La guerra por el servicio de taxi autónomo se recrudece en San Francisco. La ciudad californiana se ha convertido en el centro de desarrollo de este nuevo medio de transporte tras años de prueba. Cruise es la última compañía en ofrecer este servicio, pero no es la única.
Pero hacerse con una posición dominante en el mercado no sólo pasa por llegar antes que la competencia. Waymo ha denunciado al Departamento de Vehículos Motorizados de California (DMV, por sus siglas en inglés) en relación a la publicación de datos relativos a los accidentes de estos coches autónomos.
Una carrera de obstáculos
Los viajes en taxi autónomo no son una novedad. Desde hace tiempo se vienen realizando ensayos en diferentes ciudades estadounidenses (especialmente en California y Arizona), China o Rusia. Pero, poco a poco, San Francisco se ha posicionado como el mayor laboratorio de coches autónomos del mundo. Actualmente, hasta 60 compañías están realizando sus propias pruebas.
En estos experimentos, las instituciones responsables del tráfico establecen diferentes tramos de operabilidad antes de abrir estos taxis autónomos al gran público. En primer lugar, las compañías tienen que realizar sus ensayos con un conductor tras el volante, que sólo toma el control en situaciones de emergencia. Más tarde, el Departamento de Vehículos Motorizados da la luz verde para operar con pasajeros en su interior, también con conductor, que suelen ser trabajadores de la propia compañía. Confirmado su buen trabajo, comienzan los viajes sin conductor pero con pasajeros en su interior y, por último, se permite el transporte de cualquier persona.
Este último nivel no permite el pago por el servicio en un primer momento. La compañía debe realizar trayectos gratuitos como parte de su proyecto piloto y, finalmente, es cuando se permiten los pagos. Para disfrutar de este servicio, son los usuarios los que tienen que registrarse en una plataforma propia de cada compañía y aceptar que forman parte de un proyecto experimental. Es en esta fase donde se encuentra Waymo y, más recientemente, Cruise.
La seguridad en el centro del debate
El taxi autónomo genera un gran interés en Estados Unidos. El uso de vehículos que prescinden de conductores se ve con bueno ojos por parte de los inversores pues en la práctica es la forma más barata de transportar personas y mercancías. De hecho, que Cruise haya alcanzado la última etapa previa a su comercialización ha desbloqueado una inversión de 1.350 millones de dólares de Softbank, como parte de un acuerdo alcanzado en 2018.
Sin embargo, la seguridad de estos vehículos sigue centrando el debate. En 2018, Uber centró todas las miradas cuando uno de sus vehículos fue protagonista en el primer atropello mortal de un vehículo autónomo. La compañía, incluso, tuvo que suspender temporalmente sus ensayos hasta esclarecer lo sucedido, aunque en 2020 retomaron sus pruebas.
Waymo, sin embargo, asegura que sus vehículos son más fiables que cualquier conductor humano. De hecho, en sus campañas promocionales señalan a los conductores como potenciales agentes del tráfico que pueden estar bajo los efectos del alcohol o de la fatiga, lo que multiplica el riesgo de accidentes. Además, dicen haber sometido a sus vehículos a 91 simulaciones de diferentes accidentes sucedidos entre 2007 y 2018 (en ninguno se vieron implicados sus vehículos) para conocer cómo habrían reaccionado sus automóviles. Según Waymo, en 88 casos habrían conseguido esquivar el choque o mitigar sus efectos y en sólo 3 ocasiones no habría existido tiempo de reacción.
Pero aunque la compañía se muestra segura de sus datos, la gestión de los mismos sigue siendo delicada. De hecho, Waymo ha denunciado al Departamento de Vehículos Motorizados de California por considerar que la publicación de algunos de los informes trasladados a las instituciones de tráfico puede demostrar cómo sus vehículos gestionan la información en tiempo real y, por tanto, les pondría en una situación de desventaja frente a la competencia, que podría aprender de estos sistemas.
De momento, el Departamento de Vehículos Motorizados de California exige a las compañías que realizan pruebas en sus calles que entreguen informes puntualmente sobre los kilómetros recorridos, las incidencias detectadas y las ocasiones en las que los conductores han tenido que intervenir sobre el control del vehículo, unas obligaciones que han creado continuas tensiones entre fabricantes e instituciones públicas.
Este video es de hace unos pocos días en San Francisco. Una persona pide un taxi desde la app Cruise y le viene uno sin conductor.
— Daniel Monastersky (@identidadrobada) November 26, 2021
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Un servicio todavía acotado
Aunque Cruise se sumará a las pruebas abiertas al público sin conductor (ya han anunciado que los interesados se pueden dar de alta en el proyecto) lo cierto es que los servicios de taxi sin conductor siguen acotados a las zonas con menor densidad de tráfico de las ciudades.
Waymo, por ejemplo, no opera en los barrios con mayor tráfico de Phoenix y el uso de estos servicios queda limitado a zonas residenciales por el momento. Esto también ha generado algunos problemas a los vecinos pues los algoritmos de los vehículos siguen sin poder ofrecer soluciones alternativas cuando se produce un error.
Si bien los coches autónomos prometen ser más seguros que los automóviles manejados por humanos, un pequeño error en la instalación de las señales o la distorsión de las imágenes por la lluvia pueden provocar situaciones incómodas a bordo. Por ejemplo, un callejón sin salida en San Francisco ha estado recibiendo decenas de coches de Waymo que acababan allí por error pues una señal les obligaba a girar y no eran conscientes de que la calle no tenía salida. De hecho, se llegaban a formar caravanas de vehículos autónomos en horas punta.
Saber cómo actuar en estos casos sigue siendo una tarea pendiente para las inteligencias artificiales que operan estos automóviles. Improvisar sigue siendo terreno acotado para estas máquinas que, en el caso de Cruise pueden trabajar con ligera lluvia o niebla, pero que siguen mostrando carencias cuando la meteorología se complica.
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