Si decimos TomTom todos los que estamos aquí rápidamente pensaremos en navegadores GPS portátiles para el coche, pero la verdad es que esta empresa natural de los Países Bajos se dedica a muchas otras tareas más allá de esta.
Hace unos días TomTom invitó a varios medios de Europa y Norteamérica a conocer en persona cómo se realizan los mapas in situ, que luego se incluirán en los navegadores GPS, y a conocer un poco más todo su trabajo y proyectos. Xataka fue el único medio español invitado.
Todo empezó en 1991
Era el año 1991 cuando se fundó una pequeña empresa que pretendía crear software para dispositivos portátiles. Por aquel entonces el sistema GPS empezaba a funcionar, pero no fue hasta 1996 cuando TomTom tuvo su primer software de navegación para el iPAQ de Compaq, una PDA, un dispositivo realmente portátil y manejable.
Desde el primer momento el objetivo fundamental de TomTom fue hacer un programa para ir desde un punto A hasta un punto B en coche, por la mejor ruta posible. Y hay que recalcar lo del coche, ya que no se trata de ir en bici, o a pie, o de cualquier otra manera.
En el año 2004 llegó el primer TomTom como hardware, ese navegador portátil más o menos cuadrado que se sujetaba con una ventosa al parabrisas del coche. En 2008 TomTom adquiere Tele Atlas, y desde entonces la compañía ya no solo hace programas de navegación, sino también los mapas.
TomTom es uno de los principales suministradores de mapas para navegación GPS del mundo, para otras marcas de navegadores, para fabricantes de navegadores GPS “de fábrica” para coches, para las propias marcas de automóviles o para marcas de electrónica de consumo y telefonía.
Trazando los mapas: Mobile mapping y Cartopía
TomTom pretende tener un mapa global que cubra la mayor parte de La Tierra, pero lógicamente eso se va haciendo poco a poco, por partes. Ahora mismo hay 109 países navegables. Para ello tampoco parte de la nada. Emplea mapas existentes, callejeros, parcelarios municipales, ortofotos e imágenes de satélite.
Con ellas se redibujan los mapas esquemáticamente para tenerlos en formato digital. Esa es la primera capa. Después se van superponiendo otras capas más encima: los nombres de las calles, las señales (incluyendo información de velocidad máxima, los sentidos de circulación de las calles, radares de velocidad, paneles de dirección, etc), los números de las calles y los POI (puntos de interés), relieve y elementos singulares, y finalmente monumentos.
Y para hacer este trabajo también hay que realizar trabajo de campo desplazándose al lugar que se está mapeando. Para ello se emplea el Mobile Mapping con vehículos preparados para captar el entorno, normalmente una pequeña furgoneta con varios aditamentos externos.
La furgoneta lleva un GPS diferencial, una cámara de 360 grados, un escáner láser (LIDAR), un giroscopio 3D, un odómetro y por supuesto un ordenador para registrar todos los datos que deben complementar el mapa. Los vehículos de mobile mapping han recorrido por el mundo más de cinco millones de kilómetros.
El escáner láser genera por puntos una imagen tridimensional del entorno por el que pasa la furgoneta como la que véis sobre estas líneas.
Pero además de este método está la información que transmiten de manera anónima los propios navegadores GPS de su posición, y que son recibidos en la central de proceso de TomTom. En las primeras fases del mapeado de un área, son los propios navegadores con una versión alpha o beta del mapa de los vehículos de mobile mapping los que transmiten estas posiciones.
Cuando los mapas son liberados para los usuarios, entonces todos participan con sus datos. Son más de cinco billones (de los europeos, con 12 ceros) de puntos los que se han procesado ya, debidos a todos los usuarios de TomTom.
Así se puede saber por dónde ha pasado ese navegador, qué sentido llevaba o a qué velocidad pasó. Todos estos datos se visualizan a través de una herramienta web llamada Cartopía. En el mapa los sentidos se codifican sobre una brújula de colores.
A través de esta herramienta se puede comprobar si el trazado que hacen los vehículos en la realidad coincide con el trazado de las calles y carreteras según el mapa. En ocasiones se puede comprobar con los datos reales que hay desfases, y se procede a corregirlos.
También se comprueba si los sentidos de circulación son correctos, si hay rotondas, y hasta qué calles son las principales, por la mayor densidad de puntos que se han transmitido en ellas. Incluso si hay nuevas calles no contempladas en el mapa se manifiestan gracias a que un GPS pasó por ahí y dejó el rastro.
Map share: la comunidad también ayuda
Otra de las formas de actualizar y corregir la información de los mapas es a través de la participación de los usuarios de la comunidad a través de Map share. Cualquiera puede notificar una anomalía, marcándola en su navegador cuando se la encuentra.
Más tarde cuando sincronice su navegador con My TomTom, el programa para ordenador, conectándolo por cable con un ordenador conectado a internet, puede transmitir a la central de TomTom todas esas anomalías y a su vez recibir las actualizaciones aportadas por otros usuarios.
Si el navegador no se conecta al ordenador, todos los cambios o anomalías se quedan solo en el navegador de ese usuario. El software de TomTom permite seleccionar de manera simple de qué cambio se trata, pues son típicos cuatro o cinco tipos fundamentalmente.
El nombre incorrecto de una calle, un límite de velocidad diferente, el sentido de circulación de una calle (una entrada prohibida por ejemplo), la existencia de un punto de interés, un radar de velocidad y cosas por el estilo.
Los usuarios también dispondrán en breve de una aplicación para iPhone, con la que notificar cambios, aportando además una fotografía de la anomalía en sí, junto con la posición GPS concreta.
Las anomalías notificadas por los usuarios son verificadas en el centro de control, primero a través de un filtro informático, después por el personal de TomTom en cada país, que se desplaza al lugar para comprobarlo in situ, y mantener los mapas los más actualizados y correctos posible.
Este trabajo lleva más tiempo del que parece, así que las rutas de planifican para recorrer zonas con varias anomalías notificadas. Se llega con el vehículo, un tablet pc y un navegador GPS conectado al mismo, a las coordenadas especificadas y se comprueba el reporte.
Lo pudimos comprobar personalmente subidos en la misma furgoneta en la que iban los verificadores de campo de TomTom, normalmente un equipo de dos, conductor y verificador.
Vimos como un usuario (en esta fase era todavía un beta tester) había notificado una calle con dirección prohibida por la que no podía pasar para realizar la ruta que su navegador le había indicado. En el lugar se ve que en efecto es así y se procede a corregir el mapa in situ en el tablet pc.
Y así con una rotonda que no venía contemplada en el mapa, con varios nombres de calles, con puntos de interés no registrados (como una iglesia), y con sentidos de circulación de calles incorrectos. Todos estos cambios se realizan sin conexión, y cuando se regresa a la base se transmiten por internet a la central de TomTom.
Los cambios en los mapas de los usuarios pueden tardar más o menos en llegar. Los nombres de las calles o los sentidos de circulación de las calles pueden actualizarse en 48 horas o poco más. Los cambios en los mapas pueden tardar unos meses.
El trabajo de mapeado no termina nunca.
TomTom ha corrido con los gastos de desplazamiento y alojamiento de Xataka para asistir al mapeado in situ. Para más información consulta nuestra política de relaciones con empresas.
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