Pixar ha decidido que, pese al éxito de últimas entregas de sus franquicias como 'Los Increíbles 2' o 'Toy Story 4' -ganadora del Oscar a la mejor película animada y un bombazo de taquilla comparable al resto de películas de la saga-, deja descansar sus franquicias. Un anuncio que se recibió con cierto alivio, porque siempre es buena noticia que una compañía que ha brillado por su creatividad y por abrir nuevas vías en el medio animado deje de lado el cómodo recurso de las secuelas y se adentre en nuevas historias y personajes.
El relativo problema viene cuando da la sensación de que Pixar se ha encasquillado creativamente a causa de estas secuelas, y todo huele un poco a ya visto. En 'Onward' el humor, los recursos animados, hasta los diseños de los personajes son como versiones de hallazgos que ya hemos saboreado previamente. No es un problema porque eso nunca es un problema en Pixar: como en el resto de las películas de la casa (salvo, quizás, las muy mediocres secuelas de 'Cars', que brillan a la altura de lo peorcito de Dreamworks), el nivel técnico y creativo siempre es muy elevado.
Pero es que hasta la fórmula de partida es el típico 'high-concept' acostumbrado por Pixar desde la primerísima película de Toy Story (¿y si los juguetes cobraran vida cuando nadie los ve?), y que se ha repetido, a veces con más fortuna y a veces con menos (¿y si los coches hablaran, y si las emociones fueran como personitas?). En el caso de 'Onward', ese punto de partida, casi un slogan que resume la película, es '¿Y si existiera un mundo en el que todos los tópicos de las historias de fantasía heroica fueran absolutamente cotidianos?'.
'Onward' cuenta la historia de dos hermanos elfos adolescentes que viven en un mundo muy similar al nuestro, pero en el que en un tiempo hubo magia. Uno de ellos está perfectamente integrado en una vida cotidiana de estudiante, el otro está obsesionado con el pasado mágico que hubo en ese mundo. Ambos emprenden un viaje cuando, gracias a un bastón mágico, resucitan a su padre, pero solo a medias, y emprenden una odisea contrarreloj para recuperar el resto del cuerpo.
No especialmente dramática para una película en la que entran en juego temas eternos de Pixar como la pérdida y el salir adelante de una situación emocionalmente complicada -en la que ahondaban las, estas sí, mucho más dramáticas 'Up' o 'Coco'-, 'Onward' es una película que se beneficia de la pulcritud habitual de Pixar en aspectos como el guión. Todo aquí funciona como una máquina bien engrasada: el carrusel de giros del final, con explosión emocional incluida, es especialmente afortunada en una zona dramática donde nos hemos acostumbrado a las moralejas más o menos fáciles. 'Onward' se las arregla para dar un girito a la retribución y la lágrima, y lo cierto es que se agradece.
Y del mismo, Pixar brilla en todo lo que brilla siempre: el diseño de los personajes, que trae a la memoria películas como 'Monstruos SA' o 'Del revés', es ingenioso y está lleno de detalles. De la apariencia de heavy aficionado al rol de Barley, uno de los hermanos, a la tronchante animación del dragón doméstico de la familia, pasando como siempre, por los innumerables detalles que afloran en los secundarios: los unicornios que rebuscan en la basura, todo lo relativo a la Manticora, las hadas moteras, la propia tendencia a la comedia física muda de los pantalones del padre...
Y sin embargo... hay una sensación de ya visto y de recursos gastados que amortigua en parte el excelente trabajo técnico de la película. El chiste de contraponer elementos dispares con aires costumbristas (dragones que se comportan como perros, monstruos que tienen una cadena de comida rápida, policías que son centauros, manuales de juegos de rol que esconden las verdades sobre la magia) es el chiste "de siempre" en Pixar. Y funciona, claro que funciona, porque el guión es emocionante y se guarda las suficientes sorpresas en la manga, pero... ¿de verdad son suficientes?
Pixar: La necesidad de un auténtico giro
Los ultimos años nos están brindando una buena cantidad de películas al margen del anime (que va a su ritmo y goza de excelente salud) y de la animación independiente. Durante un tiempo parecía que todos los competidores de Pixar seguirían sus mismos pasos y resortes, empezando por la propia Disney cuando empezó a hacer animación digital con éxitos como 'Bolt' (estupenda, por otra parte), y seguidos por compañías como Dreamworks, y franquicias populares como 'Shrek' o 'Gru, mi villano favorito'.
Pero los tiempos han cambiado, y en los últimos tiempos se amontonan las propuestas alternativas al mainstream CGI, con sus herramientas o con otras distintas. Estudios como Laika o Aardman (previo a Pixar y focalizado, exclusivamente, en su muy personal rollo), películas como el 'Spider-Man' animado de Sony (que acaba de mostrar una también muy prometedora 'Conectados - Modo familia') o el sorpresón de 'Klaus'... Pixar ya no es la alternativa a Disney. Pixar es Disney.
Y contra eso no sirve el propósito de abandonar franquicias: es posible que a Pixar no le venga mal un giro radical en cuanto a estética o enfoques. En realidad, no se trata de una cuestión de formalismos: 'Spider-Man: Un nuevo universo' procede de una franquicia gastadísima y es la película más atrevida del cine de animación mainstream reciente. Se trata de que la gente que hay detrás emplee su creatividad sin miedo, no solo de que los personajes no provengan de sagas anteriores.
Lo próximo de la compañía tiene, como siempre -no nos cansamos de repetirlo- una pinta estupenda: 'Soul' parece (aún casi no se sabe nada de ella) una reflexión sobre la muerte y la existencia del alma como una esencia humana que se transmite de generación en generación. Es decir, volvemos a los códigos visuales y las ideas de 'Del revés', así como al tema rector de 'Up', ambas dirigidas por Pete Docter. 'Soul' parece más experimental en lo estético, pero la sensación de ser "otra de Pixar" está ahí.
De momento, lo que está claro es que quejarse de los hallazgos de Pixar es, quizás, hilar un poco demasiado fino: 'Onward' es una pieza de animación tan sólida como de costumbre, con momentos ciertamente brillantes y a la que solo le cuesta dejarse llevar un poco más para despegar del todo (irónico, para tratarse de una celebración de la fantasía dentro de lo cotidiano). En cualquier caso, si Disney / Pixar quiere mantener su hegemonía por muchos años, quizás no le vendría mal autoexaminarse acerca de los riesgos que corre.
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