Antes de que todo el mundo hablara de los wearables, y Kickstarter nos empezaba a sorprender. Una pequeña compañía de Estados Unidos buscaba financiación para crear un reloj con una pantalla de tinta electrónica. Su campaña fue un éxito y el producto también que, a pesar de no ser el mejor en todos los aspectos, era el que mejor cumplía con su función: estar conectado al móvil y servirnos las notificaciones. Algo bastante meritorio si tenemos en cuenta que la compañía que lo parió no es precisamente un titán.
Pasó el tiempo y mientras Pebble no paraba de vender relojes, aprovecharon el CES para anunciar una nueva versión. Pocos cambios por dentro, pero muchos por fuera en una especie de tránsito a la vida adulta, o al menos más madura. Lo reconozco, en Las Vegas me enamoré de él y aunque ha tardado un poco en llegar ya está en mi muñeca para traernos no sólo un análisis sino la experiencia de estar con un smartwatch, que al final es de lo que se trata.
Un vestido más elegante para un reloj inteligente
Seamos honestos. Pebble no era el smartwatch más bonito del mercado. Es cierto que su acabado “sport”, como me dijo un representante de la compañía en Las Vegas, tampoco era feo pero daba la sensación de ser un gadget con correa. No tengo claro que esto sea lo que queramos llevar en la muñeca. Siempre he sido partidario de que algunas tecnologías deben ser poco visibles para el usuario. Quiero que parezca un reloj, no un invento salido de una película de ciencia ficción.
Aquí el salto a Pebble Steel demuestra que el proyecto ha madurado y si bien es cierto no tiene ese toque de diseño que tiene cualquier reloj de lujo, en muñeca luce espectacular. Es cierto que para gustos colores pero es innegable el esfuerzo que han hecho por darle un toque más serio. Trabajo que de paso han sabido traducir a un precio un poco elevado para lo que ofrece.
El cuerpo del reloj no es especialmente grande y el acabado en acero le da un aspecto muy robusto. Un adjetivo que se vuelve más grande si nos fijamos en la construcción de los botones. Siguen siendo algo sobredimensionados, en comparación con un modelo clásico, pero su integración en el cuerpo es total. Son duros y bastante resistentes.
De todos los smartwatch que he visto, y me he probado, hasta la fecha me quedo sin duda con el diseño de Pebble. Es quien más se aproxima al concepto tradicional de reloj y quien mejor se mimétiza. Personalmente no me terminan de convencer las propuestas futuristas de otros fabricantes o de quienes siguen obstinados de lo que queremos es un dispositivo electrónico pequeño pegado a la muñeca.
Cómodo en la muñeca, no es pesado, se agradece que Pebble lo venda con dos correas: una de cuero y una de acero a juego con el color del modelo que hayamos cogido. Como sucedía con la anterior generación, se ha respetado el estándar que usan el resto de relojes por lo que podemos comprarle una correa diferente y utilizarla sin ningún problema. Cuestión de gustos de nuevo, pero las dos que vienen son bonitas y agradables al tacto.
La pantalla: cuando la última tecnología no es la mejor opción
Si hoy en día nos intentaran vender un smartphone de gama alta con una tecnología inferior a los ya clásicos TFT, IPS LCD o AMOLED les miraríamos con cara rara. ¿Por qué no tiene lo último del mercado? Porque a veces apostar por lo más puntero no resuelve tus problemas, al menos en otras categorías.
Es cierto que en la categoría de los smartwatch todavía los fabricantes no se han puesto de acuerdo y cada uno apuesta por seguir su propio camino: tecnología Mirasol en Qualcomm, una pantalla a color de bajo consumo en Sony, un vibrante AMOLED curvo y táctil en Samsung… ¿Qué hace Pebble? Retroceder, preguntarse cuál puede funcionar mejor y apostar por un indiscutible en los libros electrónicos pero que parece generar dudas en otras categorías de producto: un LCD transreflectivo fabricado por Sharp.
Cuenta además con un sistema de retroiluminación y ofrece una resolución de 144x168 píxeles. Suena escaso pero ahora mismo es la mejor tecnología que se ve en exteriores. Mirasol también lo hace realmente bien, tuve oportunidad de probarlo en el CES, pero las diferencias con los relojes que apuestan por paneles más propios de un smartphone no se ven tan bien en cuanto hay mucha luz en el ambiente.
No es táctil, aunque no es algo que se echa de menos. Los cuatro botones son más que suficiente para moverse con fluidez por todos los menús y accesos del reloj. La respuesta de la pantalla es muy rápida y no se notan tanto los saltos como pasa en los libros electrónicos cuando se produce un refresco completo.
En condiciones de poca luz el sistema de retroiluminación sale a lucirse, nunca mejor dicho,y con un simple movimiento de muñeca veremos cómo se enciende y nos muestra la hora. Cuando estamos manipulando el reloj, o al pulsar cualquier botón, la pantalla se encenderá también durante un breve periodo.
¿Se quedan cortos esos 144x168 píxeles? Tras estar un mes usándolo me siguen sin parecer escasos aunque es cierto que cuando la tipografía es algo grande (a veces lo mínimo para que sea legible sin tener que pegar el ojo a la muñeca) hace que tengamos que realizar mucho scroll para ver todo el contenido, sobre todo con los correos electrónicos.
El software: experiencia, funcionamiento y ecosistema
Vamos con la madre de cualquier wearable que se precie ganarse un hueco, en este caso, en nuestra muñeca: el software. Qué hace, qué deja de hacer y la proyección de Pebble para el futuro. Durante estos días mucha gente me ha preguntado sobre la utilidad del smartwatch. ¿Lo es? Depende para quién, en mi caso se ha convertido en un accesorio bastante útil. Antes de entrar en materia os cuento mi experiencia.
