Todos apostábamos a que 2015 iba a ser un buen año para Huawei y sus dispositivos han confirmado que, efectivamente, el fabricante chino ha madurado: la gama Honor crece y sus terminales de referencia este año han estado a un buen nivel, todavía no están donde quieren pero compiten muy bien. Lo vimos con el P8 en su día y ahora nos toca con el Mate S.
El año pasado el Ascend Mate 7 nos sorprendió gratamente. Un phablet con muy buenas ideas y un hardware competitivo. Un poco tosco en el diseño, pero efectivo en el día a día. Huawei ha tomado nota de esto y como la serie P, ha decidido pulir Mate para quitarle el Ascend del nombre y dejarnos un terminal que avanza en muchos aspectos y retrocede en unos pocos. Este es nuestro análisis del Mate S.
Huawei Mate S, el difícil acuerdo entre diseño y prestaciones potentes
De un año para otro, las renovaciones de hardware suelen ser discretas salvo que haya habido algún avance importante entre los fabricantes de semiconductores. Este año ha sido especialmente interesante y los cambios que vemos son bastante predecibles pero bien orientados.
Huawei Mate S, características técnicas | |
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Dimensiones físicas | 149.8 x 75.3 x 7.2 mm, 156 gramos |
Pantalla | AMOLED 5,5 pulgadas |
Resolución | 1080 x 1920 píxeles (401 ppp) |
Procesador | Kirin 935, 8 núcleos a 2.2GHz, ARM Cortex-A53e. GPU: Mali-T628 MP4 |
RAM | 3 GB (LPDDR3) |
Memoria | 32 / 64 / 128 GB (ampliable con tarjetas microSD de hasta 128 GB) |
Versión software | Android 5.1 con Emotion UI (EMUI) 3.1 |
Conectividad | LTE, NFC, Bluetooth 4.1, Wi‑Fi ac, Ant+, GPS |
Extras | Sensor de huellas |
Cámaras | Principal de 13 MP (f2.0) con estabilización // Sensor RGBW // Secundaria 8 MP |
Batería | 2.700 mAh (no extraíble) / Carga rápida |
Otros | Tecnología Force Touch en la pantalla (solo en modelo de 128 GB) |
Precio | Desde 649 euros |
Una evolución natural donde Huawei una vez más apuesta por arquitectura propia en el SoC. Un modelo que ya se dejó ver en algunos modelos del P8 aunque no en los de España por lo que si comparamos con el modelo que se ha comercializado aquí, luego veremos que hay una ligera mejora en rendimiento.
Huawei de momento no se animar a saltar a una resolución mayor. Visto lo visto en este año, no era algo que fuera necesario y el Full HD es más que suficiente. Esta vez, además, apuestan por un panel AMOLED con matriz PenTile que resulta imposible apreciar a simple vista.
Este año el Mate S, como el P8, juegan mucho la baza del diseño como uno de sus elementos más característicos y si bien es cierto que lo hace muy bien, eso se traduce en algunos compromisos como veremos más adelante pero el más preocupante es la batería: pasar de 4.100 mAh a 2.700 es muy significativo.
El sensor de huellas vuelve y es sin duda una gran noticia. Si en el Mate 7 funcionaba bien, esta vez han logrado mejorar la efectividad, más todavía. Huawei habla de doblar la precisión, nosotros tras probarlo podemos corroborar que, efectivamente es excepcional. Luego lo veremos más al detalle porque viene con un par de trucos muy interesantes.
Force Touch quiso haber sido protagonista pero por desgracia solo está disponible en el modelo de 128 GB. Por lo demás, tenemos especificaciones de tope de gama con el único inconveniente de que el Honor 7, también de Huawei, se le acerca mucho con un precio bastante atractivo y una batería más grande.
Nuestro video análisis del Huawei Mate S
Antes de continuar, vamos con nuestro análisis en vídeo del Mate S para que veáis al detalle este terminal.
Sí, Huawei sabe hacer móviles muy atractivos
Huawei este año ha querido mimar mucho el diseño y con el Mate S lo ha vuelto a conseguir. Es un teléfono que entra muy bien por los ojos. Es capaz de transmitir elegancia y robustez al mismo tiempo. Es fino, pero no da la sensación de que se va a romper a la primera de cambio.
