Samsung Gear S, análisis

Samsung tiene entre ceja y ceja la categoría de los relojes avanzados. En solo un año ha presentado cinco modelos, seis si contamos al Gear Fit dentro de esta categoría. En este esfuerzo por ser referentes, en IFA conocimos su modelo más ambicioso: el Samsung Gear S.

De todos los relojes de este tipo que hemos visto hasta la fecha no cabe duda de que es el más potente y el que más promete sobre el papel básicamente por su pantalla y la conectividad 3G de serie. ¿Es esto suficiente para hacerse un hueco en nuestra muñeca antes de otros modelos que apuestan más por el diseño más clásico de reloj de pulsera? Es hora de responder a esta pregunta en nuestro análisis.

Samsung Gear S, principales especificaciones

En poco tiempo los relojes avanzados han dado un salto importante en el apartado de hardware. Lo que hace un año era el procesador de un móvil de entrada popular como el Motorola Moto G ahora es el chip que montan relojes como el Samsung Gear S.

Sobre la mesa pone básicamente lo mismo que el resto de la categoría: 512 MB de RAM, 4GB de memoria interna, 300 mAh de batería pero con algo que lo diferencia del resto: conectividad independiente del móvil utilizando 3G. Eso sí, nos hará falta una nano SIM dedicada. Si no es nuestro caso, siempre podemos utilizarlo por conectividad Bluetooth sin mayor problema.

Quitando la conectividad extra, su principal atracción la encontramos en la pantalla, de la que hablaremos más en profundidad a lo largo del análisis. Una combinación del formato más cuadrado de los Gear con la curvatura del Fit. El resultado es una pantalla de dos pulgadas con una resolución de 480 x 360 píxeles.

Samsung Gear S, características técnicas
Pantalla Super AMOLED 2 pulgadas
Resolución 360x480 píxeles (300 ppp)
Dimensiones 58,1 x 39,9 x 12,5 mm
Peso 67 gramos
Sistema operativo Tizen
Compatibilidad Ciertos dispositivos Samsung
Procesador Qualcomm Snapdragon 400
Memoria interna 4 GB (no ampliable)
RAM 512 MB
Conectividad BT 4.0, podómetro, sensor luz ambiental, sensor cardíaco, barómetro, sensor de luz ultravioleta
Resistencia agua IP67
Batería 300 mAh
Precio 399 euros (en Amazon lo puedes encontrar por 395 euros)

Buenas especificaciones como punto de partida con un sistema operativo Tizen con el que Samsung pretende ir a su propio ritmo sin depender de Android Wear. Se han quedado solos en su lucha, pero nos toca ver si su esfuerzo es suficiente para convertirse en una opción más frente a la plataforma de Google que ha empezado con fuerza.

Samsung Gear, review en vídeo

Antes de seguir con nuestro análisis, nos traemos nuestro análisis en vídeo para que veáis en detalle cómo funciona el Samsung Gear S.

Un smartwatch que no parece un reloj común

La percepción del tamaño es relativa pero la realidad objetiva y tangible es que con el Samsung Gear S estamos llevando un dispositivo con una pantalla de 2 pulgadas de tamaño. Es grande, bastante. Una sensación que se acentúa si tenemos una muñeca fina o lo comparamos con otro reloj. Hasta que no lo puse al lado de mi Pebble Steel no me di cuenta del tamaño real.

Frente a las propuestas de diseño clásico, el Gear S no esconde que quiere que parezca que llevamos un trozo de tecnología futurista

En mi caso, muñeca ancha, la sensación es cómoda y nos olvidamos rápido de que lo estamos llevando puesto. Sin embargo, cuando lo usamos en una más fina nos damos cuenta de que aunque la correa se ajusta bien, estéticamente desencaja un poco por la diferencia de tamaño entre el brazo y el dispositivo.

La correa es muy parecida a la que hemos visto en otros relojes de Samsung. Fabricada en silicona, cuenta con una pieza metálica que nos permite regular el ancho. Si nos ceñimos a las líneas de diseño, los coreanos nos dejan claro que lo que llevamos en la muñeca es un pedazo de tecnología futurista.

El control principal de este reloj se concentra en un solo botón físico en la parte frontal. Con él encenderemos o apagaremos la pantalla así como la vuelta al inicio de la interfaz. También sirve para activar Voz S si lo pulsamos dos veces o bien para apagar el terminal del todo cuando lo dejamos pulsado. El resto de comandos recaen en la parte táctil.

