responde correctamente, incluso con las manos mojadas.
Si le damos la vuelta, veremos el sensor óptico de ritmo cardíaco (un LED verde), el sensor SpO2 relativo (con su LED rojo e infrarrojo) y los dos pines de carga. Porque la Fitbit Charge 4 no tiene carga inalámbrica ni nada por el estilo, sino que usa su propio cargador que debemos conectar a un puerto USB. El sensor de ritmo cardíaco medirá nuestro pulso y el SpO2 relativo medirá de forma indirecta el nivel de oxígeno en sangre mientras dormimos para detectar las fases del sueño.
Dicho esto, hablemos de la correa. Se trata de una correa de silicona con un grabado en forma de rombos muy agradable al tacto. Se puede extraer pulsando unos botones que hay en la zona que toca con el dispositivo para limpiarla o reemplazarla por la correa más grande que hay incluida en la caja (o una nueva). Porque sí, hay dos correas en la caja del wearable, una más corta y una más larga, así que habrá que elegir la que mejor se adapte a la muñeca. La nuestra es negra, pero las hay en otros colores.
En conjunto, el dispositivos se siente cómodo. Es discreto, aunque menos que otros wearables como la Mi SmartBand 4, y luce bien. No molesta a la hora de hacer ejercicio o de llevarla mientras dormimos y, en líneas generales, nos ha gustado mucho la construcción. Habría agradecido un cuerpo terminado en aluminio, pero el plástico está bien acabado y no se siente poco premium.
La pantalla monocromo se queda anticuada
Y si la construcción nos ha gustado, la pantalla no tanto. La Fitbit Charge 4 tiene un panel monocromo (blanco y negro) de una sola pulgada con resolución 100 x 160 píxeles. Los menús tienen un tamaño lo suficientemente grande para no tener que acercarnos el dispositivo a la cara para ver los iconos, pero eso no quiere decir que los píxeles no se aprecien bastante.
Basta con mirar la pantalla a una distancia prudencial para notar los bordes de los iconos y los dientes de sierra. Es cierto que no es un dispositivo que vayamos a estar mirando a menudo como podría ser el caso de un smartwatch, pero la resolución se queda algo corta. También se queda corta la pantalla monocromo, que sí, ayuda a que parezca que la pantalla es más grande y se ve perfectamente a la luz del día, pero estamos en 2020 y las pantallas a color podrían ser consideradas un mínimo.
Respecto a la visualización, el modo de brillo automático funciona correctamente y acierta cuando cambian las condiciones lumínicas, y menos mal. La pulsera no permite configurar diferentes niveles de brillo, sino que nos ofrece el automático, normal y atenuar, siendo el primero el que adapta el brillo por sí solo, el normal el brillo máximo y el último el más bajo. Como recomendación, el modo automático es el que más me ha convencido.
En cuanto a la navegación, al principio puede ser un poco confusa, pero uno se acaba acostumbrando. La pantalla principal nos devuelve la hora y los pasos dados. Deslizando hacia la izquierda accederemos a las funciones (repartidas en diferentes pantallas); deslizando hacia arriba un resumen de nuestra jornada (pasos, distancia, calorías, etc.) y deslizando hacia abajo desplegaremos las notificaciones. Basta hacerlo un par de veces para descubrir que las huellas se quedan bastante marcadas en el frontal.
La pantalla principal se puede personalizar con otras carátulas desde la app para smartphones, pero el catálogo es bastante pobre y, si bien dependerá de los gustos de cada uno, a título personal la que viene por defecto es la que más me gusta. Las que nos ofrece Fitbit son las únicas que hay, nada de instalar otras carátulas de terceros.
Finalmente, me gustaría destacar que el sistema de levantar para activar funciona realmente bien. Haciendo un gesto sutil con la muñeca, la pulsera se enciende y nos devuelve o bien la última pantalla que hayamos visitado o bien un resumen de la sesión de ejercicio que tengamos activada, según el momento. Es un movimiento suave, no hace falta exagerarlo, y nos ha gustado mucho cómo se ha implementado.
