'La guerra de los mundos': cómo la nueva miniserie de BBC recupera la novela esencial de invasiones alienígenas

En 1898 el escritor inglés Herbert George Wells escribió la que acabaría convirtiéndose en su obra más conocida, 'La guerra de los mundos'. La historia de una invasión marciana, cruel y demoledora, que deja a la humanidad diezmada y que es repelida con la más inesperada de nuestras defensas tuvo tal impacto que configuraría el futuro del género de ataques alienígenas, del que tanto bebió el cine y la cultura pop en la primera mitad del siglo pasado.

La historia de Wells fue adaptada a otros medios en innumerables ocasiones en el pasado, algunas de ellas ciertamente históricas, como la versión de Byron Haskin de 1953, de revolucionarios y coloristas efectos especiales. O la más espectacular, y aún hoy impresionante de Steven Spielberg de 2005. O, cómo no, la esencial e histórica adaptación para la radio de Orson Welles de 1938. Ahora es el turno de una producida por BBC en una miniserie de tres capítulos que acaba de llegar a España a través de Movistar+.

Ninguna de esas adaptaciones ha sido especialmente fiel al original (ni tampoco el resto, que van de la inevitable versión Asylum al reciente y excelente falso documental 'The Great Martian War 1913-1917'). Para empezar, todas las adaptaciones directas hasta la fecha han actualizado el relato a la época en la que se produjera la película, serial o lo que fuera. BBC presume de que su flamante adaptación es la primera que respeta la ambientación original, algo que como veremos es solo cierto a medias.

BBC tambien cae en la inevitable tentación de modificar la historia para introducir nuevaos personajes y adaptar la historia así al gusto moderno, mientras que los inmortales trípodes marcianos siguen tan imponentes y belicosos como siempre. También veremos por qué esa cuestión, la de la fidelidad a la letra, realmente no importa, ya que la esencia de 'La guerra de los mundos' está en otro sitio, y en ese aspecto sí que podemos decir que la versión de BBC es, posiblemente, la que puede presumir de notable fidelidad al original.

La historia original

Wells, pionero del 'war gaming'

H.G. Wells escribió 'La guerra de los mundos' con 32 años. Fue la culminación de un largo camino personal y profesional, tras pasar por un par de largas enfermedades de las que le costó recuperarse, y después de unos cuantos desencuentros con su mujer -que quería que abandonara sus sueños literarios y se centrara en la enseñanza-, a la que acabó abandonando por una alumna de quien se había enamorado. Poco a poco, sus escritos periodísticos y columnas comienzan a adquirir cierta notoriedad.

En 1895 escribió su salto a la ciencia-ficción y la fama internacional: 'La máquina del tiempo'. Desde entonces se sucedieron clásicos como 'El hombre invisible', 'La isla del Dr. Moreau' y, finalmente, la historia que nos ocupa. Su éxito le permitió incluso embarcarse en otros géneros, como las dramáticas 'La historia de Mr. Polly' o 'Ana Verónica' o sus ensayísticas, de inclinación socialista, 'Una utopía moderna' o 'Mundos nuevos por mundos viejos'. Su humanismo, su ideología pacifista y sus inclinaciones politicas ya se habían dejado notar en sus libros de ciencia-ficción.

La novela cuenta cómo, durante tres semanas, y centrándose en diez impactos de los marcianos en Gran Bretaña, llega la invasión extraterrestre y ésta es repelida. La narración la inicia un hombre que no llega a ser nombrado, seis años después del ataque: todo empieza cuando de visita en un observatorio astronómico ve una explosión en la superficie del planeta Marte. Semanas después, cae un meteorito cerca de Londres, que contiene un cilindro llegado del planeta rojo, del que el protagonista ve salir a los marcianos, a los que describe del tamaño de un oso, con dos grandes ojos, tentáculos y bocas en forma de V.

Aunque uno de los astrónomos se acerca en son de paz, los marcianos lo incineran, y el ejército entra en acción. Empieza el ataque con rayos caloríficos y, después, con los "trípodes", enormes máquinas como torres de tres patas que lanzan un asfixiante humo negro. Es entonces cuando el narrador se encuentra con un artillero del ejército que ha sido separado de su mujer. Ambos escapan juntos y encuentran nuevos compañeros en el viaje, sufriendo desdichas como el ataque de unos trípodes en el Támesis que casi les hace morir ahogados.

En la segunda parte del libro, titulada ominosamente 'La Tierra en poder de los marcianos', el narrador deduce que los marcianos no solo quieren destruirnos, ya que están llevando los cuerpos de los humanos a una especie de cestas que portan los trípodes. Su propósito queda claro cuando el narrador ve que los alienígenas se alimentan de los humanos, realizando una especie de transfusión de sangre de sus víctimas. Tras un par de semanas aislado, logra escapar.

