Soy de Barcelona, pero el transporte público de Madrid también permite desde hace meses pagar el billete desde el móvil. Ha costado, pero por fin todas las puertas de acceso del metro de las grandes ciudades tienen RFID. Y eso ha permitido implementar el Metrobus y la T-Mobilitat.
Llevo más de un año utilizando la T-Mobilitat en el móvil y lo cierto es que ya no concibo otra cosa. Una aplicación que se ha convertido en imprescindible en mi móvil y que aconsejo a todos los usuarios que la prueben.
No entiendo por qué ha tardado tanto
Si echo la vista atrás pienso en que si se me acaba la tarjeta de metro tengo que acercarme a la máquina y sacar el billete. Un proceso trivial que ya me quita unos minutos. Eso en el mejor de los casos, que no haya cola o haya algún problema con la máquina.
Luego está el hecho de tener un trozo de cartón adicional, para seguir ocupando espacio en la cartera. Aquí entiendo que cada uno tendrá su preferencia y que no es ningún drama, pero una vez he abrazado la digitalización para unas cosas, ya la quiero para todo.
Con la aplicación de la T-Mobilitat para el móvil puedo pasar por las puertas de acceso y, más importante, recargarlo directamente. Este punto es precisamente lo que más me gusta: puedo comprar el billete de camino al metro.
Para comprar el billete simplemente nos metemos en la aplicación, le damos a recargar y nos aparece la pasarela de pagos habitual, con los datos de nuestra tarjeta ya guardados y donde únicamente tenemos que poner el código personal. En unos 30 segundos ya tenemos el billete de metro listo.
La aplicación de la T-Mobilitat es el perfecto ejemplo de lo que pedimos cuando solicitamos que se digitalice la Administración Pública. Lo que queremos es precisamente esto. Procesos triviales que podemos hacer nosotros mismos, sin necesidad de unas instalaciones adicionales, las máquinas expendedoras, que ocupan espacio y seguramente no sean baratas.
Obviamente entiendo que debe seguir habiendo ayuda para aquellos usuarios que no tienen el dominio con el móvil. Por supuesto defiendo la alternativa física y la atención personalizada al cliente. Pero para una gran mayoría de usuarios, la digitalización es un aspecto muy cómodo que agiliza el utilizar el transporte público.
La aplicación de la T-Mobilitat en sí misma es algo sencilla, pero cumple bien su cometido. Permite acceder al billete actual, enseñarlo al revisor si este pasa y ver un historial de los billetes comprados. Bastante útil también para echar la vista atrás y ver cuánto te han durado las distintas tarjetas.
Una crítica es que los billetes especiales, como el del aeropuerto, no están incluidos todavía. Si el Transporte Metropolitano de Barcelona realmente quiere impulsar su uso generalizado debería asegurarse que la experiencia sea completa.
En el momento de acceder al metro he detectado que pagar con el móvil permite pasar unos segundos antes que al introducir la tarjeta física. Un detalle sin más importancia pero que muestra que la llegada del RFID ha acelerado los accesos. Y en situaciones de urgencia o gran masificación puede ser útil.
Uno de los requisitos es que nuestro móvil tenga NFC. El caso es que no todos los móviles tienen el NFC en el mismo lugar. En mi caso utilizo un Pixel y se encuentra en el centro superior trasero. Al principio me fallaba, hasta que encontré la distancia y posición perfecta para colocar el móvil encima de la etiqueta RFID del metro. En mi caso no es tocando directamente la máquina, sino manteniendo el móvil inmóvil durante un segundo a unos dos o tres centímetros.
Ha costado años que los pagos móviles lleguen al metro de Barcelona o Madrid, pero ya los tenemos aquí. Soy consciente del debate sobre la generalización de los pagos móviles y la brecha digital, pero como millennial y aficionado a la tecnología no puedo estar más contento.
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