Aunque el esperado regreso de Nokia se produjo a principios de año, no fue hasta el pasado 16 de agosto cuando Nokia por fin anunció su primer móvil de gama alta, la pieza que faltaba para completar su discreto pero interesante catálogo. Hablamos, por supuesto, del Nokia 8.
El Nokia 8 llega con características de nivel como la pantalla 2K, el procesador Snapdragon 835 o su doble cámara, tres pilares clave para medirse de tú a tú con los móviles más punteros de la competencia. Aprovechando el marco de la feria IFA de Berlín, HMD ha sacado a pasear su nuevo flagship y hemos tenido ocasión de probarlo durante varias horas. Estas son nuestras primeras impresiones del Nokia 8.
Diseño 'clásico' con mucho cuidado por los detalles
Igual que sucede en muchos otros sectores de consumo, las modas mandan, y actualmente la moda en diseño dentro del mundo de los móviles es ajustar la pantalla al borde. De momento Nokia no ha entrado en esta carrera y el Nokia 8 tiene unos marcos superior e inferior bastante prominentes, pero no se le puede reprochar que tenga un tamaño o peso excesivos, de hecho se siente cómodo y no resulta complicado manejarlo con una sola mano.
Aquí la pantalla es clave. Tenemos 5,3 pulgadas, una diagonal equilibrada que ofrece una buena experiencia visual sin llegar a afectar negativamente la funcionalidad. Además, Nokia aprovecha el espacio en la parte inferior de la pantalla para colocar un lector de huellas, una posición mucho más cómoda que los lectores traseros cuando queremos desbloquear el móvil sin tener que cogerlo. Destaca que el lector tiene una forma muy alargada que no es muy habitual, pero se ha hecho un buen trabajo en la integración, consiguiendo un resultado muy estético.
Con respecto a materiales, el chasis está realizado en una única pieza de aluminio que busca esa sensación premium tan perseguida en el panorama móvil, y lo consigue. El móvil se siente sólido en mano sin llegar a ser pesado, las formas redondeadas de los bordes resultan muy ergonómicas y el metal está muy trabajado.
Los modelos con acabado brillante destacan sobre los demás, pero tienen la pega de que las huellas se quedan marcadas casi tanto como en el cristal, además al primer vistazo no parece metal sino plástico. Los modelos con acabado mate son más clásicos quizás, pero se agradece no tener que estar quitando las huellas constantemente. Un detalle que sí podría haberse disimulado más son las líneas de antena que recorren los bordes superior e inferior. Aunque se han colocado en una posición bastante discreta, las dos franjas son bastante más anchas de lo que se suele ver en otros dispositivos.
Volviendo a la pantalla, Nokia apuesta por un panel IPS de 5,3 pulgadas con resolución QHD o 2K. Aquí podremos llegar a conclusiones definitivas cuando lo probemos a fondo, pero en unas horas el panel nos ha dejado muy buena impresión tanto a nivel de calidad de imagen como de color y, sobre todo, brillo. El panel tiene un brillo de 700 nits y se nota a la hora de poder ver el contenido con reflejos directos. Eso sí, habrá que ver como impacta a la duración de la batería.
Snapdragon 835 + Android puro = 'win win'
La fluidez con la que se mueve el Nokia 8 ya ha quedado patente en esta primera toma de contacto, pero tampoco me ha pillado por sorpresa en el sentido de que el terminal tiene todo a su favor para ofrecer una gran experiencia de uso. Tenemos el chip más avanzado de Qualcomm, el Snapdragon 835, 4 GB de memoria RAM y un software sin apenas personalización, los tres ingredientes esenciales para que el móvil vaya como la seda.
