Del réquiem de los navegadores para el coche por ahora hay que salvar a los integrados de última generación. Serán la base del futuro coche conectado y hay diferentes sistemas donde elegir, cada uno con una estrategia diferente.
Si bien se suele asociar este tipo de sistemas de navegación integrados a gamas altas de coches, ya hay marcas que buscan hacerlos más populares en modelo básicos, aunque se siga pagando un precio alto por ello. Un ejemplo es el del sistema Renault R-Link, presentado a finales del año pasado en el Clio y eléctrico Zoe y ganador como mejor sistema integrado para la consultora SBD.
La apuesta de Renault se compone de una pantalla táctil de 7 pulgadas que también puede controlarse desde el volante o con instrucciones de voz básicas. El sistema se conecta a nuestro smartphone vía bluetooth para descargar la agenda y la pantalla de inicio es personalizable.
El sistema de navegación está gestionado por TomTom, con avisos de tráfico gracias a la conectividad 3G integrada en R-Link. Y cuenta con su propia tienda de aplicaciones llamada Renault Store, aunque aquellos servicios que puedan suponer una distracción del conductor permanecen bloqueados hasta que el coche está detenido.
Otro sistema del que presume Renault, que está mostrando dichas tecnologías estos días en un evento llamado Techno Experience donde las Google Glass son protagonistas con una aplicación que "simula" cómo podría ser el concesionario del futuro), es su caja de cambios automática de doble embrague.
La caja EDC se monta en modelos como Scenic, Megane o Clio, tiene un coste extra de unos 1.500 euros respecto a no elegirla, y junto con las DSG (del grupo Volkswagen) de Seat o Skoda, son las opciones habituales en marcas generalistas de precios contenidos para llevar el cambio automático a todo el público.
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