Vamos a explicarte cómo instalar GNU/Linux junto a Windows en un ordenador, de manera que puedas elegir utilizar cualquiera de los dos sistemas operativos. El proceso de instalar cualquier distro borrando el otro sistema que haya en el ordenador es el mismo que ya te dijimos cuando te explicamos cómo instalar Linux en tu viejo ordenador, y ahora toca hacer lo mismo pero sin sacrificar a Windows para que también puedas utilizarlo ocasionalmente cuando lo necesites.
En este artículo hablaremos de las distribuciones entre las que puedes elegir, y te explicaremos el proceso de creación de un USB de arranque para instalarla y el de instalación junto a Windows 10. Lo vamos a explicar para hacerlo de manera que ambos sistemas compartan el mismo disco duro, o sea que también tendrás que hacer algunas modificaciones para liberar espacio en el disco duro donde tienes Windows.
Seguramente, si nunca has instalado GNU/Linux pueda intimidarte lo extenso que ha quedado este tutorial de hoy. No te asustes por la longitud del texto, ya que mi intención ha sido explicarlo todo lo más minuciosamente posible para que quede bien claro. En realidad, como verás luego, es un proceso más sencillo de lo que parece que dominarás enseguida.
Si eres un experto en GNU/Linux, posiblemente todos estos procesos te los conozcas de memoria. Pero como estamos en Xataka Basics, mi intención es que esas personas que nunca se han aventurado a hacer algo similar ni hayan tocado Linux puedan hacerlo sin problemas. Mencionaremos los dos métodos disponibles, tanto la opción directa de Instalar junto a Windows como el particionado del disco duro para optimizar la nueva distribución.
En este artículo nos vamos a centrar en Windows 10, pero vas a ver al final un apartado en el que te diremos cómo es el proceso en Windows 11 de forma muy resumida, para que veas que prácticamente es lo mismo.
Primero tienes que elegir una distribución
El primer paso que tienes que dar antes de empezar, es elegir qué distro vas a utilizar. Las distros son las distribuciones que se crean a partir de GNU/Linux, que viene a ser el corazón de todas ellas. Salvando las enormes diferencias, y para que quede claro, es como si fueran diferentes sistemas operativos, pero todas ellas compartiendo prácticamente una misma base sobre la que añaden otros elementos como el entorno de escritorio o los sistemas de ficheros.
A diferencia del artículo en el que te explicamos cómo instalar Linux en un ordenador viejo, en este caso no le vamos a poner ninguna restricción a la edad o la potencia del PC. Esto quiere decir que, partiendo de un ordenador moderno, vas a poder utilizar la distribución que quieras. En Xataka Basics ya te hemos listado las principales distribuciones de Linux para que tengas por dónde empezar.
Cuando la potencia no es un factor para decidir, hay otros aspectos que puedes tener en cuenta. Uno es el tipo de escritorio, que le dará a la distro una apariencia u otra. Sin embargo, teniendo en cuenta que algunas distribuciones tienen diferentes versiones con varios entornos de escritorio, no es un factor tan decisivo como para que te haga decantarte por una u otra.
Teniendo en cuenta que estamos en Xataka Basics, el factor más evidente es el soporte y la facilidad de uso. Tienes distribuciones como Arch Linux que son muy modulares y versátiles, pero que requieren de unos conocimientos bastante avanzados. Distros como Manjaro cogen esa misma base e intentan acercarla a un usuario con menos conocimiento, pero todavía puede resultar un poco complicada, y a la hora de buscar ayuda puedes encontrarte con muchos tecnicismos que te costará entender.
En el otro extremo de la balanza tenemos distribuciones como Linux Mint o Ubuntu, que están basadas en otra llamada Debian. Estas dos distribuciones están enfocadas hacia un público primerizo, por lo que son idóneas para dar los primeros pasos. Además, al compartir una misma base tienen un catálogo común de aplicaciones, y las soluciones de los problemas para una pueden servir muchas veces para la otra.
