Lo confieso. Yo usé una Fuelband para ver si con ella me animaba a dejar de ser tan sedentario. Era cómoda de llevar, la gente me preguntaba por ella cuando la veía y quedaban prendados de esas lucecitas LEDs que me indicaban la hora y también lo bien que me estaba portando ese día. Sí, también reflejaban de una forma visual mi estilo de vida pegado a una pantalla. No muy recomendable por cierto.
Pero más allá de motivaciones y retos con otros miembros del grupo de geeks que la tenían en España, al cabo de las semanas, el día a día puso a cada cual en su sitio. A mi me devolvió a la cruda realidad de que unos Fuelpoints no iban a hacerme cambiar de vida. A la Fuelband, al limbo de los gadgets que pasan de moda. Contaba pasos, me daba puntos, subía en la clasificación pero no me servían de mucho. Eran puntos y pasos vacíos. Solo datos a los que no les encontraba utilidad. Ninguna.
Pero en eso que llegaron Fitbit y Jawbone Up, y se hizo la luz. ¿Queréis leer una historia de cuantificación útil? Yo la tengo.
Ando, luego me cuantifico. Pero con un buen formato por favor
Mi historia con la cuantificación llegó cuando Fitbit me dejó el primer gadget cuantificador que llegó a España. Ventajas de trabajar en Xataka.
Era el Fitbit Ultra, compacto, cómodo de llevar gracias a su pinza, y que me hizo alcanzar grandes logros y medallas en su sistema de recompensas gracias a que mi trabajo se alterna entre el despacho de la planta baja y la xatakacueva donde hago las pruebas, dos pisos más arriba. Así que a base de pasos y sobre todo plantas subidas, iba forjándose una leyenda … en mi casa. Los deportistas de verdad, de esos de madrugar para trotar, esos estaban a otro nivel. No eran mi objetivo.
Con el Fitbit Ultra era cómodo cuantificar pasos y pisos subidos. La batería aguantaba como una campeona, y no te enterabas de que lo llevabas "puesto".Pero al poco tiempo, no llevarlo en el cuerpo sino en la ropa, así como tener que sincronizarlo siempre en el ordenador, acabó por dejar de motivarme a seguir cuantificando. Cuando tardas un par de días en localizar el gadget que te mide la vida, acabas cansándote. Y yo, como persona despistada, era el mejor en eso. En desmotivarme.
Fitbit siguió sacando productos poco a poco mejores. El Fitbit Zip era resistente a despistes en la lavadora, muy pequeño y funcionaba con pila de botón, con lo que el tema de la recarga se limitaba a una cambio de pilas a los seis meses o así. Pero seguía siendo un modelo no vestible, que había que acordarse de sacar del bolsillo de las monedas o de su funda para el cinturón. El resultado fue el mismo: perdido en algún rincón de la casa. Confieso que de vez en cuando oígo un quejido leve, muy débil, con voz de gadget cuantificador abandonado … pero no tengo tiempo de buscarlo.
El siguiente Fitbit que probé fue el Fitbit One. Gran producto sin duda. Es como un Fitbit Ultra pero mejorado. Más pequeño, larga autonomía, sincronización por bluetooth, con pantalla para tener la hora y datos de nuestro día, mide pisos subidos y también registra nuestra actividad nocturna.
Pero pese a la muñequera que permitía llevarlo por la noche en el brazo, seguía teniendo un problema para mi: no lo llevaba puesto sin esfuerzo, siempre tenía que acordarme de cogerlo o sacarlo del bolsillo.
Aquí Fitbit tenía un buen nicho de mercado: pulseras para introducir el One y convertirlo en el dispositivo cuantificador perfecto y más completo. Pero decidieron sacar otro modelo más, el Flex. Y van cuatro.
En este caso para mi uso, era un dispositivo ideal o casi. Seguía con una autonomía de más de una semana, no notas que lo llevas puesto, es resistente al agua y sincroniza por bluetooth 4.0. Lástima que se haya perdido la pantalla y sean solo unos LEDs los que nos indiquen cómo llevamos el día. Y también una pena que el altímetro se haya caído de sus funcionalidad. Subir pisos, alcanzar virtualmente cumbres con el simple gesto de no coger el ascensor, eso era muy motivador.
El caso es que al mismo tiempo que andaba probando la nueva Flex de Fitbit, la Jawbone Up se colocaba a su lado para una comparativa. Como apunté en mi análisis de esta pulsera cuantificadora, hay pros y contras respecto a otras soluciones del mercado, pero la idea es la misma. Ahora faltaba que ambas pasaran de adorno y curiosidad a algo útil. Que esos datos que recogía compulsivamente me llevaran a un fin. Y lo hicieron.