La Fitbit Charge 4 en el día a día
¿Qué nos ofrece la pulsera en el día a día? Como todas las pulseras de la marca, es necesario conectarla y sincronizarla con la app para smartphones (disponible para iOS y Android) para poder consultar las métricas, el tiempo de sueño, los minutos de zona activa, etc. Del tema deportivo hablaremos más adelante, así que vamos a centrarnos en qué ofrece como wearable.
La Fitbit Charge 4 nos permite recibir notificaciones en tiempo real en la muñeca de las apps que tengamos instaladas en el móvil, pero hay dos problemas. El primero es que no se pueden responder en ningún caso, simplemente nos las rebota y nos las muestra, pero nada más. Solo podemos ver el contenido y borrarlas. La segunda es que hay que activar las notificaciones manualmente desde la app, y el proceso es más enrevesado de la cuenta.
Cuando conectamos la pulsera por primera vez, la app nos permite configurar las notificaciones, pero la sorpresa viene cuando no nos lista las apps que tenemos instaladas. Tenemos que esperar a que las apps nos manden una notificación para que la app la detecte y la añada al listado. Ejemplo rápido: para recibir un mensaje de WhatsApp en la pulsera, primero hay que enlazarla al móvil, luego esperar a que nos llegue un WhatsApp y, entonces, volver a la app y configurar las notificaciones de WhatsApp. Así con todas las apps.
Una vez configuradas, lo bueno es que podemos marcar de qué apps recibir notificaciones, por lo que podemos dejar solo WhatsApp, Telegram y Twitter y desactivar Gmail o Slack, por decir algunas. En cuanto a las llamadas, la pulsera nos avisa en tiempo real de que la recibimos y nos permite colgarla o aceptarla. Si la aceptamos, la llamada pasará automáticamente al teléfono, ya que la Fitbit Charge 4 no tiene ni micrófono ni altavoz. Sea como fuere, sí me gustaría destacar que la vibración cuando nos notifica algo es muy agradable. Ni molesta ni es brusca.
Y hablando de hacer cosas desde la pulsera, una de las novedades que Fitbit ha implementado en este nuevo dispositivo es la integración con Spotify. Para acceder a ella hay que ir a la app, seleccionar nuestra pulsera e iniciar sesión en Spotify para enlazar la cuenta con la de Fitbit. Con esto hecho, la app que hay preinstalada en la pulsera nos permitirá controlar la reproducción de música, elegir una lista de reproducción y activar el modo aleatorio.
¿Dónde está la miga? Por un lado, en que podemos salir a correr y controlar la música desde la muñeca. Evidentemente, para poder controlar Spotify hay que tener la pulsera conectada al reloj en todo momento, por lo que en ese caso habrá que llevar el teléfono encima. Por otro lado, la pulsera nos permite acceder a Spotify Connect. De esa manera, podremos seleccionar directamente desde el wearable en qué dispositivo queremos reproducir la música. Es muy útil para controlar la música que suena en un altavoz inteligente mientras cocinas, por ejemplo.
Los app en sí está diseñada de la mejor forma que permite el escaso tamaño de la pantalla. Así, en la pantalla principal tenemos lo que está sonando y el botón de play y pausa; si deslizamos hacia la derecha accedemos a las listas de reproducción y si lo hacemos hacia la izquierda a los controles musicales y, en una cuarta ventana, al botón de Spotify Connect y el que activa la reproducción aleatoria. ¿Es una implementación cómoda? No realmente, pero tampoco se puede pedir más. ¿Cumple su objetivo? Sin duda alguna.
Hablamos de apps, y este es un punto en el que merece la pena detenerse. No se pueden instalar más aplicaciones de las que ya hay preinstaladas, que son la de ejercicio, alarmas, el tiempo, configuración, Spotify, relax y cronómetros. Son las suficientes para usar la pulsera sin problemas, pero son las que son y son las que hay, ni una más ni una menos. No se pueden ampliar funciones instalando apps desde Google Play, App Store o una tienda dedicada.
Lo que sí se puede hacer es configurar Fitbit Pay. Este es el sistemas de pagos inalámbricos de Fitbit y funciona como Apple Pay, Samsung Pay y Google Pay: configuras la tarjeta, activas los pagos móviles y acercas la pulsera al datáfono. Puede ser útil si nuestro banco admite Fitbit Pay, pero no es mi caso. Para los interesados, los bancos compatibles son boon., La Caixa, Openbank, Santander Bank, Servicios Financieros Carrefour, Revolut, TransferWise y bunq.
