Los acuerdos de colaboración para el desarrollo de vehículos ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. La reducción de costes y riesgos a la hora de lanzar un producto ha animado a las marcas a compartir plataformas y tecnologías pero también ha derivado en una homogeneización de la oferta. El coche eléctrico sólo ha hecho ahondar en esta forma de trabajar, pero Mercedes y Porsche han decidido tomar su propio camino.
Entre las últimas alianzas industriales más sonadas, la creación del Grupo Stellantis permitirá a FCA (Fiat y Chrysler) trabajar de la mano de PSA (Peugeot, Citroën, DS y Opel). Renault, Nissan y Mitsubishi se han repartido esfuerzos en la electrificación de sus modelos y el desarrollo de la conectividad y conducción autónoma y, por parejas, Suzuki y Toyota o Hyundai y Kia trabajan estrechamente compartiendo desarrollos buscando mecánicas más limpias.
Pero en un contexto que tiende a la estandarización de los productos, Mercedes y Porsche se desligan de cualquier tipo de colaboración y trabajarán por su cuenta.
Una decisión arriesgada con sus propios argumentos
Si bien los acuerdos de colaboración tienen su vertiente positiva para las marcas, también tienen su cara negativa. Al mismo tiempo que el fabricante reduce costes también puede ver frenados sus propios planes de desarrollo, al tener que compartir recursos. Además, como grupo puede tener más facilidades para obtener materias primas, pero los recursos se repartirán conforme se especifique en los acuerdos firmados. Y la marca siempre queda ligada, inconscientemente, a los compañeros de grupo automovilístico.
Porsche y Mercedes, por tanto, ganan en autonomía, margen de maniobra e imagen de marca. "Queremos controlar el sistema general del motor eléctrico, la batería y la electrónica de potencia lo mejor posible, de forma similar a como se hace con el motor de combustión", ha confirmado Markus Schäfer, jefe de Desarrollo de Daimler, en una entrevista a Automobilwoche, tal y como recogen en Motorpasión.
Mercedes ya tiene en marcha el desarrollo de sus propias plataformas modulares y la segunda generación de sus motores eléctricos, la revisión de los ya presentes en el Mercedes EQS. Además, aseguran que pueden conseguir un aumento en sus baterías de hasta un 25%. La apuesta es tan fuerte que a partir de 2025 todas las plataformas que lancen al mercado serán eléctricas, lo que no quiere quiere decir que no sigan vendiendo vehículos de combustión. Y, además, éstas serán específicas para sus modelos generalistas, de lujo y altas prestaciones o comerciales.
Porsche también tiene sus propias razones para desligarse del Grupo Volkswagen en el desarrollo de coches eléctricos. El impacto del Porsche Taycan y las propias particularidades de sus clientes han animado a los de Stuttgart ha desembolsar 100 millones de euros, según Automotive News, y salirse del proyecto Artemis que vertebra el futuro eléctrico del Grupo Volkswagen.
Ir por libre para Porsche significa reafirmarse en su concepción de marca diferente, exclusiva y única. Crear sus propias plataformas exclusivas y en sus propias fábricas (algo que el acuerdo Artemis impedía) es uno de los motivos principales. Pero, además, en el seno del grupo Volkswagen se está invirtiendo en tecnologías relacionadas con el coche autónomo, investigaciones que en Porsche no creen prioritarias dado el perfil de sus clientes.
Son dos excepciones únicas y con sus propias particularidades pero Mercedes y Porsche demuestran que en el mercado del automóvil todavía hay espacio para ir por libre.
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