Nuestra primera toma de contacto con los televisores que Philips ha colocado en el mercado este año llegó a finales del pasado mes de enero, durante el evento que la marca holandesa organizó en Ámsterdam. Allí pudimos ver en acción no solo los nuevos modelos con panel OLED, sino también las propuestas LCD LED con las que este fabricante defiende su posición en este mercado. Y de todas ellas sin duda una de las más interesantes por su relación coste/prestaciones es el modelo que analizamos en este artículo.
La familia 8503, a la que pertenece este televisor, conforma actualmente la gama más alta que tiene Philips con panel LCD 4K UHD. Sin embargo, a diferencia de otros fabricantes, como Sony o Samsung, que apuestan en sus modelos «tope de gama» LCD por retroiluminación LED FALD, el fabricante holandés se ha decantado por retroiluminación LED periférica, probablemente para colocar sus «teles» en el mercado con un precio más competitivo. El reto que tiene por delante en estas circunstancias es, por tanto, demostrarnos que merece la pena que nos fijemos en ella. Veamos qué nos ofrece esta familia de televisores.
Philips 8503: especificaciones técnicas
La principal seña de identidad de este televisor es, sin duda, la tecnología Ambilight. Solo hace falta darse una vuelta por un foro especializado en audio y vídeo para darse cuenta de que esta innovación tiene detractores, pero también muchos adeptos que pregonan su fidelidad a la marca holandesa, precisamente, debido a esta prestación. Como cabe esperar de un modelo de gama alta, la versión implementada en este televisor es la de tres lados, y, por tanto, es la que sobre el papel nos ofrece la experiencia de inmersión en los contenidos más lograda.
El panel LCD elegido por Philips en este modelo es de tipo IPS, una tecnología que en gran medida evita la degradación del color cuando el ángulo desde el que se observa la imagen no es el óptimo. Curiosamente, esta es la misma estrategia utilizada en sus televisores LCD LED por LG, pero no por Samsung y Sony, que suelen decantarse por los paneles de tipo VA, que habitualmente nos ofrecen un tiempo de respuesta más reducido, y, por ello, también un menor desenfoque de movimiento (motion blur), pero que adolecen de unos ángulos de visualización más limitados.
El procesador de imagen P5 Perfect Picture Engine es actualmente el motor de procesado más sofisticado que tiene Philips, y está disponible tanto en los modelos OLED como en buena parte de los LCD LED
Otro componente de esta «tele» en el que merece la pena que nos fijemos es su procesador de imagen. Este chip, conocido como P5 Perfect Picture Engine, es el motor de procesado más sofisticado que tiene actualmente Philips. Aun así, no está relegado solo a los televisores OLED de la gama más alta, sino que también asume la responsabilidad de procesar las imágenes de los modelos OLED menos ambiciosos, y también de buena parte del catálogo LCD LED de esta marca. Profundizaremos en sus prestaciones un poco más adelante en este mismo artículo.
Por otro lado, la tecnología de nanopartículas implementada en el panel de este televisor trabaja «codo con codo» con el procesado de color de 17 bits que lleva a cabo el chip de imagen P5 para hacer posible la reproducción de una gama de color más amplia. Sobre el papel este modelo trabaja con una gama de 2.250 trillones de tonos distintos, una característica que, según Philips, le permite cubrir el 90% del espacio de color DCI-P3. Más adelante, en el apartado dedicado a nuestro banco de pruebas, veremos si nuestra percepción subjetiva del color está en consonancia con el potencial teórico de este modelo en este ámbito.
