Que no todos los superhéroes son Marvel y DC es algo que los aficionados al género tienen muy claro desde el momento en el que hay decenas de editoriales de tamaño mediano o directamente minúsculo intentando replicar el éxito de los dos gigantes o plantear sus propias mitologías. Es normal: hay múltiples aspectos de los superhéroes que las pulidísimas estrategias empresariales de Marvel y DC no dejan que sus personajes aborden.
Por ejemplo, el uso de la violencia, connatural al propio concepto de los superhéroes (no lo olvidemos: gente que soluciona problemas a golpes), o el punto de insania que mueve muchos de sus actos (¿es Batman un héroe o un esquizofrénico?). 'Archenemy', que lleva unas semanas disponible en Movistar+, agarra el espíritu de esas visiones alternativas al mainstream superheroico y explota algunos de sus puntos de interés desde la más absoluta independencia financiera y, por eso mismo, desde una saludable libertad creativa.
Esos supuestos son los que han movido a Spectrevision, una de las productoras independientes más interesantes del momento ('Mandy', 'Color Out of Space'), que plantea esta historia de orígenes cuyo trasfondo podría pertenecer a un héroe Marvel o DC, pero cuya brutalidad es propia de un acercamiento independiente. Para ello han contado con el guión y la direccción de Adam Egypt Mortimer, que ya realizó para ellos la estupenda 'Daniel no es real'.
En ella, Adam Egypt Mortimer se aproximaba a los trastornos de distorsión de la realidad desde un enfoque de película de terror, y aquí lleva a cabo el trayecto contrario: se acerca a la mitología de los superhéroes desde la posibilidad la esquizofrenia. O eso parece que es lo que afecta a Max Fist (imponente Joe Manganiello), un sintecho que asegura ser un héroe de otra dimensión que ha sido despojado de sus poderes al llegar a la Tierra.
Superhéroes de callejón
Ni la pérdida de memoria ni el entorno urbano son completamente novedosos en el acercamiento a los superhéroes, y 'Archenemy' disfruta siendo consciente tanto de sus tópicos como de su distanciamiento de los cánones establecidos. Por eso entendemos sin apenas explicaciones la fascinación que Hamster, un joven reportero para un medio digital, experimenta con su nuevo amigo. Las referencias a códigos que todos manejamos (ciudades colosales en otras dimensiones, el héroe caído en desgracia, el archienemigo al que derrotar) oscila siempre entre lo convencional y lo original, y ahí está parte del interés de 'Archenemy'.
Esta óptica se refuerza con resultonas secuencias animadas, sintéticas y coloristas, que nos trasladan sin esfuerzo al mundo de origen de Max Fist. A medio camino entre el ahorro presupuestario y la decisión estética efectiva, estas escenas a modo de flashback son lo más característico de 'Archenemy', y sin duda lo que hará que muchos espectadores se descuelguen al considerar que merecían una visión "realista" del pasado del héroe.
'Archenemy' flojea a la hora de plantear una mitología genuinamente sólida, y a veces se toma determinadas libertades con su héroe que evidencian los agujeros de guión: de homeless que literalmente depende de desconocidos para conseguir bebida a poseedor de efectivos inventos ultradimensionales de oportuna utilidad. Las relaciones entre héroe, periodista y la hermana de éste también están cogidas por los pelos, y pasan de la condescendencia a la entrega total de una escena a otra.
Con todo, el balance global es positivo. Sin revolucionar el género, la presencia de Manganiella, sus inteligentes recursos visuales y su absoluta desvergüenza a la hora de plantear una historia de superhéroes con un presupuesto minúsculo hacen que sea fácil perdonar los vaivenes del guión. Un entretenimiento resultón que demuestra que hay tantos superhéroes como enfoques podamos imaginar.
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