Cómodo en mano, el metal de la parte trasera apenas resbala y no transmite un tacto frío cuando lo cogemos. Tampoco se calienta en exceso cuando está a pleno rendimiento pues el calor se distribuye más a lo largo de la superficie que en los teléfonos de plástico. Los materiales aguanta bien el día a día de moverlo de un lado a otro aunque el metal se tiende a marcar un poco con la suciedad y la grasa. Nada que no se quite con un paño y de momento sin arañazos en estos diez días con él.
En la frontal nos encontramos con un cristal 2.5D que protege la pantalla. Un elemento sutil pero atractivo al tacto cuando cogemos al móvil por los marcos. Cuando está apagado, da la sensación de que el espacio frontal está aprovechado al máximo. Lo cierto es que han hecho un gran trabajo pero una vez la encendemos vemos unas líneas negras verticales. No son anchas pero Huawei juega un poco al despiste para homogeneizar mejor pantalla y cuerpo.
La proporción tamaño peso nos deja un terminal muy ligero en mano. En comparación con el Mate 7 del año pasado, es como si hubieran pulido todo lo tosco que era para sacar de debajo el Mate S de 2015. Esto añade mucha más comodidad y facilidad de uso con una mano, aunque para llegar bien a todos los puntos tendremos que usar las dos.
El resto de elementos tiene una construcción muy buena: cámara bien situada (el relieve inferior del lector de huellas nos ayuda a colocar el dedo para evitar taparla) y botones robusto con el recorrido suficiente para que las pulsaciones sean rápidas.
Los altavoces vuelven al marco en la parte inferior y pese a que suenan muy bien, es fácil taparlos si estamos cogiendo el móvil en horizontal para ver algún vídeo. La ranura SIM nos permite tener dos tarjetas móvil o bien una con una microSD. Una solución práctica que no es nueva pero que funciona.
Huawei ha dado un paso muy importante en diseño. Han hecho un gran esfuerzo por destacar y lo han conseguido. Poco a poco van puliendo su imagen y sus propias ideas de diseño. Lo van logrando y esta vez hay poco que achacarle en este apartado. Luego veremos que estas decisiones se traducen en algún que otro compromiso a tener en cuenta.
El paso al AMOLED ha sido acertado
Mate S se suma al selecto club, tiene pocos representantes, del AMOLED. Tras años con IPS LCD, esta vez han decidido apostar por esta tecnología y lo hacen a sabiendas de que la calidad de este tipo de paneles está en un nivel muy bueno, aunque también con algún que otro fallo.
Con AMOLED surge la pregunta de siempre ¿Es PenTile? Sí. ¿Se nota? No. Ni usándolo de forma cotidiana ni fijándonos en los detalles. Vamos con el resto del análisis del panel del terminal.
La temperatura de color está bien equilibrada y solo se nota una ligera desviación hacia los azules cuando giramos la pantalla en ángulos donde normalmente no vamos a usar el teléfono. De frente, se aprecia un balance de blancos muy correcto donde además la gran luminosidad del panel hacen que la pantalla del dispositivo se vea muy bien.
El contraste es amplio y la pantalla se aprovecha del AMOLED para mostrar un espacio de color grande hasta llegar al negro puro en cada tono. El brillo se aprovecha muy bien en exteriores: la pantalla se ve perfectamente con luz natural directa ya que además el cristal frontal es muy fino y apenas produce reflejos.
En interiores, con un poco de brillo es más que suficiente para ver la pantalla sin forzar la vista, algo que se agradece de cara al consumo de batería. Lo único que lamentamos en el uso de AMOLED es que Huawei no lo haya terminado de aprovechar en el software. Algo tipo Live Display como tienen los Moto X habría sido muy bien recibido.
Uno de los problemas comunes con los AMOLED recientes es la aparición de manchas en la pantalla. En estos diez días que he estado con el terminal no he notado que se vean a la hora de apagar la pantalla o cambiar a un imagen con un color dominante muy diferente. Veremos si tras un mes de uso sigue así.