Finalmente, un punto interesante es el análisis del sueño. Si nos dejamos la pulsera puesta mientras dormimos, esta analizará nuestro sueño y nos mostrará en la app el tiempo que pasamos en fase REM, sueño ligero y profundo. Es difícil medir la precisión porque estamos... dormidos, evidentemente, pero a título personal, y por cómo me he levantado durante el tiempo que estado analizándola, podría decir que los informes son precisos. No debe ser casualidad que haya estado más cansado los días que he tenido menos horas de sueño profundo.
Es durante el sueño cuando la pulsera activada el sensor SpO2 relativo, a.k.a. pulsioxímetro. Es un sensor que sirve para medir el nivel de oxígeno en sangre y que la pulsera usa para saber cómo dormimos y detectar posibles anomalías respiratorias, como apneas. El resultado es meramente orientativo, porque incluso los movimientos que hagamos mientras dormimos pueden alterar los resultados, y de hecho Fitbit advierte que, ante la duda, lo mejor es contactar con un médico.
En resumidas cuentas, la Fitbit Charge 4 es un dispositivo solvente, suficiente para los que busquen una pulsera inteligente con la que controlar la música, recibir notificaciones y llamadas, pagar en comercios y analizar su sueño. Todo funciona correctamente, no hay tirones de ningún tipo al navegar entre ventanas y no hemos tenido problemas de sincronización. No es la pulsera más completa del mercado, pero cumple con su cometido.
Batería: la tranquilidad
Antes de hablar de la Fitbit Charge 4 como acompañante de carreras, vamos a hablar rápidamente de la batería. Haciendo ejercicio todos los días y teniéndola conectada siempre al móvil con la sincronización continua activada la pulsera ha aguantado seis días sin pasar por el cargador. Fitbit afirma que aguanta hasta siete días, por lo que se puede decir que la autonomía está dentro de lo esperado. Si no hacemos deporte y no activamos la sincronización continua, con total seguridad se podrán rascar más días.
Ahora bien, los más deportistas, y me dirijo sobe todo a los runners y ciclistas, deben tener una cosa en cuenta. Por defecto, la pulsera tiene activado el GPS en los deportes al aire libre y cuando el GPS está funcionando la batería se agota mucho más rápido. Fitbit habla de cinco horas de autonomía con el GPS siempre activo, algo que no he podido comprobar por motivos evidentes (con la cuarenta no he podido salir a hacer cinco horas seguidas de ciclismo). Sin embargo, sí he podido comprobar que cuando sales a correr y activas el GPS, la autonomía se resiente.
No es nada grave y agradezco que haya GPS para poder hacer carreras sin llevar el móvil encima y conocer después el recorrido y la intensidad. Simplemente es algo a tener en cuenta de cara a sesiones largas de deporte al aire libre. Si el GPS no es importante y preferís más autonomía, antes de elegir un deporte, deslizad hacia arriba y desactivad el GPS.
En cuanto a la velocidad de carga, ponerla de cero a cien toma algo menos de dos horas. En menos de una hora se puede cargar tranquilamente al 50%. Para cargarlo hay que usar un cargador de pinza que debemos conectar a un puerto USB cualquiera. El cargador es cómodo, mucho más que los de los Versa, y si bien habría preferido que la pinza tuviera un puerto USB tipo C para no tener más cables por la mesa, funciona bien y es solvente.
Hagamos deporte: hola, "minutos de zona activa"
¿Qué sería de un análisis de una pulsera eminentemente deportiva sin un apartado dedicado al deporte? Aunque en tiempos de cuarentena hacer deporte en casa puede no ser lo mismo que hacerlo al aire libre, desde el pasado 2 de mayo es posible salir a la calle a correr, y aunque no soy un corredor muy asiduo, todo sea por la ciencia.