A esto hay que añadirle que son dos de las distros más populares que existen, lo que quiere decir que hay cientos de blogs, foros y comunidades creadas en torno a ellas donde puedes encontrar ayuda cuando te encuentres algunos problemas. Por esta razón, va a ser una de ellas por la que optemos en este artículo.
Otro aspecto que tienes que tener en cuenta son los bits del sistema operativo, que tienen que ser los mismos que los de la CPU de tu ordenador. En la configuración de Windows 10 puedes ver los bits de tu CPU. Si tienes 64 no hay problema, es una CPU moderna y todas las distros tienen versiones para ella, pero si tienes 32 bits tendrás que buscar una distro que todavía tenga una versión para ordenadores tan viejos.
Al final he optado por utilizar Ubuntu por ser quizá la más conocida y una de las que más empuje están dando fuera del sector más puramente linuxero. Sin embargo, su interfaz no es tan parecida a la de Windows, por lo que si quieres una experiencia más familiar quizá te convenza más Linux Mint o variantes como Kubuntu. En cambio, si quieres una distro más parecida a la interfaz de macOS, elementaryOS sería una de las opciones más claras.
¿Necesitas desactivar Secure Boot?
Un factor que debes tener en cuenta al elegir distribución es si puede funcionar con la protección de arranque Secure Boot de Windows. Es una protección que se asegura de que no se ejecuten aplicaciones extrañas antes de arrancar Windows, y que puede bloquear el inicio de algunas distros linux. Distros como Ubuntu ya están adaptadas para funcionar con esta protección, pero si vas a utilizar otra conviene que busques en su documentación si está preparada para ello.
En el caso de que quieras utilizar una distribución que no viene preparada para Secure Boot, en este artículo te explicamos cómo desactivarlo desde el UEFI. Eso sí, ten en cuenta que la decisión de permitir desactivar el modo depende de los fabricantes, por lo que es posible que haya casos y ordenadores en los que directamente no puedas hacerlo.
Antes de empezar, hazle hueco a Linux
Para este tutorial estoy utilizando un ordenador con el modo de arranque LEGACY en el que he hecho una instalación limpia de Windows 10. Por lo tanto, el primer paso será hacerle un hueco al nuevo inquilino dentro del disco duro modificando la partición en la que está instalado el sistema operativo de Microsoft. Para realizar este proceso, entra en la aplicación Crear y formatear particiones del disco duro que verás al escribir "particiones" en el menú de inicio.
Una vez abras el administrador de discos, haz click derecho en la unidad C: o el disco duro secundario donde vayas a instalar la distro Linux (1). Se abrirá un menú con varias opciones sobre cosas que puedes hacer con la unidad, y en él debes pulsar sobre la opción Reducir volumen (2). Con esta opción, podrás reducir la partición de ese disco duro y dejar espacio libre para crear otras en las que alojar tu distro Linux.
El proceso es así de sencillo porque por lo general en el disco tendrás una única partición. En el caso de que quieras instalar la distro GNU/Linux en un disco duro ya particionado, tendrás que elegir en la parte de abajo la partición que quieras reducir para liberar espacio y elegir en ella la opción de reducir volumen.
Se abrirá una pantalla en la que tienes que elegir cuándo espacio quieres liberar de la partición del disco duro. Lo único que tienes (y puedes) que escribir es el tamaño del espacio en MB en el que quieres reducir la partición, que será el mismo espacio que dejes liberado. Encima de la cifra verás el espacio disponible, y debajo el espacio que quedará para Windows una vez hayas hecho la reducción. Una vez decidida la cantidad, pulsa el botón Reducir.
Tras hacer los cambios, la aplicación de Administración de discos te mostrará en el disco duro donde lo hayas hecho un espacio negro al que llama No asignado. Este espacio tiene el tamaño que hayas establecido antes, y es memoria del disco duro que no está particionada. Esta es la memoria que utilizaremos más adelante para instalar la distro Linux.
Prepara tu USB de arranque
Pasamos ahora a preparar el USB de arranque con el que instalar la distro que hayas elegido. El primer paso será el de bajarte el archivo ISO que montarás después en el USB. En el caso de Ubuntu, que es el que vamos a utilizar, ve a su página de descargas y bájate la versión que necesites. Verás dos versiones, ambas de 64 bits, la LTS y el último lanzamiento. Las versiones LTS son de largo mantenimiento, con menos novedades pero más estables, por lo que considero que es la mejor para instalar si eres primerizo.
