Los grandes fabricantes de televisores que ponen a punto dispositivos OLED compran mayoritariamente estos paneles a LG Display. Esta empresa es la filial especializada en el diseño y la fabricación de paneles LCD y OLED de la compañía surcoreana, y no vende sus soluciones únicamente a LG Electronics, sino también a marcas como Sony, Panasonic, Bang & Olufsen o Philips, entre muchas otras.
Este panorama podría incitarnos a pensar que si los paneles OLED de estas marcas tienen la misma procedencia la calidad de imagen de estos televisores debería ser la misma. Pero no, no es así. El procesado desarrollado por cada fabricante es propio y tiene un impacto directo en la calidad de imagen. De hecho, es al menos tan importante como el panel. Esta es, precisamente, una de las bazas más contundentes del televisor de Philips al que vamos a dedicar este análisis. Pero no es la única. Y es que esta marca parece decidida a convencernos de que sigue en plena forma. Veamos si realmente es así.
Philips OLED+ 903: especificaciones técnicas
Sobre el papel las características del panel OLED de este televisor son esencialmente las mismas que exhiben los demás televisores con esta tecnología que podemos encontrar en el mercado. Tiene una profundidad de color de 10 bits, resolución 4K UHD (3.840 x 2.160 puntos) y relación de aspecto 16:9. Lo habitual. Eso sí, está respaldado por el que actualmente es el procesador de imagen más avanzado que tiene Philips: el chip P5 Perfect Picture Engine de segunda generación.
El motor de imagen P5 cuenta con un algoritmo de procesado diseñado específicamente para detectar la presencia o no de metadatos HDR en la señal entrante con el objetivo de llevar a cabo un análisis minucioso de su contraste, color y nitidez, adecuando de esta forma el procesado a las características de la señal de vídeo que es necesario restituir. Y en lo referente al color lleva a cabo un procesado de 17 bits, lo que le permite reproducir 131.072 tonos diferentes (217) de cada uno de los colores básicos que componen las imágenes. En consecuencia, trabaja con una gama de color de 2.250 trillones de tonos distintos (131.0723).
Este televisor está respaldado por el que actualmente es el procesador de imagen más avanzado que tiene Philips: el chip P5 Perfect Picture Engine de segunda generación
Eso sí, el panel de este televisor, como hemos visto, es de 10 bits, por lo que consigue reproducir un espacio de algo más de 1.073 millones de colores diferentes (1.0243). El procesado de 17 bits de Philips mejora la precisión al trabajar con el color, pero al final el panel restituye un espacio de 10 bits. Otros dos algoritmos interesantes ejecutados por el procesador de imagen P5 son Perfect Sharpness y Perfect Motion. El objetivo del primero es incrementar el nivel de detalle de la señal de vídeo, mientras que el segundo persigue eliminar el desenfoque de movimiento en las secuencias con objetos que se desplazan rápidamente o movimientos veloces de la cámara.
En lo que concierne a la compatibilidad con los formatos HDR que compiten por acaparar el mercado de los contenidos Philips ha seguido los pasos de Samsung, y no los de Sony o LG. Y es que este televisor puede lidiar con contenidos HDR10, HDR10+ y HLG, pero no con material Dolby Vision. Un apunte que nos interesa tener en cuenta en este contexto: el procesado de los metadatos dinámicos de HDR10+ está disponible a través de fuentes USB y VOD, como las apps de Netflix o Amazon Prime Video, pero no cuando reproducimos contenidos desde un reproductor externo con interfaz HDMI.
Por otro lado, el sistema operativo que actúa como intermediario entre nosotros y el televisor, y del que depende en gran medida nuestra experiencia, es Android TV 7.0 (Nougat), que es actualizable a Android TV 8.0 (Oreo). En cualquier caso, la auténtica seña de identidad de los televisores de Philips, lo que los hace diferentes de las propuestas de las demás marcas, es la tecnología Ambilight. Esta innovación recurre a unos diodos LED colocados en el panel posterior del televisor para proyectar a su alrededor unos haces de luz que se adaptan de forma dinámica a las imágenes que estamos reproduciendo con el objetivo de ofrecernos una mayor inmersión en los contenidos. Esta tecnología no es del agrado de todo el mundo, pero conozco usuarios que están encantados con ella desde hace años.
