Hollywood busca continuamente nuevas formas de entrar en el discurso argumental de los superhéroes, pero alejándose en la medida de lo posible de capas, disfraces y mitologías ya veteranas como las de Marvel o DC. Gracias a eso, historias de drogas que aumentan las capacidades de la mente, sociedades de asesinos supereficientes o agencias de espionaje donde überpersonas se baten en duelo adquieren un tic extra que les acerca a las fantasías superheroicas.
Es lo que sucede con 'Infinite', una película que recuerda en su argumento a la reciente 'La vieja guardia' de Netflix (otro intento de la plataforma de disparar su propia franquicia superheroica), pero también a otras recientes películas, algunas pre-MCU como 'Wanted' o 'Jumper', que hablaban de superhéroes sin hablar de superhéroes. En cualquier caso, las referencias que despliega 'Infinite' abarcan hasta 'Matrix', pero por suerte también tiene su propia personalidad.
El origen del film está en un curioso sistema de difusión que llevó a cabo D. Eric Maikranz, el autor de la novela en la que se basa, 'The Reincarnationist Papers'. Como no encontraba un agente que la vendiera a Hollwywood ofreció una comisión a cualquiera de sus lectores que lo consiguiera, y puso ese aviso en la primera página del volumen del libro.
18 meses después, recibió un email de un ayudante de dirección que había encontrado el libro en un hostel de Nepal. Paramount acabó produciendo la adaptación con guión de Ian Shorr, con experiencia en películas menores de terror como la simpática 'Splinter', y ha acabado como exclusiva del servicio de streaming Paramount Plus, llegando a España por Amazon Prime Video.
Hasta el infinito y más allá
'Infinite' cuenta la historia de Evan McCauley (Mark Wahlberg), que descubre que forma parte de una especie muy singular de humanos que se van reencarnando en distintos cuerpos tras morir. Entra en contacto con una sociedad secreta de otros como él y tendrá que enfrentarse al peligroso Bathurst (Chiwetel Ejiofor), que vive también en reencarnaciones continuas, pero que quiere salir del bucle... aunque tenga que exterminar a la humanidad para eliminar la posibilidad de reencarnarse.
'Infinite' está lejos de ser una película redonda, pero hay algo en ella que mantiene al espectador atento hasta el final. Los vaivenes argumentales son constantes y a menudo se contradicen entre sí, como en los confusos datos acerca de las vidas anteriores del protagonista (¿nació en el siglo XVIII como dicen o fue un samurai, o un indígena americano, o combatió en las Guerras Púnicas?). Sin embargo, esa confusión ayuda a crear la sensación de una maraña de vidas casi infinitas, interconectadas con las de otros "inmortales", y si el espectador es capaz de dejarse llevar, funciona.
Buena parte del atractivo de 'Infinite' procede de un Ejiofor en una sintonía mucho más gamberra que en '12 años de esclavitud'. Su Bathurst es un villano con un propósito amoral pero comprensible, y su interpretación le da un toque único. Todo lo contrario de una pareja protagonista algo sosa: ni Mark Wahlberg ni Sophie Cookson desbordan demasiado carisma, pero sí que nos encontramos con una interesante troupe de secundarios extravagantes (de Toby Jones a Jason Mantzoukas, pasando por Liz Carr). El conjunto tiene en sus márgenes y en las zonas sin explicar de estos personajes el apropiado enigma para mantener el interés.
El otro aspecto destacable de 'Infinite' son sus secuencias de acción, no revolucionarias, no siempre perfectas, en ocasioness inspiradas en éxitos recientes como las películas de Batman o 'Inception' de Nolan. Pero Antoine Fuqua es solvente en estos parámetros, como ha demostrado en películas como 'The Equalizer: El protector', y secuencias como el notorio enfrentamiento final entre héroe y villano tienen una fuerza considerable.
Como se puede comprobar por las mediocres notas que está recibiendo en distintos sistemas de agregación de calificaciones, 'Infinite' no está terminando de cuajar, pero no es una aventura carente de interés. Su estrafalario diseño de producción, sus abundantes ideas de guión (de la idea de una sociedad oculta de Infinitos a los maquiavélicos planes de Bathurst, lo que incluye su mezcla de arma metafísica y escopeta de cañones recortados) y su incesante acción la convierten en una fantasía sin complicaciones y, sí, una divertida alternativa a las historias típicas de superhéroes.
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