Fitbit, por defecto, nos deja añadir a la pulsera siete de los 21 modos deportivos que hay disponibles. Entre ellos están senderismo, natación, entrenamiento al aire libre, pesas , yoga o spinning, pero durante estos días he echado en falta modos como HIIT, un deporte muy de confinamiento. También es curioso que no haya modos deportivos como fútbol o baloncesto, pero sí golf o artes marciales.
No hace falta que sea como el Huawei Watch GT 2e, que por tener tenía hasta parkour, pero un mayor abanico de modos deportivos no habría estado de más. Para hacer deportes que no estén en la lista, lo más sencillo es seleccionar el modo "Entrenamiento".
Cuando pulsamos un deporte en la pulsera para iniciar la sesión, lo primero que hace es buscar la señal GPS, y es un poquito lenta. Yo, al final, optaba por iniciar la sesión y que el GPS se activase solo más adelante. La detección de la señal es mucho más rápida cuando estamos al aire libre, pero igualmente, hay dispositivos que la captan más rápido. ¿Para qué usaremos el GPS? Para conocer la ruta recorrida y la distancia.
Al iniciar la sesión, la pulsera nos irá mostrando toda la información relacionada con el pulso, la distancia recorrida, el ritmo y demás métricas. A ella accedemos haciendo swipes laterales en la pantalla, algo que puede ser un poquito incómodo si queremos consultar en carrera una métrica que está en la cuarta pantalla. Como punto positivo, la pantalla responde bien aunque tengamos las manos sudadas.
Hasta aquí todo normal, es una pulsera que muestra los datos correctamente y en un formato comprensible. La gracia está en los minutos de zona activa, una nueva métrica personalizada que nos muestra cuán intensa es nuestra actividad . Esta se basa en una recomendación de la OMS y la Asociación Americana del Corazón: haz 150 minutos de ejercicio moderado a la semana o 75 minutos de ejercicio vigoroso. Es decir, acumular 150 minutos de zona activa.
La métrica consta de tres zonas: quema de grasas, cardio y pico. Se calculan en función de la edad y el estado físico de la persona. En mi caso, entro en zona de quema de grasas al pasar las 111 pulsaciones, en cardio al superar las 139 pulsaciones y en pico al estar por encima de 174 pulsaciones. Estas zonas tienen un multiplicador de tiempo: x1 en la zona de quema de grasas y x2 en las zonas cardio y pico. ¿Para qué? Vamos a verlo con un ejemplo real.
En una carrera de 38 minutos estuve ocho minutos en la zona de quema de grasas (x1) y 29 minutos en las zonas cardio y pico (x2). Esta nueva métrica nos dice que en una carrera de 38 minutos acumulé 66 minutos en zona activa de los 150 minutos que la Organización Mundial de la Salud recomienda: (8x1)+(29x2) = 66 minutos de zona activa. La pulsera, por cierto, avisa en tiempo real cuando pasamos de una zona a otra.
Esto es realmente interesante, sobre todo para las personas que quieran empezar a tener una rutina de ejercicio. Con esta métrica se puede hacer ejercicio de forma más eficiente y conociendo mejor nuestro rendimiento, y una vez hayamos conseguido fondo, podremos aumentar el objetivo semanal. Esta función es exclusiva de la Fitbit Charge 4, pero también llegará próximamente a los Ionic y Versa, así que es cuestión de esperar a la actualización si ya tenemos uno de estos dispositivos.
Para terminar la sesión hay que pulsar dos veces en el botón lateral y seleccionar "Finalizar". Acto seguido, la pulsera nos devolverá un resumen de la actividad con la distancia recorrida, la elevación, las pulsaciones, el ritmo, etc. Pero si queremos conocer más detalles toca irse a la app, y allí también encontramos algunas cosas interesantes.
El comportamiento de la pulsera durante las sesiones de ejercicio es muy correcto. No pesa, no siente incómoda en la muñeca y la vibración que nos indica los cambios de zona y las notificaciones es agradable. El apartado deportivo lo he disfrutado mucho, en pocas palabas.
La app de Fitbit: desde lo más básico a lo más complejo
La app de Fitbit es muy completa, pero no solo con la Fitbit Charge 4, sino con cualquier dispositivo. En la pantalla principal tenemos un resumen de nuestro día con los minutos de ejercicio y el tiempo en zona, las kcal quemadas, el resumen del sueño, las pulsaciones por minuto... Todos los elementos son clicables y nos permitirán acceder a un histórico semanal de cada una de las métricas.
