El estreno de 'Jurassic World: Dominion' vuelve a poner sobre la mesa las inevitables comparaciones con la película original de Steven Spielberg de 1993. Y no se puede decir que esta nueva secuela rehúya esos paralelismos: ha llamado a buena parte del reparto original para que se unan a las dos entregas anteriores de 'Jurassic World' y cierren este trilogía de secuelas con un broche de oro.
Sin embargo, y como las otras dos secuelas (y como las dos directas de la película original), 'Jurassic World: Dominion' no termina de despegar. Está demasiado atenta a la nostalgia y se olvida de aportar novedades propias. Vamos a revisar en 7 puntos por qué y cómo fallan las secuelas de una película que, pese al tiempo transcurrido, esta lejos de ser igualada.
1-Es imposible replicar el impacto original
Como hizo Spielberg con 'Tiburón' al principio de su carrera, con Indiana Jones poco después o, saliéndonos de la filmografía del director, como les ha pasado a directores clásicos en momentos muy específicos de su carrera (de Cameron en 'Terminator 2' a George Lucas en la primera 'Star Wars'), algunos de sus mayores éxitos son fruto de la calidad de sus películas, pero también la fortuna de estar en el sitio correcto en el momento justo. Muchos de estos directores han tenido éxitos comparables e incluso mayores, pero lo icónico de sus principales éxitos obedece también al momento en el que se estrenaron.
En el caso de Jurassic Park se debe en buena medida al realismo absoluto de los dinosaurios, que llegaron en un momento en el que los efectos especiales dieron un salto muy concreto que permitió que la combinación de trucajes clásicos y CGI diera pie a monstruos impresionantes y nunca antes vistos. 'Jurassic Park' llegó en el momento justo en el que la tecnología permitía impresionar al mundo entero con monstruos espectaculares.
2-Su high concept no ha sido igualado
Es decir, una idea que por sí sola vende el guión. Que en 'Parque Jurásico' es: un parque de atracciones con dinosaurios. Por muchas vueltas que las secuelas le han dado a esa idea o la han intentado dejar atrás, ninguna ha sido capaz de dar con otro concepto tan potente. Ni en 'Dominion', donde los dinosaurios vagan libres, ni en 'El reino caído', donde se sigue dando vueltas a temas genéticos y se introducen ideas como el contrabando con dinosaurios. Sencillamente, el concepto de la primera es apabullantemente poderoso.
3-No se trata de la calidad del CGI, sino de cómo lo usas
Algo que se oye decir en numerosas ocasiones acerca de 'Jurassic Park' es que es asombroso que una película tan antigua tenga mejores efectos digitales que las entregas actuales o, en general, que las películas modernas. Esto no es del todo cierto: por un lado, es verdad que se dedicó a la película una cantidad de tiempo superior a la que se dedica a los efectos digitales hoy. Pero además, es que están planteados de un modo soberbio.
Por un lado, como decíamos más arriba, mezclando efectos prácticos con animatrónicos de dinosaurios y con planos CGI, pero por otro, planificando las secuencias como una película convencional. Es decir, escenas como la del T-Rex atacando a los coches no planifican su montaje o sus planos a expensas de los efectos, sino como una película convencional a la que luego se añade CGI. Es la única forma de conseguir planos inolvidables como el del rugido triunfal del T-Rex al final de la película: primero se conceptualiza el plano y luego se ejecuta y no a la inversa, como suele pasar tan a menudo con películas actuales.
4-No hay autores detrás de las secuelas
Con el permiso de Joe Johnston, Colin Trevorrow y J.A. Bayona (y el propio Spielberg desfondado en la primera secuela), lo exacto sería decir que no hay autores tan relevantes y atinados como lo estuvo Spielberg en la película original. La segunda mitad de la película de Bayona, por ejemplo, introduce elementos propios del cine del director, como es el choque con el horror gótico, pero no funciona en una película que concluye su primera mitad con un clímax de volcán enfurecido.
Spielberg, por su parte, consigue encontrar un equilibrio muy especial en la primera película entre un blockbuster de estudio y una película de autor. Muchos elementos de su cine están en ella, pero sobre todo está algo inequívocamente spielbergiano: la capacidad para retrotraer la visión de director y espectador a la mirada fascinada de un crío con el espectáculo de los saurios gigantes. Ningún director posterior ha conseguido igualar la inocencia de esa mirada.
5-La nostalgia no es esto
'Jurassic World: Dominion' es una de las películas recientes que hacen un uso más artificial del elemento nostálgico. Se siente obligada a incorporar a los tres personajes de la primera entrega, pero los mantiene alejados de los protagonistas de las dos anteriores 'Jurassic World'. Y cuando se encuentran, el grupo es demasiado grande, no han desarrollado relaciones entre sí... y tienen que empezar a poner en marcha subtramas cuando el espectador está sencillamente agotado. Además, 'Dominion' está puntuado por guiños con no demasiado sentido, como el ridículo encuentro entre Sam Neill y el científico de 'Jurassic Park', al que parece recordar.
El buen uso de la nostalgia como ingrediente de las películas tiene que ser más orgánico, ser un elemento más intangible que una lista de componentes que se van tachando de una lista, como una receta de cocina. 'Jurassic World: Dominion', en ese sentido, es bastante robótica, además de tener un problema extra: los elementos nostálgicos son tan carismáticos e interesantes que prácticamente devoran el resto de la película. Cada minuto de Jeff Goldblum es considerablemente superior a media hora con Chris Pratt, y eso acaba jugando en contra del conjunto.
6-El exhibicionismo de los dinosaurios es mala idea
A estas alturas no habría que andar insistiendo en estas cosas, pero enseñar demasiado a los monstruos no es buena idea en películas con las características de esta franquicia. Spielberg, de nuevo, lo hacía a la perfección, combinando la maravilla del descubrimiento (el famoso momento de los diplodocus) con la revelación progresiva para facilitar la tensión (tanto en el caso del T-Rex como con los velociraptores, tardamos bastante en contemplarlos en toda su gloria).
Por supuesto, las secuelas parten de la pérdida del factor sorpresa, pero cuando lo conservan, o lo gestionan fatal (la idea, bastante simplona, de los dinosaurios mutantes como experimentos genéticos) o, sencillamente, son ridículas (toda la historia de la amistad entre Chris Pratt y Blue es tan disparatada que el propio Jeff Goldblum no se resiste a hacer un chiste sobre ello en 'Dominion'). De nuevo, partimos de una situación muy difícil de sortear y un callejón sin salida para las secuelas, pero es que tampoco se esfuerzan mucho con eso...
7-No ha existido ninguna película que le haga sombra, y eso pesa demasiado
Y finalmente: las secuelas están luchando contra un imposible: décadas después, el público tiene claro que no se puede hacer sombra a 'Jurassic Park'. Cada nueva película, en vez de un nuevo contendiente para combatir esa idea, es un clavo en el ataúd de sus sucesoras. Cada nueva 'Jurassic World' no nos hace pensar "casi consigue que nos olvidemos de la primera", sino que nos reafirma en la idea de "nada nos va a hacer olvidar la primera".
Y claro, el mito de la primera película crece y crece. ¿Cuánta gente salió de la última 'Jurassic World' deseando revisar la primera entrega de Spielberg? No es, quizás, lo mejor que se puede decir de una secuela...
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