El final de la Segunda Guerra Mundial marcó el inicio de la que muchos consideran la Edad de Oro de la Alta fidelidad. A finales de la década de los años 40 del pasado siglo y principios de los 50 aparecieron en Estados Unidos algunas de las empresas que hoy en día «marcan la pauta» en este mercado. JBL fue fundada por James Bullough Lansing en 1946, McIntosh Labs empezó su andadura de la mano de Frank McIntosh en 1949, y Marantz, actualmente japonesa pero con raíces neoyorquinas, nació en 1952, en el garaje de Saul Marantz.
Estos son solo tres ejemplos, pero en aquella época vieron la luz muchas otras compañías de audio importantes, tanto en Norteamérica como en otras zonas del globo. De hecho, en Japón, en 1965, Matsushita Electric, a la que todos conocemos mucho más como Panasonic, creó Technics, una marca con la que pretendía «plantar cara» a los gigantes del audio estadounidenses. Durante su andadura esta empresa colocó en el mercado algunos productos hoy considerados míticos, pero hace unos seis años desapareció del continente europeo. Afortunadamente, Technics acaba de renacer.
Los primeros pasos
El contexto histórico en el que se produjo el nacimiento no solo de Technics, sino también de las otras marcas que he mencionado al principio del post y de muchas más, favoreció la creación de este tipo de empresas. Por una parte la economía de algunos de los países involucrados en la Segunda Guerra Mundial empezó a reactivarse como consecuencia de la necesidad de reconstruir las ciudades afectadas y reorganizarse. Este es el caso de Japón, que, además, comenzó a entablar relaciones comerciales intensas con occidente.
Pero lo que realmente explica que en esa época naciesen tantas empresas dedicadas a la electrónica en general, y al audio en particular, fue, por un lado, la experiencia adquirida durante la guerra por muchos de los técnicos e ingenieros involucrados en el diseño de los equipos de comunicaciones, que vieron en esta opción una salida profesional. Y, por otra parte, cuando terminó la guerra las principales potencias mundiales tenían un arsenal de válvulas de vacío de gran calidad que no habían sido utilizadas, y que eran perfectas para los dispositivos electrónicos de la época (debemos tener en cuenta que el transistor se inventó en 1947 y tardó varios años en popularizarse).
Pero volvamos a Technics. Aunque el «caldo de cultivo» en el que nació esta empresa japonesa fue similar al de sus competidoras estadounidenses, sus primeros productos no fueron amplificadores repletos de válvulas de vacío, sino cajas acústicas y giradiscos de tracción directa (en ellos el motor transfiere directamente al eje del plato la fuerza que lo hace girar). Estos productos tuvieron en Japón un éxito enorme de una forma prácticamente inmediata, lo que animó a Panasonic a iniciar su venta también en el extranjero. Sus cajas acústicas y sus primeros giradiscos llegaron a Norteamérica y Europa a finales de los 60, y no tardaron en hacerse un hueco entre los productos de JBL, Marantz, McIntosh, Bose y Bowers & Wilkins, entre otros competidores potentes. Las cartas ya estaban sobre la mesa.
Comienza la leyenda
Cuando Technics inició su andadura, algunos de los fabricantes de productos de Alta fidelidad japoneses que conocemos hoy en día todavía no existían. Marcas como Accuphase, Tascam o Esoteric (estas dos últimas propiedad de TEAC), aún no habían nacido, aunque las dos primeras no tardaron mucho en ver la luz. En aquella época los principales competidores de Technics en su país de origen eran Luxman, Kenwood y Nakamichi, entre otros, y, por supuesto, también las marcas estadounidenses y europeas que he mencionado antes. Aun así, a pesar de la fortaleza de sus rivales, a Technics le fue bien gracias a la indiscutible calidad de algunos de sus productos, los mismos que hoy tienen, merecidamente, el estatus de míticos.
Modelos como las cajas acústicas EAB-1204, más conocidas como las Technics 1; el casete autorreversible RS-277US o la grabadora de casetes de tres cabezales RS-279US, entre otros, todos ellos productos lanzados en las décadas de los 60 y 70, permitieron a Technics hacerse un hueco en miles de hogares de todo el planeta. Pero el golpe de efecto definitivo de la marca japonesa llegó de la mano de sus giradiscos profesionales y domésticos. Gracias a modelos como el añorado SP-10 (su primer plato de tracción directa para el mercado profesional), el SL-1100 y el SL-1200, estos dos últimos para el mercado de consumo, Technics se afianzó definitivamente en el mercado mundial del audio.
