El Xiaomi Mi Note 10 fue, o más bien, es un teléfono bastante completo. Es un gama media premium con todas las de la ley y, como es normal en Xiaomi, ha recibido un hermanito más potente, con más memoria y almacenamiento, apellidado "Pro": Xiaomi Mi Note 10 Pro. Es un terminal que, como su ¿antecesor? cuenta con cinco cámaras en la parte trasera gobernadas por un sensor principal de 108 megapíxeles, procesador Snapdragon 730G y pantalla curva casi sin marcos.
Analizarlo al completo es, por lo tanto, un poco redundante. El Mi Note 10 nos dejó un muy buen sabor de boca en su análisis, pero en el caso del modelo Pro hemos optado por usarlo como nuestro móvil personal durante un mes, enfocándonos más en la experiencia de uso. ¿Y qué tal ha sido esta? Salgamos de dudas.
Bonito por fuera, aunque pide a gritos una funda
Lo primero que llama la atención del Xiaomi Mi Note 10 Pro es el diseño de su parte trasera. Literalmente, las cámaras se expanden hasta casi la mitad del chasis del terminal por el lateral izquierdo, primero en un módulo con tres lentes, luego con una lente bastante generosa y luego con un sensor macro. Bajo el módulo está el flash LED de doble tono y, abajo del todo, el logo de la marca. Es llamativo a simple vista, pero hagamos un par de apuntes.
El módulo sobresale, y sobresale mucho. ¿En qué se traduce esto? En que dejar el móvil sobre una mesa con la pantalla hacia arriba es sinónimo de tocar en una esquina y que tiemble bruscamente. Para muestra, un GIF como el que tienes justo bajo estas líneas. El módulo es generoso en grosor, y la única forma de solucionar este problema es ponerle una funda como la que Xiaomi ha incluido en la caja (la típica funda de silicona transparente).
Otro aspecto a destacar es que la ubicación de los sensores macro y gran angular (los dos que están abajo) es un poco incómoda. ¿Por qué? Primero, porque dependiendo de cómo cojas el dispositivo puedes darle con el dedo a la lente y ensuciarla, y segundo porque las lentes gran angular y macro, si sujetas el teléfono en vertical, "ven" el dedo índice, lo que obliga a tener que reposicionar la mano para sacar la foto correctamente. Cuestión de acostumbrarse.
Dicho esto, aunque a simple vista puede parecer más grande de la cuenta, el sistema de navegación gestual de Android y los gestos de MIUI como el de deslizar hacia abajo en la pantalla para desplegar las notificaciones, hacen que sea cómodo de usar con una sola mano. Tampoco es excesivamente pesado. De hecho, la sensación en mano es de equilibrio. No llega a ser tan ligero que se note frágil, ni llega a ser tan pesado que cueste usarlo. Está muy bien conseguido.
No es particularmente fino, mucho menos si tenemos en cuenta el grosor del módulo, pero es cómodo de sujetar gracias a la curvatura de la trasera. Ahora bien, es un dispositivo resbaladizo y, ya que hablamos de sujetarlo, también conviene destacar que las huellas se quedan muy marcadas en el polímero que domina la parte trasera, pero como hay una funda incluida en la caja, nada que no se solucione poniéndosela.
Más elementos a destacar de la construcción son la inclusión de USB tipo C, el altavoz (que se escucha bien, pero mejor no ponerlo al máximo y mantenerlo al 75%), el jack de auriculares y el sensor infrarrojos, dos elementos que cada vez vemos menos y que solo aprendes a valorar cuando los tienes y que solo echas de menos cuando te los quitan. Reconozco que poder cambiar de canal con el móvil es un puntazo y, en la práctica, el sensor infrarrojos ha resultado ser bastante útil.
En cuanto a la pantalla, vamos a ir a por partes. El frontal está dominado en su práctica totalidad por ella, salvado el notch en forma de gota que hay en la parte superior y que permite a Xiaomi arañar unas cuantas pulgadas más de pantalla efectiva. Es un panel AMOLED de 6,47 pulgadas con resolución FullHD+ de 2.340 píxeles de alto por 1.080 píxeles de ancho, lo que se traduce en 398 píxeles por pulgada y un aprovechamiento del 87,8% del frontal. El notch, para aquel que lo considere una molestia, se puede ocultar vía software.
El panel se ve perfectamente, tanto a nivel de brillo, contraste, colores o respuesta, sin problemas en el día a día como quedó claro en el análisis del Xiaomi Mi Note 10. Insisto, es el mismo móvil con más memoria, así que la experiencia es igual, tanto en lo positivo, que ya lo hemos repasado, como en lo negativo. Porque haber puntos negativos los hay, y el principal es la pantalla curva.