En cuanto a los archivos ISO, como ya te explicamos en profundidad, son el formato se utiliza para almacenar una copia exacta de un sistema de ficheros de una unidad óptica. Es como tener lo que hay dentro de un CD o un DVD, de manera que puedes hacer copias del sistema operativo o lo que haya dentro tanto en otros DVDs como en un USB.
Una vez ya tienes la imagen ISO, te queda descargar la aplicación con la que crear el USB de arranque. Tienes muchas entre las que puedes elegir, aunque nosotros hemos optado por Rufus por llevar tiempo siendo la gran referencia en este campo. Por ello, ve a la web oficial de Rufus, y en la sección Descargas pulsa sobre la última versión que haya para descargarla.
Una vez se haya descargado, haz doble click sobre la aplicación de Rufus. No necesitarás instalar nada, ya que se iniciará automáticamente. Ahora, conecta al ordenador el USB que quieras utilizar, y comprueba que el USB aparece en el campo Dispositivo (1) que tienes arriba del todo. Ahora pulsa sobre la opción Seleccionar (2) para elegir la imagen ISO con la que quieres crear el USB de arranque.
Cuando pulses en Seleccionar, se abrirá un explorador de archivos. En él tienes que buscar y seleccionar el archivo .ISO de la distro que hayas descargado, y pulsar el botón Abrir para que quede seleccionado en Rufus.
Una vez hayas seleccionado el archivo ISO, el resto de opciones por defecto son las correctas para prácticamente cualquier caso u ordenador. Por lo tanto, a no ser que tengas unos conocimientos avanzados y quieras cambiar algo por las especificaciones concretas de tu ordenador, con dejarlo todo como está y pulsar el botón Empezar ya es suficiente para crear tu USB.
Cuando pulses en Empezar, Rufus te lanzará un aviso diciéndote que la versión del gestor de arranque syslinux que utiliza es más antigua que la que solicita la ISO. Por lo que debes pulsar el botón Sí para que Rufus se conecte a Internet y descargue automáticamente la versión que necesita.
Tras ese trámite, te aparecerá otra ventana en la que se informa de que la ISO que has descargado puede ser escrita de dos maneras en tu USB. Aquí, lo recomendable es que dejes seleccionada la opción Escribir en modo Imagen ISO y pulsas el botón OK.
Y por último, Rufus te advertirá de que al realizar este proceso perderás todos los datos que tengas en el USB que vayas a utilizar. Si estás conforme, pulsa en el botón Aceptar y se empezará a preparar el USB de arranque. Espera a que termine, y una vez se complete el proceso ya podrás sacar el USB y arrancar con él el nuevo ordenador.
Instala Linux junto a Windows 10
Una vez lo tienes preparado, tienes que arrancar el ordenador desde el USB. Para ello, mete el USB en una ranura y luego enciende el ordenador pulsando inmediatamente la tecla que ejecute el selector de unidad para el arranque. Por lo general esta debería ser F12, pero dependiendo de la BIOS y el PC pueden ser otras como F1, F8, F9, F10, TAB o ESC. Cuando veas el menú, selecciona la unidad del USB de arranque y pulsa Enter para arrancar el ordenador a través de él.
Cuando arranques el USB, la primera pantalla que te va a aparecer es la de elegir idioma. En ella, simplemente selecciona el idioma que quieras utilizar haciendo click sobre él con el ratón o, si no tienes, seleccionándolo y pulsando Enter.
Una vez elegido el idioma, entrarás en la pantalla principal del USB de Ubuntu. En ella vas a poder empezar con la instalación iniciar la distro desde el propio USB. Yo te recomiendo que elijas la opción Probar Ubuntu sin instalarlo. Una vez estés dentro podrás iniciar la instalación, con la ventaja de que ya habrás podido probar la distro para decidir si es la que definitivamente quieres instalar o prefieres probar con otra primero.
