El secreto de la alta fidelidad es, en realidad, un secreto a voces. Muchas de las personas que adoramos esta afición afrontamos un esfuerzo económico muy grande para hacernos con el equipo de música con el que soñamos, lo que provoca que tengamos que planificar con paso firme cómo va a evolucionar nuestro equipo y en qué componentes nos interesa invertir nuestros ahorros. Y no es fácil. No suele serlo para los audiófilos curtidos, por lo que es comprensible que quien da sus primeros pasos en esta afición se vea sumido en un mar de dudas.
Desafortunadamente no existe una fórmula infalible que nos dicte cómo podemos sacar el máximo partido a nuestro dinero, pero hay una estrategia aceptada por una base amplia de entusiastas con la que comulgo y a la que todo el que la considere razonable puede aferrarse. Este es el secreto a voces del que os he hablado en la primera línea de este artículo, y defiende con vehemencia, y también con argumentos sólidos, que los componentes más importantes de cualquier equipo de alta fidelidad son las cajas acústicas y la sala en la que lo instalamos. La electrónica y los cables quedan relegados a un discreto segundo plano, por lo que ya podemos intuir a qué elementos puede interesarnos dedicar la mayor parte de nuestro presupuesto.
Unas cajas acústicas adecuadas para nuestra sala no nos van a decepcionar
Hay quien defiende que las cajas acústicas son más importantes que la sala. Y también quien asegura que las características de la sala y su acústica son más importantes que los altavoces. Una de las personas que anteponen las cajas acústicas a todo lo demás, aunque reconoce la enorme importancia que tiene la sala, es Peter McGrath, ingeniero de grabación, director de exportación de Wilson Audio, y, ante todo, un gurú respetado por miles de audiófilos en todo el planeta. Durante su estancia en Madrid a mediados de octubre de 2019 para participar en unas jornadas de alta fidelidad organizadas por el importador valenciano Sarte Audio Elite, McGrath aseguró que para él el elemento más importante de un equipo Hi-Fi son las cajas acústicas. Después en orden de relevancia colocó la sala y su acústica. Y, por último, la electrónica.
La mayor parte de las cajas acústicas de calidad tiene una personalidad sonora muy marcada, lo que permite diferenciarlas con cierta claridad en una escucha a ciegas
Yo estoy de acuerdo con esta visión, pero me parece igualmente razonable dar la máxima importancia a la sala. Creo que lo que a los aficionados nos interesa valorar cuando nos aventuramos a diseñar nuestro equipo de música y a destinar a él una parte de los ahorros que con tanto esfuerzo hemos conseguido reunir es que las cajas acústicas y la sala son fundamentales. No creo que realmente tenga importancia colocar uno de estos elementos por delante del otro. Eso sí, defiendo con total rotundidad que ambos tienen un impacto mucho más profundo en el sonido que la electrónica y los cables.
Afortunadamente no es imprescindible que invirtamos un dineral para hacernos con unas buenas cajas acústicas. Hay modelos relativamente asequibles que están bien diseñados y tienen una construcción meticulosa, lo que les permite rendir bien si los demás elementos les acompañan (en el artículo que enlazo aquí mismo os proponemos algunas de ellas). En cualquier caso, lo realmente interesante es que la mayor parte de las cajas acústicas de calidad tiene una personalidad sonora muy marcada, lo que permite diferenciarlas con cierta claridad en una escucha a ciegas. Eso no suele suceder con los demás elementos del equipo. Distinguir un reproductor de CD de otro en un mismo equipo, incluso si uno cuesta unos pocos cientos de euros y el otro muchos miles de euros, puede ser muy complicado si la prueba se hace de una forma rigurosa que no dé ventaja a ninguno de ellos.
Con los demás elementos que dan forma a la electrónica del equipo, como el preamplificador, el amplificador o el DAC (si decidimos hacernos con uno dedicado), suele suceder lo mismo: en una prueba a ciegas realizada de forma honesta y rigurosa suele ser difícil diferenciarlos, aunque no imposible. No obstante, cuando aparecen esas diferencias suelen ser sutiles. Con las cajas acústicas raramente sucede eso. Los materiales utilizados en la fabricación de sus altavoces, el diseño de su recinto y la forma en que minimiza o acentúa las vibraciones (ambas estrategias son viables), y la arquitectura del filtro divisor de frecuencias que se responsabiliza de que cada altavoz reciba únicamente el rango del espectro de frecuencias que es capaz de reproducir tienen un impacto en el sonido que casi siempre es evidente.
Lo ideal es que los usuarios tengamos la oportunidad de escuchar las cajas acústicas que nos gustan antes de comprarlas. Probablemente la acústica de la habitación en la que las vamos a escuchar antes de hacernos con ellas será muy diferente a la de nuestra propia casa, y esta diferencia dejará una huella muy clara en su sonido. Pero al menos podremos hacernos una idea más o menos certera acerca de su resolución, su capacidad dinámica, su respuesta en frecuencia subjetiva, y también acerca de con qué habilidad consiguen recrear la escena sonora. Todo esto posiblemente cambiará cuando las tengamos en casa, pero al menos podremos intuir qué podemos esperar de ellas y si realmente encajan con nuestras preferencias musicales.