Force Touch podía haber sido una de las grandes bazas del Mate S pero Huawei solo lo ha introducido en el modelo con más memoria. Aunque reconoce un nivel de presión menos que el 3D Touch de Apple, hubiera sido una buena oportunidad para que el fabricante chino se posicionara frente al resto de terminales Android. No ha podido ser esta vez.
Claros y oscuros en el rendimiento y la batería
Kirin 935 ya se dejó ver a comienzos de año en el P8 pero solo en algunos mercados muy selectos. Tras probarlo y comparar con el 930, vemos que tanto en los tests sintéticos como en el uso diario no hay grandes diferencias. Primero, vamos con los benchmark.
Huawei Mate S Kirin 935 |
LG G4 Snapdragon 808 |
HTC One M9 Snapdragon 810 |
Samsung Galaxy S6 Exynos Octa 7420 |
Galaxy S6 Edge+ Exynos Octa 7420 |
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Antutu | 53499 | 45866 | 56335 | 61050 | 70100 |
PCMARK | 4911 | 4665 | 4235 | 4980 | 5235 |
3DMARK unlimited | 12369 | 13438 | 22234 | 22350 | 24134 |
GFXBench 3.0 Manhattan fps (en pantalla) |
6,6 | 12 | 24 | 15 | 15 |
GFXBench 3.0 Manhattan fps (fuera de pantalla) |
6 | 18 | 24 | 24,7 | 24 |
GFXBench 3.0 T-Rex fps (en pantalla) |
12 | 25,1 | 49 | 19,1 | 29 |
GFXBench 3.0 T-Rex fps (fuera de pantalla) |
10 | 25,1 | 50 | 47,1 | 45 |
El Mate S puntúa bien pero sigue algo lejos del Snapdragon 810 2.1 y el Exynos que este año ha montado Samsung en sus tope de gama. A pesar de estar por debajo aquí, las cifras siguen siendo muy buenas pero siguen demostrando que Kirin tiene camino por delante para mejorar si quiere liderar en procesador.
Algo que me ha llamado muchísimo la atención ha sido la elección de la GPU para el Mate S, una Mali T628 MP4. Sorprende que Huawei haya decidido meter un componente con dos años y que hemos visto en otros terminales como sus MediaPad X2 y M2 así como el Xiaomi Redmi 2A entre otros. Puede parecer una decisión baladí pero explica por qué a este phablet de 2015 se le atragantan algunas tareas.
En el uso cotidiano es un terminal que se comparta perfectamente, como se espera en un dispositivo de tope de gama. Rápido en las animaciones, sin el molesto lag en la pantalla al tocar y con un Lollipop eficiente. La actualización del Mate 7 este año a 5.0 ha sido desastrosa.
Sin embargo, cuando nos ponemos a hacer tareas más pesadas vemos que el terminal no va tan fino como nos gustaría. Caídas de frames en algunos juegos 3D exigentes y algo lento con algunas tareas. Por fortuna, han resuelto bien el problema de la temperatura y no se caliente en exceso cuando le exigimos más.
Con la multitarea Huawei no ha hecho milagros y una vez más estamos con un móvil que tiene una buena cantidad pero que no es suficiente para tener muchos procesos en segundo plano. Es algo limitada pero parece que esta vez el problema está en el tejado de Google. Esperemos que con Marshmallow lo corrijan porque con 3GB resulta un poco sonrojante no poder tener tantos procesos en segundo plano.
Vayamos ahora con un aspecto crítico: la batería. De un año a otro ha perdido 1.400 mAh. Es el precio que pagamos por tener un diseño mucho más cuidado, esbelto y sobre todo ligero. Meter 4.100 mAh en un cuerpo de 7,2 milímetros de grosor y 156 gramos no es viable.
¿Se nota la diferencia? Sí. Con el Mate 7 sin hacer un uso excesivo del móvil podía llegar a dos días sin problemas. Con el Mate S sé que acabo con batería suficiente para no tener que conectarlo antes de que llegue la noche pero no me deja porcentaje para usarlo otro día más.
Esta vez la batería no es su gran fuerte y está en la media de otros terminales que tienen una batería de capacidad parecida. Con uso intenso, he logrado sacarle entre cuatro horas y media y cinco de pantalla encendida. EMUI, la capa de software, pone su granito de arena matando muchos procesos en segundo plano. Algo que alivia la batería pero estropea la experiencia de uso.
