Antes de que venga alguien a decirlo, lo diremos nosotros, que a gafotas no nos gana nadie: ya sabemos que 'La cosa', la obra maestra de John Carpenter de terror existencial y claustrofóbico tiene más de un punto en común con la obra de Lovecraft en general y con su obra maestra 'En las montañas de la locura' en particular. De la sensación de aislamiento físico y mental a su criatura de origen desconocido e intenciones tan hostiles como enigmáticas.
De hecho, 'En las montañas de la locura', la única novela que escribió el autor de Providence, es clave como influencia de películas que superficialmente parecen poco lovecraftianas (pero que lo son, y mucho, de espíritu), como 'Alien, el octavo pasajero'. De ahí la obsesión durante décadas de Guillermo del Toro por adaptarla: sabe que es un engranaje clave para entender el terror más claustrofóbico y que transcurre en entornos naturales más despiadados.
'Black Mountain Side' tampoco es una adaptación oficial de Lovecraft, pero el parentesco tanto con su obra como con la mencionada 'La cosa' de Carpenter es indiscutible, y de hecho sirve para que ambas dialoguen, ya que agarra elementos de una y otra y los pone en relación. Por un lado, el aislamiento de un grupo de hombres que van cayendo víctimas de la desconfianza y el aislamiento; por otra los elementos que hacen referencia a cultos ignominiosos y entidades cuya llegada a nuestro mundo se remonta más allá de los inicios del ser humano.
Todo ello está engarzado en una historia ambientada al norte de Canadá, en una zona prácticamente despoblada y donde un grupo de científicos ha hecho un descubrimiento insólito: la parte superior de lo que podría ser una estructura subterránea y que parece previa a cualquier registro de actividad humana. Pero cuando el gato desaparece, los ayudantes nativos deciden desertar y la conexión por radio con la civilización se esfuma, el equipo empieza a sospechar que lo que han encontrado puede ser más aterrador que el descubrimiento arqueológico del siglo.
En las montañas canadienses de la locura
Este argumento se desarrolla a un ritmo y con una parquedad expresiva más propia del cine independiente que de una película comercial de terror. Con muy pocos elementos, el debutante Nick Szostakiwskyj (que después ha escrito y dirigido otra película, 'Archons', muy en sintonía con ésta) plantea una situación de tensión extrema y sospecha continua que no necesita más ingredientes para sembrar el desasosiego en el espectador.
Gracias a un excelente trabajo de fotografía de Cameron Tremblay, no hace falta trasladarnos al Ártico para percibir la sensación de soledad y zona incivilizada que exhibían 'La cosa' y Lovecraft. Szostakiwskyj usa conversaciones aparentemente inanes e intrascendentes de los científicos para reforzar su ingenuidad ante lo que se les viene encima. Y las escenas de violencia y horror están extraordinariamente bien visualizadas con soberbios efectos prácticos, sencillos e impactantes.
A veces al guión le cuesta distinguir entre unos y otros personajes, y no es capaz de replicar el excelente trabajo de Carpenter para dotar de personalidades diferenciadas a los científicos, pero aún así, con muy pocos elementos hace un trabajo competente: de los aires de grandeza del director de la expedición a la pasmada incredulidad de un profesor recién llegado al proyecto, los personajes son esquemáticos pero funcionan. Y mucho más cuando se desencadenan los sucesos extraordinarios.
Posiblemente, habrá espectadores acostumbrados a un cine de terror más pirotécnico que se queden a medias con 'Black Mountain Side': nunca veremos el interior del yacimiento arqueológico (que sí era la clave de 'En las montañas de la locura') ni recibiremos demasiados datos sobre las entidades que hacen perder la razón a los científicos (ahí sí, al más puro estilo Lovecraft). Pero la búsqueda de mitologías alternativas a las habituales, sumergiéndose en los enigmas de las civilizaciones mesoamericanas, da un toque único a una película que funciona como una bomba de relojería de horror cósmico y tensión extrema.
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