Las ciudades hablan. Hablan cuando sensores lumínicos son los responsables de que se encienda o apague el alumbrado público. Cuando estaciones medidoras de emisiones lanzan alertas sobre la calidad del aire. O cuando un radar de velocidad urbano hace que un semáforo se ponga en rojo para un conductor que circula demasiado rápido.
Sin embargo, en España, apenas les hablaban a los vehículos. Al menos, nada les decían en entornos reales, mediante la red móvil y comunicaciones V2X, el sistema estandarizado para transmitir información entre vehículos y cualquier sistema que pueda interactuar con él. Hasta ahora, que ha empezado a usarse en un primer piloto.
Telefónica ha presentado en Segovia, en el marco de su proyecto Ciudades Tecnológicas 5G, el primer caso de uso de conducción asistida a través de la red en un entorno real en España. Un primer ejemplo de las posibilidades de esta tecnología y de la necesaria implicación de varios agentes —tanto empresariales como institucionales— para llevar a cabo.
La compañía de telecomunicaciones ha adaptado su red convencional, básicamente con 4,9G; SEAT se ha ocupado de prestar y modificar un coche, un modelo convencional; FICOSA ha sido la empresa responsable de fabricar el dispositivo C-V2X, el que necesita el vehículo para que le hablen; SICE, la responsable de los semáforos, ha colaborado dotándolos de la conectividad requerida; el Ayuntamiento de Segovia ha ofrecido parte de su ciudad para estas pruebas; y Nokia ha cerrado el círculo con el despliegue de un servidor MEC (Multi-access Edge Computing).
Anticipado el coche conectado
Nos montamos en el vehículo, un Ateca prácticamente de serie, y emprendemos la marcha. Bajamos hacia la zona del acueducto romano, damos la vuelta y nos acercamos a la intersección en la que se encuentran los dos semáforos convencionales equipados con la tecnología necesaria para comunicarse con el coche y su dispositivo C-V2X integrado.
La misión de la primera señal lumínica que nos encontramos en el camino era clara: avisarnos de que se iba a poner en rojo. Es un semáforo más, uno que regula el cruce entre la avenida Padre Claret y las calles Prado y Coronel Rexach, pero capaz de comunicarse mediante este sistema de comunicaciones vehicle-to-everything. Esperamos en una calle aledaña a que el semáforo se pusiera en verde, dejamos pasar unos segundos y nos incorporamos al vial a falta de unos instantes para el ámbar.
Llegado ese momento, con el vehículo acercándose y el disco rojo a punto de encenderse, aparece en el cuadro de instrumentos un aviso que reza "atención, semáforo en rojo" y suenan avisos sonoros similares a los que se emiten cuando los cinturones de seguridad no están abrochados.
En el segundo de los ejemplos, un semáforo que regula las detenciones de una de las calles de la intersección y un paso de peatones se ha convertido en conectado equipándose de una cámara térmica. Así es capaz de detectar a un viandante cruzando el paso y alertar al vehículo, que en este caso se aproxima desde una vía perpendicular con escasa visibilidad, de que alguien cruza y deberíamos ir con cuidado.
En la prueba que nos prepararon, con figurantes haciendo de peatones por si en esos momentos nadie cruzaba, los avisos son similares. Un símbolo y un texto en el cuadro de mandos del coche alertando de la presencia de viandantes y avisos acústicos. Una alerta más de un vehículo más.
Cabe destacar que en ambas situaciones, tratándose esta prueba de una conducción asistida, es el conductor el que decide qué hacer. Frenar, porque el semáforo se va a poner en rojo o hay personas cruzando el paso de peatones, o no. Pero esta misma tecnología estándar, la de las comunicaciones V2X, es la que en un futuro podrá aumentar la seguridad de los vehículos conectados y controlar, todavía más adelante, parte del funcionamiento de los automóviles autónomos o sin conductor.
La complejidad de lo que será natural
Como nos remarcaron los empleados de Telefónica y su gerente de innovación, Mercedes Fernández, los pilares de estas comunicaciones son esencialmente dos, al margen de la tecnología en sí misma.
Uno es la red móvil existente, preferiblemente 5G por su baja latencia y velocidad, lo que facilita la recepción de avisos u ordenes de una forma inmediata. Y otro es el llamado Multi-access Edge Computing, la tecnología que permite llevar el procesado de información a la red, lo más cerca posible de su receptor, para reducir nuevamente la latencia. Otro pilar, a su vez, de las propias redes 5G y sus capacidades para posibilitar aplicaciones con respuesta prácticamente en tiempo real.
En el caso de Segovia, se acaba de adaptar su red móvil actual a lo que llaman pre 5G y se han conectado dos semáforos como explicábamos al principio. Esto se ha hecho de una manera bastante sencilla: en el armario donde se encuentran los elementos que regulan el conjunto de semáforos, el típico que podemos encontrar en cualquier cruce regulado de cualquier ciudad, se han instalados dos elementos. Una especie de computador de placa reducida programado para gestionar la información que generan los semáforos y un router convencional de Movistar, para el caso de esta prueba, que envía los datos a través de internet con una antena antivandalismo incorporada al armario. Aquellos que recibe el coche gracias a la red móvil mediante su dispositivos C-V2X.
Con este equipamiento, que individual y aparentemente tiene un coste relativamente bajo al margen de los costosos desarrollos de la tecnología de comunicación y de la propia adaptación de las redes al 5G, ha sido posible conectar señales viales con coches en Segovia.
En un futuro en el que nuestras redes móviles sean 5G, las administraciones públicas hayan decido conectar semáforos y otro tipo de infraestructuras viarias en colaboración con las empresas que tienen la tecnología apropiada y los vehículos que circulen —autónomos o no— estén conectados y disfruten de la comunicación V2X, seguramente cambie para siempre la conducción y la circulación en nuestras ciudades.
Un coche podría ser capaz de aminorar la marcha en cuanto una señal de velocidad se comunique con él para indicarle que rebasa su límite. De parar cuando un semáforo como los de este piloto en Segovia le señalen que hay peatones cruzando o que se va a poner en rojo y no le va a dar tiempo a superarlo sin saltárselo. De optar por otra ruta cuando un sensor de tráfico le señale que una vía a la que se aproxima está congestionada. O de encontrar aparcamiento porque las calles dispondrán de sensores que le indiquen dónde hay sitio. Las posibilidades son muchas.
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