Cariño, ahora vengo, voy a "comprar" 2.000 pasos más
Retomando mi historia con la Fuelband de Nike, en su aplicación había un buen registro de pasos y actividad de cada día. Acumulé bastante información pero no acabé de sacarle partido porque no se complementaban esos datos con nada. Necesitaba algo más.
La Flex y la Up sí son modelos pensados para cuantificar en serio. Y con los datos que me ofrecen ambas he sido capaz de comprometerme como no había hecho con la Fuelband a moverme más.
La clave no está quizás en la pulsera como tal sino en que, con datos de pasos combinados con un registro de sueño y comidas, la foto del día a día es más completa. Y eso ha hecho que, si al final del día no he alcanzado la meta prevista, salga a dar un paseo o use un rato la cinta de correr en casa para superar el reto del día. Así puedo compensar las calorías de más ingeridas (en el caso de que uno esté buscando perder peso) o facilitar con ese ejercicio extra que mis horas de sueño sean de más calidad.
El registro de la comida: un hábito que da sus frutos
Algo donde Jawbone y Up ponen camino de por medio respecto a la Fuelband es en el registro de lo que comemos. Si estás tratando de perder peso, este paso es fundamental porque con constancia, podrás equilibrar la diferencia entre ingesta y quema de calorías.
Si este paso, que hay que hacer cada vez que comemos algo, no se facilita, mal vamos. Aquí la aplicación JawBone Up da un repaso a la de Fitbit por interfaz, base de datos e información.
Para empezar, solo el uso del lector de códigos de barras de los alimentos es un puntazo a su favor. Pero es que la interfaz, facilidad de introducción de alimentos y base de datos de los mismos es ahora mismo muy superior en el caso de la pulsera Up.
No hay color tampoco en la información que nos da cada una de esas aplicaciones para con los alimentos. En el caso de Fitbit, se basan casi exclusivamente en datos de calorías consumidas, las cuales usan luego para compararlas con las que hemos quemado y darnos una visión de por dónde vamos en nuestro propósito del día. El potenciómetro del nuevo panel me gusta en ese sentido, pues de una forma muy visual sabemos si vamos bien, muy bien o mal.
Así que con un poco de constancia y hábito, la introducción de información sobre lo que comemos nos puede ayudar a mejorar nuestra alimentación. Siendo conscientes de las calorías y valor nutritivo de lo que comemos, así como el coste en pasos y actividad física que suponen esos caprichos, podemos llegar en poco tiempo a apreciar estos cuantificadores como educadores de buenos hábitos en ejercicio y alimentación. En mi caso así ha sido con mucho esfuerzo inicial pero ya arraigado como hábito.
Y los sueños, sueños son
Otro valor importante que nos aporta tanto Fitbit como Jawbone Up es el análisis de cómo dormimos. No esperes milagros, pero ir recopilando un historial de la duración de nuestro sueño o las horas de irse a la cama y levantarse, permite un análisis separado de cómo vamos a poder descansar más.
Tras un par de meses recogiendo esa información para este post, he asimilado que una constancia a la hora de acostarme y levantarme mejora mi descanso. Además, el hacer algo de ejercicio a última hora de la tarde/noche y desconectar "electrónicamente" con tiempo suficiente antes de irme a la cama, me permitió doblar el tiempo de sueño profundo que me marcaba tanto la Jawbone Up.
La clave está en cómo almacenamos, gestionamos y analizamos los datos: el panel
Toda la información que un obseso de los datos como yo quiere manejar no es útil si no se me facilita la introducción y recopilación de los mismos. En ese punto la aplicación para iOS de la Jawbone Up gana por goleada.
Es muy visual, atractiva y refleja perfectamente la idea de "línea de vida" que recoge todo lo que hago al día: pasos, distancia, horas activo, sueño, comidas, calorías … Luego puedo tener un seguimiento histórico. Pero toda esta información no es cómoda gestionarla desde la pantalla de un smartphone, así que más les vale a los de Jawbone adelantar trabajo con ese panel web que han prometido porque es muy necesario y uno de sus puntos negativos frente a Fitbit.
Y es que respecto a cómo se muestran y gestionan esos datos posteriormente, Fitbit va por mejor camino. Hablo del panel web que ya estoy probado en beta y que es un paso tan gigantesco respecto a lo que hay ahora mismo, que cuesta creerlo. Es muy visual, personalizable y útil, aunque en historial todavía tiene que mejorar. Espero también que este paso adelante pase pronto a la aplicación de smartphones, porque deja mucho que desear con la de sus rivales directos.
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