Obviamente, hace falta una prueba más a fondo para emitir un juicio definitivo, pero a priori las sensaciones son muy satisfactorias. El sistema se mueve con total soltura al abrir varias aplicaciones al mismo tiempo, incluso usando la pantalla dividida que viene de serie en Android Nougat. También hemos probado algún juego con gráficos más complejos y no hemos detectado ningún fallo o caída de fps. Quizás el único punto que se le puede achacar es que pasado un rato la temperatura aumenta, sobre todo al manejar la cámara. Sin embargo, el sistema de refrigeración y el aluminio ayudan a disipar el calor de forma que no se nota ningún área especialmente caliente, sino que es más uniforme y en ningún momento ha llegado a ser molesto.
Sobre el software, aquí Nokia sigue fiel a su estrategia de no incluir personalización sobre Android. Tenemos Android 7.1.1 Nougat con una interfaz casi totalmente pura sin ninguna aplicación añadida, sólo añaden personalización en la de la cámara. Además de que ayuda a esa fluidez de la que hablábamos, esto también supone una ventaja desde el punto de vista de las actualizaciones, que según Nokia llegarán mucho más rápido que sucede con la mayoría de marcas de la competencia. Destacar también que el móvil que hemos probado venía con el parche de seguridad del 1 de agosto, ahora queda ver si recibe Android Oreo tan rápido como promete Nokia. Si lo hacen, el Nokia 8 puede ser una alternativa interesante a los Pixel y Nexus.
Para cerrar este apartado toca hablar de la batería. En este punto no podemos dar detalles ya que apenas unas horas no son suficiente para valorar si la autonomía está a la altura. Sin embargo, con 3.090 mAh y elementos como la pantalla QHD o el procesador Snapdragon 835, no parece que vaya a destacar especialmente, más bien podría quedar en un nivel estándar.
Cámaras: la vuelta a los orígenes sin renunciar a lo último
Las cámaras eran uno de los puntos clave de muchos móviles de la antigua Nokia, y el Nokia 8 recupera esta tradición, pero lo hace actualizándose a las tendencias actuales del mercado. Decíamos que Nokia no ha entrado en la carrera por reducir marcos, pero sí lo ha hecho en la de las dobles cámaras, y con un primer intento que pinta muy interesante. Además, resulta curioso ver como han apostado por una configuración tan a la última al tiempo que rescatan a Zeiss, el fabricante que antaño firmaba las lentes de algunos Nokia y que también vuelve en esta etapa.
Los dos sensores tienen 13 megapixeles y van montados bajo lentes Zeiss de apertura f/2.0, pero hay diferencias destacables entre ellos. El sensor principal del Nokia 8 es RGB -es decir, que registra información de color- y cuenta con un sistema de estabilización óptica (OIS). Por su parte, el segundo sensor captura solamente información en blanco y negro y no tiene estabilizador óptico.
¿Y qué conseguimos con esta configuración? Nokia propone varias funciones y modos que podemos usar gracias a la doble cámara, uno de ellos es elegir con qué sensor queremos disparar la foto, es decir, con el sensor a color, con el sensor en blanco y negro o con los dos al mismo tiempo.
El resultado entre disparar sólo con el sensor a color o con los dos es muy parecido, pero al comparar las imágenes se nota que la combinación de ambos sensores consigue una foto más clara y nítida, ampliando ligeramente el rango dinámico. Sin embargo, aquí habrá que probar esta opción en más situaciones para ver las ventajas que ofrece sobre tener un único sensor.
En cuanto a la calidad de imagen, hay que tener en cuenta que todas las fotos están hechas en un interior, por lo que no eran las mejores condiciones de luz. El detalle se resiente con la falta de iluminación y en algunas tomas incluso aparece ruido, pero se nota únicamente al ampliar. Habrá que ver qué tal se desenvuelve en condiciones más variadas.
La otra opción que conseguimos gracias a la cámara doble es, cómo no, el efecto bokeh o desenfoque del fondo que ya encontramos en la práctica mayoría de móviles con cámaras dobles. Además, en este caso Nokia permite elegir la cantidad de desenfoque en el momento de hacer la foto y también editarlo una vez disparada, tanto la intensidad del desenfoque como la zona de la foto que queremos mantener enfocada.