PHILIPS 55OLED903 | Características |
---|---|
PANEL | OLED de 10 bits 4K UHD de 55 pulgadas y con relación de aspecto 16:9 |
RESOLUCIÓN | 3.840 x 2.160 puntos |
PROCESADOR DE IMAGEN | P5 Perfect Picture Engine con 4 núcleos |
HDR | HDR10, HDR10+ y HLG |
TECNOLOGÍA AMBILIGHT | Sí, de 3 lados |
SISTEMA OPERATIVO | Android TV 7.0 (Nougat) |
MEMORIA INTERNA | 16 GB (ampliable a través de USB) |
SONIDO | 2.1 canales. 50 vatios RMS de potencia de salida Diseñado y ecualizado por Bowers & Wilkins 2 tweeters con cúpula de titanio, 2 altavoces de medios con diafragma de fibra de vidrio y 1 woofer radiador pasivo |
CONECTIVIDAD | 4 x HDMI 2.0, 2 x USB, 1 x vídeo por componentes, 1 x CI+, 1 x antena RF, 1 x RJ-45, 1 x entrada I/D de audio, 1 x salida para auriculares y 2 x entradas para satélite |
CONECTIVIDAD INALÁMBRICA | WiFi 802.11ac 2x2 MIMO |
DOBLE SINTONIZADOR | Sí / DVB-T/T2/T2-HD/C/S/S2 |
CONSUMO | 146 vatios |
ETIQUETA ENERGÉTICA | Clase B |
DIMENSIONES | 1.227,8 x 763,1 x 230 mm (con soporte) |
PESO | 22,3 kg (con soporte) |
PRECIO | 1.599 euros |
Diseño y acabado: el minimalismo bien entendido convence
Antes de seguir adelante me parece buena idea contaros una anécdota que quizá os parezca interesante, y que ilustra la simplicidad por la que se han decantado los ingenieros de Philips durante la puesta a punto de este modelo. El análisis de este televisor lo simultaneé con el del NanoCell SM9800 de LG, por lo que no pude evitar comparar algunas características de ambos dispositivos. Curiosamente, la instalación de la peana del televisor de LG fue engorrosa y me dio más trabajo del habitual, pero los dos estilizados pies del modelo de Philips me lo pusieron muy fácil. Unos pocos tornillos bastaron para tenerlos colocados en poco más de un minuto.
Como podéis ver en las imágenes que ilustran este artículo, el diseño de este televisor es simple y nada recargado, en gran medida gracias al minimalismo de los dos pies, que son tan estilizados que fácilmente pueden pasar desapercibidos. Los marcos tienen un grosor similar al de la mayor parte de sus competidores, así que no tengo nada que objetar. Eso sí, al marco inferior está adosada una barra de sonido diseñada y ecualizada por Bowers & Wilkins, un fabricante inglés de cajas acústicas para aplicaciones de alta fidelidad. Un poco más adelante indagaremos en su rendimiento.
Además, el acabado de este televisor está a la altura de lo que podemos exigir a un modelo de gama alta. El plástico del panel trasero recurre a un policarbonato de buena calidad, y los pies y el marco son de aluminio y están bien mecanizados. Nada que objetar hasta aquí. Un detalle que tiene más relevancia de la que puede parecer es la tela utilizada por Philips para revestir la barra de sonido alojada en la base del televisor. Su color y tacto me parecen acertados, pero lo más importante es que es acústicamente transparente, por lo que su impacto en el sonido emitido por los altavoces debería ser mínimo. En cualquier caso, este detalle no es tan relevante en un televisor como en unas cajas acústicas de alta fidelidad concebidas para reproducir el sonido de la manera más fidedigna y pulcra posible.
Calibración y experiencia de uso
Afortunadamente este televisor viene muy bien calibrado de fábrica. De hecho, en mi opinión se codea con los modelos de la familia Master Series de Sony y los gama alta de Panasonic, que son, según mi experiencia, los televisores de consumo con la calibración de fábrica mejor afinada. Aun así, los usuarios que quieran pulir sus imágenes aún más, bien para extraer todo el potencial del panel y la electrónica, bien para adecuar la estética de las imágenes a sus preferencias, tienen un abanico muy amplio de parámetros avanzados que pueden manipular y que ponen a su disposición un margen de maniobra considerable.
Durante mis pruebas el único parámetro que toqué ligeramente fue la temperatura de color, pero, honestamente, podría haber convivido con este televisor durante meses utilizando la calibración de fábrica y sin sentir que me estaba perdiendo algo. En cualquier caso, a los usuarios que quieran ir un paso más allá y estén decididos a extraer de este televisor todo su potencial les alegrará saber que es compatible con el software de calibración automática CaIMAN.
