Contábamos hace un par de días que 'Black Panther: Wakanda Forever' había supuesto, en nuestra opinión, un pequeño gran tropiezo para cerrar la más bien deslucida Fase 4, en la que quizás solo ha brillado 'Doctor Strange y el multiverso de la locura'. Un severo inconveniente para una Marvel que aún no ha dado pasos claros en su universo post-'Endgame', escenario que posiblemente centrará su atención en los conflictos que traiga el multiverso.
En cualquier caso, y aunque las críticas a 'Black Panther: Wakanda Forever' están siendo mayoritariamente positivas y las previsiones apuntan al taquillazo de costumbre, a Marvel no le vendría mal plantearse qué quiere hacer con su futuro. Juicios de valor aparte, está claro que aún sigue tirando de eventos que sucedieron hace una década y del carisma de personajes como Capitán América o Iron Man, cuyo eco o cuyos sucesores marcan el ritmo de la Marvel actual.
Se trata de una situación complicada, y no hace falta profundizar mucho en 'Wakanda Forever' para comprobar (de nuevo, juicios de valor aparte acerca de si el resultado final es positivo o no) que la película arrastra un exceso de legados del pasado. La película en su totalidad es una elegía a un actor / personaje fallecido, se hacen referencias altamente crípticas a la película anterior (en algún caso, como pasa con los personajes de Nakia o Killmonger, más vale llevar fresca la primera 'Black Panther') y se presenta a una nueva heroína (Ironheart) que protagonizará una nueva serie en Disney+... que es un pseudospin-off de 'Iron Man'.
Esa dependencia de un universo compartido es, por supuesto, uno de los grandes atractivos del MCU, pero la diferencia entre un añadido que enriquece y un lastre argumental a veces es muy leve, y en 'Wakanda Forever' pasa demasiado, hasta el punto de que en su tercer acto la película se convierte en un auténtico galimatías debido precisamente a eso. Por una parte, aparece de improviso un personaje de la entrega anterior que se saca de la manga una motivación que se convierte en esencial para la protagonista... a puertas del clímax. Es torpe e incomprensible.
Y por otro lado, está la propia presencia de Pantera Negra en su nueva encarnación, un icono que no es capaz de zafarse de la (lo admitimos, impresionante) sombra de Chadwick Boseman y se solventa con una aparición en el ultimísimo cuarto de película. La presencia de Pantera Negra en su propia aventura es absolutamente instrumental y brinda una inevitable sensación para el espectador de "quitémonos este marrón de enmedio".
La solución está en Star Wars
A un problema similar (pero casi más acentuado) lleva 'Star War' enfrentándose desde prácticamente su resurrección a manos de Disney con 'El despertar de la fuerza' en 2015. Desde entonces, hemos visto cuatro películas más, y otras tantas series. Unas mejor recibidas, otras menos (aquí las opiniones se polarizan más que con Marvel), pero con una queja común que comparten tanto las mejor consideradas ('The Mandalorian') como las menos ('Obi-Wan Kenobi' o las tres películas).
Esto es: 'Star Wars' está obnubilada con su propio pasado. La sombra de la trilogía clásica y las tres precuelas de George Lucas es demasiado grande, demasiado mítica. Ya hablamos de ello y del eterno retorno de Darth Vader a la franquicia a cuento de 'Obi-Wan Kenobi', pero es algo que ha paralizado la creatividad de un universo que (en términos similares a lo que sucede con la Tierra Media de 'Los Anillos de Poder') debería ser merecedor de algo más que recrear glorias pasadas.
Y Disney lo ha conseguido con 'Andor', una serie que, por supuesto, no se desembaraza del inmenso legado de 'Star Wars'. Para empezar, depende de una producción previa: es una precuela de 'Rogue One'. Y para seguir, hay que estar medianamente al tanto de cómo funciona el universo de la franquicia en ese punto cronológico, antes de la batalla de Yavin, y sobre todo en qué incipiente estado está la organización de los Rebeldes y cómo el Imperio extiende sus tentáculos por distintos puntos de la galaxia sin necesidad de hacerlo de forma directa.
Y sin embargo... 'Andor' es perfectamente disfrutable prescindiendo del contexto argumental y las decenas de detalles que encadenan a la serie al universo 'Star Wars'. Esto sucede porque 'Andor' es una serie de aventuras, espionaje y atracos en primer lugar (como lo era 'Rogue One') y, después, una serie de 'Star Wars'. Pero tiene muy clara esa prioridad de "contemos primero algo con códigos infinitamente más universales que una franquicia específica y luego ya metemos los detalles". Por supuesto, hacerlo bien es más difícil que lanzar una bomba-racimo de guiños y fan-service sin orden ni concierto. Pero es que 'Andor' está muy bien pensada.
Sin ser una serie perfecta, 'Andor' ha llegado a una meta muy complicada, y que actualmente está anquilosando las dos grandes franquicias propiedad de Disney: la esclavitud al pasado, por no se sabe muy bien qué relación contractual con los fans que exigen no moverse ni un milímetro de lo que ya han disfrutado. 'Andor' ha dado un paso en la dirección correcta: esperemos que la Fase 5 sea lo suficientemente valiente como para aprender de las lecciones que brinda a Marvel
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