Vas por la calle andando porque has quedado con un colega y cada dos por tres te empieza a vibrar el bolsillo: notificaciones de todo tipo. Correos electrónicos, mensajes de Whatsapp, avisos de redes sociales. Cuando empecé a usar smartphones miraba cada vez que sonaba pero ahora mismo no siempre lo atiendo al momento salvo que detecte el patrón de vibración que tengo configurado.
Con un smartwatch me ahorro tener que estar metiendo y sacando del bolsillo cada dos por tres. Un rápido vistazo a la muñeca me permite ver si lo que me acabe de entrar al móvil es importante o no. Me permite leer un extracto o a veces incluso el mensaje completo. Es más, hay aplicaciones que me permiten lanzar la aplicación y cuando lo desbloquee tenerla ya abierta para atenderlo.
Hay ratos en los que me gusta estar conectado, como por ejemplo el caso que os he citado. Cuando vas andando por la calle es útil o también cuando estás reunido con más gente y esperas un aviso o mensaje. Es una forma más sutil de estar atento al smartphone sin molestar a los demás.
No siempre lo llevo sincronizado con bluetooth, la sincronización funciona a la perfección por cierto, ya que hay veces que esa conexión no me produce ningún beneficio. Cuando estoy delante del ordenador, y tengo conexión, todas las notificaciones me entran directamente a la pantalla del portátil con PushBullet. Hay otras veces en las que simplemente quiero descansar, relajarme y no estar pendiente de lo que me llega.
¿Dura mucho la batería? De media he estado cargando el reloj una vez cada cinco días teniéndolo unas cinco o seis horas al día emparejado con el móvil. Sin conectarlo por bluetooth, es capaz de aguantar una semana sin problema pero claro: no nos hemos comprado un smartwatch sólo para ver qué hora es, no?
Configurar el reloj es sencillo y la sincronización con el móvil y la aplicación hacen que la experiencia de uso sea agradable desde el primer momento. Pebble además actualiza el firmare con cierta frecuencia por lo que los fallos que van surgiendo se pulen con rapidez. De hecho el emparejamiento, después de la primera configuración, simplemente se reduce a activar el bluetooth en las dos partes.
La aplicación móvil, que hace las veces de tienda, se encarga de gestionar las actualizaciones de software del reloj y también de instalar y mover las carátulas del reloj (watchfaces) y las pequeñas apps que se pueden utilizar. En total tenemos ocho ranuras en las que podemos colocar elementos de estos dos tipos. Un espacio algo escaso, si lo comparamos con otros modelos. Resulta curioso que vaya por espacios predeterminados y no por MB.
Pebble tiene un montón de skins diferentes que van desde el clásico Casio a agujas más elegantes. Hay mucha variedad para elegir, y bastante movimiento, con la posibilidad añadida de que podemos hacer la nuestra propia con un editor para móviles. La mayoría son gratuitas aunque hay unas pocas de pago (menos de euro por cada una) donde se activan algunas funciones como visualizar el porcentaje de batería o si estamos emparejados por bluetooth o no.
Por otro lado tenemos las aplicaciones como tal. Son bastante sencillas y van conectadas al móvil bien para tener conexión a internet directamente a través de una API (por ejemplo Foursquare o Evernote) mientras que otras necesitan una adicional que se tiene que instalar en el smartphone. Algo bastante engorroso ya que normalmente su instalación no aporta mucho a la parte móvil, más allá de alguna que otra opción de configuración.
¿Son útiles las aplicaciones? Depende de cómo queramos usarlo. Por ejemplo las de control de música para aplicaciones como Spotify lo son, o la de Foursquare para hacer check in rápidos. Otras no tanto, como los clientes de Twitter: no es la mejor pantalla para leer nuestra línea del tiempo. Además de las que podemos descargar, el reloj viene con dos básicas: el control de música (para el reproductor por defecto de nuestro móvil) y una alarma.
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A favor
- Calidad del reloj y el diseño
- Fácil de sincronizar y funcionamiento fluido
- La duración de la batería
- Un ecosistema de aplicaciones sólido
En contra
- Botones algo sobredimensionados
- El logo de Pebble en la frontal es bastante grande
- Precio
La enseñanza de un pequeño a muchos gigantes, la opinión de Xataka
Estamos acostumbrados a que los grandes fabricantes sean quienes lideren la innovación tecnológica en muchos sectores. Sin embargo, de vez en cuando hay compañías con un perfil más discreto que nos enseñan que los pequeños también pueden convertirse en referentes de una categoría. Pebble es un buen ejemplo de ello. Este nuevo modelo viene a reivindicar el buen hacer del modelo original pero con un cuerpo y un diseño mucho más atractivo y resistente que la generación anterior. Pocos cambios por dentro, algo que alegrará a los compradores del original, donde el diseño juega se convierte en el valor más diferencial pero no el único si lo comparamos con la competencia. La comunicación entre los dos dispositivos es total y salvo algún tropiezo leve hacen que la experiencia de uso no sea frustrante sino todo lo contrario. El ecosistema de aplicaciones es algo justo pero según vaya expandiéndose seguro que irá creciendo. Queda ver si Android Wear será un freno para ellos o bien un digno rival contra el que esforzarse para ser un mejor smartwatch. De momento, el mejor smartwatch que he probado donde su único gran pero es el precio: algo excesivo, aunque el diseño se paga. Como consejo personal: evitad comprarlo y elegir DHL para que os llegue más rápido. Lo hará, no os quepa duda, pero con 80 euros de gastos añadidos a causa del paso por aduanas. Samsung, Sony, mirad y aprended. No tenéis un mal producto pero este pequeño estadounidense os puede enseñar unos cuantos trucos.Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
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