Habemus iPad Pro y con ello, casi el estreno de una nueva categoría de producto para Apple. Digo casi porque este primer iPad Pro está muy lejos de representar nada cercano a un sustituto de un portátil. Lo podría hacer por potencia o pantalla, pero ahí hay que detenerse. Por ahora es un iPad gigante. Enorme. Quizás hasta demasiado.
El iPad Pro no trata de hacer más portátil, táctil y "separable" un portátil, como Microsoft con su Surface, sino que mejora las prestaciones a nivel de pantalla, potencia y modo de interacción con el equipo sin dejar de tener un claro espíritu de tablet. Seguramente el futuro sea de este tipo de equipos, llamémosles convertibles u otra cosa, pero ahora es ahora y el iPad Pro, lo que tenemos sobre la mesa y como tal vamos a valorarlo en nuestra review. Para empezar, un adelanto en forma de nuestras primeras impresiones en vídeo.
Mucho más grande pero también con más área de trabajo
Puede que las apenas 3 pulgadas que incrementa la diagonal el iPad Pro respecto al iPad Air 2 no sean significativas como simple dato. Error. En mano esa variación supone una diferencia de tamaño real bastante impresionante. Casi abobinable abominable. La primera vez que ves el iPad Pro piensas que es algún tipo de broma. Tener la imagen mental de un iPad como algo compacto casusa este efecto irremisiblemente.
Pero el susto no lo es tanto en peso o grosor, donde la experiencia acumulada por Apple le sirve para conseguir un grosor de solo 6,9 mm y un peso de poco más de 700 gramos. Si, casi el doble que el actual iPad Air 2 pero bastante ligero para lo que hemos visto en "convertibles" en otras plataformas.
Pese a todo, el nuevo iPad Pro es definitivamente muy grande, bastante pesado para la concepción actual de tablet y claramente inasumible para manejar con una sola mano. En estas primeras horas con él, me ha quedado claro que su lugar natural es la mesa, en modo apaisado. Sin embargo Apple no ha hecho ningún esfuerzo a nivel de diseño para amoldar el uso del tablet en otros escenarios. Una simple peana desplegable y regulable, como la del Surface Pro, le habría quedado perfecta.
Esa mayor diagonal unida a una resolución de 2732 x 2048 píxeles siven al iPad Pro para conseguir un área de trabajo muy superior al actual en un iPad Air 2. Pero lo que ganamos hay que aprovecharlo más allá de poder usar dos aplicaciones en pantalla dividida de manera muy cómoda. Este iPad Pro pide a gritos aplicaciones que simplemente no se adapten sino que le saquen partido. Y su número o importancia no son todavía relevantes. Por ahora parece que las que más se están poniendo las pilas son las relacionadas con el retoque y creatividad, el gran nicho de este nuevo iPad.
Por último, de la calidad general de la pantalla no hay dudas. Como en la gama Air, el panel se ve espectacular, con una reproducción del color asombrosa, ángulos de visión completos y gran respuesta táctil a la que sumar nueva tecnología con la que integrar el uso de un lápiz óptico. Pero también va a ser muy habitual tener una gamuza suave a mano porque con tanta pantalla, las huellas son como un extra que no nos vamos a poder quitar de encima.
Potencia bruta para lo que queramos
Si en el diseño Apple nos ha dejado bastante fríos en este primer contacto, la impresión con la fluidez y rendimiento del iPad Pro va en el camino diagonalmente contrario. Los 4 GB de memoria RAM junto con el procesador A9X es una combinación asombrosa en este tablet.
Todo va increíblemente fluido, y en aplicaciones demandantes de potencia gráfica y de proceso, como podría ser uno de CAD o de edición fotográfica, el rendimiento de este iPad Pro promete mucho.
Si nos vamos a los datos, los resultados en GeekBench arrojan cifras superiores incluso a los Macbook Air de 13 pulgadas de este mismo año. Pero no es la comparación que debemos hacer. Mejor quédate con que Apple ha vuelto a demostrar el nivel al que ha llevado este tipo de procesadores, y que no deberá estar ya muy lejos el momento en que se atreva a usarlos en sus propios portátiles.
