El año 2018 quizás quede en la historia de los smartphones como el año más experimental de cara a empezar “de verdad” a lanzar móviles con un frontal “todo pantalla”, con unos marcos mínimos y sin ningún elemento que los engrose desplazando incluso a la cámara frontal. Dentro de esos móviles experimentales (o no, quién sabe) hay una propuesta de Xiaomi como no podía ser de otra manera, y os contamos qué tal con ella tras haber completado un mes de uso con el Xiaomi Mi MIX 3.
En el primer análisis ya vimos algunas particularidades de lo que implica en la interacción que el frontal del móvil se deslice como mínimo para usar las cámaras frontales. Y tanto de esto, como del rendimiento, de la fotografía y del resto de aspectos del uso hablaremos ahora más a fondo tras haber pasado unas semanas con él.
Xiaomi Mi MIX 3 tras un mes de uso en vídeo
Siempre bonito, siempre... Por limpiar
Los Mi MIX mantienen las líneas de diseño desde aquel primer modelo, que asentaba ese acabado brillante y reflectante con opción a tener un acabado cerámico. El Xiaomi Mi MIX 2 suavizaba algo más los ángulos de la trasera, con un Xiaomi Mi MIX 2S continuista en este sentido y un Mi MIX 3 que redondea aún más los bordes de la caja, facilitando así la comodidad al agarre y siendo más fiel a diseños de la marca como los de los Xiaomi Mi 8 y Mi 8 Pro.
Es menos anguloso y tiene ese brillo color café (en la variedad que hemos probado estas semanas) que se ve interrumpido por la ya tradicional firma serigrafiada del diseño Mi MIX, pero lo que más nos va a molestar es que la presencia de huellas y suciedad es constante. Es una bonita y elegante trasera cuyo brillo se ve continuamente cubierto por unas huellas que además son difíciles de quitar, y cuya presencia se va a ver favorecida por el agarre que hacemos para deslizar el frontal.
Es una sensación que ya expresamos en el primer análisis y que se mantiene tras semanas con él: la trasera en brillo es resbaladiza, lo suficiente como para tener que asir con fuerza el móvil al descubrir las cámaras frontales o al sujetarlo en una llamada. Y esto no sólo lo haremos para hacernos un selfie, sino cada vez que queramos invocar el reconocimiento facial o al descolgar llamadas.
Con una trasera menos resbaladiza sería algo más cómodo deslizar la pantalla, dado que además al tener que hacerlo hacia abajo implicará que tengamos que poner el dedo meñique como cuña, para evitar que se deslice la trasera y ofrecer resistencia para que sí lo haga la pantalla (y lo mismo para sujetarlo durante una llamada). De las capacidades de la cámara frontal hablaremos luego, pero lo que al final se consigue con la aplicación de este diseño es que olvidemos progresivamente que la pantalla se desliza y que tenemos posibilidad de desbloquear con reconocimiento facial.
Por cierto, el terminal que hemos tenido para el mes de uso venía con la versión global de MIUI 10 y durante la prueba hemos recibido alguna actualización. Aunque comentaremos sobre el software más adelante, aquí cabe decir que en esta ocasión ya estaba activa la función de descolgar deslizando la pantalla (y funciona igualmente bien, a parte de ese componente remember que tiene para algunos).
Hilando con esto podemos hablar de los métodos de seguridad y bloqueo, que per se funcionan muy bien. El desbloqueo facial, como hemos dicho, obviamente requiere que saquemos la cámara frontal, y una vez está descubierta el reconocimiento es bastante rápido, pero siempre tendrá que pagar ese peaje de décimas de segundo por requerir el deslizamiento del frontal que hace que sea siempre más rápido y práctico usar el sensor de huellas.
La experiencia es muy similar a la que tuvimos con el Xiaomi Mi 8 o el Mi 8 Pro en cuanto a la rapidez y a la eficacia, pero en este caso no hay constancia de que incluya un sistema avanzado de reconocimiento facial como en esos casos. Hay doble cámara frontal y una de ellas recoge información de la profundidad de campo para las fotografías, pero en principio no tiene la misma maquinaria que el 8 Pro en cuanto a sensores y pese a esto nos reconoce bien en completa oscuridad también.
Lo bueno, si es sin marcos, dos veces bueno
Xiaomi y sus curiosas diagonales. Aquí hablamos de una pantalla AMOLED de 6,39 pulgadas FullHD+ (2.340 x 1.080 píxeles), con un ratio de 19,5:8 en un frontal que según la marca es aprovechado al 93,4% por la pantalla y que según GSM Arena, quienes solemos tomar como referencia, lo hace en un 85%, lo cual es más que el Mi MIX 2S sea cual sea el referente que se tome.