Modelo | Philips 8503 4K LED Ultra HD |
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Tamaños disponibles | 49, 55 y 65 pulgadas |
Resolución | 4K UHD (3.840 x 2.160 puntos) |
Tecnología del panel | LCD IPS (10 bits) |
Tipo de retroiluminación | Edge LED (periférica) |
Atenuación de la retroiluminación | Atenuación local |
Refresco nativo del panel | 120 Hz |
Procesador de imágenes | P5 Perfect Picture Engine |
Mejora de la imagen | Micro Dimming Pro |
Mejora del color | Nano IPS. Cobertura del espacio de color DCI-P3 del 90% |
HDR | HDR10+ |
Tecnología 3D | No |
Entradas HDMI | 4 (2 de ellas son HDMI 2.0 y las otras 2 HDMI 1.4) |
HDCP | HDCP 2.2 (para HDMI 1 y 2) |
HDMI-CEC | Sí |
Canal ARC por HDMI | Sí |
Puertos USB | 2 |
Formatos de reproducción de vídeo | Contenedores AVI y MKV, H.264/MPEG-4 AVC, MPEG-1, MPEG-2, MPEG-4, WMV9/VC1, HEVC (H.265) y VP9 |
Modos de imagen | Vivo, Personal, Natural, Estándar, Cine, Juego, Monitor, ISF Día e ISF Noche |
Conectividad inalámbrica | WiFi 802.11ac 2x2 |
Compatibilidad HEVC | Sí (hasta 3.840 x 2.160/60p 10 bits) |
Altavoces | Barra frontal y altavoz trasero (45 vatios) |
Formatos de sonido soportados | Dolby Atmos, DTS-HD y DTS TruSurround |
Sistema operativo | Android 7.0 Nougat |
Almacenamiento interno | 16 GB |
Clasificación de nivel energético | A/A+ |
Sintonizadores DVB-T | 2 |
Dimensiones con soporte | 1.234,8 x 787 x 251,6 mm (55") |
Peso con soporte | 23,1 Kg (55") |
Precio | 1.545 euros (55") |
Diseño y acabado: no es el más estilizado, pero su construcción es notable
Buena parte de las marcas asiáticas de televisores lleva años esforzándose para reducir el grosor tanto de los marcos como del chasis principal de sus propuestas, pero Philips en este terreno va por otros derroteros (a pesar de que actualmente se pedigrí no es solo europeo, sino también chino). Como podéis ver en las imágenes que ilustran este análisis, los marcos de este modelo no son en absoluto exagerados, pero tampoco son tan finos como los de algunos televisores de los fabricantes surcoreanos y japoneses, una sensación reforzada por la presencia de una barra de sonido adosada al marco inferior.
Eso sí, el acabado del perfil frontal de este televisor en aluminio cepillado no solo es atractivo visualmente, sino que también le da un «toque premium» muy resultón. Además, su mecanizado es impecable, por lo que en esta materia no puedo ponerle ninguna pega.
En gran medida la responsable de que el chasis de este televisor no sea tan fino como el de algunos de sus competidores es la tecnología Ambilight, que requiere espacio en el panel trasero para alojar los diodos LED que se encargan de la iluminación ambiental. Y también espacio dentro del propio chasis para la circuitería de control (aunque en principio el tamaño de esta placa de circuito impreso no debería ser mayor que el de una Raspberry Pi). La retroiluminación, como os adelanté al principio del análisis, es de tipo Edge LED, y, por tanto, periférica. Probablemente de haber sido de tipo FALD (Full Array Local Dimming) habría sumado unos milímetros más al grosor de esta «tele».
Otro apartado en el que Philips parece ir en cierta medida contracorriente es el derivado del diseño de la peana que da estabilidad al chasis principal del televisor. Mientras otras marcas se esfuerzan por diseñar soportes estilizados y poco intrusivos, este modelo se desmarca con una peana de aluminio bastante voluminosa que, eso sí, confiere una estabilidad muy notable al conjunto. En su defensa no me cuesta reconocer que su mecanizado, al igual que el del chasis, es estupendo.
¿El alma de este televisor? Sin duda, el procesador de imagen P5
Durante mi participación en el evento que Philips llevó a cabo a finales del pasado mes de enero en Ámsterdam, y en el que pude «catar» por primera vez este televisor, tuve la oportunidad de hablar con Danny Tack, Director de Planificación y Estrategia de Producto de Philips, y uno de los técnicos de la marca con un conocimiento más profundo de todo lo que tiene que ver con el procesado de la imagen. Un auténtico gurú. Precisamente fue Tack quien me explicó buena parte de las peculiaridades del procesador de imagen P5, que es en gran medida el responsable de las imágenes que es capaz de restituir este televisor.
El chip P5 cuenta con un algoritmo de procesado diseñado específicamente para detectar la presencia o no de metadatos HDR en la señal entrante con el objetivo de llevar a cabo un análisis minucioso de su contraste, color y nitidez, adecuando de esta forma el procesado a las características de la señal de vídeo que es necesario restituir. Este modelo satisface la norma HDR10+, y, por tanto, es capaz de leer metadatos dinámicos y ajustar el nivel de brillo y el color durante la reproducción de los contenidos, y no solo de forma previa al inicio de la visualización.
En lo referente al color, como os adelanté en los primeros párrafos del análisis, el chip de imagen P5 lleva a cabo un procesado de 17 bits, lo que le permite reproducir 131.072 tonos diferentes (217) de cada uno de los colores básicos que componen las imágenes. En consecuencia, trabaja con una gama de color de 2.250 trillones de tonos distintos (131.0723). Eso sí, los paneles más avanzados hoy en día son de 10 bits, y, por tanto, pueden reproducir un espacio de algo más de 1.073 millones de colores diferentes (1.0243). El procesado de 17 bits de Philips mejora la precisión al trabajar con el color, pero al final el panel restituye un espacio de 10 bits.
