Open Windows y el giro final de Vigalondo

Nacho Vigalondo (Los Cronocrímenes, Extraterrestre) me cae bien. Me parece un tío simpático porque en sus películas suele hablar de tecnología y ciencia ficción. Dos temas que me gustan, con los que tengo que vivir a diario. Escribiendo aquí en Xataka o viviendo situaciones, en lo personal, que darían para un buen guión. Volviendo al tema, Nacho estrena hoy una nueva película con Open Windows.

Si conocéis el cine de Nacho sabéis que tiene muchos giros en el guión. A veces son agresivos como volantazos o auténticos mindfucks que te dejan descolocado. ¿Y esto por qué ocurre? Te quedas pensando muchas veces. ¿De dónde sale ese tipo? Mascullas mientras intentas comprender lo que acaba de pasar. Open Windows nos trae movimientos narrativos en todas las direcciones entre tecnología, privacidad y algo de ciencia ficción. Cuidado que vienen curvas, y no las de Sasha precisamente.

Supongamos que somos un joven y tímido administrador de una web dedicada a una actriz del mundo del cine. Nuestra vida es la suya y cual belieber (o abrahamer si queréis una versión más castiza) nos dedicamos a recortar su vida a través de fotos y pantallazos de vídeos de todo tipo. Su negocio es el nuestro también, ya me explicarán sino cómo el protagonista de Open Windows se gana la vida.

Giros que se enredan entre ventanas

Un día ganamos un concurso en el que accedemos a una cena con nuestra amada actriz. Sin embargo, sorpresa, nuestra querido amor platónico tiene que cancelar sus planes con nosotros. ¿Nos enteramos a través de ella o su agente? Negativo, es un hacker con un acentazo británico quien nos avisa de que Jill Goddard (Sasha Grey) no tiene intención de compartir mesa en un restaurante con nosotros esta noche. Ya nos han chafado la noche, o no.

Este simpático hacker nos ofrece una compensación: ¿y si pudiéramos ver a nuestra ídolo femenina durante toda la noche sin que ella lo supiera? Todo claro, gracias a las capacidades tecnológicas y al altruismo de un personaje que de buenas a primeras nos quiere ayudar a que nuestros planes no salgan mal. Nuestro cándido protagonista (Elijah Wood) decide participar en el juego. ¿Qué puede salir mal después de todo, verdad? Ay.

Nacho dice que tenemos síndrome de déficit de atención. Que no estamos a lo que estamos y por eso decide partirnos la imagen en pantalla en multitud de momentos. Muchas cámaras de forma simultáneas que dejan al montaje de 24 en un juego de niños. La webcam de Elijah, la de un grupo de hackers franceses, la del señor con acento británico que ahora de repente quiere matar a Jill Goddard.

Una narrativa a través de varias pantallas y de forma simultánea que se acelera y cómo pasa en 'Los cronocrímenes' nunca sabes qué va a pasar a continuación

Aunque algunos elementos visuales de la interfaz chirrían un poco el juego de diferentes pantallas al mismo tiempo es excelente. A veces resulta agobiante, quizá para demostrarnos que a veces nuestra falta de atención se vuelve un problema a la hora de centrarnos en lo verdaderamente importante. Con este contexto, hay que decir que la película gana enteros en la gran pantalla y que la experiencia en formatos más pequeños puede no estar a al altura. Da la sensación de que ha sido una película pensada para el cine y no para ver en el salón de casa.

Una narrativa a través de varias pantallas y de forma simultánea que se acelera y cómo pasa en 'Los cronocrímenes' nunca sabes qué va a pasar a continuación. Lo intuyes, pero entre giro y giro acabas mareándote y no sabes por dónde te va a salir Nacho Vigalondo ni ninguno de los tres protagonistas en los que ciertos momentos dudas de quiénes son y de dónde vienen.

Esta vez la ciencia ficción que disfrutamos en las dos primeras películas de Nacho se convierte en un cúmulo de elementos fantasiosos que intentan jugar a ser el presente pero a los que usamos la tecnología de forma intensiva nos resulta chocante. Lo de los viajes en el tiempo estaba genial y era creíble dentro de su contexto pero los portátiles a los que le aguantan la batería toda la película, a conexiones a internet permanentes donde las videoconferencias nunca se cortan o el hacker que utiliza tablets Android como dispositivos de ultraseguridad no es creíble. Lo siento, Nacho. Tampoco me trago que exista un hotel donde la WiFi vaya sin problemas.

Entre vuelta y vuelta, como en sus anteriores películas, vamos descubriendo quién es quién en este juego donde hackers de todo el mundo se dejan ver en las ventanas que nos abre Vigalondo en su film. Mortales de por medio y un tema que ya empieza a estar un poco manido pero no por ello deja de ser interesante: la privacidad, la seguridad y la inquietud que tienen algunos al dudar sobre si la cámara que tienen delante en el móvil o el portátil está grabando.

Lo siento, Nacho. Tampoco me trago que exista un hotel donde la WiFi vaya sin problemas

Dicho esto, hay que reconocer que la elección de Sasha Grey ha sido muy acertada. Ver mientras no eres visto, el voyeurismo digital con el morbo (inexplicable) de ver a una ex actriz porno ensenando carne delante de la cámara. Entiendo que si viviéramos en Reino Unido o en una realidad paralela donde no existieran las páginas de contenido adulto tendría sentido pero no es el caso y si vives pagando en libras, decirte que lo siento mucho por ti. De verdad

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