En la pestaña "Descubre" accederemos a los desafíos con amigos y a los entrenamientos de Fitbit Coach. En "Comunidad" encontraremos grupos de personas aficionadas a los mismos deportes que nosotros y podremos compartir fotos de nuestras sesiones, logros, insignias y hasta un "antes y después" y, por último, Fitbit ha añadido una pestaña sobre el COVID-19 desde la que acceder a información relacionada con la pandemia.
Si pulsamos en la pestaña del sueño podremos ver un registro de todas nuestras sesiones junto a su respectiva puntuación sobre 100. Y sí, estoy de acuerdo con la pulsera en que tengo que empezar a dormir mejor, tal y como muestran las capturas. Las sesiones se ordenan por días y, dentro de cada día, tendremos un resumen de cada sesión con las fases del sueño y el nivel de oxígeno en sangre. La app es muy intuitiva y aprender a usarla toma como mucho dos minutos.
Lo realmente interesante está en el apartado del ejercicio. ¿Por qué? Porque como la pulsera tiene GPS podemos ver el recorrido que hemos hecho y el tiempo que hemos tardado en recorrer cada kilómetro de forma muy precisa. También podremos ver la elevación, el ritmo cardíaco, las calorías quemadas y el impacto que cada sesión ha tenido en el día. Y de este apartado me gustaría destacar el mapa de zonas de ritmo cardíaco, que coinciden con las zonas activas.
Si pulsamos en el mapa lo pondremos a pantalla completa. Dentro hay que pulsar "zonas de ritmo cardíaco" y la línea de la ruta se coloreará con diferentes tonalidades de rojo para mostrar cómo ha variado nuestro pulso durante una sesión deportiva marcando, a su vez, los kilómetros recorridos. ¿Y por qué esto es interesante? Porque nos permite tener una mejor compresión de nuestro rendimiento conforme avanza la sesión. Además, si conocemos la ruta de antemano, podemos saber cómo varían nuestras pulsaciones según el terreno o la elevación del mismo. Es una pena que este dato no se muestre en el mapa, de hecho.
Fitbit Charge 4, la opinión de Xataka
Llegados a este punto, toca concluir el análisis. La Fitbit Charge 4 es un wearable que nos ha gustado mucho como pulsera inteligente y como acompañante deportivo. Es cierto que la configuración de las notificaciones es mejorable, que la personalización es escasa y que la pantalla monocromo de una pulgada es bastante mejorable (diría que es su principal punto flaco, de hecho), pero la pulsera nos invita a seguir mejorando nuestra forma física, y eso es lo que importa en un wearable de estas características.
Es cómoda, no precisamente discreta, aunque tampoco excesivamente llamativa, y la correa no nos ha dado problemas. La batería dura lo suficiente, si bien no tiene la autonomía más alta del mercado. La sincronización no ha dado problemas de ningún tipo y la inclusión de un chip GPS es un añadido que se agradece para salir a hacer deporte sin llevar el móvil encima. Sabiendo, eso sí, que entonces no podremos controlar Spotify ni escuchar música.
Pero sin lugar a dudas, su mayor punto fuerte son los minutos de zona activa. Es verdad que dentro de un tiempo dejará de ser una función exclusiva de la Fitbit Charge 4, pero por el momento lo es, y es una métrica que ayuda muchísimo a entender nuestras sesiones deportivas. Saber que estamos cumpliendo nuestro objetivo semanal más rápido cuando nos esforzamos más es un puntazo, y a eso le tenemos que sumar una app que nos muestra el cambio de zonas en un mapa.
Es una pulsera recomendable para deportistas amateurs que quieran conocer las métricas de sus sesiones, pero también es cierto que a algunas personas se le puede quedar algo corta. Los modos deportivos son escasos (no hay fútbol o baloncesto, por ejemplo), pero si solo sales a correr o andar, vas a la piscina a nadar o subes a la montaña a hacer senderismo, sí estarás cubierto.
Fitbit Charge 4 Pulsera de actividad premium con GPS integrado, sumergible hasta 50m y 7 dias de batería
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