El modelo de base del Mate S cuenta con 32GB de capacidad. Como usuarios, nos quedan 24GB libres que podemos llenar como queramos. Suficiente de inicio y siempre con la posibilidad de utilizar una microSD para aliviarla de archivos pesados como fotos y vídeos.
Mate S tiene el mejor lector de huellas en Android
Voy por la calle y noto como el Mate S vibra. Voy andando con paso ligero y el teléfono vibra un par de veces. Saco el móvil para ver qué es pero antes de buscar con el dedo la posición del botón en el marco lateral mi mano va directamente a la superficie trasera a encontrar el lector de huellas. Lo toco, la pantalla se enciende.
Este gesto ya estaba en el Mate 7 del año pasado y tengo que reconocer que me he malacostumbrado a él. Me gusta poder desbloquear el móvil sin tener que pulsar nada. Pongo el dedo con la pantalla apagada, se enciende rápido. Pruebo con la mano de otra persona, no responde. Huawei nos prometió mejoras en el lector este año y las ha cumplido con creces.
Este año tenemos más móviles con lectores pero de todos los que he probado este año, el mejor es el de Huawei. Da igual cómo coloques el dedo, no tienes que forzar la posición, funciona sin más, de forma muy sencilla además.
La colocación en la parte trasera es igual de válida que en la frontal (veremos qué tal en el lateral con el Xperia Z5). Cómoda, accesible y además el bajo relieve nos permite colocar el dedo ahí en una posición natural para no tapar por error la cámara y empañar el cristal de esta.
Esta vez el sensor además viene con un par de trucos: poder hacer gestos de deslizar (como los que hacemos en la pantalla táctil) en horizontal y vertical. Esto es algo que llevo buscando desde que LG introdujera botones traseros en el G2 y por fin alguien lo hace. Es cómodo y Huawei ha hecho una buena integración de software.
Por ejemplo, si deslizamos el dedo hacia abajo lanzaremos la barra de notificaciones. Parece una tontería pero si nos fijamos al tenerlo en la mano, es un gesto más fácil de hacer con una mano que cuando tenemos que estirar el pulgar para arrastrarla. Un deslizamiento hacia arriba la devuelve a su posición.
Además de esta función, podemos configurarla para usarla como disparador de la cámara, usar es deslizamiento horizontal para ver fotos (solo en la Galería de Huawei, no en otras aplicaciones) y poder contestar el teléfono desde ahí. Son unas cuantas opciones pero se echa de menos que ofrezcan un poco más de personalización para meterle otros accesos y funciones.
EMUI 3.1 y la huída de Material Design
EMUI viene esta vez sin novedades, misma versión que en el P8 (3.1) y un buen puñado de aplicaciones preinstaladas. Cuando digo un buen puñado no os engaño: os vais a encontrar de serie casi 2GB ocupados con juegos, aplicaciones de Huawei y otros servicios que probablemente no volváis a abrir una vez haya pasado la primera semana con el móvil.
Por fortuna, la mayoría de las secundarias (como los juegos) se pueden desinstalar sin problemas. Al final, las aplicaciones de sistema no son tantas y algunas son las típicas que no usas a diario pero que en momentos puntuales pueden ser útiles como la linterna o el espejo. Las más molestas se pueden eliminar.
Como ya vimos en el P8, ofrece muchas opciones de personalización: fondos y temas por doquier para que dejemos el móvil a nuestro gusto. Eso sí, siempre bajo las reglas de Huawei. Salirse de ellas e instalar otro launcher es una tarea complicada y que requiere tanto esfuerzo que no merece la pena.
Su capa funciona bien pero se aleja bastante de los cánones de diseño que tiene Google a día de hoy. Lo hacen bien pero desde luego no esperéis encontraros algo parecido a la experiencia Android sin personalizaciones porque entonces no es el móvil que estáis buscando me temo.
Al igual que en el P8, el Mate S controla la multitarea con mano de hierro. Elimina muchos procesos para aliviar la RAM pero sobre todo la batería. Cuando el móvil está con la pantalla apagada deja lo justo funcionando en segundo plano. Algo que está muy bien para ahorrar energía pero que a veces nos puede dejar fuera de juego.