Todo lo que hemos comentado hasta este momento nos invita a plantearnos lo importante que es que elijamos unas cajas acústicas adecuadas a las dimensiones y las propiedades sonoras de la habitación en la que las vamos a instalar. Unos altavoces con un gran volumen probablemente no podrán darnos lo mejor de sí mismos en una sala de pequeño tamaño. Es probable que nos entreguen un extremo grave poco definido y una escena sonora difusa y menos amplia de lo esperado. Tampoco es una buena idea recurrir a unos monitores de pequeño tamaño para llenar de sonido una habitación de grandes dimensiones. No conseguirán entregarnos un extremo grave con pegada. Ni recrear una escena sonora lo suficientemente amplia. Y mucho menos llenar la habitación con un nivel de presión sonora realista. En este contexto lo ideal es que los usuarios que tienen dudas se dejen asesorar por otros audiófilos más experimentados, o, por supuesto, por los profesionales de este sector.
Cuando hayamos encontrado las cajas idóneas será una buena idea que nos preocupemos en la medida de nuestras posibilidades por el acondicionamiento acústico de la habitación en la que las vamos a instalar. Nuestras opciones estarán estrechamente condicionadas por nuestro presupuesto, pero nadie debe desanimarse ni tirar la toalla. Ni siquiera si sus ahorros apenas le dejan margen de maniobra. Los usuarios que tienen una capacidad económica holgada pueden recurrir a un profesional capaz de analizar con equipos especializados las características de su habitación para determinar qué elementos de corrección mecanoacústica es necesario introducir. Y quien no pueda permitirse un despliegue como este, un grupo al que pertenecemos la mayor parte de los aficionados, puede mejorar sensiblemente la acústica de su sala recurriendo a argucias caseras y artesanales que pueden ofrecernos resultados muy notables. Si os interesa conocer cómo podemos abordarlo hacédnoslo saber en los comentarios y quizá podamos desarrollar este tema en otro artículo.
Esta es la estrategia que os proponemos para que invirtáis con garantías vuestros ahorros
Como acabamos de ver, las cajas acústicas definirán la personalidad sonora de nuestro equipo. La sala en la que las vamos a instalar les permitirá expresarse de una forma plena si la hemos tratado de la forma adecuada, o, por el contrario, las encorsetará si no les ofrece las características acústicas idóneas. Y la electrónica y los cables nos ayudarán a redondear el equipo para que encaje en la medida de lo posible con la estética musical que tenemos en mente. Eso sí, su impacto en su personalidad sonora es mucho menos acusado. Y cuando se da suele estar propiciado por la introducción de coloración en el sonido, que no es otra cosa que una forma de distorsión que puede resultar agradable para algunas personas.
Como os he confesado unas líneas más arriba, no existe una fórmula infalible que nos indique qué porcentaje de nuestro presupuesto nos interesa dedicar a las cajas acústicas, al acondicionamiento de nuestra habitación, a la electrónica y a los cables, pero hay una estrategia que puede ayudarnos a definir cuánto dinero nos interesa dedicar a cada parte del equipo. El rol crucial de los altavoces nos invita a dedicarles entre el 50 y el 70% de nuestro presupuesto. Cada usuario debe decidir a qué extremo de este rango le interesa acercarse de acuerdo con las características de su equipo. La buena noticia es que si hemos elegido las cajas acústicas adecuadas para nuestra habitación podremos conseguir que rindan como deben sin necesidad de invertir un dineral en trampas de graves, paneles difusores y elementos absorbentes. Como he mencionado antes hay soluciones caseras que funcionan muy bien. Y, lo mejor de todo, están al alcance de todos los bolsillos.
Por último, a la electrónica en su conjunto, que está constituida por la fuente (el lector de CD o SACD, el giradiscos, el reproductor de música en red, etc.) la preamplificación y la amplificación, os proponemos dedicar el presupuesto restante, que oscilará entre el 30 y el 50% del total. En nuestra opinión no es necesario que os preocupéis mucho por los cables de modulación, que son los que transportan la señal de audio entre unos componentes electrónicos y otros, y los cables de altavoz porque bastará que tengan una calidad mínima para que cumplan su propósito con eficacia. No es necesario que sean lujosos, y mucho menos que recurran a elementos esotéricos para convencernos de que tienen un impacto en el sonido de nuestro equipo que, en realidad, difícilmente van a poder demostrar. Confiamos en que las reflexiones y los consejos que os proponemos en este artículo os resulten útiles para disfrutar más vuestra música favorita, que es lo que realmente da sentido a esta enriquecedora afición.
Imágenes | Pixabay | Wilson Audio
Ver 23 comentarios