Se iniciará el sistema operativo a través del USB, por lo que sin necesitar instalarlo podrás explorarlo un poco para ver si te gusta o prefieres probar con otro. Si te convence y quieres seguir adelante, ejecuta la aplicación de instalación que debes tener en el escritorio. Independientemente de la distro que hayas elegido, en la mayoría de ellas encontrarás una de estas aplicaciones.
El proceso de instalación puede variar dependiendo de la distribución, aunque muchas de ellas comparten las mismas líneas generales. En cualquier caso, nosotros nos vamos a ceñir al proceso de Ubuntu, que es el mismo que verás en muchas distribuciones basadas en Debian y en ella misma. En él, la primera pantalla es de introducción, y sólo tendrás que elegir el idioma y pulsar en Siguiente para continuar.
Ahora le llega el turno a la distribución del teclado. En este apartado, debes elegir cuál es la distribución de las teclas que tiene el teclado físico de tu ordenador o portátil para que se configuren de manera que la v esté donde la v y la ñ donde la ñ. Por ejemplo, si tienes un teclado sin la letra ñ tendrás que buscar la distribución concreta que utilice en vez de la española... o poner la española para utilizar la ñ aunque no la tenga el teclado. Al terminar pulsa Siguiente.
Ahora, llegarás a una pantalla en la que vas a poder conectarte a Internet configurando tu WiFi, algo que abrirá la posibilidad a que Ubuntu actualice su sistema además de instalarlo. Pero por defecto estará seleccionada la opción de que prefieres no conectarte a una WiFi en este momento, por lo que tampoco pasa nada si estás en un sitio sin conexión. Todas las actualizaciones las podrás hacer después.
En el siguiente paso vas a tener que cómo quieres que sea la instalación. Lo recomendable es elegir la instalación normal, pero también puedes escoger una mínima sin bloatware en la que sólo se instalan las utilidades básicas, y todas las aplicaciones las tendrás que elegir tú seleccionando las que quieras. También puedes optar por instalar varios programas de terceros seleccionando la última opción, que suelen ser los drivers privativos de componentes como tu gráfica o la WiFi.
Y ahora llegamos a la parte importante, ya que tienes que decidir cómo quieres hacer la instalación. Ubuntu detectará que tienes Windows, o sea que es suficiente con elegir la opción de Instalar Ubuntu junto a Windows 10, y el sistema de instalación se encargará de hacerlo sin problemas. De hecho, al confirmar esta selección la instalación comenzará automáticamente.
Ubuntu junto a Windows configurando particiones
Aunque este otro método es prescindible si directamente escoges la opción de instalar junto a Windows, también vas a poder hacer una personalización más personalizada. Para ello, selecciona la casilla de Más opciones. Con este modo, podrás crear manualmente las particiones en las que se instala Ubuntu u otra distribución, algo un poco más completo pero que te va a ayudar a optimizar el rendimiento de la distro.
Existen varias configuraciones de particiones que puedes realizar dependiendo del uso que le vayas a dar al PC, pero nosotros vamos a enseñarte a hacer una de las clásicas con tres particiones. Una será la partición de raíz para alojar los archivos esenciales de la distro. La otra será la de área de intercambio, que guardará los archivos temporales en el disco duro cuando esté ocupada toda la RAM. Y luego estará la partición Home para guardar tus archivos personales.
Tener separado el directorio /home en una partición diferente ayuda a una mejor organización física de tus datos en el disco, y facilita el poder formatear una de ellas sin tocar la otra. De esta manera, por ejemplo, podrás reinstalar distribuciones GNU/Linux en tu ordenador sin necesitar mover tus datos y configuraciones, e incluso puedes tener varias distros en el mismo ordenador compartiendo los mismos datos de usuario.
Las tres particiones las irás creando una detrás de otra en la pantalla a la que llegas tras pulsar Más opciones, y siempre con el mismo proceder. Primero selecciona el espacio libre del disco duro (1), que es el que hemos creado al principio desde Windows, y luego pulsa en el botón + de suma (2) para crear una nueva partición. Cada vez que termines de crear una partición selecciona siempre el espacio libre antes de crear la siguiente.