Más allá de lo puramente estético, la pantalla curva no me ha terminado de convencer por dos cosas. La primera, las sombras, apreciables a simple vista. Basta con mirar el teléfono de frente para darse cuenta de que en las curvas del panel la pantalla se torna grisácea, y es algo que una vez ves, no puedes dejar de ver. La segunda son los toques accidentales, que no son excesivamente comunes, pero están ahí. En más de una ocasión he notado que la pantalla no respondía y era por estar tocando la curva con la mano sin querer.
Por último, no está de más mencionar el lector de huellas, que se encuentra, como en casi todo gama alta actual, debajo de la pantalla. Es un sensor de huellas óptico, por lo que ilumina la huella cuando ponemos el dedo encima, y funciona sorprendentemente bien. Está en una ubicación cómoda y el rendimiento es más que correcto, incluso cuando no ponemos todo el dedo sobre el sensor. También tiene desbloqueo facial en dos dimensiones (así que de noche su rendimiento cae bastante) y desbloqueo con dispositivo Bluetooth cercano, que si usas un reloj inteligente puede ser de lo más útil.
En pocas palabras, el Xiaomi Mi Note 10 Pro es un teléfono llamativo a la vista, bonito y fácil de usar con una sola mano, pero que peca de ser resbaladizo y de tener ciertos detalles, como la ubicación de las cámaras, que pueden ser molestos, sobre todo cuando empiezas a usarlo. La pantalla, como decía, se ve muy bien y la resolución, para mí, es correcta, aunque las curvas aportan más a lo estético que a lo estrictamente funcional.
Más RAM, más almacenamiento y una batería sobresaliente
¿Qué decir del rendimiento? Lejos quedan aquellos móviles Android de gama media que no rendían como se podría esperar, porque el Snapdragon 730G y los 8 GB de memoria RAM (ocho gigas en un gama media, quién lo diría) brillan por sí solos. No he echado en falta ni un ápice de velocidad, no he tenido lag de ningún tipo y, si bien la temperatura aumenta cuando jugamos como en todos los móviles, la disipación de calor cumple con creces su cometido y no he apreciado que se caliente más de la cuenta.
Lo mismo, exactamente lo mismo, se puede decir del almacenamiento interno. Mi móvil personal es un dispositivo con 64 GB que no consigo llenar nunca, así que con 256 GB basta con echar las cuentas. Esta cifra es el doble que el Mi Note 10 estándar, así que si con 128 GB tienes suficiente, con 256 GB UFS 2.1 vas a tener todavía más.
La única pregunta que cabe hacerse es si realmente merece la pena el salto del Mi Note 10 al Mi Note 10 Pro, puesto que las diferencias, como decíamos, son estas dos que hemos comentado. El Mi Note 10 salió al mercado por 549 euros, mientras que esta versión Pro sube a 649 euros. ¿Merecen la pena esos 100 euros por 2 GB de memoria RAM más, que no se notan en el día a día, y 128 GB de memoria interna adicionales? Queda a juicio del usuario.
Hablemos del sistema operativo, que no es otro que MIUI 11 basado en Android 9 (habría sido de agradecer que fuera Android 10). Es una capa de personalización que poco o nada tiene que ver con Android puro, como bien sabrán los usuarios de móviles Xiaomi, y la cantidad de opciones que ofrece el software es cuantiosa. En lo que respecta a la experiencia, salvando Mi Remoto, la grabadora de pantalla y el segundo espacio, que sí pueden ser útiles, el resto de funciones son de uso muy puntual. No molestan, pero tampoco aportan en exceso.
Lo que es innegable es que MIUI 11 va muy bien. Es fluido, las animaciones están muy cuidadas y los pequeños detalles, como que cierres la app de ajustes y la rueda dentada del icono se mueva, son de lo más vistosos. Tiene modo oscuro, que se aplica a toda la interfaz, y buen surtido de bloatware preinstalado, como Facebook, Amazon, WPS Office, eBay, Netflix y una carpeta con cinco juegos. También tiene publicidad en algunas aplicaciones propias de Xiaomi, pero desactivarla es bastante sencillo.
El único punto negativo que le puedo sacar al rendimiento es la app de cámara. Ahondaremos más en la experiencia fotográfica más adelante, pero estamos hablando de que tenemos un sensor de 108 megapíxeles que usa tecnología Pixel Binning para sacar fotos de 27 megapíxeles. ¿En qué se traduce eso? En que las fotos tardan bastante en procesarse y en que hay cierto lag al cambiar entre los modos. La captura es rápida, pero si pulsamos en el icono de la galería para ver la foto inmediatamente tendremos que esperar a que se procese.