En parte es consecuencia de que la reducción de los marcos pueda ser mayor en el caso del inferior, al no albergar la cámara frontal en una ubicación que tampoco nos llegaba a parecer cómoda. Al estar dentro del móvil, tener el sensor de huellas en la parte trasera y no disponer de botón frontal, los marcos pueden reducirse a lo mínimo, también porque el altavoz está insertado con mucha discreción, al estilo del OnePlus 6T o el HONOR View20.
Con esto lo que se ha mantenido durante todas estas semanas es la sensación de “todo pantalla”, de manera continua y para bien. No hay toques accidentales y es muy agradable ver contenidos multimedia en ese panel con marcos mínimos, también jugar (además se calienta muy poco, dentro de lo habitual).
La pantalla tampoco gana en resolución, la marca se mantiene en el FullHD+ para los topes de gama como OnePlus o Huawei entre otras y no entra al QHD o al 4K como Samsung y Sony. Pero esto no significa que la experiencia en cuanto a nitidez y detalle no sea buena ni mucho menos, en este aspecto la pantalla cumple y tanto en lectura como en visualización de vídeos y demás el rendimiento es satisfactorio.
De brillo máximo va también bien servida, pero lo que sí habría que mejorar es el ajuste de brillo automático. Ocurre bastante a menudo que se queda demasiado bajo, incluso cuando el entorno en sí tiene poca iluminación, teniendo que dar un toque de manera manual para tener una buena visualización.
Hay algunos añadidos que con el tiempo hacen que usar el Mi MIX 3 sea cómodo como el doble toque para activar pantalla o el efecto de luz a los lados cada vez que cambia de canción o que hay una notificación, sobre todo si acostumbramos a usarlo como reproductor multimedia. Eso, junto con las opciones para configurar la temperatura y el contraste de la pantalla son detalles que se agradecen.
Acostumbrarse a lo bueno es fácil
Es fácil estar cómodo con un panel tan dominante como el de este Mi MIX 3, en el que no hay ni muescas ni marcos prominentes y sólo las adaptaciones del software nos recuerdan que aún queda por hacer. Pero a otra cosa que resulta sencillo habituarse es a que reine la fluidez siempre.
El terminal se mueve con el Snapdragon 845 y 6 GB de RAM, lo cual resulta suficiente para mover cualquier tipo de tarea sin problemas, así como las transiciones del sistema. Hemos jugado hasta aburrirnos sin que hubiese ningún cierre o lag, y sin problemas a la hora de ejecutar y alternar apps multimedia o vídeos desde el navegador. Días y días de fluidez continua, ése es el resumen.
Y eso pese a que MIUI sigue siendo una capa muy invasiva, transformando totalmente la estética, los ajustes y añadiendo sus propias apps además de las de Google (de hecho, en una de las actualizaciones apareció “Mi Apps”, app que forma parte de las que no pueden desinstalarse como las utilidades). Hay añadidos muy interesantes, como el poder personalizar la navegación usando gestos, los ajustes extra para la pantalla, el gestor de archivos o las aplicaciones duales, aunque hay otros aspectos a mejorar.
La pantalla ambiente sigue siendo parca en opciones, como ocurre en general con esta función, y aunque hay ajustes añadidos para el audio están muy centrados en los auriculares de la marca (posteriormente comentaremos esto). La aceleración de juegos no añade apenas nada a la experiencia, siendo en realidad un recorte de funciones como el segundo plano o priorizar la conexión (si se activa), lo mismo que sucede si queremos liberar memoria (y no estaría de más que se avisase al usuario de que se van a cerrar tareas).
Hay además algunas notificaciones que no suenan (por ejemplo, las de Slack), y dado que son apps que funcionan bien con otros softwares probablemente sea cosa de alguna incompatibilidad específica entre app y capa de personalización. Y el botón dedicado al asistente de voz (o a la función que personalicemos) no nos parece una buena idea por las pulsaciones accidentales, de hecho aunque indiquemos que no se realice ninguna acción siempre emerge Google Assistant al pulsarlo.
Al menos lo que vemos es que hay un soporte, y que el software no se ralentiza tras unas semanas. Las actualizaciones añaden funciones (como la de descolgar con el deslizamiento de pantallas) y solucionan un pequeño bug que había en la visualización de las descargas, así que bien por esta parte, tan importante de cara a la conservación del terminal.
Lo que nos ha dejado a medias: autonomía, audio y cámaras
Las herramientas que dispone MIUI 10 son útiles para prolongar algo más la autonomía a base de controlar los segundos planos, de hecho veremos que la multitarea va “matando” aquellas apps que hace más tiempo que no ejecutamos. Pero aún así mantenemos las impresiones que nos dio en el primer análisis: la autonomía es muy justa.
Con un uso no demasiado intenso y un 80% del tiempo en wifi, la autonomía media es de unas 22 horas, pudiendo prolongarse más allá del día si reducimos las horas de reproducción multimedia o no pasamos demasiado rato jugando o con la cámara. Eso sí, muy buena experiencia con la carga rápida y la carga inalámbrica, sobre todo con ésta segunda que tarda 1 hora y 45 minutos en cargar la batería de 0 a 100% (1 hora y 20 minutos con el cargador incluido por cable).
