Respecto a Surface Pro puedo escribir con bastante conocimiento de causa, soy de esos que se compró la primera versión, que he estado usando desde su salida. Además me encargué del análisis en Xataka de Surface 2, amén del de otros equipos “extraíbles” o “convertibles”.
Tanto en los artículos como en el día a día cuando me han preguntado al verme con él, mi palabra para definir la experiencia con Surface ha sido la misma: compromisos. Para intentar llegar a eso que Microsoft – y otros – llevan años buscando (tener un equipo que funda tablet y portátil), las compañías han ido aceptando renuncias que acaban desembocando en una experiencia incompleta: o recortas en el lado de tablet o recortas en el lado de portátil o en los dos.
No he conocido el cacharro que sea un portátil sobresaliente y un gran tablet a la vez. Y en estas llega Surface 3.
De culpables de la no convergencia y de la apuesta de Surface 3
Si hay una vía de búsqueda de convergencia que ha resultado decepcionante los últimos años ha sido la basada en micros Atom de Intel. Cierto que han producido productos ligeros y con una autonomía digna de un tablet, a la par que mantenían a raya el calor… pero pagando el precio de una potencia inaceptable para un portátil de hoy en día. Aunque suelen ser baratos, acaban resultando una decepción para muchos usuarios que a la postre se encuentran un equipo en la práctica monotarea. Si alguien quiere buscar a los herederos de los netbooks, en los equipos híbridos con Atom tiene el candidato perfecto.
Con esta línea en vía muerta uno entiende el paso dado por Microsoft equipando Surface con un i7, en lo que es una apuesta fuerte por llevarlo a la potencia de un portátil de gama alta. ¿Hay compromiso aquí? Hasta analizarlo en condiciones de productividad no tendremos la respuesta, pero la amenaza a la autonomía y el calor disipado está ahí.
En el otro lado tenemos Windows 8, sobre el que hemos discutido mil veces por estos lares. Tiene sus puntos fuertes a la hora de ser una solución para la convergencia tablet/portátil como es lo bien lograda que está ModernUI, la eficiencia en consumo de recursos a pesar de mantener el escritorio y la retrocompatibilidad y el dejar la puerta abierta al interfaz clásico para el momento “notebook”; claro que el añadir complejidad en el manejo al tener dos interfaces, la “curva de aprendizaje” pronunciada para el usuario de Windows clásico y la debilidad en calidad de aplicaciones en entorno tablet diseñadas para táctil no le han ayudado.
En Surface 3 nos vamos a encontrar Windows 8, por supuesto, con la versión completa lo que abre la puerta al universo tradicional Windows y no sólo a las de su tienda compatible con RT. De hecho si sumamos los cambios que vienen en la última update de Windows 8.1 junto a las apuestas hardware de Surface 3 (no sólo el micro, también el irse a 12 pulgadas) parece claro que si hacia algo han balanceado el producto es hacia el portátil ultraligero y no tanto hacia el tablet.
El resto de aspirantes: Samsung, Ubuntu, Google y, sobre todo, Apple
Hay quien dice que nombrar al rival en la presentación es síntoma de debilidad. Creo que eso es cierto sólo a veces y que Microsoft hizo un esfuerzo de honestidad al explicar el planteamiento del nuevo Surface 3: vamos a por quienes están considerados como la referencia aspiracional en tablets y portátiles ligeros, iPad y Macbook Air y si es cierto que nuestro producto puede conseguir la convergencia es con ellos con quienes debemos compararnos.
Aunque ese haya sido el marco de discusión que Microsoft ha propiciado con su presentación, lo cierto es que la redifinición de la “nueva computación móvil” tras la explosión de los sistemas operativos móviles y los tablets tiene varios aspirantes más a actor protagonista.
Empezaría por quienes están intentando construir esta experiencia desde Android, con Samsung y su tablet Galaxy Note Pro como máxima expresión. A su favor tiene la marca, el posicionamiento de la gama Note, el ecosistema Android en aplicaciones táctiles y el valor añadido del lápiz; en su contra que en software para trabajar Android está muy lejos de ser una solución competitiva para sustituir el portátil si exceptuamos algunos nichos.
