Hay un detalle importante en 'Los ensayos', la pequeña serie de seis episodios escrita y dirigida por el cómico Nathan Fielder, y que acaba de culminar su primera temporada en HBO Max. Ese matiz está en su título español, que ha convertido el 'The Rehearsal' original en un plural: 'Los ensayos'. Esta serie tiene tantos significados que hasta una variación insignificante (e involuntaria) como esa tiene sus propios matices.
Porque aunque en efecto en 'Los ensayos' vemos el desarrollo varios ensayos que son el hilo conductor de los episodios, en realidad estamos asistiendo a uno solo, uno invisible y no declarado. Es un ensayo algo más complejo y enrevesado que el resto, uno que germina de forma involuntaria según se desarrollan los demás, y es el que define la personalidad y el carácter de nuestro protagonista, un Fielder que da vida a una versión neurótica de sí mismo (o quizás no).
Pero, ¿de qué va 'Los ensayos' / 'El ensayo'? Nathan Fielder tiene un programa en HBO en el que presenta a distintas personas un proyecto para que se sientan seguras en situaciones conflictivas: la posibilidad de crear réplicas idénticas, con escenarios y actores, de ese previsible escenario que no saben cómo afrontar y que aprendan como reaccionar cuando ese momento real llegue a sus vidas. Por ejemplo, un hombre quiere confesar a una amiga que le ha estado mintiendo sobre su preparación profesional durante años: Fielder construye una réplica del bar donde se reunirán y prepara a una actriz idéntica a su amiga para que el hombre sepa cómo confesar sin espacio para el fallo ni reacciones imprevisibles.
Este disparate es solo la punta de iceberg (de hecho, lo descrito es el primer capítulo), porque pronto descubrimos que los protagonistas de la serie no son las personas que se benefician de los complicados planes de Fielder, sino el propio Fielder. El cómico se revelará como una persona absolutamente carente de habilidades sociales, incapaz de entender los problemas de los demás e incapaz él mismo de afrontar situaciones de conflicto. Según sus invitados vayan presentándole situaciones inesperadas, Fielder tendrá que generar sus propios ensayos para aprender a gestionar esos ensayos.
Las metacapas de cebolla
'Los ensayos' está construida, de este modo, como una inmensa cebolla cuyas capas van cayendo una tras otra, con precisión matemática (y también un poco psicótica): tras cada ensayo hay un ensayo de un ensayo que el Nathan real necesita para preparar al Nathan ficticio que a su vez es un reflejo del Nathan real. Al final de la primera temporada, desoladora y brillante, Nathan Fielder directamente coge la cebolla y la lanza hacia el sol, para que el espectador se quede un buen rato deslumbrado, cegado y con lágrimas en los ojos, .
Una de esas capas que Nathan Fielder pone a la vista del espectador es que su personaje, Nathan Fielder, es el mismo actor que puso en pie 'Nathan para ti', una serie de Comedy Central que por desgracia no está disponible en España en ninguna plataforma. En ella, Fielder ayudaba a pequeños negocios a prosperar gracias a su licenciatura en administración de empresas: ya allí se apuntaban muchos aspectos que 'Los ensayos' desarrolla, como el cruce entre realidad y fantasía, y algunos momentos extrañamente dramáticos de 'Los ensayos' tienen su reflejo en situaciones reales que sucedieron en la vida de Fielder mientras rodaba 'Nathan para ti'. Un auténtico metalaberinto.
Uno de los grandes aciertos de 'Los ensayos' está en que mantiene un tono constante, normalmente con el comportamiento -a la vez inesperado y predecible- de Fielder como ancla, durante toda la serie. Y, por ejemplo, los meticulosos sistemas de registro y estrategias en los ensayos (diagramas para cubrir todas las contingencias, reproducciones de los escenarios reales, actores espiando a las personas reales para imitarlos lo más fielmente posible, el propio Fielder paseándose por los ensayos con un arnés de portátil) se transforman de gags de comedia esperpéntica a detalles tristes que delatan una psique torturada.
'El ensayo' es la auténtica joya actual de la programación de HBO Max. Ya se ha asegurado una segunda temporada por la abrumadora recepción crítica que posiblemente la conviertan en una de las niñas bonitas de la próxima temporada de premios, pero para el gran público quedará sepultada entre series de dragones y polémicas por películas de superhéroes que nunca veremos. Pero, aún así, esta delicatessen conceptual merece los mejores elogios del año: necesitamos más series como ésta en el aborregado panorama actual de adaptaciones, secuelas y bostezos.
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