Aunque si echamos la vista atrás el éxito del primer capítulo de 'It' pueda parecer algo desmesurado, lo cierto es que sus virtudes eran muy claras. Tras la discutible decisión (pero comprensible, teniendo en cuenta que no estaba previsto en un principio que la adaptación contara con una segunda parte, sino que más bien fuera un proyecto autoconclusivo) de dividir el intrincado laberinto de flashbacks de la novela de Stephen King en una narración más o menos lineal, se escondía una película de terror funcional y efectiva.
Prestando la suficiente atención a los personajes humanos para que nos importaran sus destinos y potenciando la capacidad multiforme y todopoderosa que ya tenía Pewnnywise en la novela, pero sin descuidar su lado banal y grotesco, 'It' adquirió cierta personalidad muy notable. Lo que no la convertía en la película revolucionaria que muchos quisieron ver. Pero sí desde luego en una dignísima traducción del espíritu de la novela original y en un carrusel de sustos efectivo, frenético y memorable.
Los problemas comienzan en esta segunda parte, quizás, cuando todas las fallas que perdonamos (tramas sin cerrar, misterios sin responder) en la primera 'It' en espera de una segunda parte, no solo no concluyen satisfactoriamente, sino que se ensanchan más todavía. Los fascinantes orígenes del mal que asola Derry, su repetición cada 27 años, queda aquí como una anécdota, no como un suceso de calado cósmico con implicaciones que van más allá de una cifra arbitraria. Todo lo relacionado con la muerte de varios niños en la celebración de la Pascua, los motivos de que Pennywise sea Pennywise y no otra cosa... se apuntaron en la primera parte y se apuntan aquí, pero quedan definitivamente como apuntes.
No se trata de adaptar el libro en su integridad (algo absolutamente imposible) o no hacerlo. Se trata de que Muschietti ha dejado aparte una serie de cuestiones que habrían otorgado de una estupenda profundidad a la historia y de un aliento oscuro que habría ido más allá de la historia de un payaso asesino multiforme. En su obsesión por prestar atención a los aspectos más convencionales y melodramáticos de la historia, como son los traumas de cada personaje, la esencia terrorífica de la historia se dispersa. Los personajes ganan en densidad, pero nos alejamos de la razón por la que, de entre todos los nombres posibles para el monstruo, los Perdedores le pusieron "It".
'It Capítulo 2': Pennywise reloaded
¿Quiere decir eso que 'It: Capítulo 2' es un desastre? Más bien es una oportunidad perdida de hacer historia en algo más allá que una taquilla espectacular o ser capaz de conjurar una historia de terror de cinco horas de una consistencia mínima (aunque ahora, con miniseries como 'La maldición de Hill House' y similares, ese hito ya lleva tiempo superado). Pero por encima de eso, sí: en 'It: Capítulo 2' hay una buena cantidad de sustos efectivos y momentos memorables.
Sin duda destaca por encima de cualquier otro elemento la atención que se le sigue prestando al grupo de protagonistas: 27 años después de su primera aventura, el único de los supervivientes que ha permanecido en Derry, Mike (Isaiah Mustafa) llama a todos los demás para que vuelvan al pueblo: Bill (James McAvoy), Bev (Jessica Chastain), Richie (Bill Hader), Ben (Jay Ryan) y Eddie (James Ransone). Juntos tendrán que recordar terrores infantiles y adultos y enfrentarse, esta vez de forma definitiva, a Pennywise.
Gracias al buen hacer de los actores, lo bien que se dialogan, en la distancia, con sus contrapartidas infantiles y lo afortunados que son algunos de sus traumas, el club de los Perdedores, aún de adultos, conserva casi todo su encanto. Buena parte de la culpa la tiene Bill Hader dando vida al cargante Richie, un auténtico robaescenas cargado de ternura (a su pesar) que dota al conjunto de una realista crispación continua. Suya es, además, una de las mejores escenas de ataque de Pennywise, donde también interviene una monstruosa estatua de Paul Bunyan.
También es muy destacable la visita de Bev adulta -a la que Chastain otorga de una entereza y, a la vez, de una fragilidad muy particulares- a la casa donde vivía con su padre, y que ahora ocupa una entrañable anciana. Es la mejor secuencia de terror puro del conjunto, y hace explícito todo lo que tanto la primera entrega como esta heredan del cine de espectros japonés, en el ritmo de sustos sincopados y en cierta estética de lo grotesco, que acerca algunos momentos a una adaptación CGI de Junji Ito.
De hecho, esos momentos medio j-horror medio Nueva Carne para el siglo XXI, que da pie a secuencias tan memorables como la del restaurante chino, quizás superior en imaginería repulsiva al equivalente del libro, son los mejores de esta entrega. Es cuando se deja llevar por el surrealismo y el exceso cuando conecta también mejor con el elemento más inadaptable de la obra de King: el mal abstracto que supone It, y que Muschietti no tiene más remedio que representar como un ente arácnido sin duda superior al de la miniserie de los ochenta, pero que da buen testimonio de hasta qué punto se ha quedado, también, a medio camino.
Casi tres horas de metraje son sin duda una carga demasiado severa para un mero carrusel de sustos donde se repiten sin pudor muchos esquemas de la primera entrega. Por ejemplo, la mejor aparición de Pennywise, su encuentro con una niña bajo las gradas de un campo de béisbol, no está en la novela por una razón: es extremadamente similar a la conversación inicial con Georgie, y por algún motivo se decidió que necesitábamos reformular la icónica secuencia. 'It: Capítulo 2' abusa de repetición de recursos y de monstruos que nos impactaron más con los Perdedores 27 años atrás. Extraño para un villano multiforme.
Un singular sabor agridulce queda en la boca tras 'It: Capítulo 2': sus virtudes son incontestables (el carisma de los Perdedores adultos, secuencias aisladas, set-pieces de terror muy sólidas). Pero la hipertrofia que le lleva a incluir secuencias eliminadas de la primera parte y su carácter innecesariamente derivativo la ponen decididamente por debajo de su precedente.
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