Sobre este espacio libre, ten en cuenta que todo estará dentro de un mismo disco duro. Esos discos duros los reconoces porque tienen todos el mismo nombre sdx, siendo la x una letra. Por ejemplo, en la captura de arriba verás que el disco duro es el sda, y que las dos particiones de Windows 10 tienen un número detrás para identificar el número de partición. Luego verás que también las particiones que tú crees tendrán la misma nomenclatura sdan, aunque la a puede cambiar dependiendo de cuántos discos duros haya.
Primero vamos a crear la partición raíz, que será una partición primaria al principio del espacio, con sistema de ficheros ext4, y punto de montaje /. En cuanto al tamaño, depende un poco de la capacidad de tu disco duro, aunque por lo general es suficiente darle entre 20 y 30 GB para que vaya holgado. Recuerda que este proceso sólo te permite configurar el tamaño en megas, por lo que tendrás que hacer recordar que 1 GB son 1.024 MB.
La siguiente partición que vamos a crear es el área de intercambio. Es recomendable que su tamaño sea del doble de tu memoria RAM, por lo menos en equipos con 2 GB de RAM o menos. Para memorias mayores, suele ser recomendable con 2 o 3 GB, aunque si hibernas a menudo el ordenador es mejor dejar el mismo tamaño que la RAM. Por lo demás, en Utilizar como debes elegir la opción área de intercambio.
Y por último, tienes que crear la partición en el punto de montaje /home, que es donde irán todas tus descargas y archivos personales. A esta partición le puedes dar el espacio que te quede en el disco duro, ya que es donde irán todos los archivos y aplicaciones que descargues.
Una vez tengas todas las particiones preparadas, revisa que esté todo en orden y que tengas las particiones /, /home y swap (área de intercambio) preparadas con sus tamaños correctos. Cuando lo revises, pulsa el botón de Instalar ahora para empezar a instalar la distribución con la organización que has establecido.
Por último, te aparecerá una ventana en la que se te recuerda que estás a punto de hacer cambios en tu disco duro, lo que quiere decir que si vas a reaprovechar alguna partición se formateará todo y se perderán todos los archivos. Este es un mero trámite, y tienes que pulsar en el botón Continuar para iniciar definitivamente la instalación.
Dos últimos ajustes mientras instalas la distro
Aunque en algunas distribuciones algunos o todos estos pasos pueden aparecer antes de iniciar incluso la creación de particiones, en Ubuntu son pasos que empiezas a dar mientras el sistema ya está instalándose en tu ordenador. El primer paso será el de establecer tu zona horaria para que la distro la tenga en cuenta al a hora de configurar el reloj o aplicar cambios horarios.
Ahora tienes que configurar un nombre de usuario y contraseña para crear tu primer usuario en el equipo. A este, también le puedes poner tu nombre real, y puedes elegir otro nombre para el ordenador. La contraseña es obligatoria, pero tras ponerla puedes marcar la casilla de Conectarse automáticamente sin pedir la contraseña para que no tengas necesidad de utilizarla. Cuando lo hagas, pulsa Siguiente.
Y una vez hayas dado estos dos últimos pasos, la distribución que hayas elegido empezará a instalarse junto a Windows 10. Si todo ha ido bien, la próxima vez que enciendas el ordenador aparecerá una pantalla en la que podrás elegir qué sistema operativo iniciar, lo que te permitirá utilizar sin problemas tanto Windows como Ubuntu u otra distro que hayas escogido.
En Windows 11 se hace igual
Por último, recordarte que instalar Linux en Windows 11 es exactamente lo mismo. Es el mismo proceso con los mismos pasos y herramientas, por lo que realmente no cambia prácticamente nada.
Lo único diferente es que necesitarás usar el inicio avanzado de Windows para lanzar desde él el USB donde tengas GNU/Linux para luego lanzarlo e instalarlo. Para entrar en él, tienes que abrir el menú de inicio y manteniendo pulsada la tecla Shift elige la opción de reiniciar. Y a partir de ahí el proceso es el mismo.
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