En 2014, Google recibió una demanda que tuvo una repercusión mediática casi nula: un estudio alemán denunció a la tecnológica por, presuntamente, haberles plagiado el código en el que los californianos se basaron para desarrollar Google Earth. La historia pasó prácticamente desapercibida, incluso para los medios germanos, pero ahora acaba de ser rescatada del olvido por Netflix, que la ha convertido en una miniserie de cuatro capítulos que ahonda en las miserias de Silicon Valley.
Para ir al origen de este litigio tenemos que remontarnos a principios de la década de los 90. En aquellos años, el estudio berlinés de arquitectura Art + Com desarrolló un proyecto denominado Terravision que, concebido como una especie de obra de arte, reconstruyó el planeta tierra a través de imágenes de satélite, fotografías aéreas y diversos datos arquitectónicos y geográficos. Lo más interesante y novedoso de la aplicación fue que era interactiva y en 3D, pues sus impulsores querían que los usuarios tuviesen la sensación de que se habían desplazado al lugar seleccionado a través de sus pantallas.
“Los usuarios pueden moverse libremente y en tiempo real sobre una tierra virtual fotorrealista. Desde la vista macro del espacio hasta la vista micro, pueden volar virtualmente hacia la superficie de la tierra: primero continentes, luego ciudades y finalmente los modelos arquitectónicos de edificios individuales en alta resolución”, señala Art + Com en su página web.
El proyecto de Art + Com pronto acaparó la atención de empresas del sector tecnológico, y para su desarrollo recibió financiación del instituto de innovación de la telco alemana Telekom. Finalmente, fue lanzado en 1994, 11 años antes que Google Earth.
Tras su lanzamiento, Art + Com siguió desarrollando Terravision y presentándola a ferias tecnológicas internacionales, al tiempo que trabajaba otros proyectos, hasta que en 2005 les sorprendió una desagradable noticia: Google, convertida ya en una poderosa multinacional, había lanzado una herramienta que se parecía mucho a la de los alemanes.
A partir de aquel momento, los responsables del estudio empezaron a explorar las opciones que tenían para reclamar una compensación a Google por haberles copiado la idea. Al parecer, en 2006 Art + Com se habría reunido con los californianos para negociar la compra de la patente, pero los americanos habrían hecho una oferta muy a la baja que los berlineses rechazaron. A pesar de ello, Google Earth siguió funcionando.
Sin compensación y sintiéndose robados, los responsables de Art + Com decidieron interponer en 2014 una demanda contra Google por haber basado el desarrollo de su herramienta geográfica en la tecnología de Terravision.
¡Alerta spolier! Si quieres ver la serie, te recomendamos no leer el siguiente párrafo.
Tras un tiempo de litigio, que se refleja muy bien en la miniserie, los norteamericanos ganaron el juicio y los alemanes se volvieron a Berlín con las manos vacías.
La serie, una ficción muy cercana a la realidad
Varios años después de aquel juicio, del que apenas hay información publicada, el guionista Oliver Ziegenbalg se cruzó con la historia por casualidad y decidió que era buen material para crear una miniserie de ficción. Bajo el nombre de ‘The billion dollar code’, se puede ver en Netflix desde el pasado 7 de octubre.
La serie es, por tanto, ficción, y no un documental. Sin embargo, los protagonistas de la historia real consideran que, más allá de la dramatización de algunos hechos y personajes por motivos cinematográficos, los aspectos fundamentales del litigio que aparecen en la cinta son bastante próximos a la realidad.
“Por razones cinematográficas, algunos detalles se omiten y otros se simplifican para hacer que el complicado tema del desarrollo de un software sea comprensible para todos los públicos. Pero los aspectos capitales de la creación de la herramienta y del proceso legal, sin embargo, son bastante cercanos a los hechos reales”, explica Art + Com en un comunicado.
Asimismo, el estudio alemán subraya que “nosotros no participamos en la producción, aunque nos complace la adaptación cinematográfica de la historia, que ilumina un aspecto central de nuestra entidad como diseñadores, artistas y desarrolladores”.
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