Por otro lado, la experiencia que nos ofrece Android TV en este televisor es similar a la que nos propone, por ejemplo, Sony, que utiliza en sus pantallas este mismo sistema operativo. No va en absoluto mal; de hecho, el rendimiento de esta plataforma ha mejorado mucho si comparamos cómo se comportan las últimas revisiones con la latencia que tenían las anteriores. Sin embargo, a mí, y es una opción personal, me gustan más tanto por su estética como por su rendimiento Tizen, el sistema operativo que usa Samsung en sus televisores, y WebOS, que es la plataforma utilizada por LG en los suyos. Esperemos que Google «se ponga las pilas» y continúe mejorando Android TV para ofrecernos una experiencia similar a la que nos proponen sus competidores.
La versión de la tecnología Ambilight implementada por Philips en este televisor es la más ambiciosa que tiene actualmente, que es la que recurre a un número de diodos LED considerable y los aloja en los laterales y la parte superior del panel trasero del dispositivo. Para que esta tecnología nos ofrezca la mayor inmersión posible en los contenidos es conveniente que el televisor esté colocado delante de un pared despejada, y a no mucha distancia de ella. No siempre es posible ubicarlo de esta forma, pero lo cierto es que en estas condiciones el «aura» que genera Ambilight es muy convincente y llega a brindarnos la sensación de que el televisor es más grande de lo que realmente es. Eso sí, el efecto más logrado lo obtenemos cuando vemos el contenido completamente a oscuras.
Philips se ha sumado a esa tendencia que defienden algunos fabricantes de televisores desde hace varios años y que consiste en ofrecer a los usuarios dos mandos a distancia diferentes: uno minimalista que contempla únicamente las funciones básicas y que tiene un micrófono que nos permite interactuar con el televisor utilizando Google Assistant, y un mando convencional que aglutina todos los botones a los que estamos acostumbrados.
La única pega que puedo ponerles es la misma que he puesto a los televisores de otras marcas que he analizado durante los últimos meses: a los usuarios nos vendría de maravilla contar con más botones de acceso directo a las apps más utilizadas. Como podéis ver en la siguiente fotografía, el mando a distancia clásico de Philips solo nos permite iniciar directamente la app de Netflix, pero estaría muy bien que incorporase botones de acceso directo adicionales, por ejemplo, a YouTube o Amazon Prime Video, entre otras posibles opciones.
Calidad de imagen: OLED, sí, pero con «pedigrí»
Para poner a prueba la calidad de imagen de este televisor recurrí a nuestra consola Xbox One X, que es el dispositivo que utilizamos como reproductor debido a su capacidad de leer tanto Blu-ray Disc como soportes Blu-ray 4K, y a mi batería de películas habitual. Algunos de estos filmes son ‘El renacido’, con la espectacular fotografía de Emmanuel Lubezki; ‘La llegada’, de Denis Villeneuve, y ‘El primer hombre’, del meticuloso Damien Chazelle. Durante la fase de pruebas utilicé tanto el Blu-ray con resolución 1080p como el Blu-ray 4K para identificar en qué medida el procesado y el escalado que llevan a cabo los algoritmos del televisor son capaces de extraer el potencial del panel OLED.
En lo que se refiere al contraste este televisor rinde como podemos esperar de un modelo con panel OLED: es espectacular. Los negros son absolutos, puros, y no pierden un ápice de intensidad cuando miramos las imágenes restituidas por el televisor completamente a oscuras, que es algo que no suele suceder con los televisores que utilizan un panel LCD. Pero esta es una cualidad que comparte con todos los televisores OLED medianamente capaces. El terreno en el que este modelo supera con cierta claridad a buena parte de los televisores OLED que he analizado durante los últimos dos años es su capacidad de recuperación de detalle en las regiones oscuras. Y el mérito en este caso no es del panel; lo es del procesado que han puesto a punto los ingenieros de Philips.
