Su nombre probablemente no te dirá gran cosa, pero hubo un tiempo —y no uno cualquiera— en que Steve Sheraton fue el monarca absoluto de las apps de iPhone. En julio de 2008, con la App Store recién salida del horno, su aplicación iBeer consiguió convertirse en todo un éxito y destacar entre el medio millar largo de competidoras que estrenaron la plataforma de Apple. Tanto éxito tuvo que se mantuvo en la lista de apps más descargadas hasta 2010 y llegó a generar 20.000 dólares diarios que permitieron al propio Sheraton y su equipo vivir como auténticas estrellas del Rock.
Lo curioso es que lo logró con una propuesta en apariencia tan simple como exitosa, más parecida a una broma de bar que a una sofisticada herramienta para los aún más sofisticados móviles de Apple: iBeer, sencillamente, simulaba convertir los iPhone en jarras de cerveza que podías agitar y balancear. Con algo de mañana hasta podías dar el pego y hacer creer a tus amigos que te estabas pegando unos buenos lingotazos. ¿Y por qué cerveza? Sencillo: además de resultar muy visual, gracias a su brillo, textura y el efecto de espuma, ideales para sacar partido a las pantallas de iPhone, el propio Sheraton reconoce sin problemas que por aquel entonces era alcohólico.
Su historia se la ha relatado a Mel Magazine ahora, más de una década después del increíble bombazo de iBeer y con el propio Sheraton reconvertido en el sector. El desarrollador, que suma ya 52 primaveras, vive en una granja española rodeado de su familia y árboles frutales y dedicado a la creación de apps pensadas para ilusionistas. Tampoco esa elección es fortuita. Aunque la ansiedad que le ocasionaba su trabajó le obligó incluso a retirarse, Sheraton es también mago.
Su experiencia, desde luego, parece un truco magistral.
Del café con Palm Pilot a las cañas con iPhone
Años atrás, cuando "app" sonaba aún a jerga y estaba muy lejos de ser un concepto de uso común, Sheraton decidió crear una herramienta que permitía “convertir” las pantallas monocromáticas de las viejas Palm Pilot —los asistentes personales de Palm Inc— en tazas de café. Se trataba solo de un vídeo y no tuvo gran éxito, así que acabó en el cajón. Cuando alrededor de diez años después se encontró sin embargo con el iPhone vio la oportunidad perfecta para rescatarlo.
El dispositivo de Apple ofrecía una pantalla de alta definición, colores brillantes y —la auténtica clave para el efecto realista y el posterior éxito de iBeer— un acelerómetro que le permitía jugar con la posición del dispositivo. El problema era que, al no trabajar para la empresa de Cupertino, Sheraton no podía crear software para iPhone. Estaba la opción de probar con móviles modificados y eliminar las restricciones del fabricante, cierto; pero tampoco aquello parecía una gran solución.
“Casi nadie hacía jailbreak en sus teléfonos, así que era imposible alcanzar una masa crítica. Básicamente recreé el E-spresso de Palm Pilot, en el que el iPhone muestra un vídeo de la bebida y tú sincronizas tus acciones con el vídeo”, explica a Mel Magazine. Para que el efecto fuese más llamativo decidió cambiar el café por la cerveza. “Pensé que era más atractiva, además soy un alcohólico [en recuperación], así que mi vida se guiaba bastante por la bebida por entonces”.
Sin nada que perder, Sheraton se grabó probando su invento y subió un vídeo a YouTube en el que —como si del mejor truco de magia se tratase— parecía beber cerveza de su iPhone. Gustó. Vaya si gustó. Su pieza empezó a acumular millones de visualizaciones y le llegaban peticiones de usuarios interesados en hacer lo mismo con sus iPhone. Sheraton, que por aquel entonces rondaba los 37 años y dormía en el sofá de un amigo, decidió aprovechar la oportunidad: se dedicó a vender el archivo de vídeo, que la gente debía descargar a través de iTunes, por 2,99 dólares.
Poco a poco la bola de nieve se fue haciendo tan grande que Sheraton se encontró ganando la friolera de dos mil dólares diarios. Aquello, claro, atrajo el interés de la propia Apple, que para preparar el lanzamiento de su App Store a mediados de 2008 se había dedicado a buscar desarrolladores de programas capaces de demostrar el potencial del iPhone.
Con la suerte de su lado y decidido a no dejar pasar la oportunidad, Sheraton se propuso demostrar que su idea tenía gancho. Aprovechó su experiencia en cine y fotografía, empleó vídeos en bucle y secuencias de imágenes y sacó partido al acelerómetro del iPhone, el detector de movimiento del propio teléfono. Gracias a su medición del ángulo, la aplicación podía crear la sensación de que la cerveza en el interior de la pantalla se movía —e incluso vaciaba— con las oscilaciones.
A la hora de bautizar la app decidió recurrir a una fórmula sencilla pero con huella: iBeer.
Desarrollada por la empresa Hottrix, la aplicación se lanzó en la App Store por el mismo precio con el que ya había funcionado antes: 2,99 dólares. El primer día ya estaba situada en lo más alto de la lista, puesto del que ya no se apeó durante un año. “Además de su humor visual y su atractivo para el mínimo común denominador, iBeer fue un gran éxito porque permitió a las personas mostrar a sus amigos de lo que era capaz el teléfono. Podrías mostrarles mapas y todas esas cosas un poco geek, pero iBeer era más fácil de entender y una forma divertida de demostrar el acelerómetro del iPhone y su pantalla brillante con colores súper realistas”, reflexiona Sheraton.
El éxito fue brutal. Hottrix acabó ganando entre 10.000 y 20.000 dólares diarios e incluso tuvo que lidiar con otra firma que desarrolló una app similar y a la que llegó a demandar por 12,5 millones de dólares. Más allá de permitir el pago de alquileres prohibitivos o la compra de antigüedades, el éxito también tuvo su cara amarga. “La repentina popularidad de la app y ese estilo de vida, junto con toda la publicidad y el estrés que conlleva, es una avalancha que puede destruir a la gente —reconoce—. Y cuando tienes un problema con el alcohol , todos esos problemas se exacerban”.
Pero todo tiene su fin, ya se sabe. No hay imperio que mil años dure e iBeer no marcó la excepción. En 2010 se esfumó de la lista de éxitos de la App Store a medida que otras grandes apps se iban abriendo hueco. “Un buen chiste solo se puede contarse un número determinado de veces”, reconoce Sheraton, que decidió ceder los derechos de propiedad intelectual a Hottrix.
Ahora, instalado en una granja de España, ya con 52 años, disfrutando de su familia lejos de los focos, la fama y el estrés que suele acompañar a los grandes campanazos tecnológicos, Sheraton se dedica a desarrollar aplicaciones para magos, un sector con menos ansiedad.
“iBeer es el eructo que creció más que yo”, bromea Sheraton en referencia a la sonora flatulencia que incorpora, como uno más de sus trucos para pasar un buen rato, la app.
Vía | Mel Magazine
Imagen de portada | Hottrix
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