Con la llegada del octavo y último episodio de la primera temporada de 'Invencible', Amazon ha anunciado que renovaba la serie por dos temporadas más, así que se confirma que esta adaptación del extenso cómic de Robert Kirkman, Cory Walker y Ryan Ottle ha cubierto las expectativas de la plataforma. Y no es para menos: es una cita imprescindible para los aficionados a la vertiente más violenta y grotesca del género, pero también para los devotos de la tradición superheroica.
La diferencia de 'Invencible' y 'The Boys', por ejemplo es que, aunque ambas tienen claros elementos en común, la segunda es una sátira social que usa los superhéroes para poner sobre la mesa determinadas cuestiones (los abusos de poder, la politización del ocio y muchas cosas más). 'Invencible', sin embargo, es una historia de superhéroes codificada como tal, solo que no se frena con determinados elementos en los que no entran Marvel y DC. Esencialmente, la violencia. Aunque la narrativa superheroica ya sea, de por sí muy violenta.
Por eso es perfectamente posible detectar elementos tan repetidos mil veces en las historias de superhéroes que se han convertido en cánones, aislados ya de los personajes que los vieron nacer. En los dos protagonistas, Mark Grayson y su padre, el todopoderoso superhéroe Omni-Man, se ven trazas de Spider-Man en el primero, con el descubrimiento de que tiene poderes -entremezclado con historias de bullying y primeros enamoramientos-; y en el casdo del segundo, claramente está el origen de Superman, un héroe de origen extraterrestre, ajeno a los humanos pero que nos protege de forma altruista.
Todo esto se combina con otros elementos típicos de la narración superheroica, y muchos conflictos que ésta plantea por defecto: el grupo de héroes y sus motivaciones, el posicionamiento de los poderes fácticos ante estos salvadores alegales, la relación de la gente sin poderes con los héroes, el ansia por una vida convencional que nunca se alcanzará. Historias mil veces contadas pero que 'Invencible' ya narraba estupendamente bien en el cómic original, porque Kirkman sabe subvertir los códigos conocidos (ya lo hizo con los zombis en 'The Walking Dead'), pero sin demolerlos del todo.
Ultraviolencia e intimismo
Todo eso estaba, como decimos y en buena medida, en el cómic original, del que la serie de Amazon Prime Video adapta perfectamente la línea argumental genérica. Hay necesarios cambios en el desarrollo (por ejemplo, toda la trama de Robot no aparece hasta más adelante en el cómic, y se han adecuado los cliffhangers para que coincidan en este punto y seguido con el que acaba la primera temporada), pero en general es la misma estética, los mismos personajes y la misma historia.
Y de ella se hereda su elemento más atractivo: 'Invencible' no deja de ser nunca, pese a su violencia y sus excesos, una historia de superhéroes al uso, lo que hace que el género (y sus aficionados) sean cuestionados continuamente. ¿La omnipotencia conlleva heroísmo, o más bien al contrario? ¿Quién otorga la cualidad moral que permite distinguir el bien y el mal? ¿Quiénes somos nosotros (o los que se disfrazan) para decidirlo?
En ese sentido, la progresión dramática está excelentemente trazada: la primera colaboración de Invencible y Eve en el monte Rushmore es enfrentándose a un villano de opereta, al que vencen sin dificultad. Pero cuando aplican esa misma moral a otros elementos no tan claramente blancos y negros, episodio tras episodio, las motivaciones que mueven a héroes y villanos se desmoronan. 'Invencible' lo narra muy bien, sin necesidad de demoler por el camino el concepto de "superhéroe" y sin necesidad de renunciar a secuencias de acción explosivas, que son las que conducen la acción y el argumento, no meras interrupciones para zurrarse.
'Invencible' es la mejor pieza audiovisual superheroica desde 'Spider-Man: Un nuevo universo', y no creo que sea casualidad que ambas sean animadas y a la vez, pese a tener públicos objetivos tan distintos, planteen un acercamiento a los superhéroes con puntos en común. Conscientes de las fortalezas y las fallas de los mitos, pero sin necesidad de aburridos discursos mirando a cámara, música melodramática o versiones en blanco y negro para hacerse las dignas. Coloristas, densas y perfectas. Superhéroes en estado puro.
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