Tras un reencuentro con el artillero, que le propone un plan para sobrevivir post-apocalíptico, y un deambular por una Londres desierta que casi le vuelve loco, el protagonista presencia cómo los extraterrestres comienzan a morir: los patógenos y las bacterias humanas, para las que no estaban preparados, acaban con ellos. Un final anticlimático, sin intervención humana que, sin embargo, obedece a una perfecta exposición de las leyes de la selección natural, de las que Wells era ferviente defensor.

De qué habla 'La guerra de los mundos'

Aunque muchas de las ideas que expone la novela (que, a ratos, es una auténtica novela de tesis) han quedado anticuadas, no hablemos ya de sus recursos narrativos, que han obligado a que todas sus adaptaciones metan mano a fondo a su historia, muchas otras en cambio permanecen muy actuales. El motivo está claro: Wells era un ferviente humanista, un defensor de la parte más emocional de nuestra especie a la vez que un agudo observador, y eso ha hecho que su obra permanezca fresca e intemporal.

Por ejemplo, la novela habla de los marcianos no como (al menos no solo como) unos brutos invasores que usan la fuerza par a imponerse, sino como una raza hiperevolucionada, con un cerebro muy desarrollado, lo que ha hecho que sus cuerpos se hanyan transformado solo para permitir unas funciones motoras básicas. En la novela el narrador menciona un escrito de 1893 en el que se describe una posible evolución similar de los humanos, en la que perderíamos órganos hoy imprescindibles y nos convertiríamos en máquinas meramente pensantes que se moverían con artilugios como los trípodes. Se refiere al artículo del propio Wells 'El hombre del año un millón'.

¿Habla entonces la novela de cómo las razas más fuertes pueden y deben imponerse a sus inferiores más débiles, una tesis que como sabemos, tiene evidentes peligros? Sí y no: la influencia del darwinismo social, que hablaba de cómo unas clases sociales y grupos étnicos se imponen a otros por superioridad genética, parece evidente, pero es una teoría sin base científica que el propio Darwin no apoyaba en su totalidad, y que fue desacreditada para la II Guerra Mundial, cuandos se comprobaron los peligros de la ascensión del nazismo.

El humanismo de Wells le permitió rebatir esta idea, por mucho que parcialmente la apoyara, como se puede ver en el discurso final de la novela, donde los marcianos han sido vencidos por un rival aparentemente inferior genéticamente. Hay que entender la novela, en cualquier caso, como un producto de su época y de la vida de su autor: fue escrita en tiempos previos a la I Guerra Mundial y el mismo Wells procedía de una familia en la que la rama paterna era sumamente acomodada y clasista.

Pero hay otro elemento que claramente influyó en el mensaje de la novela de Wells: el colonialismo británico que había llevado al Imperio a expandirse por todo el mundo a sangre y fuego. La novela bebe de la "literatura de invasiones" que, a partir del tremendo éxito de la novela corta 'La batalla de Dorking' de George Tomkyns Chesney, generó toda una moda de protociencia-ficción donde Gran Bretaña era invadida por otros países, y que era un perfecto reflejo de las ansiedades de la Gran Bretaña imperial y su miedo a haber perdido potencia militar y, con ello, a ser invadidos de vuelta. Miedos que, en buena medida, están tras la psique colectiva que prendió la chispa de la I Guerra Mundial.

Wells sin duda se vio influído por estas ficciones, pero también supo darles la vuelta, gracias a su habilidad para empatizar con los aparentes villanos de sus libros: no hay más que ver cómo trata a los Morlocks, al hombre invisible o al Dr. Moreau para comprobarlo. Por eso, plantea, abierta y literalmente, ya en el primer capítulo de su novela, si los marcianos no son acaso el equivalente galáctico de lo que Gran Bretaña ha llevado a cabo en nuestro propio planeta: la expansión territorial y cultural a base de masacres, basada en la potencia de fuego y la ausencia de piedad y empatía.

La nueva versión de BBC

Wells era un pacifista convencido -con los matices propios de su época, claro-, y ese sentir no hizo sino exacerbarse cuando presenció los devastadores avances militares llevados a cabo en las dos guerras mundiales. En 1914 ya se estaba anticipando en una de sus visionarias novelas al horror de la bomba atómica, y siempre advirtió de cómo la escalada armamentística no podía ser tomada con ligereza.

'La guerra de los mundos' es un lienzo en blanco, y es por eso que, cuando ha sido actualizada en distintas versiones, ha funcionado igual de bien que el original, y sin perder esa sensación de pánico a la destrucción descontrolada. La versión radiofónica de Orson Welles de 1938 parecía anticiparse al terror a una invasión aérea que se desató tras el ataque de Pearl Harbor de 1941. La de Haskin de 1953 es producto casi puro de la Guerra Fría. Y la de Spielberg refleja perfectamente las ansiedades post-11S de Estados Unidos.