La experiencia con la batería es exactamente la misma que con el modelo anterior. En el motor de este dispositivo hay 5.260 mAh, más que suficientes para superar el día de uso y llegar a las 10-12 horas de pantalla activa, unas ocho si le exigimos un poquito más. Con un uso moderado, normal, de apps de mensajería, alguna partida, consumo multimedia, redes sociales y correo, superar el día es lo normal. La autonomía es, sencillamente, fantástica y uno de los grandes argumentos del dispositivo. Mención especial merece la carga rápida de 30W (se incluye cargador compatible), que recarga la batería por completo en una hora y media.
Vuelta a la guerra de los megapíxeles
Pasamos así al apartado de la fotografía, donde encontramos el principal argumento de ventas de este Xiaomi Mi Note 10 Pro y de su hermano no-Pro. ¿Por qué? Porque el dispositivo pone a nuestra disposición ni más ni menos que cinco sensores entre los cuales destaca el de 108 megapíxeles. A su lado, un teleobjetivo de 12 megapíxeles y dos aumentos, otro teleobjetivo de 5 megapíxeles y cinco aumentos, un ultra gran angular (117º) de 20 megapíxeles y un macro de 2 megapíxeles.
Sobre el papel suena realmente bien, pero hay que tener una cosa en cuenta: a diario y usando el modo automático no se sacan fotos de 108 megapíxeles. El dispositivo se vale de la tecnología Pixel Binning para agrupar cuatro píxeles en uno y, en la práctica, eso se traduce en fotos de 27 megapíxeles. Y es algo que se agradece a nivel de memoria, porque cada foto de 108 megapíxeles pesa 20 MB, que es lo que pesa un RAW de mi cámara réflex. Más o menos, por cada 50 fotos a esa resolución llenaríamos 1 GB de almacenamiento, aunque ya hemos dicho que con 256 GB eso no es mayor problema.
Dicho esto, y yendo directamente al grano, ni el sensor de 108 megapíxeles ni la lente adicional que se ha montado (8P) se notan en el día a día . Si nos paramos a pensar en qué hacemos con las fotos, la mayoría posiblemente acaben en Instagram (de cuya optimización para Android podríamos hablar en otro momento), Facebook, WhatsApp y demás redes sociales. Salvo que queramos imprimir una foto en un formato grande (y no hablamos de tamaño A4 o A5) o vayamos a necesitar reencuadrar la imagen (para lo que ya tienes las lentes con zoom), no tiene sentido disparar en el modo dedicado de 108 megapíxeles.
¿Cuándo se nota? Cuando hacemos zoom en el ordenador y nos fijamos mucho, mucho, mucho en los elementos más lejanos. Evidentemente, al tener más megapíxeles la pérdida de detalle al ampliar es menos drástica, pero tampoco es algo que se aprecie demasiado. La cámara es muy correcta y ofrece resultados buenos (con ciertos matices que comentaremos ahora), pero a la vista la diferencia entre una foto de 27 megapíxeles y una de 108 megapíxeles no se nota.
Todo sea dicho, el lote de lentes y sensores es de lo más versátil. Al tener un gran angular, dos telefotos y un sensor normal, podemos tomar hasta cuatro enfoques distintos desde una misma ubicación (muchos más si ampliamos y usamos el zoom híbrido). La cámara se comporta bien en ambientes iluminados y exteriores, con un HDR que cumple su cometido levantando sombras y reduciendo las luces. De noche,es inevitable que las fotos salgan más amarillas, pero el resultado es positivo.
El gran angular también es llamativo, pero la nitidez es bastante menor que la conseguida por sus lentes hermanas. La deformación de la lente está bien corregida y la exposición es correcta, así que como decíamos con respecto a tomar fotos en 108 megapíxeles, salvo que amplíes y te fijes en los detalles, en la práctica el sensor consigue fotos vistosas y correctas. Cuando lo usamos de noche, la calidad se resiente, el detalle cae y el balance de blancos tiende al naranja, pero el resultado sigue siendo más que suficiente.
Los dos niveles de zoom, x2 y x5, rinden bien y consiguen mantener el detalle de los elementos lejanos, pero hay dos cosas a tener en cuenta. La primera es que alternar entre ellos es bastante lento (lo que hablábamos de la app de cámara anteriormente) y la segunda que no puedes cambiar de lentes mientras grabas vídeo. Lo mismo de noche, un contexto en el que obtiene unos resultados buenos, aunque sacrificando algo de nitidez por la falta de luz.
Si exprimimos el zoom al máximo, que son 50 aumentos digitales, podemos conseguir resultados de lo más interesantes. Esta imagen, por ejemplo, fue tomada desde Córdoba el pasado domingo. La foto se tomó a pulso y simplemente se ajustó en la app de cámara la compensación de exposición para rescatar los detalles de la superficie lunar.
Mención merece también el modo macro, que si bien no es la mejor lente en lo que a nitidez se refiere (y tampoco es que sea una lente que usemos todos los días o a menudo), permite tomar fotos desde muy, muy cerca y rescatar bordes y detalles de los objetos. Estas fotos que ves bajo estas líneas han sido tomadas a unos cuatro centímetros de distancia y a la vista está que el resultado es bastante bueno. De noche, el rendimiento es parejo, pero se nota que la nitidez se reduce.
