'Color Out of Space': Nicolas Cage colisiona con H.P. Lovecraft y el resultado es un inclasificable estallido de fantasía alienígena

Nada, absolutamente nada de lo que rodea a esta película es convencional. A Nicolas Cage lo conocemos de sobra: de sus desfases interpretativos estarás más que al corriente, pero es que además, su carrera en los últimos tiempos está tomando unos derroteros fuera de toda sensatez, ya consciente de que gracias a internet se ha convertido en una figura de culto / meme andante. Ahí están la soberbia 'Mandy', la próxima 'The Unbearable Weight of Massive Talent', donde se interpretará a sí mismo, o 'Willy's Wonderland', enfrentado a un ejército de animatrónicos asesinos.

Luego, cómo no, tenemos a H.P. Lovecraft, cuya merecida fama de autor inadaptable debido a lo impreciso de sus descripciones de los horrores cósmicos de sus relatos ha dado pie a películas muy diversas. La mayoría de ellas infieles a la letra y más o menos respetuosas al espíritu, pero con resultados tan diversos como 'Re-Animator', 'Re-Sonator' o 'Dagon'. En cualquier caso, su inadaptabilidad siempre ha dado como fruto disparates visuales y festivales de lo literal que van de lo atroz a lo memorable.

Finalmente, tenemos al menos conocido de todos, pero no por ello menos destacable director del invento, Richard Stanley. Llamó la atención de fans de todo el mundo con la estupenda serie B post-apocalíptica 'Hardware' y se metió en la boca del lobo con el que parecía que iba a ser su despegue internacional, el remake de 'La isla del Dr. Moreau'. Pero aquel rodaje fue una auténtica chifladura y casi le hace perder el juicio, como cuenta el documental 'Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del Dr. Moreau'. Veintitrés años después de su última película (que se dice pronto), vuelve a los cines con el actor más indómito de Hollywood y adaptando al inadaptable por excelencia.

Y, para sorpresa de los más cínicos, el resultado es una de las sorpresas del año. Funciona como vehículo para las excentricidades de Cage, pero también como memorable pica autoral del regreso de un director al que le quedaban cosas que decir, así como un manifiesto al que deberían atender futuros adaptadores de Lovecraft, y que podría venir a resumirse con un "para versionear a Lovecraft solo tienes que traer tu propio cargamento de ideas propias".

Y todo con el beneplácito del cuarto ángulo de esta colosal geometría del fantástico: Spectrevision, la productora de Elijah Wood, versión marrana de la distinguida y mucho más prestigiosa A24 ('The Witch', 'Hereditary'). En su cartera de películas coproducidas o descubiertas hay maravillas y prodigios de la serie B reciente como la propia 'Mandy', 'Una chica vuelve a casa sola de noche', 'Open Windows', 'The Greasy Strangler' y 'Daniel no es real'.

Colores que no existían hasta ahora

La gracia del relato 'El color caido del espacio' es que el "color" que describe Lovecraft es un alienígena intangible que hace enloquecer al ganado y humanos que se le acercan. El monstruo es, literalmente, una mancha en el cielo, y para más complicación, de una tonalidad y textura literalmente indescriptibles. Para solventar este problema, Stanley opta por teñir la película entera de unos fucsias y unos púrpuras que puede que entren en nuestro espectro cromático, pero que dejan claro de forma intuitiva que no son colores "terrestres".

El motivo es que esos colores no solo son desvaríos de naturaleza alienígena, sino también el color de nuestros recuerdos. Es el color de películas como 'Re-Sonator' de Stuart Gordon, una de las mejores adaptaciones de Lovecraft de los ochenta (aunque se ventilaba el relato original antes de los créditos), y con la que Stanley entabla un diálogo muy especial: imita la estructura de su guión, sus ideas sobre cómo monstruos intangibles obtienen corporeidad en nuestro mundo, y el estilo físico y viscoso de sus espantosas mutaciones. También es el color del extraordinario remake de los ochenta de otro clásico de la ciencia-ficción de invasiones viscosas: 'The Blob'

Ese diálogo también se establece con el relato original, al que la película respeta en la medida de lo posible: aquí conocemos a una familia, los Gardner, que se mudan a una granja de Nueva Inglaterra donde llevan a cabo actividades poco habituales en el mundo moderno, como la cría de alpacas (fuente del humor más irracional e inclasificable de la película). Un día, un meteorito cae en su patio, y un extraño e irreal color invade la propiedad, haciendo mutar a todas algunas de las criaturas que hay en la granja.

Sin duda, los extraordinarios efectos del estudio español User T38 son los responsables de las lisérgicas, ciertamente extraterrestres visiones que brinda la película. Con muy buen juicio, tal y como explica este vídeo, Stanley pidió al estudio que se encargara de todo el proceso creativo de los efectos, desde los diseños iniciales, a la ejecución digital y la brutal corrección de color, que tiñe cada fotograma, sobre todo en su tramo final, de una atmósfera de opresivo púrpura. Eso le da una coherencia inaudita a la película, que lejos de estar compuesta por una serie de viñetas de horror, funciona como una propuesta unitaria.

Sin duda, habrá quien pueda encontrar pegas a la interpretación de Nicolas Cage, aunque Stanley sabe llevar a buen puerto su tendencia a la histeria interpretativa. De este modo, Cage inyecta en su caída en los abismos de la locura elementos de otros dos insignes actores de género de los ochenta vinculados a lo lovecraftiano: Bruce Campbell, protagonista de las 'Evil Dead', y Jeffrey Combs, que participó en 'Re-Animator' y 'Re-Sonator', entre otras.

Cage funciona como mágico pegamento para la sucesión de fenómenos extraños que desata el color caído del espacio, y que van de la aparición de criaturas pesadillescas a la propia mutación de su familia, pasando por cambios de humor con resultados terribles o un tramo final de su aventura que roza una ciencia-ficción más experimental y atmosférica, y de un singular aliento poético. Todo ello tamizado por un color indescriptible pero por suerte, muy visualizable, y que representa el regreso a ciertas ideas, técnicas y espíritu de los ochenta, pero sobre todo la vuelta de un director que ya habla de una nueva adaptación de Lovecraft, 'El horror de Dunwich'. Y nosotros que lo veamos.

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