Los últimos meses en materia de movilidad y contaminación se han centrado en dos grandes frentes: zonas de bajas emisiones y peajes. Aunque el pago por uso hace tiempo que lo conocemos, su implantación en todas las vías de gran ocupación ha levantado importantes recelos. Las ZBE españolas apenas llevan un tiempo funcionando. Y, sin embargo, ciudades como Londres hace ya mucho tiempo que conjugan ambos conceptos. Un modelo que ya se replantean.
Desde 2003, Londres utiliza un sistema de peaje para acceder al centro de la ciudad. Una medida que a los expertos se les antoja obsoleta, según Bloomberg, pues la ciudad necesita enfrentarse a dos retos: reducir drásticamente el volumen de emisiones contaminantes y recuperar la salud de un transporte público amenazado por la pandemia.
Más de 30 euros diarios por circular
Poner el foco en lo que está sucediendo en Londres es realmente interesante, pues en España también se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de cobrar un peaje por entrar al centro de las ciudades como medida para reducir la contaminación. El proyecto londinense para reducir las emisiones contaminantes comenzó cobrando 5 libras diarias a quienes accedieran al centro de la ciudad. Sin embargo, con los años se ha ido ampliando este espacio, subiendo la tarifa e impulsando otras nuevas.
En estos momentos, para circular por Londres es necesario contar con un vehículo que cumpla con la normativa Euro VI para hacer frente a la denominada Ultra Low Emission Zone (ULEZ, Zona de Ultra Bajas Emisiones, por sus siglas en inglés). Ésta está presente en toda la ciudad y funciona durante las 24 horas (excepto el día de Navidad) desde 2021. Todo aquel que quiera circular por Londres con un vehículo que no cumpla Euro VI tiene que enfrentarse al pago de 12,50 libras (15 euros) diarias. Esto quiere decir que si un ciudadano quiere coger su coche todos los días tiene que pagar un mínimo de 5.460 euros. Al menos el día de Navidad le sale gratis.
Y decimos "mínimo" porque circular por el centro de la ciudad también mantiene sus restricciones. La conocida como Congestion Charge obliga al pago de 15 libras diarias (18 euros) para entrar al espacio más céntrico de la ciudad. Esta tasa está activa para todos aquellos que circulen entre las 7:00 y 22:00 horas, salvo los días que separan Navidad de Año Nuevo. Es decir, un conductor con un coche que no cumpla con Euro VI necesita pagar 33 euros diarios para acceder al interior de la ciudad.
Más tráfico que nunca
Evidentemente, el paso de los años (y del aumento de las tarifas) ha desincentivado el uso del vehículo privado, lo que ha redundado en un 11,8% menos de uso de este tipo de transporte entre 2000 y 2019 y lo ha frenado en 10 millones de viajes diarios pese a que los desplazamientos a pie o bicicleta han crecido. Es decir, la población ha aumentado pero no los viajes en transporte privado.
Pero, paradójicamente, aunque el tráfico llegó a reducirse hasta un 30%, en 2016 los niveles superaron de nuevo a los recogidos antes de la implantación de la Congestion Charge. Esto es debido a que el peaje exime a los taxis y las empresas privadas de transporte de personas, como Uber, que han popularizado este tipo de viajes en el centro de la ciudad.
Esta situación ha derivado en un momento crítico para la movilidad dentro de la capital británica. Desde la alcaldía de la ciudad aseguran que se necesita reducir el número de viajes de vehículos en un 27% para alcanzar los objetivos de emisiones contaminantes fijados para 2030. Además, el transporte público londinense ha sido duramente castigado por las empresas privadas de transporte y la pandemia, que ha hecho despegar el teletrabajo. En el tercer trimestre de 2021 (último del que hay datos) se registró un 35,8% menos de viajes en transporte público que en el mismo periodo de 2019.
De hecho, el Estado ha tenido que inyectar en el transporte público londinense 4.000 millones de libras (más de 4.800 millones de euros) que irán llegando este año. La alternativa, según avisó su alcalde Sadiq Khan, era reducir drásticamente el número de autobuses y trenes en las calles.
Una nueva vuelta de tuerca cuando cada vez más ciudades miran a Londres
Con el objetivo de reducir las emisiones contaminantes, cada vez son más las ciudades que están endureciendo las condiciones para acceder al centro de las mismas. O, incluso, circular por todo el municipio, como sucede en el caso de Madrid, que prohibirá moverse con vehículos sin pegatina a partir de 2025, estén o no empadronados en la ciudad.
De hecho, el uso de peajes para acceder a las futuras ZBE españolas se ha puesto sobre la mesa. En el Informe de análisis de la consulta pública sobre el Anteproyecto de Ley de Movilidad Sostenible, el Gobierno ya sostenía que la imposición de peajes en las vías de alta capacidad era rechazada en su mayoría. Sin embargo, "respecto a la implantación de peajes urbanos para acceso a las ciudades, parece haber más consenso sobre su implantación. En general, las propuestas a favor consideran que deben tenerse en cuenta las características del vehículo, su ocupación y/o el nivel de congestión y contaminación", podía leerse en el informe.
Aunque no se ofrecen datos concretos, un peaje de entrada al centro de las urbes es algo que sobrevuela desde hace tiempo y con mayor fuerza ahora que los ayuntamientos tienen potestad para aplicar sus propias medidas restrictivas de circulación en las futuras ZBE.
Y en este contexto, la alcaldía de Londres cree que el actual sistema está obsoleto y apuesta por establecer un nuevo pago por uso en el que el conductor pague por kilómetro recorrido, donde los vehículos contaminantes se enfrentarían a tasas más duras. Según Khan, este proyecto debería implementarse, como muy tarde, a finales de esta década para que sea efectivo.
Hasta entonces, Londres quiere endurecer aún más las medidas disuasorias para el uso del vehículo privado, avisando de que un tercio de los viajes en transporte registrados dentro de la ciudad pueden hacerse a pie en menos de 25 minutos y dos tercios de los mismos apenas necesitan de 20 minutos para completarse en bicicleta. Ante un posible cambio en el modelo, el consistorio londinense ya avisa de que quiere ampliar la zona de ultra bajas emisiones hasta cubrir el Gran Londres (un área de 1.569 km2 y más de 8 millones de personas), añadir una nueva tarifa al precio ya conocido e imponer un pago a los vehículos de fuera de la ciudad que acceden a diario a la misma.
Fotos | Tomáš Gal y Negative Space
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