Por otro lado, dos de los algoritmos ejecutados por el procesador de imagen P5 son Perfect Sharpness y Perfect Motion. El primero analiza la señal de vídeo entrante para, al margen de cual sea su resolución, incrementar su nivel de detalle. Lo más curioso de esta tecnología es que actúa también sobre fuentes nativas con resolución 4K UHD, lo que demuestra que los procesadores de imagen más avanzados tienen margen de maniobra incluso sobre las fuentes de vídeo con más resolución y una menor tasa de compresión. El otro procedimiento, al que han llamado Perfect Motion, se responsabiliza de procesar los fotogramas uno a uno para eliminar el desenfoque de movimiento en las secuencias con objetos que se desplazan rápidamente o movimientos veloces de la cámara.
En la fotografía que tenéis debajo de estas líneas podéis ver cuáles son los modos de imagen predefinidos en este televisor. «Cine» es el adecuado para reproducir contenido cinematográfico; «Juego» reduce el procesado para minimizar la latencia de entrada; «Monitor» ajusta el nivel de brillo, el color y la latencia para mejorar nuestra experiencia cuando conectamos nuestro ordenador al televisor, y «Natural» suele ser el modo adecuado cuando reproducimos contenidos DVB-T. Un apunte interesante: este televisor también está capacitado para asumir un proceso de calibración ISF (Imaging Science Foundation), que, cuando es llevado a cabo por un profesional, nos asegura que nuestra «tele» nos está entregando la imagen más fidedigna y con más calidad que es capaz de restituir.
Nuestro banco de pruebas
Para poner a prueba la calidad de imagen y sonido de este televisor de Philips recurrí a mi banco de pruebas habitual, en el que destacan las ediciones en formato Blu-ray 4K de «Blade Runner: 2049», «El renacido» y «La llegada», así como en Blu-ray Disc de «El caballero oscuro» y «Dunkerque». También recurrí a White Screen Page para comprobar la homogeneidad de la retroiluminación y la precisión de la atenuación, así como la habilidad que tiene este televisor cuando se ve obligado a reproducir colores puros.
Empecemos por uno de los apartados en los que este modelo debería sentirse más cómodo: la reproducción del color. Todas las películas que he mencionado en el párrafo anterior tienen en común una fotografía muy cuidada y una calidad de imagen sobresaliente que impresiona cuando el dispositivo de visualización está a la altura. Y, en este escenario de prueba, este modelo lo ha estado. El modo «Cine» nos ofrece, sin apenas necesidad de tocar los ajustes de fábrica, una reproducción del color muy natural y rica. De hecho, es uno de los televisores con panel LCD que mejor reproduce el tono de la piel, al menos de cuantos he tenido la ocasión de analizar hasta ahora. Imagino que cuando se lleva a cabo la calibración ISF el resultado debe ser aún mejor.
Este televisor nos ofrece una reproducción del color muy natural y rica, así como un nivel de detalle en zonas oscuras que se acerca al de la serie XF90 de Sony con retroiluminación FALD
En lo que concierne al nivel de detalle que este televisor es capaz de recuperar tanto en las zonas en sombra como en las más iluminadas lo más honesto que puedo afirmar es que «le pisa los talones» al modelo 55XF90 de Sony, que actualmente es el tope de gama con panel LCD LED de la firma japonesa, y que analicé hace pocas semanas. No obstante, hay una diferencia esencial entre ambos televisores: el Sony cuenta con retroiluminación FALD, mientras que el Philips utiliza retroiluminación periférica. Esto debería favorecer al televisor de Sony, y lo hace, pero el resultado es mucho más parecido entre ambos modelos de lo que esperaba, lo que, obviamente, deja en buen lugar al 8503 de la marca holandesa.
Con los contenidos HDR este televisor rinde bien, pero no nos ofrece un resultado tan impactante como el de, por ejemplo, los modelos QLED más avanzados de Samsung, posiblemente gracias al mayor nivel de brillo de estos últimos. Aun así, en este terreno la propuesta de Philips no desentona y nos garantiza una experiencia muy lograda, eso sí, siempre y cuando los contenidos acompañen (el HDR no luce en absoluto igual en todas las películas).