Aquí ya entramos en una cuestión subjetiva. Samsung ha creado un producto muy bien construido y con un diseño único que le debe mucho a las generaciones anteriores. Huye de las convenciones que ofrecen otros modelos y su predisposición a mimetizarse con formas y estéticas más reconocidas por todos, aquí el Motorola Moto 360 y el G Watch R con sus esferas son los ejemplos más reconocibles.

Su toque futurista no deja indiferente a nadie y eso también puede juegar en su contra si tenemos en cuenta la estrecha relación que el smartwatch y la moda parece que van a establecer. Podemos asumir el compromiso de tamaño pero en un elemento donde el diseño es tan importante, apostar por estas líneas atrevidas hace que las opiniones se polaricen.

Pantalla curva que lo diferencia de los demás

Samsung nos sorprendió a principios de año con la pantalla curva del Gear Fit. Sin embargo, su factor de forma hacía que fuera algo incómoda de utilizar debido a cómo quedaba en nuestra muñeca y el gesto que teníamos que hacer para ver el contenido de forma cómoda.

La curvatura de la pantalla permite tener una diagonal mayor de forma cómoda, facilita el control táctil pero nos deja reflejos con luz exterior intensa

Saltar a una proporción más cuadrada (480x360 píxeles) hace que sea más sencillo interactuar con ella y los diferentes gestos que podemos hacer sobre su pantalla táctil tienen ahora más sentido por la curvatura, que se ajusta bastante bien a la muñeca, lo que le permite por otro lado ser un poco más grande que la competencia. En el panel nos encontramos con un AMOLED que, de nuevo, logra cautivar a la primera.

Colores vivos, nitidez, buena densidad… Aún teniendo la skin de reloj más sencilla da gusto encenderla y toquetear la pantalla. No todo es perfecto, hay algunos inconvenientes que tenemos que tener en cuenta.

Teóricamente la curva ayuda a que en mano sea más cómodo y también a reducir reflejos en el cristal frontal. La realidad es algo diferente y los reflejos que aparecen cuando hay mucha luz en el ambiente dificultan la lectura de la pantalla en varias ocasiones.

A todo esto hay que sumarle la falta de luminosidad. En algunos momentos se echa en falta un poco más de potencia para poder ver bien sin tener que girar la muñeca buscando el punto óptimo donde los reflejos incidan menos. La respuesta táctil es buena y aquí el tamaño nos permite realizar todos los gestos sin ningún problema.

Autonomía: la difícil búsqueda del equilibrio

Los 300 mAh de batería animan a pensar de que no vamos a tener que cargar el reloj cada noche y en cierto modo es verdad pero es muy probable que al día siguiente tengamos poca batería para llegar al final del día con el Gear S funcionando.

La autonomía varía bastante según tengamos configurado nuestro reloj. Si limitamos las notificaciones a ciertas aplicaciones podemos conseguir dos días sin problema ya que la mayor parte del consumo de la batería se encuentra en su gran pantalla. Más allá de controlar el consumo de energía o no, que se encienda constantemente con mensajes que no vamos a leer no es muy útil.

Un día y medio de batería sabe a poco, aunque el cargador haciendo las veces de batería externa compensa que sea propietario

En todo este tiempo utilizando el Samsung Gear la mayoría de los días he tenido que cargarlo para asegurarme que al día siguiente no me quedara con el dispositivo muerto a primera hora de la tarde. En algunos casos si que he logrado dos días pero más allá de eso no.

En el cargador nos encontramos con un conector por pines propietario que se coloca en la parte trasera. El acople entre ambas piezas es un poco tosco y a veces hay que tirar o empujar un poco para que encajen bien. A su favor tiene que también sirve de batería externa, un compromiso que le aporta algo de valor extra al hecho de tener que cargar con él si vamos a estar fuera de casa o la oficina mucho tiempo. Podremos dar una carga extra al Gear S en movimiento sin necesidad de conectarlo al ordenador o un enchufe.

Nuestra experiencia con Tizen

Tras lanzar un modelo con Android Wear, Samsung ha vuelto a su propia plataforma para relojes avanzados. Desde el Gear 2 y Fit ha aprovechado estos meses para refinarla y traer un sistema operativo más consistente y útil para el usuario final.

Tizen sigue creciendo como plataforma y su interfaz no es solo agradable a la vista sino que también es útil. Todavía tiene bastante margen de mejora eso sí y su primer gran paso debería ser abandonar las líneas de diseño de Android para smartphones.

