Pontevedra se ha convertido en la primera ciudad española en establecer un límite de velocidad por debajo de los 10 kilómetros por hora. Es cierto que ahora mismo, la normativa solo afecta a las calles del centro con plataforma única. Es decir, a aquellas donde circulan peatones, coches, bicis y camiones de reparto en condiciones de igualdad.
Sin embargo, el proyecto solo se puede entender como un gran experimento social. El Ayuntamiento, a través del concejal de movilidad, se han comprometido a que si funcionan, las restricciones irán extendiéndose por toda la ciudad. ¿Tiene sentido querer ser la ciudad más lenta de España?
Lento, pero seguro
La noticia ha sido recibida por los lerenses casi con alivio porque las propuestas iniciales eran mucho más duras. En un primer momento, el Ayuntamiento contrató al conocido "gurú de la movilidad" Fernando Nebot y su empresa Viatoben para elaborar la nueva ordenanza de seguridad vial. Aunque Viatoben tiene sede en Castellón, tiene una larga relación con la provincia gallega para la que han elaborado diversas guías y planes de movilidad.
En este caso, el equipo de Nebot proponía que la velocidad en calles de plataforma única no pudiera superar los 5 km/h. Y, como era de esperar, la propuesta de Nebot causó un enorme revuelo en la ciudad. Sobre todo, entre los usuarios de bicicletas que creían que a menos de cinco km/h era imposible moverse en bicicleta.
Finalmente, el Ayuntamiento no se ha atrevido a tanto y ha considerado que esas velocidades de infarto no eran viables en ese momento. Al fin y al cabo, aunque lo más llamativo es la velocidad, lo innovador no es eso. Sino que la normativa se hace efectiva a todos los vehículos. Y cuando digo todos, son todos: en palabras del concejal de movilidad, Demetrio Gómez, "desde furgonetas, camiones, turismos o motos, hasta bicicletas, patinetes eléctricos y cualquier otro sistema de movilidad personal".
Pros y contras de vivir en la ciudad más lenta de España
"La prioridad — explica Gómez — es que una calle no sea solo un lugar de paso de vehículos, sino un espacio donde se hacen muchas cosas". En esta línea, como hemos hablado, el Gobierno de España ha propuesto reducir la velocidad máxima de las vías urbanas de un solo carril a 30 km/h. En 2011, la Organización Mundial de la Salud ya elaboró un informe que concluía que el riesgo de fallecer como consecuencia de un atropello cae hasta cinco veces si la velocidad del vehículo es de 30 km/h en lugar de 50 km/h.
Sin embargo, hay mucho que estudiar antes de decidir si la idea de Pontevedra tiene sentido a nivel global. No hay que olvidar, por ejemplo, que los motores de los coches suelen tener rendimiento bajos a velocidades bajas, con lo que no sabemos el impacto que este tipo de límites de velocidad tendrán en los niveles de contaminación de la ciudad.
Desde hace años, Pontevedra es un modelo de peatonalización en el que los coches solo pueden pisar un 25% de la urbe. En este sentido, su caso es extraño y difícilmente aplicable a las grandes ciudades del país. Pero la medida es valiente y nos permitirá conocer mejor qué pasa cuando vehículos y peatones conviven en la calzada en condiciones reales de igualdad.
Imagen | Francesco Ungaro
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