Quizás lo correcto sería decir que 'Futurama' existirá, no que existió, que para eso está ambientada en el futuro. Concretamente en el año 2999, que es a donde va a parar Fry después de hibernar varias décadas sin querer y despertar en la época de su tatarasobrino, ahora un anciano. Y con ello, dan pie a una de las mejores sátiras de ciencia ficción de todos los tiempos, una producción de Matt Groening que no es comparable en longevidad ni impacto popular con 'Los Simpson', pero que no anda escasa de virtudes tampoco.
En cualquier caso, lo que sí sabemos de 'Futurama' es que rebosa guiños: desde las fórmulas matemáticas en las pizarras del Planet Express a homenajes específicos a personajes y mitos de la ciencia-ficción, pasando por el futurista 'Psyché Rock' de Pierre Henry y Michel Colombier que samplea Christopher Tyng en su mítica sintonía de la serie. Y sí, hasta el propio título de la serie, 'Futurama', es un guiño.
Por una parte lo es a ese sufijo, el "-rama" que da un toque ambiciosamente camp y pasado de moda a cualquier concepto: desde el formato Cinerama que necesitaba tres proyectores de 35 mm para visualizar sus anchísimas películas al Odorama con el que John Waters homenajea el 'Smell-O-Vision'. Pero también es un homenaje a un evento real: una exposición del año 1939 que tuvo lugar en la Exposición Universal de Nueva York.
Futurama en 1939
En esta exposición con el subtítulo 'Construyendo el mundo de mañana' ("Bienvenidos al mundo del mañana" es la primera frase que se pronuncia en la serie de Groening) se imaginó el futuro de las ciudades, y algunas de las predicciones fueron especialmente afortunadas o apuntan a un futuro que tenemos a la vuelta de la esquina, aunque la expo miraba al año 1960 con excesivo optimismo. Por ejemplo, carreteras de 14 carriles con coches controlados a distancia, rascacielos de 400 metros y helipuerto, y zonas elevadas para los peatones.
La exposición se construyó en un momento muy específico: con Estados Unidos saliendo de la Gran Depresión y antes de entrar en la Segunda Guerra Mundial, que ya había estallado en Europa, motivo por el que Alemania no participó en la Expo. Pero el país miraba al futuro con inevitable optimismo después de unos años muy duros y que habían agrietado el país hasta sus cimientos.
Futurama era una maqueta que funcionaba como un gigantesco diorama. Nada menos que 3.300 metros cuadrados donde se mostraba medio millón de edificios, un millón de árboles y 50.000 coches, todo bajo los auspicios del diseñador Norman Bel Geddes. Además, Futurama no prestaba atención solo a las ciudades: también miraba a las zonas rurales que tanto habían sufrido en la década de los treinta. En este futuro imaginario los cultivos se protegen con productos químicos y se ayuda a la polinización de forma artificial.
Es curioso cómo Geddes acertó de pleno en cuestiones como la omnipresencia de los vehículos personales y en cómo la industria y el comercio girarían en torno a los vehículos, en una época en la que tener un coche era un lujo y las comunicaciones estaban lejos de funcionar como ahora. Diseñó autopistas donde la velocidad máxima era de 160 kilómetros por hora, un exceso entonces y ahora, aunque posiblemente entonces se veía como una velocidad mucho más supersónica que hoy.
Futurama, por cierto, entraña otra conexión con la serie de Groening: uno de los personajes recurrentes de la serie, el profesor Hubert J. Farnsworth, es un homenaje al inventor Philo Farnsworth, de quien se revela que es descendiente directo. Farnsworth, el auténtico, fue un inventor de artefactos como un pequeño aparato de fusión nuclear, pero sobre todo es conocido por sus trescientas patentes relacionadas con la radio y la televisión. Inventó el primer sistema de televisión completamente electrónico, que presentó, precisamente, en la misma Expo internacional donde se celebró Futurama.
En definitiva, Futurama apunta a un mundo feliz para el futuro donde la tecnología ha sido capaz de liberar de sus obligaciones a la mayoría de los trabajadores (por eso en su visión abundan los parques de atracciones y las formas de ocio). Algo que puede ser cierto en lo que respecta al alivio parcial del trabajo físico, pero que está muy lejos de hacerse realidad en cuestión de tiempo disponible para el ocio.
Es lógico que 'Futurama', la serie, mirara a Futurama, la exposición, como fuente inspiradora. Más allá de la sonoridad del nombre, Groening y Bel Geddes tenían algo en común: sabían que intentar imaginar al futuro es la mejor manera de analizar los hallazgos y los problemas del presente. Posiblemente Groening dio más en el clavo con el tema de los robots que quieren matar a los humanos, pero de eso ya hablaremos cuando las IAs tomen conciencia.
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