Aunque menos contentos que la autonomía nos ha dejado el sonido. El móvil no tiene jack de 3,5 milímetros ni adjuntan el adaptador como hemos visto en otros terminales de la marca o en móviles de otros fabricantes, pero lo que habría que mejorar tratándose de un tope de gama es la calidad del sonido por el altavoz, que es bastante plano y con el rango dinámico muy reducido.
Hablando de fotografía, las sensaciones también se mantienen bastante con respecto a aquella primera reseña en profundidad tras estas semanas de uso. Un resultado correcto, sin sorpresas para bien o para mal, que da instantáneas aceptables con escenarios bien iluminados y que peca de pérdida de nitidez cuando la luz escasea un poco.
La saturación puede parecernos demasiada, si bien la app de cámara permite ajustar el nivel de contraste y viveza de los colores de modo que por defecto se apliquen en mayor o menor medida y queden más a nuestro gusto. El rango dinámico es especialmente reducido disparando en modo manual (donde no hay posibilidad de aplicar HDR), y el modo HDR puede ser de ayuda en situaciones como paisajes en las que el cielo se conservará algo mejor si lo aplicamos, pero no en interiores o de noche donde puede ser demasiado agresivo.
Bien por ese modo manual que integra el peaking para saber mejor qué enfocamos y que nos permite sacar macros muy conseguidas con el desenfoque natural de la lente, en contraposición al desenfoque del modo retrato que sigue siendo demasiado artificial (aunque al menos no restringe a personas y podemos aplicarlo a cualquier cosa mientras estemos a dos metros). No tan bien por un botón de inteligencia artificial cuyo beneficio seguimos sin observar, tampoco tras un mes de uso, resultando en bastantes ocasiones en un aumento de la saturación y algo de HDR (aunque no activemos el modo).
El modo nocturno es un buen aliado cuando estamos en un escenario con iluminación muy baja, dado que obtiene claridad donde el modo automático y/o HDR sólo capta oscuridad. Y lo hace con mayor ISO que otros modos y sin añadir ruido, aunque eso sí, compensará cuando haya poca luz y no en una escena bien iluminada (ahí estará más o menos empatado).
El modo retrato es el que tiene bastante margen de mejora, sobre todo hablando de los efectos de iluminación. El desenfoque queda muy artificial, manteniendo esa primera impresión que nos dio en el primer análisis, estando favorecido cuanto más profundidad de campo haya, y los efectos de luz no suelen salir limpios, habiendo mucha diferencia con el desempeño de estos mismos efectos en los iPhone u otros rivales.
Las cámaras frontales nos dejan bastante contentos al mantener el detalle incluso en interiores. Pecan de exceso de contraste cuando en esta situación la iluminación es algo más exigente, pero da el resultado esperado incluso un poco mejor.
En este caso mantenemos las sensaciones con el modo retrato, si bien en este caso aún será mejor buscar un fondo con mayor profundidad y mayor contraste con el individuo. El recorte tolera bastante bien el pelo y los contornos más exigentes, pero el de los efectos de luz es mucho más agresivo, ahí hay mucho margen de mejora.
Una brisa de aire fresco con asignaturas pendientes
La evolución de los Mi MIX no se ha basado en grandes golpes en la mesa en cada iteración, sino en intentar evolucionar gradualmente ciertos pilares como un diseño elegante y distinto o el aprovechamiento de frontal por parte de la pantalla. La culminación de esto es un Mi MIX 3 que se carga de un plumazo una cámara frontal que parecía no encontrar su lugar en una superficie donde no era bienvenida, ubicándola (las dos) bajo la pantalla, que es la que se mueve a diferencia de lo que vimos en el Vivo Nex o en el OPPO Find X.
Sin duda es una brisa de aire fresco en el factor forma tipo barra que ha imperado desde el establecimiento de los smartphones con pocas excepciones, aunque hay aspectos a mejorar para que algo que en esencia es menos práctico lo sea un poco más. Una trasera menos resbaladiza sería la clave para ello, sobre todo porque ya representa un inconveniente por el mero hecho de sostener el móvil para hacer una llamada.
La línea logra así preservar el sentido de su existencia: la diferenciación sin renunciar a lo más potente. Pero la excelencia es un destino a alcanzar cuando características como la batería o la cámara quedan atrás de otros rivales.
Así, tras un mes de uso la experiencia con el Xiaomi Mi MIX 3 ha sido positiva y nos ha resultado muy fácil acostumbrarnos a tener una pantalla casi infinita. Aunque lo que ha ido cayendo en el olvido es ese panel deslizante, que sólo abríamos para hacernos autofotos porque no había otro remedio.
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