Intenta dibujar un círculo a mano, sin compás ni nada por el estilo. Puedes tener el mejor pulso del mundo y paciencia infinita, pero lo más probable es que el círculo que dibujes sea, realmente, un intento de círculo. El círculo perfecto no existe (y en esta afirmación entra hasta la filosofía), pero intentar conseguirlo es divertido o, al menos, adictivo.
Y esa es, precisamente, mi nueva obsesión: intentar conseguirlo. Para ello existe este minijuego, "Draw a perfect circle", al cual he llegado de casualidad y del cual me ha costado salir. El juego es extremadamente sencillo: simplemente hay que dibujar el círculo más perfecto que podamos y la web nos devolverá un porcentaje de "perfección". Funciona tanto en PC como en móvil y sí, engancha.
Pero el círculo perfecto no existe
Seguramente alguno sea capaz de conseguir un 100% con algo de paciencia y tras varios intentos, pero la realidad es que, más allá de la curiosidad, no existen los círculos perfectos. Fuera del terreno de las matemáticas, el círculo perfecto es, sencillamente, una ilusión.
Imagina la circunferencia o círculo físico más perfecto que hayamos encontrado en el universo. Si nos acercamos lo suficiente descubriremos que tiene imperfecciones. Platón, el filósofo griego, ya puso esto sobre la mesa hace tiempo: las circunferencias y círculos perfectos no existen en el mundo real, sino que habitan en el mundo de las ideas. Conseguirlo en el mundo real, en el mundo físico, es imposible, y eso ha generado mucho misticismo alrededor de esta figura.
Un círculo es figura geométrica delimitada por una circunferencia cuyos puntos equidistan del centro. Su perfecta simetría fue considerada como una representación de lo divino y el equilibrio natural en la Antigua Grecia y no es casualidad que muchas estructuras sagradas tengan esa forma.
El santuario Göbekli Tepe, una especie de Stonehenge en Turquía construido 6.000 años antes que este, tiene esa forma, al igual que los anfiteatros romanos. A lo largo de la historia ha habido cierta obsesión por el círculo debido a su teórica perfección, la cual no existe en la naturaleza.
En el espacio encontramos Kepler 11145123, una estrella tipo A a unos 5.000 años luz de la Tierra. Desde 2016, es considerada la forma redonda más perfecta conocida en el universo. Tiene un radio medio de 1,5 millones de kilómetros, pero la estrella tiene radios polares ecuatoriales cuyas longitudes difieren en tres kilómetros. Una diferencia mínima en estos términos, pero una diferencia al fin y al cabo.
En el caso de la Tierra, el objeto más redondo que hemos conseguido fabricar es una esfera compuesta de un isótopo concreto de silicio que, mediante observaciones muy precisas, permite contar sus átomos. A simple vista es perfecta y si la ampliásemos al tamaño de la Tierra, la diferencia máxima entre el punto más alto y más profundo sería de solo 14 metros. De nuevo, una diferencia despreciable, pero una diferencia.
Por lo tanto, sí, existe el concepto de círculo perfecto, pero en el mundo real es difícil, por no decir imposible, encontrarlo. Sí podemos aproximarnos a la perfección, pero nunca al cien por cien por muy alto que sea el porcentaje que saquemos en el juego.
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