Una anécdota interesante. Sus giradiscos sonaban tan bien, y, sobre todo, eran tan fiables, que algunos modelos no tardaron en empezar a popularizarse entre los DJ, los estudios de grabación y los locutores de radio de la época. Eso fue lo que le pasó, precisamente, al SL-1200 en 1972. Su éxito fue tal que Technics, seis años después de lanzarlo, decidió colocar en el mercado el SL-1200 MK2, una reedición mejorada. De nuevo su aceptación fue fantástica, lo que provocó que esta familia de platos fuese progresando y renovándose hasta 2010, que fue el año en el que Panasonic anunció que, debido a la crisis que asolaba el mercado en general, y el del audio en particular, había decidido dejar de fabricarlo. Pero el SL-1200 ya había estampado su huella en la historia de la música. Actualmente podemos encontrar un SL-1210 expuesto en el Museo de Ciencias de Londres por ser uno de los dispositivos que más ha influido en nuestra cultura musical.
Los últimos «coletazos» de Technics
A principios de los 80 del pasado siglo, Panasonic decidió no apostar solo por el mercado High End, que es el de los productos de audio de alta gama y referencia, y comenzó a lanzar soluciones de consumo de precio más moderado. A partir de ese momento empezó a competir con marcas como Sony, Philips, Vieta, Aiwa, JVC, etc. Y no le fue mal. Technics mantenía ese «aura» de marca de calidad y buen sonido que había cultivado desde los años 60, y, además, acertó colocando en el mercado equipos de audio relativamente compactos con precios que, aunque no eran los más competitivos del mercado, eran razonables. Pero a principios de la década pasada, y ya con la actual crisis económica acechándonos, Panasonic decidió ir «apagando» poco a poco la marca en algunos mercados, como el europeo y el norteamericano. Technics estaba tocada.
Un renacimiento por todo lo alto
Todos los que adoramos la Alta fidelidad nos llevamos una grata sorpresa hace dos semanas, durante IFA: Panasonic anunció que Technics volvía «a la carga» después de seis años de extinción total en muchos mercados. Pero lo mejor de todo es que su anuncio no era solo una declaración de intenciones: tenían dos equipos de audio completos, uno de referencia absoluta, con componentes de la serie R1, y otro de gama alta, el C700, que podían enseñar y que estaban a punto de lanzar. Afortunadamente, en una zona del pabellón de Panasonic en IFA habían montado dos salas de audiciones en las que se podía escuchar ambos equipos, así que en cuanto me enteré aproveché el primer hueco que encontré en mi agenda para salir disparado hacia allí.
Las salas de audiciones eran relativamente pequeñas, pero estaban medianamente bien acondicionadas, por lo que era de esperar que ambos equipos se encontrasen cómodos en ellas. Comenzaré por el «pequeño». El C700 estaba formado por dos pequeños monitores de estantería bastante compactos y dotados de altavoces concéntricos (el tweeter está situado en el centro del diafragma de medios y graves), bautizados como SB-C700; un amplificador integrado estéreo, el SU-C700; un reproductor de música en red, el ST-C700, y un reproductor de CD, el SL-C700. ¿Su sonido? Fantástico. A pesar de utilizar unas cajas acústicas de tamaño tan comedido, su respuesta en frecuencia era muy extensa, su escena sonora amplia, sus graves, contundentes, y su timbre, muy convincente. Este equipo me dejó muy buen sabor de boca (me habría gustado haber podido escuchar un par de cortes de mi propia música en él).
Vamos ahora con el equipo «grande». En la zona de exposición Panasonic tenía sus nuevas cajas acústicas, las grandes y las pequeñas, cortadas en sección, y su calidad de construcción me pareció de auténtica referencia. Pero el componente que más me impresionó fue la etapa de potencia estereofónica del equipo grande, el modelo SE-R1, de nada menos que 55 Kg de peso. Su construcción estaba a la altura de los modelos más avanzados de marcas como Accuphase, Esoteric o D’Agostino, con un mecanizado perfecto y un acabado de primera, lo que no es «moco de pavo». Los demás componentes, como las cajas acústicas SB-R1 y el previo/reproductor en red SU-R1 parecían estar a la altura.
Cuando la música empezó a sonar, comprobé que sí lo estaban. La resolución de este equipo era apabullante, la precisión de su escena sonora casi quirúrgica, los graves tenían una enorme pegada… Sin embargo, durante toda la audición tuve la sensación de que la imagen estereofónica estaba ligeramente comprimida por una sala que, sin duda, era algo pequeña para ese equipo. Seguramente en una habitación más amplia me habría impresionado más. Aun así, este R1 es un equipo estupendo con el que muchos melómanos y audiófilos querrán hacerse. ¿El problema? El de siempre: su precio. Aunque Panasonic aún no lo ha confirmado parece ser que el R1 costará unos 40.000 euros, mientras que el C700 se quedará en unos más realistas 4.000 euros. Ahora solo hace falta que Panasonic se anime a traerlos a España, algo que, desafortunadamente, parece que no sucederá a corto plazo.
Más información | Panasonic
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