Después de innumerables esfuerzos por recuperar una franquicia de los ochenta que nunca ha sido olvidada, pero de la que tampoco se ha podido replicar el éxito de su primera entrega, llega 'Cazafantasmas: Más allá' con una especie de certificado de autenticidad. Su director es Jason Reitman, hijo de Ivan Reitman, director de las dos primeras entregas, y se ha publicitado -en una maniobra de marketing rarísima- que Ivan ha intervenido continuamente en la labor de Jason para asegurarse de que se respetaba el espíritu del modelo.
La cuestión es que la saga ha sufrido abundantes traqueteos con el paso de los años. Ni siquiera la primera secuela, con el mismo equipo creativo detrás tuvo la misma repercusión de la primera parte: el tiempo la ha puesto en su debido lugar, y ahora se la ve como un producto menor con un villano -Vigo el Cárpato-, eso sí, de antología. El paso del tiempo frustró una nueva secuela, que acabó llegando en forma de notable videojuego en 2009 escrito por los guionistas originales. Y hubo reboot íntegramente femenino y muy estimulante, pero que se topó con el rechazo de los fans con fobia a los estrógenos.
Es precisamente ese injusto rechazo el que palpita en el corazón de esta nueva secuela, absolutamente concentrada en resultar lo menos ofensiva posible. Y ahí nacen nuevos problemas, porque no está muy claro a quién se dirige: ¿a quienes fueron niños cuando se estrenó la primera entrega y a quienes se dedican referencias muy explícitas? ¿O a una nueva generación de espectadores, con protagonistas juveniles y nuevas aventuras?
'Cazafantasmas. Más allá' cuenta cómo una familia se instala en una nueva residencia fuera de la ciudad, donde falleció uno de los Cazafantasmas originales, Egon Spengler. Resulta ser el abuelo de los dos miembros más jóvenes de la familia (Mckenna Grace, auténtico corazón de la película, y Finn Wolfhard, recién salido de 'Stranger Things'), que descubrirán gracias a un peculiar profesor de verano (Paul Rudd) que hubo unos científicos en los ochenta que libraron a Nueva York de una plaga de fantasmas.
Más allá de la nostalgia
En la película de Jason Reitman anida una peculiar contradicción: tiene la certeza de que sus espectadores conocen la 'Cazafantasmas' original, y eso lleva a que muchos de sus recursos no tengan gracia, o directamente no tengan sentido, si no se tiene en cuenta el referente. La aparición del Maestro de las Llaves y el Guardián de la Puerta, los guiños a objetos concretos (las trampas, las mochilas, el coche) y, por supuesto, todo el tramo final, que no desvelaremos aquí, y que directamente no hay quien lo entienda sin la muleta de la primera película.
Pero por otra parte, ese es el propio argumento del film: los dos chavales no saben de quiénes hablan los viejos, y hay más de un chiste al respecto. Es decir, la película quiere encandilar a las nuevas generaciones presentándoles recursos que podrían gustarles (a quién no le va a gustar un dios sumerio), pero no se esfuerza en que el humor sea inteligible para alguien que no conoce la película original.
Por suerte, esta ensaladilla conceptual está bien barnizada por un elenco muy notable (el punto fuerte tanto de la película original como del reboot), donde brillan un Paul Rudd adorable que pone 'Cujo' a sus alumnos para tenerlos entretenidos, y una Mckenna Grace que clona todos los tics y las escasas habilidades sociales de su abuelo Egon. El resto, entre cameos (ojo a los créditos) y secundarios afortunados (como la no acreditada villana, que tampoco desvelaremos aquí), conforman una película digerible y resultona.
'Cazafantasmas: Más allá' es una película con menos riesgo en su seno del que cabría esperar, pero que cuando encuentra cierta sinceridad en los conflictos de sus personajes, localiza algo de honestidad amarga -por cierto, más propia de Jason que de Ivan Reitman-. Para lo demás, catálogo de nostalgia (y de merchandising) en una película que hay que ver con la devoción por los años ochenta completamente funcional.
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