Todo ese derroche de innovación en el procesador se pierde cuando nos referimos a la memoria interna. Y no por rendimiento, pues ofrece datos de lectura y escritura magníficos, sino por la capacidad total. Aquí no hay un modelo de entrada de 16 GB. Esa capacidad se ha subido hasta los 32 GB, pero ya con un salto directo al de 128 GB. Aquí, lo justo nos hubiera parecido partir del inmediato inferior, es decir, de 64 GB. Pero a Apple le funciona su estrategia de forzar dar el salto al modelo superior y no iba a cambiarlo.
Una novedad importante en el hardare del equipo está relacionada con el sonido. De la discreción de los iPad actuales pasamos directamente a cuatro altavoces colocados en las esquinas y que nos dejan un sonido amplio y potente aunque con las lógicas limitaciones de un grosor tan reducido del equipo.
Un iPad a unos accesorios unido
Pensar en comprar un iPad Pro como un iPad principal cuando no vas a querer dibujar o usar su lápiz óptico es absurdo. De los dos accesorios básicos de este iPad, el delgado y ligero lápiz es el que realmente encaja de lleno con la idea que creo que hay detrás de este producto: facilitar una herramienta creativa a un cierto mercado. Ese me parece que es el punto de partida que luego lógicamente se ampliará.
El lápiz, que así lo llama directamente Apple, es ridículamente ligero y de aspecto asequible. Pero cuesta casi 110 euros. Por el motivo de arriba y el precio, lo sensato hubiera sido que todo conformara un pack, un elemento más como lo es el cable de carga.
Aunque puede serlo, aquí el lápiz no es una herramienta de interacción con el tablet en todo momento. En nuestras primeras pruebas se ha mostrado muy sensible y capaz de detectar el nivel de presión con precisión, permite un control total sin retraso apreciable y funciona sin problema alguno cuando apoyamos la mano sobre la pantalla del tablet. Hay detalles a mejorar desde el punto de vista de alguien que dibuja, pero queda más del lado del software de terceros que del propio lápiz.
Para emparejarlo basta con descubrir el puerto Lighting por el que también se carga y listo. Una vez emparejado ya no tendremos que hacerlo más. La batería es interna y Apple lo ha dotado de un modo de carga rápida por el que en menos de medio minuto ganamos una media hora de trabajo con el lápiz. Bien para una urgencia.
Aunque es un accesorio y no un elemento nativo del iPad Pro, no entendemos que no haya lugar específico para él en el diseño o al menos un sistema de acople magnético como tiene por ejemplo Surface Pro. Con el precio que tiene y su tamaño, preveemos más de un ataque de nervios por lo fácil que se plantea una posible pérdida del lápiz.
El otro accesorio que llega con el iPad Pro es un teclado. Si Apple quería convencernos de que este es un posible primer paso para borrar el portátil de nuestra mochila, tiene que mejorarlo. Y no solo a nivel de sistema operativo. Este teclado es básico, y el poco tiempo que lo hemos podido probar (Apple lo considera tan secundario que no ha retrasado la llegada del iPad a pesar de que no habrá disponibilidad del teclado hasta dentro de unas cuantas semanas) nos ha parecido con buen recorrido, buen tamaño y separación entre las teclas, pero lejos de la experiencia con un portátil o incluso del teclado del Surface Pro 4 actual. Habrá mucho donde elegir de los fabricantes clásicos que llevan años trabajando en este campo, como Belkin o Logitech, y por ahora parece que sus soluciones son más completas.
Algo que también se echa en falta es un touchpad con el que ser más ágiles a la hora de movernos por la interfaz de iOS, pero tampoco es complicado empezar a pensar en el toque directo en la pantalla como método de interacción aunque estemos en formato de trabajo "portátil". Su ausencia me parece otra pista de que no hay mucho interés en Apple en que escojas este iPad Pro en vez de un portátil.
Si te has quedado con ganas de más, no te alarmes. En unos días publicaremos la review completa del iPad Pro.
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