¿Llevas un tiempo sin recibir mensajes en WhatsApp? ¿Te extraña que nadie te esté hablando por el Slack del trabajo? No te preocupes, no es que no te hagan caso, es que EMUI ha matado los procesos y por eso no te llega ninguna notificación. Por fortuna, se pueden introducir excepciones en el menú de ajustes para que en las aplicaciones que más usamos no mate los procesos.
El software es muy agresivo eliminando procesos en segundo plano y a veces es normal no recibir notificaciones de algunos servicios. Algo molesto si estamos muy atentos a algún servicio. Se pueden introducir excepciones eso sí
Pocos avances en este apartado donde todo se mantiene igual. Huawei no ha querido jugar la baza de pantalla grande para introducir algo diferente respecto al P8. Una multiventana no habría estado mal pero no parece que las prioridades del fabricante vayan en esa dirección ahora mismo.
Acercándose a la excelencia fotográfica
En la cámara Huawei repite con el sensor de 13 megapíxeles y matriz RGBW que ya vimos en el P8. Mismo componente junto a un procesador Altek para procesar la imagen y un estabilizador óptico de imagen.
El enfoque no es el más rápido pero sí uno de los más precisos cuando seleccionamos un punto sobre la pantalla. En automático es capaz de tomar buenas imágenes y el modo Pro con los controles manuales está siempre a mano y nos anima a que juguemos con él antes de disparar una foto. De hecho, que algo tan básico como la exposición se pueda controlar con un solo dedo tras enfocar es genial.
Las siguientes imágenes que os enseñamos se han hecho en modo automático salvo que se especifique lo contrario:
Algo que nos ha gustado es el modo macro, ya nos sorprendió en el P8 y ahora repite de nuevo. Hace un bokeh bonito en las zonas desenfocadas y aunque los resultados no son igual de buenos que en una cámara DSLR, están por encima de la gama en la gama alta.
El modo de pintura con luz vuelve y si bien es resultón, es muy probable que no le demos mucho uso. Quizá de forma puntual para enseñarle a nuestros amigos lo que podemos hacer pero nada más. Curioso pero prescindible.
Huawei, como en otros apartado, sigue mejorando y el sensor RGBW junto al procesado ofrecen un rendimiento excelente. De hecho, en lo segundo su desempeño es destacable pero todavía sigue teniendo margen de mejora en algunos aspectos como ofrecer colores más naturales (a veces son demasiado vibrantes) y un enfoque más rápido.
Huawei Mate S, la nota y opinión de Xataka
Mate S es un fruto más de la evolución que vivido Huawei este 2015. Lo han hecho bien y ese esfuerzo por pulir sus terminales para hacerlos más vistosos ha dado buenos resultados. El phablet de Huawei es muy interesante, pero tiene cosas que mejorar para ser el mejor.
El hardware, por ejemplo, se queda un pelín corto y aunque tiene algunos detalles muy interesantes como el lector de huellas, da la sensación de que todavía no es tan redondo como ellos esperaban. Hace todo bien pero sus rivales en la gama lo hacen igual o mejor en algunos aspectos. Sin olvidarnos, claro, de la amenaza del Honor 7 que con un precio más bajo le amenaza directamente.
¿Es un equipo recomendable? Si queremos un phablet tope de gama pero no queremos irnos a precios como los del S6 Edge+ o el Z5 Premium, sí. Esa es su principal baza y visto lo visto este año, tendrá su público. Aún así, confiamos en que en 2016 nos llegue un terminal más redondo. La perfección lleva tiempo.
8.5
A favor
- Excelente diseño, gran combinación de robustez y elegancia.
- El salto al AMOLED, atrevido pero acertado.
- El mejor lector de huellas en Android hasta la fecha.
- Gran cámara, no es perfecta pero rinde muy bien.
En contra
- La capa de software no aporta nada especialmente interesante.
- Perder 1.400 mAh de un año a otro.
- Buen rendimiento pero por debajo de otros tope de gama de 2015.
- Que Force Touch solo esté disponible en el modelo de 128 GB.
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