Aunque el sistema operativo de Samsung es independiente del de Google, es fácil encontrar muchas similitudes en las interfaces de unos u otros. Teniendo en cuenta que Android Wear ha cogido la delantera pensando mucho en cómo usamos un reloj, aquí Tizen todavía tiene muchos elementos de interfaz móvil que en un dispositivo de estas características no termina de funcionar.

Un ejemplo claro: el menú de ajustes es calcado de un smartphone, así como la barra de controles de energía e incluso algunos gestos heredados como dejar pulsado el botón de encendido para apagar el reloj.

Mientras Android Wear se parece bien poco a Android en smartphone, Tizen todavía mantiene apartados demasiado lejos en diseño de lo que esperamos encontrar en un reloj

Según encendemos el reloj nos encontraremos con la watchface que tengamos configurada. Deslizando el dedo hacia la izquierda, tendremos widgets de hasta cinco aplicaciones que tengamos instaladas en el reloj. Podemos configurarlos como queramos y es una buena forma de tener a mano las apps que más usemos.

Repitiendo el gesto hacia la derecha nos encontramos con las notificaciones. Podemos leer los mensajes completos e incluso enviar la acción al reloj para abrir directamente la aplicación en cuestión para ahorrarnos unos segundos. La conexión entre ambos es bastante rápida y hace que pulsar el botón sea una buena opción y no un simple añadido.

Cuando leemos una notificación se eliminará de la barra de nuestro móvil. En el caso de algunas aplicaciones (por ejemplo los mensajes de texto) podemos hacer alguna interacción más como responder escribiendo en su diminuto teclado. Queda curioso para demostrar a los demás que podemos hacerlo pero en el día a día los comandos de voz de Android Wear son una solución más sensata.

Algunas interacciones son útiles: marcar un número de móvil desde el reloj para hacer una llamada con manos libres funciona bien cuando estamos sentados pero no para hablar mientras vamos andando. Al correo solo podemos responder si lo tenemos configurado desde la aplicación que incorpora Samsung. Es decir, si tenemos nuestras cuentas en otros clientes como GMail o Inbox solo podremos leer los mensajes sin más.

Health S y Nike cubren bien la parte de salud. De hecho, los recuerdos constantes de cuántos pasos llevamos o si estamos un rato parados son un buen aliciente. Contar con GPS independiente es útil para cuando hacemos deporte y no queremos llevar el móvil encima ya que además por bluetooth podemos emparejar auriculares inalámbricos y almacenar música en la memoria del reloj.

Here de Nokia era uno de los principales caballos de batalla del Gear S para ofrecer un sistema de navegación sin depender de Google. Si bien es cierto que esta aplicación de mapas ha demostrado ser una buena alternativa en la versión del reloj la navegación a veces es un poco confusa. De hecho, la calibración de la brújula moviendo la muñeca aunque necesaria es un gesto algo extraño.

GPS para hacer deporte y la conectividad 3G que le da independencia del smartphone son dos de los extras en los que el Gear S saca ventaja a otros smartwatchs

Uno de los hechos diferenciales del Gear S frente a los principales smartwatches, lo encontramos en su posibilidad de utilizarlo de forma independiente del móvil gracias a una ranura nano SIM que tiene en la parte trasera. La idea es buena, pero en la realidad no aporta mucho al menos hasta que autonomía e interacción en el Gear S mejoren.

Si decidimos sincronizarlo con el móvil tendremos que tener instalada la aplicación de Gear. Es decir, nos hace falta un móvil de Samsung, algo en lo que siguen cayendo y que limita mucho el uso del reloj. Su papel es el de gestor para instalar más apps o pasar contenido como música para posteriormente escucharlo usando los auriculares Bluetooth.

De momento el catálogo disponible es bastante escaso. Aquí Android Wear le ha tomado rápido la delantera y que Samsung atraiga a los desarrolladores es su principal desafío para permanecer como una opción competitiva, especialmente cuando el reloj tiene un precio de partida de 399 euros.

Gear S, el smartwatch que no depende del smartphone

Si hay algo que hace único al Samsung Gear S frente a otros relojes avanzados eso es sin duda la conectividad 3G. Podemos usarlo con autonomía de nuestro teléfono y poder realizar la mayoría de las funciones si le ponemos una nano SIM en la ranura que esconde en su parte trasera.

La configuración de la conectividad es igual de rápida que en un teléfono. Según metemos la SIM en cuestión de segundos tendremos conexión y no tendremos que realizar cambios de forma manual, al menos con las tarjetas que hemos probado, para introducir el APN y seleccionar el operador de red.