¿Y qué es un móvil en 2020 sin su correspondiente modo noche? El Xiaomi Mi Note 10 Pro cuenta con esta opción en su app de cámara y, en pocas palabras, toma una larga exposición de la imagen para arañar algo más de luz. El resultado es una foto con los colores amarillos más suavizados, más contraste, algo más de ruido y quizá demasiada claridad, pero eso no quita que pueda rescatar una escena demasiado oscura en un momento puntual.
El modo retrato es rápido y el recorte muy preciso, ofreciendo una buena detección de objetos y personas, sobre todo de día. De noche el rendimiento cae ligeramente, pero es algo común en todos los smartphones. La cámara permite ver el resultado "casi" en tiempo real, permitiendo ver qué zonas van a quedar o no fuera de poco, pero el desenfoque se procesa una vez se ha tomado la foto.
En lo que al selfie se refiere, ninguna queja. El nivel de detalle del sujeto es muy bueno, el HDR consigue recuperar las luces altas del fondo y la foto, en términos globales, es sobresaliente. Cuando aplicamos el modo retrato salen a luz algunas asperezas, como que el desenfoque queda demasiado artificial en algunas zonas (véase el pelo) y que las luces altas propias del fondo no se recuperan, quedando así el fondo quemado, pero el detalle de la cara es muy, muy bueno.
Por último, hablemos del botón de inteligencia artificial que hay en la zona superior de la app de cámara. ¿Usos? Teóricamente, mejorar las escenas mediante un análisis de las mismas. ¿Realidad? Colores demasiado saturados que hacen de la escena una escena poco fiel a lo que vemos con nuestros propios ojos. Para gustos, colores, y en este caso literalmente, pero yo he preferido dejarla desactivada.
Un mes con el Xiaomi Mi Note 10 Pro
Tras haber usado el Xiaomi Mi Note 10 Pro como mi teléfono personal durante un mes, me llevo un buen sabor de boca, aunque no puede evitar que haya ciertos matices que hagan que el sabor no sea completamente perfecto.
El primero es la pantalla, y es que bien el panel se ve muy bien y la respuesta táctil es correcta, las curvas de los laterales no me han terminado de convencer. No aportan nada a la experiencia diaria más allá de lo puramente estético y entorpecen el uso de un panel que, siendo objetivo, se ve muy bien. El terminal es bonito, llamativo, algo resbaladizo y fácil de usar con una sola mano, sobre todo cuando te acostumbras a cogerlo de forma que los dedos no tapen las cámaras traseras.
Sin objeciones en el rendimiento. Tanto para usar aplicaciones del día a día como WhatsApp o Twitter, como para jugar a juegos algo más exigentes como 'Chess Rush' o 'Call of Duty: Mobile', el dispositivo cumple con creces su cometido. Ya lo cumplía su hermano pequeño con 6 GB de RAM y 128 GB de almacenamiento interno, y este lo hace exactamente igual, solo que algo más desahogado si cabe.
En cuanto a la autonomía, sin lugar a dudas es su principal baza. Ha habido ocasiones en las que no he cargado el móvil hasta la noche del segundo día y, cuando le he pedido algo más, porque haya salido a echar fotos o haya jugado más de la cuenta, ha sido capaz de aguantar el día como todo un campeón. Xiaomi ha hecho un trabajo excelente en este sentido y hay que reconocerlo.
La cámara, por su parte, consigue buenos resultados porque la sensórica es buena, pero los 108 megapíxeles pasan más desapercibidos de la cuenta. No he tomado muchas fotos a 108 megapíxeles en el día a día porque, simple y llanamente, con 27 megapíxeles se consiguen resultados muy parejos, menos pesados y con un procesado más rápido. Me habría encantado ver esta resolución en un sensor algo más grande, pero como suele decirse, por algo se empieza.
En resumidas cuentas, el Xiaomi Mi Note 10 Pro es un terminal llamativo, bonito, solvente en cuando a rendimiento e interesante en términos fotográficos, si bien el sensor de 108 megapíxeles no termina de brillar en la experiencia diaria. Su precio es de 649 euros, algo más elevado que otros dispositivos de gama media premium o alta, y la pregunta que cabe hacerse es si merece la pena pagar 100 euros más que el Mi Note 10 por 2 GB de memoria y 128 GB de almacenamiento interno adicionales.
Xiaomi Mi Note 10 Pro – Smartphone con Pantalla AMOLED curva 3D de 6,47" (5 Cámaras, principal 108 MP, 5260 mAh, Carga rápida 30W, Snapdragon 730G, NFC, 8+256 GB), Negro medianoche [Versión española]
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