Hace unos días se cumplió un año desde la presentación del dúo Pixel 2 y hemos asistido a su renovación. Tras un imparable ataque de filtraciones por tierra, mar y aire, hoy por fin hemos podido conocer en persona a los Pixel 3 y 3 XL, una pareja de smartphones que mantiene la fórmula de los dos tamaños, el más grande, la versión XL, con un diseño de marcos más reducidos que este año trae una novedad un tanto polémica: un enorme notch que se lleva todo el protagonismo del frontal. Sin embargo, a diferencia del año pasado, esta vez sí tendremos los dos modelos en España, por lo que será posible huir del diseño con notch si optamos por el Pixel 3 más compacto.
La estrategia también se mantiene en la fotografía, el pilar sobre el que se sustenta la gama Pixel; ni el diseño ni la pantalla o el hardware, la cámara. Con los Pixel 2, Google consiguió la que para muchos (me incluyo) ha sido la mejor cámara móvil de 2018; todo con una sola lente acompañada de un software que hace maravillas. Los Pixel 3 siguen el mismo camino en lo que a la cámara principal se refiere, pero introduce la tan de moda dualidad en la cámara delantera. La guinda del pastel la pone el software, una experiencia Google sin igual y sus funciones exclusivas. Así es la apuesta de Google para seguir conservando su puesto en el podio del panorama móvil.
Diseño: el patito feo que se hizo cisne
Empecemos con el Pixel 3 XL, el más grande y también el más polémico. Por detrás, el terminal es prácticamente igual que el modelo anterior. Amplio, con esquinas ligeramente redondeadas y esa combinación de dos acabados, brillante arriba y mate abajo. Pero ojo porque aunque a simple vista parezcan casi iguales, al sujetarlos en mano nos damos cuenta de un cambio clave: la trasera ya no es de metal sino cristal. Google ha conseguido esos dos acabados en el mismo material, con una zona mate muy suave y agradable al tacto que consigue matar dos pájaros de un tiro: no atrae tanto las huellas y posibilita la carga inalámbrica.
Al darle la vuelta nos encontramos con el cambio más llamativo de su diseño, y no precisamente para bien. Cuesta entender el motivo que ha llevado a Google a colocar un notch tan enorme en su nuevo buque insignia, sobre todo teniendo en cuenta que el marco inferior sigue siendo igual de ancho que antes. Vale, tenemos cámara doble en el frontal, pero cabía perfectamente en un marco como el del Pixel 2 XL. El resultado no es estético, pero sobre todo no tiene sentido.
En cuanto al tamaño, a pesar de que la pantalla suma 0,3 pulgadas con respecto al modelo anterior, las dimensiones totales se mantienen igual. Sólo sube de peso, pero es un aumento tan discreto que apenas se nota. Tenemos más pantalla en el mismo tamaño, pero el Pixel 2 XL ya era un terminal muy grande, por lo que si te costaba manejar el primero con una sola mano, el segundo no mejora este apartado.
Por su parte, el Pixel 3 también mantiene el estilo de diseño, pero ahora estrena una pantalla con formato 18:9 que crece hasta las 5,5 pulgadas y apuesta por las esquinas redondeadas que ya se han hecho habituales. Como decía antes, este modelo se escapa de ese notch tan poco favorecedor y además tiene un tamaño mucho más manejable. Curioso que el año pasado fuera el Pixel 2 el que resultaba menos agraciado y este año se alza como la opción más acertada en términos de diseño. El patito feo se ha hecho cisne.
Para cerrar, con respecto a los colores, tanto el Pixel 3 como el Pixel 3 XL llegan en tres colores: blanco con el botón de encendido en azul turquesa, todo negro o rosa claro con el botón en naranja. Personalmente creo que el rosa claro es el más bonito de los tres. También hemos podido ver una buena colección de fundas protectoras con acabado de tela en nuevos colores.
Pantallas: más tamaño y sobre todo calidad
Si la cámara del Pixel 2 XL ha sido una de las mejor valoradas, la pantalla se ganó muchas críticas por su mala calibración y unos ángulos de visión muy deficientes. Este año, el Pixel 3 XL vuelve a montar un panel P-OLED que crece hasta las 6,3 pulgadas, pero en estas primeras impresiones se ve claramente que ha habido una mejora importante en cuanto a calidad.
La calibración del panel es mucho mejor, con colores vivos que están muy lejos de los tonos apagados de la generación anterior, pero sin llegar a saturar. La pantalla no azulea en cuanto la giramos un poco y en general los blancos son más puros y agradables a la vista. He podido compararlo con mi Pixel 2 XL y la diferencia es más que notable.
El Pixel 3 monta la misma pantalla P-OLED pero con una diagonal de 5,5 pulgadas. Las buenas sensaciones se mantienen con el hermano pequeño de la gama; buena nitidez, brillo elevado y colores acertados. Además, destacar que este modelo se suma al formato 18:9 (el Pixel 2 era 16:9), lo que lo hace todavía más manejable.