En lo que concierne a su habilidad a la hora de reproducir el color creo que las fotografías que ilustran este artículo nos permiten intuir sin demasiado esfuerzo el buen trabajo que lleva a cabo. Con contenido 1080p el color es muy bueno, pero cuando recurrimos a una fuente UHD 4K las tonalidades son absolutamente fidedignas y el nivel de detalle es fabuloso. Sin duda, en este terreno se codea de tú a tú con los televisores OLED de marcas como LG, Sony o Panasonic que tienen un precio más alto. Probablemente buena parte de la responsabilidad de su rendimiento en materia de colorimetría la tiene la capacidad del chip P5 de llevar a cabo el procesado del color con una resolución de 17 bits. El panel, como he mencionado unos párrafos más arriba, tiene una profundidad de color de 10 bits, pero la precisión adicional con la que trabaja el procesador se percibe cuando lo comparas frente a frente con otro televisor menos capaz en este ámbito.
Buena parte de la responsabilidad de su rendimiento en materia de colorimetría la tiene la capacidad del chip P5 de llevar a cabo el procesado del color con una resolución de 17 bits
Por otro lado, el escalado de los contenidos 1080p está muy logrado, pero no solo el de los contenidos en Blu-ray Disc con una menor tasa de compresión, sino también el del material que podemos encontrar en YouTube o los servicios de vídeo bajo demanda como Netflix o HBO. Cualquier contenido 1080p de mediana calidad es muy disfrutable en este televisor. Y en lo que se refiere al manejo del movimiento el algoritmo Perfect Motion ejecutado por el procesador P5 cumple con eficacia su función porque consigue eliminar el desenfoque de movimiento incluso en las secuencias más conflictivas. Una a la que suelo recurrir con frecuencia para poner a prueba este algoritmo es la secuencia inicial de ‘Notting Hill’ en la que la cámara va recorriendo a una velocidad considerable los puestos callejeros repletos de productos de todos los colores imaginables. Muchos televisores no nos permiten leer con claridad los carteles y las etiquetas de los puestos. Pero este de Philips, sí.
He dejado intencionadamente para el final una de las pruebas en las que este televisor se siente más cómodo: la reproducción de contenido HDR. En este escenario de uso la mayor capacidad de entrega de brillo que tienen los televisores LCD LED de gama alta suele permitirles aventajar con claridad a los modelos con panel OLED. No, este televisor de Philips no consigue entregar más luz que los LCD LED más avanzados, pero sí que muchos de los modelos OLED que he probado. De hecho, si el contenido acompaña su HDR es espectacular. Y lo mejor de todo es que no satura las zonas más iluminadas tanto como para echar por tierra el nivel de detalle. Hay luz, pero también información, y este equilibrio no es fácil de conseguir.
Así rinde con videojuegos
Para ponerlo a prueba con videojuegos de última generación recurrí, una vez más, a nuestra consola Xbox One X y a algunos de nuestros títulos habituales, como ‘Halo 5: Guardians’ o ‘Forza Horizon 4’, entre otros. Como podéis ver en la siguiente fotografía este televisor de Philips no implementa ni el modo automático de baja latencia (ALLM) ni la frecuencia de actualización variable (VRR), dos prestaciones que, sin embargo, sí podemos encontrar en los últimos televisores de algunos de sus competidores, como LG o Samsung. Actualmente solo los propietarios de esta consola de Microsoft pueden sacar partido a estas características, que, por otro lado, mejoran sensiblemente nuestra experiencia, pero con toda seguridad las consolas de nueva generación que llegarán en 2020 incorporarán una interfaz HDMI 2.1 e implementarán tanto ALLM como VRR, por lo que habría sido una buena idea que este televisor contase con estas prestaciones.
Todo lo que nos ofrece este televisor en lo que se refiere a la calidad de imagen cuando vemos películas es tangible también con videojuegos. Además, el tiempo de respuesta de los paneles OLED es bajísimo, y esta es una característica que tiene un impacto muy beneficioso cuando los utilizamos con juegos porque minimiza el desenfoque de movimiento. Pero estos paneles también tienen en este escenario de uso una desventaja frente a los dispositivos LCD LED que a los usuarios nos interesa tener en cuenta: la posibilidad de que se produzca la retención permanente de los elementos estáticos de los juegos, como, por ejemplo, los marcadores.
En un contexto de uso mixto en el que el televisor se utiliza para reproducir tanto videojuegos como películas la posibilidad de que se produzca retención de imágenes es reducida, pero si dedicamos muchas horas seguidas a unos mismos juegos cabe la posibilidad de que a largo plazo se produzca este fenómeno. Y esto es algo que a los usuarios nos viene bien valorar. Eso sí, este hándicap afecta a todos los televisores con panel OLED, y no solo a esta propuesta de Philips.