La nueva versión de la BBC también es muy hija de su tiempo, pero lo camufla volviendo a la ambientación original. O casi, ya que se ambienta en enero de 1906, diez años después de la novela original y solo ocho antes del estallido de la primera Gran Guerra. Ya no estamos en la Inglaterra victoriana de Wells, sino en el mismísimo inicio de la eduardiana, vinculada directamente con el principio del conflicto. ¿El motivo de este cambio? Era una Inglaterra aún más imperialista, aún más vanidosa y pagada de sí misma, y creyéndose más invencible que nunca.

La versión de la BBC unifica las ramificaciones argumentales de la novela y su desprecio por la caracterización de personajes de Wells (con personalidades intercambiables, y donde sus narradores ni siquiera tienen nombre), y se centra en la historia de una pareja, George (Rafe Spall) y Amy (Eleanor Tomlinson), que viven momentos personales complicados. George ha abandonado un matrimonio concertado y sin amor para irse a vivir con su nueva pareja, lo que ha suscitado el rechazo de su propia familia, empezando por su propio hermano (Rupert Graves), oficial del gobierno.

*** OJO: SPOILERS DE LA SERIE DESDE AQUÍ**

Como se ve, ya se detectan líneas argumentales de la novela original -e incluso de la propia vida privada de Wells-, que serpentean con nuevos personajes e incorporaciones, como el astrónomo interpretado por Robert Carlyle, amigo de la pareja, y una explicación más clara de los motivos de la muerte de los alienígenas. Igual de anticlimática que en la novela original, por cierto, pero mucho mejor explicada, con largas conversaciones sobre microbiología que harán las delicias de los fans de la ciencia-ficción devotos de las justificaciones racionales en los argumentos.

Dejando de lado este peaje dramático (y que responde a una moda comercial muy clara: lo bien que funcionan los dramas de época de origen británico, al estilo 'Downton Abbey'), que discurre perfectamente gracias a las estupendas interpretaciones del reparto -especialmente brillante está Tomlinson-, todos los iconos de la novela están aquí. Los devastadores ataques de los trípodes, de diseño menos inspirado -y perdiendo un previsible aire steampunk-que, por ejemplo, la versión de Spielberg, pero igual de aterradores.

La mejor secuencia de la miniserie se da con el ataque a una playa de los alienígenas, estilo 'Dunkerque', con un fuego cruzado entre buques de guerra británicos y los trípodes, y los protagonistas atrapados en el mar flotando precariamente en una tabla. Pero en general, todos los ataques alienígenas son estupendos (otro gran momento: el ataque a cañonazos del ejército a una peculiar y aterradora esfera volafora) y tienen un indiscutible aire a buen y espectacular cine bélico. El drama no molesta salvo en los algo sensibleros tramos post-apocalípticos.

Porque sí: hay post-apocalipsis en esta miniserie de BBC. Se nos presenta un mundo devastado, una Tierra que es casi un páramo rojizo como Marte, tras la derrota de los alienígenas pero recuperándose muy a duras penas. Son tramos que se basan en la búsqueda de Amy de su marido y que solo adquieren algo de fuerza cuando indaga con su amigo astrónomo en los motivos de la derrota de los marcianos.

En cualquier caso: una estupenda miniserie que, gracias a su ambientación, logra inyectar oxígeno y revitalizar la ficción original. Pero... ¿qué ansiedades son las que refleja en una época post-colonial como la que vivimos, pese a que los personajes vivan inmersos a principios del siglo XX y por tanto, hablen continuamente de la expansión del imperio británico? Esta nueva 'La guerra de los mundos' es un reflejo del pánico al futuro inmediato que vive no solo el país de origen de Wells sino, por extensión, todo el mundo.

En términos británicos es inevitable pensar en el Brexit: la serie nos presenta a un país aislado, ensimismado con su propia grandeza de tiempos pasados, y en eso no hay mucha diferencia entre la Gran Bretaña actual y la eduardiana heredera de la expansión en tiempos de la reina Victoria. La cosa adquiere tintes más universales con la insistencia del gobierno inglés de la serie en repeler de forma violenta, y no estratégica, la invasión marciana, que no sirve de nada, subrayando la autosuficiencia y la egomanía de sus dirigentes.

Como la novela original, pero pasada por el filtro de centenares de ficciones post-apocalípticas, la miniserie presenta el periplo de centenares de refugiados por las guerras, en un momento que atañe especialmente a Europa en ese sentido. La serie parece apuntar a la responsabilidad de los países ricos de ese desastre, y no solo a enemigos ultrapoderosos de intenciones incomprensibles como los marcianos, sino sugiriendo que en cualquier momento se puede dar la vuelta a la tortilla. Y como guinda, suma un nuevo elemento de caos y desestabilización -de nuevo, sin menciones directas, pero la idea está clara- que, sin duda habría apoyado el propio Wells: el cambio climático.

Por supuesto, 'La guerra de los mundos' se puede disfrutar como una (estupenda) miniserie de invasiones extraterrestres, pero lo cierto es que viene a dejar bien claro por qué seguimos adaptando sin descanso la novela original. Al fin y al cabo, nada mejor que una cura de humildad en tiempos difíciles.

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