Cámaras: la dualidad llega, aunque a medias
Las filtraciones no se equivocaban y este año Google sigue apostando por una única cámara principal, alejándose de las tendencias que duplican e incluso triplican este elemento. Ambos modelos tienen un sensor trasero de 12,2 megapíxeles con píxeles de 1,4 um, acompañado por un estabilizador óptico, lente de apertura f/1.8 y capaz e grabar en 4K. Sobre el papel, no parece que haya demasiados cambios, aunque en Google nos han asegurado que el hardware se ha renovado totalmente, pero tampoco han querido entrar en demasiados detalles, está claro que quieren poner el foco en el software. Tendremos que esperar al 'teardown' de turno para saber más acerca del tipo de sensor.
En el evento apenas he podido tomar un par de fotos, por lo que no puedo emitir un juicio sobre la cámara, pero la primera impresión ha sido buena, al nivel del Pixel 2 como mínimo. Habrá que esperar al análisis a fondo para ver si consigue superarlo y por cuánto. Eso sí, un punto que me ha gustado mucho es el rediseño de la app de la cámara. No es muy original que digamos (se parece mucho a la estructura del iPhone), pero es mucho más cómodo movernos entre modos que con el sistema anterior.
Una vez más, Google pone el foco en el software como arma para diferenciarse, aunque aquí tengo dudas ya que las funciones anunciadas no son precisamente revolucionarias. Un ejemplo es Top Shot, un modo que toma varias fotos y selecciona la mejor toma por nosotros mediante machine learning. Está pensado para evitar la típica foto en la que alguien sale con los ojos cerrados o se mueve y aparece desenfocado.
Otra de las novedades es Night Sight, un modo nocturno que al menos en las pruebas que nos han mostrado apunta a mejorar considerablemente el rendimiento con poca luz. El modo retrato también se ha mejorado y ahora permite elegir la profundidad de campo una vez hecha la foto, pero sigue sin dejarnos ver si el desenfoque se aplica en el momento de hacer la toma.
Por último, pero no menos importante, toca hablar de la cámara delantera, la verdadera novedad fotográfica de este Pixel. Google sí introduce un sensor doble en la cámara selfie, y lo hace apostando por una lente angular con la que conseguir selfies con un mayor ángulo, perfecto para tomar selfies de grupo. Es una función interesante, pero resulta un poco decepcionante que la dualidad llegue de este modo. Podrían haber incluido dos cámaras detrás y ofrecer un zoom real, una característica mucho más práctica y en la que la competencia le lleva bastante ventaja (¿Alguien dijo Huawei?). Google lo sabe y lo soluciona con Super Zoom, una función que reduce el ruido al ampliar, de nuevo mediante software y he de decir que en la demo el resultado ha sido bastante bueno.
Un hardware conservador con un software único
Durante el evento, Google ha destacado sobre todo sus funciones exclusivas, dejando a un lado el hardware, que para eso son una compañía de software. Los Pixel 3 cuentan con especificaciones a la altura de la gama alta, aunque tampoco apuestan por lo más potente. Tenemos un chip Snapdragon 845, el más avanzado de Qualcomm, pero en la memoria se quedan con 4 GB de RAM. No es la configuración más puntera, pero la fluidez del sistema es más que evidente, y de nuevo aquí el software es gran responsable. A falta de probarlos más a fondo, la experiencia Google brilla como sólo se puede esperar en un Pixel.
Hablando de software, Google incluye bastantes funciones que, al menos de momento, serán exclusivas de los Pixel 3. Un ejemplo es el nuevo Google Lens. Ahora se integra completamente en la app de la cámara y resulta mucho más intuitiva para, por ejemplo, detectar números de teléfono o correos electrónicos en una tarjeta de visita (sólo hay que apuntar la cámara y hacer tap en el elemento en cuestión).
También cuenta con una novedad llamada Call Screen con la que podemos hacer que Assistant responda una llamada por nosotros cuando no podemos coger el móvil. Una locución comunica a la persona que llama que no podemos atender su llamada y le invita a describir el motivo de contactarnos, después Call Screen nos muestra una transcripción en la pantalla, todo sin descolgar. De momento parece que se quedará en Estados Unidos pero sin duda es una novedad de lo más curiosa.
La comunión entre hardware y software también está presente en la carga inalámbrica con la base Pixel Stand. Cuando colocamos el terminal en la base, podemos configurarlo para que entre automáticamente en modo no molestar y también cuenta con un despertador nuevo que sólo funcionará cuando esté cargándose.
Conclusiones: la experiencia Google es inigualable, pero puede no ser suficiente
Los Google Pixel son una gama joven, tan sólo llevan tres generaciones desde que Google anunciara los primeros en 2016, pero en poco tiempo han conseguido hacerse un hueco entre los gama alta más consagrados. La cámara es sin duda su punto fuerte y esta nueva entrega tiene muchas papeletas para seguir siendo una de las mejores a pesar de mantener una única lente trasera.
El software es su principal baza para diferenciarse, no sólo a nivel fotográfico, sino de experiencia de uso en general. El hardware pasa a un segundo plano para dar paso a funciones exclusivas enfocadas a un objetivo clave: ofrecer una experiencia inigualable. Aquí es donde los Pixel son fuertes, pero la competencia es feroz y no pueden descuidarse.
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