Las dos grandes bazas de este televisor con videojuegos son, como he mencionado en los párrafos anteriores, su gran calidad de imagen global y su mínimo tiempo de respuesta, que gracias a las características del panel OLED es perfectamente equiparable al de los monitores para gaming. E incluso más bajo aún. Sin embargo, adolece de una latencia más alta que los televisores de similares prestaciones y precio de marcas como Samsung, Sony o LG. Tuve esta sensación mientras lo probaba con ‘Halo 5: Guardians’, y, efectivamente, en AVForums han medido una latencia con el modo para juegos activado de 39 ms, que es elevada. No es dramático para quien juega ocasionalmente, pero puede ser importante para los jugones exigentes que demandan el control más preciso en sus sesiones de juego.
Calidad de sonido: se nota la mano de Bowers & Wilkins
Este televisor suena bien. Muy bien, de hecho. Las décadas de experiencia en la puesta a punto de cajas acústicas que acumula Bowers & Wilkins, que es la compañía responsable del diseño y la ecualización del sonido de este televisor, no pasan inadvertidas. Ni con películas ni con videojuegos. La barra de sonido alojada en la base del televisor incorpora dos tweeters con cúpula de titanio y otros tantos altavoces de medios con diafragma de fibra de vidrio que destacan sobre todo por su nivel de detalle y dinámica. Además, en el panel trasero reside un woofer radiador pasivo capaz de extender notablemente la respuesta del extremo grave del televisor.
Es evidente que Philips ha querido desmarcarse de buena parte de sus competidores poniendo un esmero especial en el apartado sonoro de este televisor. Y funciona. Tanto que no es en absoluto necesario comprar una barra de sonido dedicada para que nuestra experiencia con películas y videojuegos sea completa. De hecho, el sonido de este televisor tiene más resolución y dinámica, y también menos distorsión, que algunas de las barras de sonido de precio razonable que podemos conseguir en las tiendas. Si queremos mejorar su sonido y obtener la mejor experiencia posible la opción no es otra que recurrir a un equipo multicanal dedicado, pero muchos aficionados disfrutarán plenamente su audio de serie sin necesidad de invertir más dinero. La única pequeña pega que puedo ponerle en este apartado es que sus agudos son algo metálicos debido, posiblemente, a la utilización en los tweeters de una cúpula de titanio, pero es algo en lo que probablemente buena parte de los usuarios no reparará.
Philips OLED+ 903: la opinión y nota de Xataka
Este es, ante todo, un televisor equilibrado. Por su diseño, acabado, y, sobre todo, por su calidad de imagen y sonido, puede medirse de tú a tú con los mejores televisores de gama alta de sus competidores. Después de haberlo probado durante muchas horas con todo tipo de contenidos no tengo ninguna duda acerca de que las dos bazas que pueden ayudar con más contundencia a Philips a competir en un mercado tan exigente como el de los televisores son sus algoritmos de procesado de la imagen y el sonido siempre que, eso sí, esté tan cuidado como en este televisor. La tecnología Ambilight también es una evidente seña de identidad, pero me parece más un extra que una prestación definitoria.
En su «debe» tiene pocas cosas, pero a los usuarios nos interesa conocerlas porque condicionan la experiencia que nos ofrece este televisor con los juegos. Y es que la ausencia del modo automático de baja latencia, de la frecuencia de actualización variable, y también su alta latencia con el modo para juegos activado lo colocan en desventaja frente a los televisores del mismo nivel de otras marcas. En el terreno de los videojuegos no puede decir ni mucho menos la última palabra, pero con las películas se siente mucho más cómodo. Tanto que, honestamente, me parece uno de los televisores OLED más atractivos para cine que podemos conseguir en su franja de precios. Si su coste encaja sin duda merece la pena tenerlo en cuenta.
9,1
A favor
- Su gran calidad de imagen global
- Viene muy bien calibrado de fábrica
- Tiene una capacidad de entrega de brillo notable en el contexto de los televisores OLED
- Sonido integrado de gran calidad
En contra
- No es compatible con contenidos Dolby Vision
- Carece de modo automático de baja latencia y de la frecuencia de actualización variable, ambos para juegos
- La latencia con el modo para juegos activada es demasiado alta (39 ms)
Este producto ha sido cedido para la prueba por parte de Philips. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
TV OLED 139 cm (55") Philips 55OLED903/12 UHD 4K con Android TV y Ambilight en 3 lados
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