El sistema operativo por el que se ha decantado Philips en sus últimas generaciones de televisores es Android TV, y este modelo no es una excepción a esta norma. Incorpora la versión 7.0 Nougat, como buena parte de sus competidores. Y, al igual que ellos, adolece de cierta pesadez cuando nos movemos a través de la interfaz y accedemos a las aplicaciones. Es una carencia que he observado en prácticamente todos los televisores con Android TV, lo que refleja que las marcas deberían apostar por un SoC un poco más potente que sea capaz de ejecutar esta capa de software con más suficiencia.
Vamos ahora con otro apartado importante: el sonido. De reproducir la banda sonora de nuestras películas y el audio de nuestros juegos se encarga la barra de sonido adosada a la parte inferior del panel frontal del televisor (podéis verla en la mayor parte de las fotografías que ilustran este análisis), así como un altavoz de cierto tamaño ubicado en el centro del panel trasero. ¿El resultado? No es para quedarse boquiabierto, pero, al menos, supera al de buena parte de los televisores con panel LCD y OLED que podemos encontrar actualmente en el mercado. Y esto no está nada mal.
Será suficiente para los usuarios que no son entusiastas del cine y los videojuegos, pero aquellos que sí lo son harán bien en comprar una buena barra de sonido, como las que os recomendamos en esta selección que hemos publicado recientemente. O, mejor aún, conectando su «tele» a un equipo de cine en casa multicanal.
En lo que concierne al escalado a resolución 4K UHD, cuando se lleva a cabo a partir de una señal 1080p, como, por ejemplo, la de una película en Blu-ray Disc, el trabajo realizado por el algoritmo Perfect Sharpness, del que os hablé unos párrafos más arriba, es fabuloso. El nivel de detalle que es capaz de recuperar es tal que en ocasiones da la sensación de que estamos viendo contenido 4K nativo. Pero cuando la señal de vídeo entrante tiene una calidad inferior (1080i o menos) el resultado no es ni mucho menos tan convincente porque el nivel de detalle y la nitidez se resienten claramente. No obstante, es un escenario en el que sufren en mayor o menor medida todos los televisores 4K UHD.
Un último apunte: la latencia de entrada en este modelo se reduce sensiblemente al activar el modo de imagen «Juego», por lo que os aconsejo encarecidamente habilitarlo si os hacéis con este televisor y vais a usarlo para jugar. En algunos títulos, como los de acción en primera persona y los de lucha, la diferencia es muy grande y puede condicionar mucho nuestra experiencia.
Philips 8503: la opinión de Xataka
Aunque el diseño y la ingeniería de los televisores de Philips se lleva a cabo en Holanda, el respaldo de TP Vision y el ADN chino de esta última compañía se hacen notar en el precio al que este modelo ha llegado al mercado, que es algo más comedido que el de los televisores LCD LED de prestaciones equiparables de algunos de sus rivales. No cabe duda de que es una opción con una relación precio/prestaciones atractiva, pero si nos ceñimos estrictamente a su calidad de imagen, el 8503 sale bien parado.
Su calidad de imagen global es alta, pero brilla especialmente por su capacidad de reproducir el color con naturalidad, y también por el nivel de detalle que arroja en zonas oscuras, que se acerca mucho al de las soluciones con retroiluminación FALD. Sus negros, además, son profundos. No tanto como los de los modelos con panel OLED, como cabe esperar, pero sí de los más logrados con tecnología LCD LED. Y su sonido resulta sorprendentemente convincente, sobre todo si tenemos en cuenta que el audio de los televisores modernos no suele depararnos muchas alegrías.
¿Pegas? Sí, las tiene. Por un lado, su HDR no es tan espectacular como el de algunos de sus competidores, como las series XF90 de Sony o Q7F y Q8F de Samsung. Además, no es un televisor especialmente estilizado, sobre todo si nos fijamos en su peana, que es mucho más aparatosa y «ruda» que la de otras opciones que podemos encontrar actualmente en el mercado. Y, por último, adolece de lo mismo que casi todos los televisores que integran Android TV: este sistema operativo no «corre» con la ligereza que los usuarios desearíamos. En cualquier caso, estas carencias no son críticas, por lo que creo firmemente que merece la pena tenerlo en cuenta si buscamos un televisor a la última y su precio nos encaja.
8,4
A favor
- Reproduce el color con mucha naturalidad y riqueza
- Su nivel de detalle en zonas oscuras es muy alto, a pesar de no utilizar retroiluminación FALD
- Su sonido es convincente, sobre todo dadas las limitaciones de estos televisores
- El teclado completo de su mando a distancia es muy práctico
En contra
- La peana es voluminosa y poco estilizada
- Android TV no «corre» con la ligereza que sería deseable
- HDR digno, pero no espectacular
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