Una vez tenemos el Gear S listo con su tarjeta SIM, podemos utilizar todas las aplicaciones que tiene el reloj. Hacer llamadas, enviar y recibir mensajes, usar las apps deportivas y guardar nuestras sesiones e incluso escuchar música que previamente habremos guardado a través del móvil y una conexión Bluetooth.

Esta última función es sin duda la más interesante del reloj: poder salir a correr e ir con unos auriculares Bluetooth (nosotros hemos hecho la prueba con el Gear Circle y los Parrot Zik) sin necesidad de llevar el móvil en un bolsillo o en un brazalete. Más ligero y cómodo sin duda.

Introducir una SIM supone un avance técnico importante respecto a lo que hay en el mercado, pero en ese aspecto el Gear S no está más que comenzando

Samsung vende como accesorio adicional un auricular llamado Gear Circle que se posiciona como un buen complemento para el reloj. Esto no significa que no podemos usar otro modelo emparejado por bluetooth con el reloj, pero en el caso del Circle juega mucho a su favor su factor de forma, que incluye un pequeño pad táctil en la parte derecha para reconocer un gesto para cambiar el volumen, por ejemplo.

Ese auricular también nos puede servir como elemento de entrada de comando de voz y sistema manos libres enlazado con el reloj. El no depender del smartphone emparejado nos da un grado de libertad curioso en un mundo hiperconectado en el que, sin smartphone de por medio, mantenemos la comunicación de una forma más invisible por medio de mensajes, información, redes sociales y claro, llamadas tanto de salida como de entrada.

Para usar la navegación GPS en el propio reloj, el funcionamiento es idéntico que cuando lo tenemos conectado al móvil. La única diferencia es la conexión del GPS a los satélites que es un poco más lenta que la del teléfono móvil, pero una vez la tenemos tan solo tenemos que teclear la dirección y nos dará la ruta paso a paso para que nos avise según andamos.

Lo único que no podemos hacer con Gear S cuando está conectado con su propia SIM es instalar nuevas aplicaciones. Para esta función dependemos completamente del móvil y no podemos meter apps ni contenido multimedia (fotos, música) o descargarlo de un servidor.

La autonomía con el uso de la SIM es algo más reducida y llegamos a un día justo, aunque en el caso de usarlo para hacer deporte y completamente independiente del smartphone, 5-6 horas solamente nos separará del cargador. Siempre nos quedará su cargador haciendo las veces de batería externa pero el consumo respecto a si lo tenemos conectado por Bluetooth se nota ligeramente.

¿Qué nos aporta tener conectividad sin depender del móvil? Pues básicamente poder usar las aplicaciones que hay disponibles en el Gear (que por ahora son pocas) pero topándonos al mismo tiempo con algunos inconvenientes como tener que reconfigurar de nuevo las cuentas de correo para que funcionen con su aplicación en el Gear S de forma independiente.

La sensación que nos deja este modo independiente es que si bien es cierto que es un añadido interesante y diferencial, su uso real no supone una gran diferencia respecto a lo que ofrece cuando lo tenemos emparejado con el móvil. Mismas funciones donde su única apuesta fuerte es lo deportivo y ahí Samsung tiene que pelear con muchos productos de nicho con un foco más claro en la actividad física.

La opinión y nota de Xataka

Si echamos la vista atrás hasta nuestro primer análisis del Samsung Galaxy Gear vemos que poco a poco los coreanos han ido mejorando su producto y que no parece que vayan a detenerse en su empeño de repetir estrategia del segmento smartphone: poner todas las posibilidades a su alcance para que sea el consumidor el que escoja la que mejor se adapte a él.

La pantalla es muy buena, que no perfecta, y su diseño le da un toque muy exclusivo pero la experiencia de uso todavía tiene algunas cosas que mejorar y el ecosistema de aplicaciones nos resulta bastante corto. Además, estas carencias se potencian al ver la diferencia de precio con otros smartwatch que ya están en el mercado, y a alguno de los cuales dobla incluso en precio.

Queda pues su pantalla curva y sobre todo la conectividad 3G como elementos diferenciadores con los que poder inclinar la balanza de su lado. Pero por ahora lo tienen complicado.

7,4

Diseño 8.5
Pantalla 9
Software 7
Autonomía 6
Interfaz 6,5

A favor

  • Diseño único
  • Pantalla soberbia
  • Conectividad independiente del smartphone
  • GPS integrado

En contra

  • Autonomía limitada
  • Es necesario tener un Samsung Galaxy
  • Software e interfaz todavía con trabajo por delante
  • Cargador aparte

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