No perdería de vista dos esfuerzos interesantes por mucho que a día de hoy estén lejos de ser una opción competitiva en el mercado. Por un lado Ubuntu y su propuesta de “sacar el sistema del móvil” – concepto que ya vimos en Atrix y sobre el que están también Google y otros – y por otro lado Chrome OS, cuya llegada a los tablets se ha rumoreado varias veces.
Sobre este sistema tengo la espina clavada de ser muy escéptico respecto a él pero no haber podido probarlo en serio para reafirmarme (o cambiar de opinión, claro). En todo caso, Google no parece tener mucho fuelle en la convergencia toda vez que su sistema de escritorio es notoriamente menos competitivo que el de Microsoft, Linux o Apple… de momento. Si algo creo que veremos los próximos dos años van a ser decisiones críticas en evolución de producto de Android y Chrome Os.
Y falta por hablar de Apple, al que a menudo se le piden cambios pero al que le sigue yendo bien desde hace varios años con una fórmula muy diferenciada entre sistema móvil con iOs y sistema de escritorio con Mac Os
Macbook iPad o iPad Macbook
Cuando compré el Surface me tocó – como tantas veces pasa a cualquier usuario de Xataka – actuar como “consejero de compras de gadgets” con una pregunta muy clara: ¿le recomendaba el Surface Pro 1 o el Macbook Air? Mi respuesta fue que el Air era un producto mucho más redondo, tras varias iteraciones la mejor versión de lo que debía ser un portátil ligero y que, a no ser que fuese refractario a Mac OS, era opción ganadora. Pero, añadí, la primera versión de Surface me ha gustado bastante más que la primera versión que apareció de Macbook Air.
El caso es que si Surface 3 llega en un momento en que la tecnología – léase Intel con sus micros, los avances en batería y disipación de calor – les permite ofrecer una convergencia en la que por fin tenemos – como sospecho – un portátil sobresaliente y un tablet que se acerca al notable, es probable que esa madurez en los componentes anime a los de la manzana a mover ficha.
Hay dos síntomas ineludibles para Apple en el momento actual del mercado. Uno es la desaceleración de ventas – que intentamos analizar en "sobre el iPad y la impaciencia"– y otro la tendencia fácil de observar en cualquier tren o avión de usuarios con iPad más teclado de tercero para intentar ser más productivos a la hora de escribir. Usuarios que, en su mayoría y cómo bien apuntaban en Microsoft, siguen teniendo además un portátil.
En caso de que Apple se creyese que el camino es la convergencia la gran pregunta sería cómo, partiendo de dos sistemas y dos máquinas tan bien optimizados para una forma de usi determinada. iOs es 100% táctil, con una experiencia de usuario que sus poseedores aman, pero que por esa misma apuesta está muy lejos de lo que consigue Mac Os con su orientación al interfaz con ratón/trackpad y sus elementos mucho más pequeños ideales para articular tareas más complejas.
No se detienen ahí las preguntas a resolver. ¿arquitectura x86 con Intel o arquitectura ARM como la que montan los iPads? ¿se trata de hacer un iPad más grande o de un Macbook Air táctil y, quizás, extraíble? ¿cómo resolvemos el teclado en iPad, añadimos uno físico integrable como Surface? ¿el camino es añadir complejidad a iOs con elementos de Mac Os o quizás una versión de Mac Os con doble personalidad como Windows 8? Algunas de estas propuestas se antojan disparates, pero sobre todo incompatibles con la filosofía de la compañía: lanzar sólo productos de los que estén muy convencidos, con una experiencia de usuario muy consistente.
Surface 3 en nuestras manos
Quizás nos hayamos pasado de frenada y cuando tengamos Surface 3 en nuestras manos no ha resuelto tantos compromisos como creemos. En mi lista está la mejora del trackpad de la type cover (imprescindible para ser buen portátil, ahora mismo viajo con el Surface 1… y un ratón), el ángulo de inclinación para trabajar en trenes y aviones, el calor y el peso como tablet, la autonomía… muchas asignaturas para comprobar en el análisis.
Pero si es cierto que por fin tenemos un producto convergente que – por lo menos – nos confirme que ese futuro está cerca, creo que sería una señal inequívoca para el resto del sector de que es momento de tomarse muy en serio esta vía.
Aún así, conviene recordar que no siempre el que llega primero a una categoría o enfoque de producto es quien acaba ganando ese mercado. Ejemplos recientes en la historia de la electrónica de consumo no faltan.
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