Al disparar la foto muestra una previsualización para que nos hagamos una idea de como quedará el desenfoque, pero ese primer efecto es bastante artificial, el resultado final está mucho mejor conseguido. Con respecto a la intensidad del desenfoque, lo que mejor nos ha funcionado en la prueba es elegir una cantidad media ya que así queda mucho más natural, si lo subimos al máximo es excesivamente artificial.
El editor de bokeh da buen resultado y puede servirnos para ajustar de forma más precisa cada disparo, algo que en otros terminales no es posible. Sin embargo, el funcionamiento es algo lento y cada vez que aplicamos un cambio aparece un mensaje en la pantalla que indica que está procesando, lo que hace que el retoque no sea todo lo fluido que nos hubiera gustado, pero no es nada insalvable.
Por otro lado, a pesar de que estábamos en un interior donde las condiciones de luz no eran las idóneas, el recorte del desenfoque está bastante bien conseguido. No nos hemos encontrado con un borde irregular o zonas con errores visibles a simple vista.
Además de las opciones de cámara doble, también cuenta con el habitual modo HDR que podemos activar manualmente o en automático. El resultado ha sido muy bueno, siempre con las condiciones de luz que teníamos durante la prueba, consigue ampliar el rango dinámico y salva esas zonas excesivamente oscuras.
Hablando de funciones habituales, no podía faltar el modo manual. El Nokia 8 permite ajustar parámetros como el modo de escena, el enfoque, el balance de blancos y la exposición. Me he quedado con ganas de probar más a fondo todas estas opciones, pero para eso tocará esperar al análisis. Además, he echado en falta la interfaz de anillos que Nokia ideó con aquella app Nokia Camera y que algunas marcas de competencia han adoptado como propio. En su lugar hay varios iconos con las distintas opciones que se despliegan conforme los abrimos.
Ya que estamos en la app de la cámara, comentar que es la única en la que Nokia ha pasado por completo de la experiencia Android stock, no sólo a nivel de apariencia, sino también de funciones. La primera impresión ha sido buena, está bastante bien organizada y resulta cómoda de manejar.
Tampoco le podía faltar el modo belleza, que en este caso viene tanto en la cámara trasera como en la delantera. El retoque que aplica se centra únicamente en suavizar la piel y el resultado es bastante natural siempre que no lo llevemos a máximo.
Por último mencionar el modo Dual Sight para poder grabar o hacer fotos de forma simultánea con ambas cámaras. Esta fue una de las novedades que Nokia destacó más en el anuncio del Nokia 8, pero la verdad es que ni es novedoso ni parece que vaya a ser muy práctico en el día a día.
El Nokia 8 satisface, pero llega tarde
Llevábamos desde principios de año esperando la entrada de Nokia en la gama alta y por fin la tenemos aquí. Tras un rodaje en el que las gamas baja y media fueron las protagonistas, la marca por fin nos trae un terminal con el que competir en primera división.
El Nokia 8 no se deja nada en el tintero; tiene un diseño con muy buenos acabados (con marcos, sí, pero todavía es pronto), un hardware de altura, pantalla de muy buena calidad y una cámara que, sin ser la mejor del panorama, consigue unos resultados muy prometedores. El software limpio y la promesa de actualizaciones ponen la guinda y podrían ser su mejor baza en el escaparate Android.
El problema al que se enfrenta el Nokia 8 es el momento. Este móvil habría tenido mucha más repercusión de haber sido presentado en el Mobile World Congress junto con los pesos pesados que inauguraron el panorama móvil de este año. Ahora, podríamos decir que está casi todo el pescado vendido y el flagship de Nokia, aunque satisface, se pierde en un mar de opciones que han ido llegando a lo largo del año, algunas bastante más baratas.
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